Quédense con nosotros
MÚSICA: «Mama Said Knock You Out», de LL Cool J
ABRE EN NEGRO
EXT: LAS VEGAS, MAÑANA
Conocemos de sobra este lugar: el Strip. Los casinos. Las fuentes. Pero un momento… Hay un nuevo hotel, enorme y lujoso, que se perfila a lo lejos en el mar de edificios.
OLYMPUS
Mucho más grande que los demás. Si eres un pez gordo, te montas las juergas y el juego con los dioses en el OLYMPUS.
PRIMER PLANO:
LOS OJOS DE FRANCIS XAVIER RUSTAN
También conocido como F.X.R. Ojos verdes, con motas doradas, que bailan con placer ante todo lo que ven.
PRIMER PLANO: : PANTALLAS DE ORDENADOR
Pantalla izquierda: DETALLADOS PLANOS DE ARQUITECTURA de un enorme CAMPO DE RECOLECCIÓN DE ENERGÍA SOLAR.
Pantalla central: IMÁGENES de Google Earth de parcelas de tierra desnuda y despoblada, MAPAS DEL USGS[16], PLANOS topográficos y GRÁFICOS medioambientales
Pantalla derecha: IMÁGENES FLOTANTES. Un tipo pescando un pez aguja, un tipo practicando ala delta, un tipo escalando, un tipo haciendo rafting en un rápido. Steve McQueen en BULLITT. El tipo es siempre F.X.R.
Salvo en la imagen de Steve McQueen.
UN INDICADOR MÓVIL DE NOTICIAS se desplaza por la base de esta pantalla. Rótulos de Windows con ALERTAS Y MENSAJES y también el de SONANDO, que pasa de LL Cool J a…
MÚSICA: «Mambo Italiano», de Dean Martin
Se abre un CUADRO DE TEXTO:
MERCURY: ¿Jefe? ¿El desayuno de siempre?
EL IDENTIFICADOR DE LLAMADA nos muestra a la señorita MERCURY: pelo negro azabache corto, labios pintados de rojo.
Mientras F.X.R. responde, suena el clic de su teclado.
F.X.R.: Consiga que lo traigan. Ya lo está subiendo Nicholas.
MERCURY: ¿Quién?
F.X.R.: El tipo nuevo
CORTE A:
INT. ASCENSOR DE SERVICIO — MAÑANA
La SEÑORITA MERCURY es una mujer imponente, tan intimidante como una supermodelo. Metro ochenta, delgada como un palillo, complexión modelada con pilates. Va vestida de riguroso negro. Es una mujer con la que no conviene jugar en ningún sentido.
Acaba de leer el texto y ¡da un grito!
SEÑORITA MERCURY
¿Qué «tipo nuevo»?
Ella ha sido la asistente de F.X.R. los últimos doce años: un trabajo que vive, que respira minuto a minuto, día tras día.
Que un «tipo nuevo» le esté subiendo a su jefe el desayuno ¡es un dato que no se le debería haber escapado!
Teclea en un chisme que lleva en la muñeca, un abultado RELOJ/ORDENADOR, revisa INFORMES, TEXTOS, HORARIOS y, finalmente, una serie de FOTOS DE EMPLEADOS. Arrastra el dedo por la pantalla hasta que encuentra a…
NICHOLAS PAPAMAPALOS, 19 años. Su mirada muestra el desconcierto de un chico que empieza el primer trabajo de su vida. Como así es.
Se abren las puertas del ascensor y ahí está: NICHOLAS PAPAMAPALOS, vestido con el uniforme del servicio de habitaciones del Olympus, empuja un carrito con platos tapados.
SEÑORITA MERCURY (continuación)
(sonriendo exageradamente)
¡Nicky, muchacho!
Nicky se queda perplejo. ¿Cómo es que esta mujer tan alta sabe su nombre? Entra en el ascensor.
NICHOLAS
Soy nuevo aquí.
SEÑORITA MERCURY
¡Por supuesto! ¡Mírate, con ese uniforme demasiado holgado y con el pedido del desayuno para F.X.R. ya preparado!
NICHOLAS
¿Estoy metido en un lío?
SEÑORITA MERCURY
Todavía no, criatura.
NICHOLAS
¿Cómo sabe que llevo esto al señor Rustan?
La señorita Mercury pulsa el botón de la planta 101. Se cierran las puertas y el ascensor sube lentamente.
SEÑORITA MERCURY
Porque yo sé todo lo que ocurre en el Olympus, Nicky. ¿Y sabes por qué?
NICHOLAS
No. Soy nuevo.
SEÑORITA MERCURY
Mira. Te voy a hablar un poco de mí.
(pausa)
¿Sabes lo que he estado haciendo hoy hasta las tres de la mañana. Ocuparme de que la colección de ciento treinta motos antiguas de Francis X. Rustan se traslade a un nuevo depósito climatizado, donde esas motos se conservarán en perfectas condiciones y listas para su uso por si se diera el caso improbable de que él decidiera un día seleccionar una de ellas para darse una vuelta. La última vez que lo hizo fue en mayo de 2013. El hecho de que el señor Rustan aún no haya inspeccionado los nuevos almacenes para su colección de pianolas antiguas o para los carteles vintage de espuma de afeitar Burma-Shave, que ha ido comprando a lo largo de los años, no me impidió dar las órdenes precisas para que una docena de hombres embalaran las motos con envoltorios de protección y las colocaran con cuidado en un garaje de alta tecnología del tamaño y el coste aproximado de la Baticueva de Bruce Wayne, más conocido como Batman.
(pausa)
F.X.R. es un hombre muy rico que pretende verlo y saberlo todo en lo relativo a su enorme imperio. Enfatizando, subrayando y poniendo en cursiva «pretende». Pero hay una cosa que ninguno de sus millones de admiradores, acólitos, buscadores de favores y perritos falderos comprende de El Jefe: que no sería capaz de prepararse su propio almuerzo aunque le dieran un panecillo, unos fiambres y un tarro de mayonesa. Él está siempre en las nubes, porque ese cerebro suyo rebosa de planes: de esos planes absurdos que tanto dinero dan. O sea que nosotros —tú y yo— estamos aquí para hacer posible la vida que lleva. Yo, para estar veintidós horas a su disposición. Tú, para prepararle las comidas y catarlas por si están envenenadas. Lo digo en broma. Lo del veneno. ¿O no?
