—¿Mami? —dice Karen. Jeanette está bañando a su hijita de tres años.

—¿Sí, amor?

—¿Es verdad verdad que yo he salido de tu barriguita?

—Sí, amor.

—No es verdad.

—¿Quién te ha dicho que no es verdad?

—Davy dice que es él quién salió de tu barriguita.

—Bueno, también lo hizo. Cierra los ojos fuerte-fuerte-fuerte para que no te entre jabón en ellos.

—Bien, si Davy salió de tu barriguita ¿porqué yo no salí de la barriguita de papá?

Jeanette se muerde el labio —siempre intenta no reírse de sus hijos a menos que ellos se rían primero—, y aplica el champú.

—Bien, mami, ¿por qué?

—Sólo las mamis llevan bebés en sus barriguitas, amor.

—¿No los papis, nunca?

—Nunca.

Jeanette enjabona y enjuaga y enjabona de nuevo y enjuaga de nuevo, y no se habla otra palabra hasta que la rosada carita puede abrir de nuevo sus enormes ojos azules.

—Quiero burbujitas.

—¡Oh, amor! ¡Ya te he enjuagado el pelo! —Pero aquella mirada implorante, aquel hago-todo-lo-que-puedo-para-no-llorar, conquista a cualquiera, y sonríe y se ablanda—. De acuerdo, pero sólo un poquito, Karen. Pero recuerda, nada de burbujas en tu pelo. ¿Sí?

—Sí. —Karen observa alegremente como Jeanette echa un paquete de jabón espumoso de baño en el agua y abre el grifo del agua caliente. Jeanette retrocede un poco y se inmoviliza, en parte para proteger los cabellos de la niña, en parte porque disfruta del espectáculo—. Entonces —dice Karen de pronto—, no necesitamos a los papis.

—¿Qué dices? ¿Quién iría a la oficina y os traería caramelos y cortaría el césped y todo eso?

—No para eso. Digo los bebés. Los papis no pueden hacer bebés.

—Bueno, cariño… ayudan.

—¿Cómo, mami?

—Ya basta de burbujitas. El agua está empezando a estar demasiado caliente. —Cierra el agua.

—¿Cómo, mami?

—Bueno, querida, es un poco difícil de explicar para que tú lo comprendas, pero lo que ocurre es que los papis tienen una forma muy especial de amar. Es muy bonita y maravillosa, y cuando aman a las mamás de esa forma, mucho mucho mucho, entonces ellas pueden tener un bebé.

Mientras su madre está hablando, Karen ha encontrado un trozo pequeño y alargado de jabón, y está intentando ver si es la medida justa. Jeanette mete la mano en el agua del baño y tira de la manecita de. La niña y le da una palmada.

—¡Karen! No te toques ahí abajo. ¡No es bonito!