¡Ping! Ya están en la planta 101.
INT. PASILLO DE SERVICIO, PLANTA 101 — MAÑANA
¡Es un pasillo muy largo!
SEÑORITA MERCURY
(todavía sonriendo)
Dime que el pedido de su desayuno está perfecto o te mato.
NICHOLAS
Bueno. Yo lo tenía todo preparado. La barrita orgánica de siete cereales, las rodajas de mango y piña, el zumo de tomate y el café au lait con canela. Pero entonces…
SEÑORITA MERCURY
(¿la sonrisa? ¡evaporada!)
¿Entonces?
NICHOLAS
Hace media hora, él ha mandado un mensaje a la cocina.
SEÑORITA MERCURY
¡Enséñamelo!
Nicholas le muestra su reloj/ordenador:
F.X.R.: Equipo de cocina. Atención. ¡Quiero tortitas a la plancha!
SEÑORITA MERCURY (continuación)
¡Tortitas! ¿TORTITAS? ¡No, no, no!
Levanta una tapa. Y ahí, en el plato: tortitas.
SEÑORITA MERCURY (continuación)
¡Recórcholis! ¡Tortitas!
NICHOLAS
Con jarabe de zarzamora.
La señorita Mercury ahora esta fuera de sí, preocupadísima.
SEÑORITA MERCURY
¡Ay, Nicky, Nicky! Esto no es buena señal. Tal vez se me acaba de fastidiar el día. Pero te digo una cosa: si yo me hundo, te arrastraré conmigo.
NICHOLAS
¿Por unas tortitas? ¡Yo no he hecho nada! ¡Soy nuevo aquí!
SEÑORITA MERCURY
El Jefe solo pide tortitas cuando le ronda alguna idea en la cabeza. Tendré que organizar una expedición a los fiordos de Islandia con sus treinta amigos más íntimos para que pueda remar en kayak en mar abierto. O montar una tirolina sobre las gargantas de la selva de Uganda para que todo el mundo pueda ver deambular a los chimpancés en su hábitat salvaje. O encargarme de que todos los empleados del Olympus sean encadenados…
(señala el reloj/ordenador)
… a uno de estos chismes. Y no bromeo: ya he tenido que cumplir estas órdenes en concreto. Las tortitas significan que estoy a punto de recibir un encargo que ni siquiera tendría sentido para un hámster. Las tortitas acaban de arruinarme un día ya de por sí deprimente.
NICHOLAS
¿Por qué hace este trabajo?
SEÑORITA MERCURY
No tengo otra respuesta para esa pregunta que el abultado cheque de mi sueldo.
Han llegado a la puerta de la única habitación del hotel en la planta 101.
SEÑORITA MERCURY (continuación)
Coloca el carrito junto a la cascada artificial. Pon recta tu placa de identificación. Y sonríe. A él le gustan los empleados que disfrutan de su trabajo.
Hace una pausa. Toma aliento y cambia de expresión, adoptando una sonrisa radiante. Su capacidad de transformación es espeluznante. Llama a la puerta… y entra.
INT. ÁTICO — DÍA
Un lugar vistoso y elegante, provisto de una cascada artificial, un equipo ultramoderno de ejercicio físico y una pantalla de vídeo del tamaño de una pared frente a una hilera de butacas de cine de época. Los ventanales ofrecen una panorámica de la mayor parte de Las Vegas.
SEÑORITA MERCURY
(alegremente)
¡Aquí tengo las tortitas para el gran jefe!
F.X.R. se levanta de su terminal informática.
F.X.R.
Qué rápido.
SEÑORITA MERCURY
Usted siempre dice lo mismo.
Nicholas prepara el carrito del servicio de habitaciones.
F.X.R.
¿Tú eres Nicholas?
(leyendo la placa de identificación)
Eso parece. Bienvenido a bordo. ¿Qué ha pasado con O’Shay?
SEÑORITA MERCURY
La mujer de O’Shay ha tenido un bebé, ¿recuerda? Y sí, ya he mandado una cuna nueva y un humidificador de agua fría, además de dos enfermeras a tiempo completo.
F.X.R. se sienta ante sus tortitas.
F.X.R.
Mire qué maravilla. Tortitas a la plancha. Nada de sartén. Es distinto. ¿Los han hecho a la plancha o en sartén, Nico?
NICHOLAS
No lo he visto, señor. Soy nuevo.
F.X.R.
¿Señor? A mí me llaman F.X. y basta.
(pausa)
Yo digo que son a la plancha.
(vierte el jarabe de zarzamora)
Señorita Mercury, no sé lo que teníamos previsto para hoy, pero ya puede cancelarlo todo.
SEÑORITA MERCURY
La última vez que me dijo eso me tuvo recorriendo todo Misisipi para poder comprar todas las granjas de kena del delta.
F.X.R.
Creo que ya he encontrado el lugar para la instalación de la tubería de energía solar.
SEÑORITA MERCURY
¡Vaya! En serio. Súper.
Suspira y se desploma en el diván. Se pone a mirar Internet en su reloj/ordenador.
(murmura para sí)
Va a ser un largo día…
F.X.R. coge el plato, se acerca a los ordenadores, abre unas imágenes y señala con el tenedor, que gotea jarabe de zarzamora.
F.X.R.
Shepperton Dry Creek no es gran cosa ahora mismo. Una llanura extensa y polvorienta. Pero es un prodigio de la naturaleza que recibe más luz solar que los miles de «me gusta» que cosecha Taylor Swift en Facebook.
SEÑORITA MERCURY
(justo está dándole al «me gusta» en una publicación de la página de Facebook de Taylor Swift)
Eso es muchísimo.
F.X.R.
La vieja Ruta ochenta y ocho pasa cerca de Shepperton Dry Creek.
SEÑORITA MERCURY
¿Ah, sí? Ni idea.
F.X.R.
Alguien con espíritu emprendedor empezará a comprar las tierras a lo largo de ese tramo de autopista por la afluencia de tráfico que generará.
SEÑORITA MERCURY
(aburrida, mirándose las uñas)
¡Ajá!
F.X.R.
O sea que vamos.
SEÑORITA MERCURY
¿A dónde?
F.X.R.
A recorrer la Ruta ochenta y ocho. ¡Será divertido! Como ese viaje que hicimos a Costa Rica por la autopista Panamericana para coleccionar arañas.
SEÑORITA MERCURY
Sí. Fue divertidísimo. A mí me picó una araña.
F.X.R.
Pero se curó.
SEÑORITA MERCURY
Llévese a Nick esta vez.
F.X.R.
No puedo mangonear a Nick. Está en el sindicato.
(pausa)
Estás en el sindicato, ¿no?
NICHOLAS
Sí, señor. Digo, F.X.
SEÑORITA MERCURY
¿Por qué no se casa y utiliza a su mujer para estas cosas?
F.X.R.
No necesito una esposa. La tengo a usted, señorita Mercury. Las esposas no soportan a los tipos como yo.
SEÑORITA MERCURY
¿Y yo sí debo? Tengo demasiadas cosas que hacer aquí para mantener a flote su imperio.
F.X.R.
Un viaje por carretera nos sentará bien a los dos.
Ella alza las manos, desesperada.
SEÑORITA MERCURY
¿Lo ves, Nicholas? Tú y tus tortitas a la plancha.
NICHOLAS
¿Yo qué he hecho?
F.X.R.
Eso, ¿qué ha hecho Nick?
SEÑORITA MERCURY
Un día de estos dejaré este trabajo y me dedicaré a una actividad más digna, como el esquí acuático profesional…
(teclea en su reloj/ordenador)
Voy a ordenar que preparen el jet.
F.X.R.
El grande y el pequeño. Usted use el pequeño y busque algún vehículo terrestre. Yo usaré el grande después de mi tanda de ejercicios.
SEÑORITA MERCURY
Lo que usted desee, ¡oh, gran Titán de la Industria! ¿Qué automóvil de fantasía le gustaría añadir a su colección? ¿Un Monza? ¿Un Surfer Woodie?
F.X.R.
Procuremos pasar desapercibidos entre la población local. La economía ha dejado de lado a esa parte del país.
(saca un fajo de billetes)
Consígame cualquier coche que pueda comprarse por ochocientos dólares.
SEÑORITA MERCURY
¿Ochocientos dólares? ¿Por un coche? ¡Será una porquería!
F.X.R. saca unos cuantos billetes más.
F.X.R.
Bueno, que sean ochocientos cincuenta.
(aparta uno de veinte)
Nick. Esto para ti.
Nicholas coge el billete.
NICHOLAS
Gracias, señor F.X.
CORTE A:
EXT. CAMPO DE AVIACIÓN
EN ALGUNA PARTE EN MITAD DE LA NADA – DÍA
Una única pista de aterrizaje y una avejentada oficina administrativa. No aterrizan muchos aviones aquí. Pero atención…
Un jet grande está rodando hacia un jet pequeño aparcado. Ambos ostentan el logo Olympus en los costados.
La señorita Mercury —todavía vestida de riguroso negro— se halla sentada frente al volante de un Buick descapotable de los años 70 con la capota levantada.
Se abre la escalerilla del jet grande y aparece F.X.R. con el tipo de ropa que él cree que lleva la gente corriente: una camisa vaquera amariconada con demasiados ribetes, remetida en unos viejos vaqueros de diseño Jordache, un cinturón con una enorme hebilla de Marlboro y unas botas vaqueras de color rojo subido.
Lleva puesta una gorra John Deere agujereada con excesiva perfección, y en la mano, un sombrero de paja de cowboy.
SEÑORITA MERCURY
Hola, Duke, o Bo, o quien seas. ¿Mi jefe está en ese avión?
F.X.R.
(refiriéndose a su disfraz)
No está mal, ¿eh? La autenticidad es la clave.
SEÑORITA MERCURY
Me alegro de que alguna de las coristas del casino le haya permitido saquear su camerino.
F.X.R.
(refiriéndose al coche)
¿Qué tal anda?
SEÑORITA MERCURY
He consumido la mitad de un depósito y casi un litro de aceite solo para venir desde el aparcamiento. La buena noticia es que lo he sacado regateando por setecientos pavos.
F.X.R.
Guarde el cambio para gastos. Tenga.
(le da el sombrero de paja)
Hay que pasar desapercibido.
(se lo pone a ella en la cabeza)
F.X.R. (continuación)
(riendo)
¿A qué tenemos buena pinta?
SEÑORITA MERCURY
Con la fortuna que tiene y su gran diversión es vestirse como un pobre mortal sin la menor idea de la moda. Si quiere, yo puedo convertir en permanente esa diversión. Déme todo su dinero y vivirá felizmente para siempre.
F.X.R. rodea el vehículo hasta el lado del copiloto e intenta saltar por encima de la puerta. Aterriza atropelladamente en el asiento, pero un pie le queda colgando de la puerta.
SEÑORITA MERCURY (continuación)
¡Pista libre!
Aprieta el acelerador y el coche se aleja escupiendo polvo y grava.
MÚSICA: «I’ve Been Everywhere», de Hank Snow
EXT. AUTOPISTA 88 — MÁS TARDE
El Buick avanza resoplando por la autopista. F.X.R. sonríe con el pelo al viento.
F.X.R.
¡Yo debería salir más a menudo de ese ático!
SEÑORITA MERCURY
¡Pero si hace dos semanas estaba usted practicando bodyboard en la Gran Barrera de Coral!
F.X.R.
Quiero decir para recorrer América. No viajo lo suficiente por mi tierra natal. La carretera. El cielo enorme. El asfalto y nada más: la línea discontinua y el horizonte. ¡Amo este país! ¡Válgame Dios, lo amo con locura!
(pausa)
Es bueno para el alma bajar de vez en cuando de la cumbre, señorita Mercury. Si no, solo ves las cimas de las montañas. Tendría que incorporar la idea en un memorando para todos los empleados.
SEÑORITA MERCURY
Sí, hágalo. Nos servirá a todos de inspiración.
(pausa)
Bueno, ¿a dónde vamos, Cochise?
F.X.R.
(envía un mensaje desde su reloj al de la señorita Mercury)
Aquí. A un pueblecito llamado Phrygia.
(intenta tres pronunciaciones distintas)
Población, 102 habitantes.
RELOJ: Fotos, datos, información sobre Phrygia…
F.X.R. (continuación)
En su momento, una parada importante de la Ruta ochenta y ocho, que se presentaba como la capital de la hospitalidad americana. Vamos a ver lo hospitalarios que son con gente como nosotros.
SEÑORITA MERCURY
Antes de comprarles hasta el último metro cuadrado.
(estudia su reloj)
¡Ay, Dios¡ Este trayecto nos va a llevar horas. ¡Me voy a freír!
EXT. UN ENORME CARTEL. De scolorido, antiquísimo, con tubos de neón rotos y una pintura desconchada que dice MOTEL OLYMPUS…
Visibles a duras penas, las figuras de un hombre y una mujer, con los brazos alzados, saludan al tráfico inexistente como si quisieran decirle: «¡Quédense con nosotros!». Las letras del rótulo están blanqueadas por el sol.
MÚSICA: «Que te vaya bonito», al acordeón
Suena la letra original con SUBTÍTULOS EN INGLÉS:
«Yo no sé si tu ausencia me mate,
aunque tengo mi pecho de acero…».
CORTE A:
EXT. MOTEL OLYMPUS – PHRYGIA – DÍA
Nada que ver con su tocayo de Las Vegas… Nada que ver…
Igual que el rótulo, el Motel Olympus ha conocido tiempos mejores. ¿Qué puede decirse en su favor? Está limpio.
La MÚSICA procede de JESÚS HIDALGO, que toca los últimos compases de una canción tan bonita que incluso interpretada al acordeón suena bien.
Suena la letra original con SUBTÍTULOS EN INGLÉS:
«Pero nadie me llame cobarde
sin saber hasta dónde la quiero…».
Una pareja de viejos —PHIL y BEA (sí, son ellos, los del cartel)— aplaude mientras Jesús guarda el instrumento en su estuche y lo deja en su vieja camioneta.
PHIL
¡Nunca he visto un talento igual!
BEA
Cada vez que toca se me empañan los ojos. Tiene usted un don, Jesús.
JESÚS
Ustedes logran que me sienta tan bien, señor Phil y señora Bea. Siempre me he sentido como en casa gracias a ustedes.
BEA
Porque estaba usted en casa, Jesús. En nuestra casa.
PHIL
Buena suerte en Chesterton. Dicen que ganan dinero a porrillo en esa fábrica de parabrisas.
JESÚS
Gracias. Volveré a verlos muchas veces. Lo prometo.
BEA
Tráiganos un parabrisas fabricado por usted.
Jesús se sienta en la camioneta y se aleja del aparcamiento del motel tocando la bocina. Phil y Bea miran cómo desaparece por la carretera. Se quedan un momento callados.
PHIL
Ahí va nuestro único huésped. Una cama menos que hacer.
BEA
¡Ay, Señor, voy a añorar mucho cómo tocaba el acordeón!
PHIL
Sesenta y dos dólares menos a la semana. ¿Por qué habría de querer uno abandonar este pequeño paraíso para vivir en un pueblucho como Chesterton?
BEA
Deja de quejarte y haz algo útil, como limpiar la maleza.
Phil mira de arriba abajo a la mujer con la que se casó. La mujer que todavía le parece tan preciosa…
PHIL
No me trates como a un peón.
(pausa)
A menos que te hayas puesto ese vestido tan bonito porque quieres jugar a «seducir al peón».
BEA
Tú sal ahí con la desbrozadora y flexiona un poco esos músculos. Quizá me acabe excitando.
PHIL
Te digo una cosa: dame veinte minutos para limpiar el cuadrante sur y luego reúnete conmigo en la habitación número diez. Quizá esté desnudo en la ducha.
BEA
Trato hecho.
Un Buick descapotable se acerca por la carretera, con el intermitente encendido.
BEA (continuación)
Espera. Parece que tenemos clientes.
PHIL
Maldita sea.
(gritando)
¡Volved en una hora, muchachos!
El coche se detiene en el motel. ¡Vaya, no son otros que F.X.R. y la señorita Mercury! Todavía llevan la capota levantada.
Él sonríe. Ella tiene un aspecto desastroso después de pasarse tres horas conduciendo un descapotable sin capota. Se detienen justo frente a Phil y Bea.
F.X.R.
¡Hola!
PHIL
¿Cómo están?
BEA
¿Cómo está usted?
SEÑORITA MERCURY
Hola, holita.
F.X.R.
(hablando con acento rústico)
Ya lo ven, somos dos viajeros cansados que llevan demasiado tiempo en la carretera.
SEÑORITA MERCURY
Sin protector solar.
F.X.R.
Queremos darnos un respiro en nuestro viaje. Ya me entienden, encontrar un poco de hospitalidad de la buena.
BEA
¿Qué tal si prueban en algún motel?
F.X.R.
¿Conoce alguno bueno por aquí?
BEA
A ver, vamos a pensar. Moteles. Necesitan un motel…
PHIL
El mejor motel del mundo está aquí, en las afueras de Phrygia. Se llama Olympic u Olympian, algo así.
F.X.R mira el cartel desteñido.
F.X.R.
¡Motel Olympus!
PHIL
Ese es.
F.X.R.
¡Señorita Mercury! ¡Motel Olympus! ¡Es el destino!
La señorita Mercury desea bajarse del coche y meterse en una ducha lo antes posible.
SEÑORITA MERCURY
Debe de ser. Este aparcamiento habla a gritos del «destino».
BEA
Bienvenidos. Yo me llamo Bea y él, Phil. ¡Quédense con nosotros!
Esos dos viejos adorables se quedan instantáneamente inmóviles en la misma posición del cartel que tienen detrás, con los brazos alzados y todo.
F.X.R. y la señorita Mercury se miran. Phil y Bea no se han movido. Siguen en la posición «cartel». Permanecen así. Durante un segundo. Y luego otro. Y otro.
SEÑORITA MERCURY
Bueno, ¿hay alguna habitación libre?
BEA
(saliendo de su pose)
Ninguna, pero…
CORTE A:
INT. OFICINA DEL MOTEL – DÍA
PRIMER PLANO:
Una fotografía descolorida de hace cincuenta años: los jóvenes Phil
y Bea, en la misma pose. Obviamente, esa imagen fue en su momento
el modelo del cartel.
La oficina es limpia y acogedora. F.X.R.
examina la foto mientras Bea prepara los documentos.
BEA
Si da la impresión de que disponen del motel para ustedes solos, es porque es así.
F.X.R.
El negocio anda flojo, ¿no?
BEA
Desde que Eisenhower construyó las interestatales.
F.X.R.
¿Ese es el tiempo que llevan siendo dueños de este lugar?
BEA
No exactamente. Pero Phil y yo hemos estado aquí desde que Phrygia era una parada tres estrellas del Autoclub.
Le pone delante la ficha del registro y un bolígrafo barato.
EXT. MOTEL OLYMPUS – DÍA
La señorita Mercury está aparcando el coche. El motor no para de hacer unos ruidos horribles. Se acerca Phil.
PHIL
Parece como si las ardillas estuvieran agonizando.
SEÑORITA MERCURY
Con tres o cuatro litros de aceite, desaparecerá ese ruido rechinante.
Empieza a salir humo del capó.
PHIL
¡Que se quema el bosque!
(pausa)
Apáguelo, cariño.
¿Acaba de llamar «cariño» a la señorita Mercury?
SEÑORITA MERCURY
De acuerdo, vaquero.
Apaga el motor, y entonces algo EXPLOTA. El motor se detiene, pero el coche sigue resoplando como si estuviera vivo.
PHIL
Este trasto tiene vida propia. ¡Levante el capó!
SEÑORITA MERCURY
¿Y eso cómo se hace exactamente?
Encuentra una palanca y tira de ella. El capó se levanta y se escapa una nube de humo.
INT. OFICINA DEL MOTEL – DÍA
F.X.R. ve el humo mientras Bea repasa la ficha del registro que él ha rellenado.
BEA
¿F.X.R.?
F.X.R.
¡Presente!
BEA
¿No tiene tarjeta de crédito, dice?
F.X.R.
¡No, por Dios! Tuve una, en una ocasión. Para un almacén de Flint, en Michigan. Dejé una buena cuenta pendiente y tuve que largarme de la ciudad.
En realidad jamás ha hecho algo así.
BEA
Aquí hemos visto más de un caso.
(pausa)
Habrá de pagar en efectivo. Por adelantado, porque no lo conozco.
F.X.R.
¿Cuánto?
BEA
Las dos habitaciones serán treinta y ocho cincuenta.
Él saca su billetera estilo vaquero, un objeto de atrezo que escogió el mismo.
F.X.R.
(inquieto)
¡Ay, ay…!
BEA
O bien una habitación con dos camas, veinticinco cincuenta.
F.X.R.
(buscando por la billetera)
Con que eso cuesta, ¿eh?
BEA
O bien una individual con cama doble, dieciséis cincuenta.
F.X.R.
Pues resulta que solo tengo… doce dólares… y algunas monedas.
BEA
Bueno… entonces le haré la oferta especial de clientes-únicos-del-motel.
EXT. MOTEL OLYMPUS – DÍA
La señorita Mercury se inclina sobre el capó del coche junto a Phil, que está haciendo el payaso con una llave inglesa.
SEÑORITA MERCURY
Yo no sé nada de coches. Me limito a dar gas y circulo.
PHIL
Se cree que es tan fácil, ¿eh?
(saca la bomba de aceite)
¿Sabe lo que es esto?
Ella mira la pieza como si fuese una rata muerta.
SEÑORITA MERCURY
¿Una rata muerta?
PHIL
Esto es un acelerador de fusión deshipoxificado con oxipetantes calcitrantes.
SEÑORITA MERCURY
¿De veras?
PHIL
Le puedo conseguir otro. Bastará una llamada a Tommy Boyer. Él traerá un recambio en cuanto pueda.
SEÑORITA MERCURY
Bien. Perfecto.
PHIL
Se lo puedo instalar para que siga su camino al amanecer.
SEÑORITA MERCURY
Cuando amanezca, yo me quedaré otras tres horas en la cama. Pero usted vaya instalándolo.
Suena un grito.
F.X.R. (Fuera de campo)
¡Señorita Mercury!
Phil y la señorita Mercury giran la cabeza. F.X.R. ha salido con Bea, que está abriendo la puerta de una de las habitaciones.
F.X.R. (continuación)
Venga a ver nuestro alojamiento.
INT. HABITACIÓN MOTEL – DÍA
Bea y Phil permanecen de pie observando mientras F.X.R. prueba la cama y la señorita Mercury inspecciona el baño.
F.X.R.
Detesto ponerme pelmazo, pero tengo una lesión en una vértebra por una caída que sufrí talando árboles en Alberta.
La señorita Mercury le lanza una mirada. Él nunca ha talado árboles en Alberta.
F.X.R. (continuación)
Este colchón me matará antes de que me quede dormido.
BEA
(pensando)
¿En la número tres no hay un colchón más nuevo?
PHIL
Solo tiene unos meses de antigüedad. Lo cambiaré de inmediato.
F.X.R.
(palpando las sábanas)
Y estas, eh… «sábanas». Demasiado rasposas. Tengo un problema dermatológico.
BEA
Puedo abrir un juego nuevo.
F.X.R.
¿Las lavarán primero? Nada peor que las sábanas nuevas.
BEA
Claro, ni siquiera un ataque al corazón. Se las lavaré para que queden bien suaves.
PHIL
(preocupado)
Mejor que pruebe las almohadas. Si son demasiado duras, no le harán ningún bien a su espalda.
F.X.R.
Si son demasiado rígidas, no podré mover el cuello por la mañana.
(prueba una almohada, se agarra el cuello)
¡Ay! ¡Ni hablar!
BEA
Nosotros dormimos con unas muy mullidas. Les pondremos fundas limpias y se las dejaremos por esta noche.
F.X.R.
Y, para terminar, este cuadro que hay sobre la cama…
(el cuadro de un arroyo murmurante y una granja)
F.X.R.(continuación)
Me recuerda a la casa de acogida en la que me pasé una eternidad. ¿Tienen algún otro cuadro que podamos colgar ahí?
La señorita Mercury repite las palabras «casa de acogida» articulando solo los labios.
PHIL
En la doce hay uno de patos.
F.X.R.
Me dan miedo las aves acuáticas.
PHIL
Hay otro con unas ruedas de carro en la ocho.
SEÑORITA MERCURY
¿Ruedas de carro? ¿Para qué pintar unas ruedas de carro? No lo entiendo.
PHIL
En la trece hay una cara de payaso.
Imposible. La sola idea le provoca escalofríos a F.X.R.
BEA
¿Qué le parece si retiramos toda la decoración?
F.X.R.
Problema resuelto.
CORTE A:
INT. HABITACIÓN MOTEL – DÍA
Más tarde. Phil está trasladando el colchón nuevo. La señorita Mercury se maravilla de la suavidad de las toallas de baño, y Bea está poniendo las fundas a las almohadas prestadas.
SEÑORITA MERCURY
(completamente alucinada)
¿Qué usa para dejar tan suaves estas toallas? Parecen de visón.
BEA
Simplemente las lavo, cariño. Y luego las tiendo fuera.
SEÑORITA MERCURY
¡Me muero de ganas de darme una ducha!
BEA
Cuando lo haga, deje que corra el agua caliente. Tarda un poquito.
F.X.R.
Muy bien. Una última cosa. ¿Cómo puede uno alimentarse por esta zona?
PHIL
Antes había un café enfrente, al otro lado de la carretera. Truman, se llamaba. Un pastel increíble. Y un estofado todavía mejor. Cerraron en 1991.
BEA
Hay locales de comida rápida en Chesterton. A unos sesenta kilómetros a vuelo de pájaro.
PHIL
Prefiero zamparme el pájaro que tomar comida rápida en Chesterton.
SEÑORITA MERCURY
Da igual, porque estamos atrapados aquí. Se ha estropeado el oxipetante del coche.
PHIL
(acordándose y echando a correr)
¡He de llamar a Tommy Boyer!
Mientras él sale…
SEÑORITA MERCURY
¿Tienen servicio de habitaciones, por casualidad?
BEA
Si no le importa mancharse un poco las manos.
CORTE A:
EXT. PARTE TRASERA DEL MOTEL – MÁS TARDE
Una granja en miniatura. Con corral de gallinas y huerto. Todo
primorosamente cuidado. Bea inspecciona las verduras con aire
experto mientras la señorita Mercury trata de arrancar tomates de
una espaldera.
SEÑORITA MERCURY
(llenando una cesta)
Vale. Tomates. Rábanos. Estas cosas verdes alargadas. Y la mitad de mis uñas.
BEA
¿A que vendrían de maravilla unos aguacates? He de plantar unos árboles de aguacate.
SEÑORITA MERCURY
¿Crecen en árboles?
BEA
Sí, pero hacen falta dos. Un macho y una hembra. Si no, no hay aguacates.
SEÑORITA MERCURY
¿Los árboles tienen sexo?
BEA
Una vez a la semana. Como mi marido y yo.
Bea suelta una CARCAJADA. Hasta las gallinas CACAREAN divertidas.
SEÑORITA MERCURY
No pretendía saber tanto…
CORTE A:
EXT. ZONA DE LA PISCINA – ATARDECER
Phil ha preparado una vieja barbacoa, donde ahora se asa un escuálido pollo en un espetón. La piscina está vacía…
F.X.R.
¿Así que no tuvieron hijos?
PHIL
(niega con la cabeza)
No podíamos. Pero no nos importó. En los viejos tiempos, este lugar estaba siempre repleto de niños. Por esta piscina. Había una docena de moteles a lo largo de la ochenta y ocho, antes de que la interestatal nos dejara aislados. Solo tres tenían piscina. Yo puse carteles cada treinta kilómetros: «Mount Olympus. Con piscina». Adivine dónde querían quedarse los niños.
F.X.R.
Con Phil y Bea.
PHIL
¿Usted ha trabajado alguna vez en hostelería?
F.X.R.
No exactamente.
Phil le lanza una mirada.
PHIL
Es un tipo de trabajo que no se puede aprender. Tiene que salir de forma natural. Te ha de gustar la gente y has de confiar en ella. Y debes saber mentir un poco cuando los que tienen mirada de loco te preguntan si hay una habitación libre. Nada de lo que avergonzarse. Simple sabiduría.
F.X.R.
Debe de gustarle el negocio de los moteles.
PHIL
Me gusta este motel. Pero no me vendría mal un poco más de negocio.
MÚSICA: «Last Date», de Floyd Cramer
CORTE A:
EXT. PAISAJE – CREPÚSCULO
En ese preciso momento, el sol parpadea y desaparece por el horizonte.
CORTE A:
EXT. MOTEL OLYMPUS – NOCHE
El rótulo no se enciende por sí mismo; cuenta solamente con un foco barato de jardín para iluminarlo.
Junto a la piscina, vemos los restos de la cena al aire libre que han disfrutado los dueños del motel y sus huéspedes.
PHIL
Díganme, jóvenes, ¿cuánto tiempo llevan juntos?
SEÑORITA MERCURY
¿Cómo?
PHIL
Ustedes dos. ¿Son pareja?
BEA
Phil, eso es asunto suyo.
SEÑORITA MERCURY
(abriendo unos ojos como platos)
¿Que si somos pareja? ¿Una pareja?
PHIL
Un hombre y una mujer llegan en un coche. Se registran juntos. Comparten habitación. Es una cosa que ha sucedido como un millón de veces…
La señorita Mercury pone los ojos en blanco. Luego niega con la cabeza y se ríe por lo bajini.
SEÑORITA MERCURY
(señalando a F.X.R.)
Sería tan poco probable que este hombre fuera mi media naranja como que mis pedos salieran perfumados.
BEA
Ah, me voy a copiar la frase.
F.X.R.
Como dice la señorita Mercury, nosotros mantenemos una relación jefe-empleada totalmente decorosa.
SEÑORITA MERCURY
Si él no duerme en el sofá, y no lo creo, porque nunca ha dormido en un sofá, seguro que lo haré yo.
PHIL
Entiendo.
(pausa)
¿Es usted lesbiana, señorita Mercury?
SEÑORITA MERCURY
No, no estoy tan a la última. Soy soltera.
BEA
¿No hay ningún hombre en su vida?
SEÑORITA MERCURY
Mire… Permítanme que explique este aspecto de mi vida a dos relativos desconocidos tan amables como ustedes.
(pausa)
Un hombre me complicaría la vida en extremo. Por ahora necesito tanto un hombre como su gallinero una antena parabólica. Estoy libre y sin ataduras. Algún día lo dejaré todo y le diré adiós a mi jefe, y entonces me lanzaré a por el marido, los niños, los disfraces de Halloween y toda la pesca. Hasta entonces, estoy felizmente sola, trabajando para este tipo…
(señala a F.X.R., que inclina la cabeza)
Que me saca de quicio, pero es capaz de aceptar una broma. Estoy reuniendo dinero y viendo mundo, desde Tasmania hasta este motel encantador. No tengo sitio para un novio.
Se hace un silencio que dura unos instantes.
BEA
Bueno, ya tenemos la respuesta.
Otro instante de silencio. Un silencio completo, precioso.
F.X.R.
Escuche.
SEÑORITA MERCURY
¿El qué? No oigo nada.
F.X.R.
No está escuchando.
SEÑORITA MERCURY
Claro que sí.
BEA
El silencio. Quiere decir que escuche el silencio.
SEÑORITA MERCURY
Ah.
(escucha)
Lo estoy intentando, en serio… pero no oigo nada.
F.X.R.
La única vez que me siento exactamente como me hace sentir este silencio es…
(sea cuando sea, se lo guarda para sí)
Y nunca dura.
PHIL
Aquí, sí.
BEA
A mí me ha acabado cautivando completamente. Sean cuales sean los problemas o las inquietudes, hay algo consolador en el silencio de la noche.
Phil mira a su esposa. F.X.R. mira a Bea. La señorita Mercury mira hacia la noche.
SEÑORITA MERCURY
Ah, ahora lo oigo. La nada. Quiere decir el sonido de la nada.
(escucha)
¡Oooh. Aaah!
Suena a lo lejos una BOCINA. Aparecen unos faros en la oscuridad y se detiene una furgoneta en el aparcamiento.
F.X.R.
Pues sí que ha durado.
BEA
Es Tommy Boyer.
PHIL
Con esa pieza para el coche de la soltera número uno.
(a la señorita Mercury)
Ya que no está usted a la última, quizá le guste Tommy.
SEÑORITA MERCURY
(pone otra vez los ojos en blanco)
¡Ay, sí, espere que me arreglo el pelo…!
PHIL
(gritando)
¡Tommy!
De la furgoneta se baja TOMMY BOYER. Es la criatura masculina más despampanante del planeta Tierra.
SEÑORITA MERCURY
¿Ese es Tommy Boyer?
(patidifusa)
Dios mío…
Ahora sí, se arregla el pelo de verdad.
SEÑORITA MERCURY (continuación)
¡Ay, Señor. Ay, ay…!
BEA
Le encanta cocinar.
SEÑORITA MERCURY
(fijándose el pelo con saliva)
¿Se pitorrea de mí?
El gran Tommy Boyer se acerca con la pieza del motor en la mano.
TOMMY BOYER
Buenas noches, Bea. Señores.
BEA
¿Has cenado, Tommy?
TOMMY BOYER
Sí, gracias. Me has pedido una bomba de combustible para un viejo GM, ¿no, Phil?
PHIL
Sí. Para esta joven señorita.
Todo el mundo se da cuenta de que la señorita está embobada con Tommy.
TOMMY BOYER
Hola.
SEÑORITA MERCURY
(embelesada)
Holi, ¿qué tal?
TOMMY BOYER
Problemas con el coche, ¿no?
SEÑORITA MERCURY
Sí… vaya que sí. El maldito cochecito me está dando problemillas, sí.
TOMMY BOYER
¿Es ese de ahí? ¿El Buick?
SEÑORITA MERCURY
¿Es un Buick? Ah, sí. Nuestro pobre Buick estropeadito…
TOMMY BOYER
Vamos a ver si lo podemos poner en marcha.
SEÑORITA MERCURY
Vale, sí, sí. Voy a levantar el capó…
(susurrando a Bea)
No paro de hablar como una cría. Socorro.
BEA
Tommy se divorció hacer tres años. Tiene una niña pequeña. Dejó de fumar el verano pasado. Lee un montón.
SEÑORITA MERCURY
Mensaje recibido. Gracias.
Se aleja con Tommy Boyer.
PHIL
Una vez más, el motel Olympus ejerce su hechizo mágico.
BEA
(levantándose)
Voy a lavar los platos. Los hombres dedicaos a gandulear como hacéis siempre cuando las mujeres se ponen a lavar.
PHIL
De acuerdo.
(dirigiéndose a F.X.R.)
¿Le apetece dar una vuelta por los alrededores?
CORTE A:
EXT. MOTEL OLYMPUS – LÍMITE DE LA PARCELA – NOCHE
Phil y F.X.R. caminan por los alrededores del hotel.
PHIL
(señalando)
Yo pensaba hacer algo con esos diez acres de allá, pero nunca me he decidido. Una vez estuve a punto de montar una cabaña de serpientes.
F.X.R.
¿Una cabaña de serpientes?
PHIL
Sí. Habríamos puesto carteles en la ochenta y ocho: «Visite la cabaña de serpientes: 200 kilómetros». «Cabaña de serpientes: 100 kilómetros. ¡Con aire acondicionado!». Pero entonces Bea observó que yo no sabía apenas cómo criar serpientes. Así que nos conformamos con el motel.
F.X.R.
Es un motel encantador. Un rincón hospitalario. Me encanta el nombre.
PHIL
Pero no puedes pasarte aquí las veinticuatro horas, día tras día, sin volverte loco. Una vez por semana, cada uno hace una escapada a Chesterton por su cuenta, para ir al banco y hacer compras. Para usar el wifi en el Theo’s Coffe Hutch y conectarse con el mundo exterior un par de horas.
F.X.R.
(melancólico)
Esa es la manera, sí señor.
(adoptando nuevamente su personalidad «rústica»)
Si algún día me agencio una de esas tabletas portátiles, probaré ese sistema.
Phil observa a F.X.R. mientras caminan.
PHIL
¿Qué nombre de pila empieza con «X»? ¿Aparte de Xavier?
(pausa)
Francis Xavier Rustan.
F.X.R. se detiene. Comprende que lo han pillado.
Bea lo ha identificado cuando usted ha firmado el registro. F.X.R. ¿Ha oído alguna vez la palabra «seudónimo»?
F.X.R.
(ya sin hacerse el «rústico»)
Disculpe, he sido deshonesto con ustedes.
PHIL
No, no ha hecho nada malo. Aparte de ser un hombre rico y famoso y viajar en un coche de pobre.
(pausa)
¿Está pasando unas vacaciones de incógnito para divertirse?
F.X.R.
No. En realidad, no.
PHIL
¿Piensa demandarnos por el nombre? ¿Olympus es una marca registrada de su propiedad?
F.X.R.
Yo no actúo así.
PHIL
Pues es de los pocos.
F.X.R.
Estoy buscando tierras y sol.
PHIL
Hay un montón de ambas cosas aquí. La tierra le costará dinero. El sol es gratis.
(pausa; señala)
Nosotros poseemos todo el trecho desde allí hasta allí. Ya no vamos a aguantar mucho tiempo, según el criterio de los médicos y del sentido común. Nos gustaría terminar nuestros días en un sitio tan bonito como el que hemos tenido aquí.
F.X.R.
Entonces, ¿le hago una oferta?
PHIL
(deteniéndolo con un gesto)
De negocios hable con Bea. Ella es mi jefa.
(pausa)
Voy a regresar para tomarme una taza de leche malteada.
F.X.R. observa cómo se aleja el anciano.
CORTE A:
EXT. MOTEL OLYMPUS – APARCAMIENTO – NOCHE
El capó del Buick está levantado. La señorita Mercury le sostiene la luz a Tommy Boyer y le va pasando herramientas.
SEÑORITA MERCURY
Entonces, ¿las herramientas métricas son distintas de las herramientas estándar?
TOMMY BOYER
Así es.
(pausa)
Bueno. Intente encender el motor.
Ella se sienta frente al volante.
SEÑORITA MERCURY
¡De acuerdo! ¡Encendiéndome!
Gira la llave y el Buick cobra vida soltando un rugido.
SEÑORITA MERCURY (continuación)
¡Jopetas! ¡Debe de haber leído usted un montón de libros de mecánica!
F.X.R. se acerca.
¡Jefe! Tommy Boyer y yo vamos a sacar el coche… para probarlo un poco.
TOMMY BOYER
¿Ah, sí?
SEÑORITA MERCURY
¡Hemos de ver cómo se comporta en un trecho de la ochenta y ocho! Tardaremos un rato. No hace falta que espere despierto. Aunque tampoco iba a hacerlo. Digo, esperar despierto. A que yo vuelva. De probar el coche…
(finalmente, a Tommy)
¿Quiere ir de copiloto?
Tommy sube al coche y se abrocha el cinturón. La señorita Mercury enciende la RADIO y luego mete la MARCHA ATRÁS. Ambos desaparecen zumbando en la oscuridad.
MÚSICA: «We’ve Only Just Begun», de los Carpenters
INT. OFICINA DEL MOTEL – NOCHE
El ruido de alguien TECLEANDO. F.X.R. entra y se encuentra a Bea con una máquina de escribir. Una Olympia.
F.X.R.
¿Es cierto que tienen leche malteada?
BEA
En el hornillo.
F.X.R. encuentra un cazo de leche, una taza y una jarra y se prepara una bebida caliente malteada.
BEA (continuación)
Voy a cobrarle un poco caras las instalaciones, aunque ya sé que usted lo acabará tirando todo abajo.
¿Piensa comprar todas las tierras de los alrededores?
F.X.R.
Si puedo, sí.
BEA
Entonces nosotros seremos su primera adquisición. Es como un honor para nosotros.
Él mira la foto de Bea y Phil, la fuente original del cartel mortecino que hay frente al motel.
F.X.R.
¿Qué edad tenían cuando les hicieron esta fotografía?
Ella levanta la vista y ve a qué foto se refiere
BEA
Yo tenía diecinueve. Phil, veintitrés. Es de nuestra luna de miel. En Grecia. Una isla tan cálida, tan apacible que no queríamos marcharnos. Tuvimos que hacerlo, claro. Phil entró en la Fuerza Aérea. Yo terminé los estudios. Pasé en coche por la vieja ochenta y ocho y vi un sitio donde invertir nuestros ahorros. Y funcionó bastante bien.
Saca la hoja de la máquina y se la entrega.
Sus abogados pondrán todos los puntos sobre las íes, pero esto sería lo básico: o lo toma o lo deja.
Él ni siquiera mira la hoja.
F.X.R.
¿Volvieron alguna vez a Grecia? ¿De vacaciones?
BEA
Somos hoteleros. Todos los días son vacaciones para nosotros.
CORTE A:
EXT. MOTEL OLYMPUS, PHRYGIA – APARCAMIENTO – MÁS TARDE
F.X.R. dobla una hoja mecanografiada y se la mete en el bolsillo de la pechera mientras se encamina hacia su habitación. A su espalda, las luces de la oficina se apagan, y también el débil foco que iluminaba el viejo cartel.
Se detiene un momento en medio del silencio nocturno…
FUNDIDO EN NEGRO:
MÚSICA: «Mi reina y mi tesoro».
Suena la letra original con SUBTÍTULOS EN INGLÉS:
«Ahora lo sé
que de verdad la quiero…»
ABRE EN NEGRO
EXT. MOTEL OLYMPUS, PHRYGIA – ATARDECER
El sol ya está muy bajo y la luz del día se vuelve azulada.
Suena la letra original con SUBTÍTULOS EN INGLÉS:
«Lucharé
por conquistar su corazón…»
Se está celebrando una FIESTA. Las LUCES colgadas sobre el aparcamiento le confieren una magia especial al ambiente.
Jesús Hidalgo está allí con su BANDA, actuando para las PAREJAS que bailan, cantando a su reina y a lo mucho que la amará con todo su corazón. Ha venido con su parentela, y los NIÑOS chapotean en la piscina, que acaban de llenar otra vez de agua.
Tommy Boyer también está allí con su HIJA que juega con sus AMIGUITAS a SALTAR A LA COMBA y con una señorita Mercury muy distinta, que viste vaqueros y una camiseta sin mangas y con la espalda descubierta.
Los OBREROS se agolpan alrededor de los camiones; están guardando las herramientas y supenden el trabajo por ese día.
Nicholas, el camarero del servicio de habitaciones, da los últimos toques a una cena soberbia parecida a la que podrían servir en la terraza de la piscina del Love Boat.
La GENTE DE LA ZONA ha acudido incluso desde poblaciones tan lejanas como Chesterton para participar en la fiesta, aportando sus propias sillas plegables.
F.X.R. va con un traje elegante pero informal. Está examinando unos planos con MEDIA DOCENA DE ARQUITECTOS.
En dos sillas, como sitiales de honor, se hallan sentados Phil y Bea, ambos con los ojos vendados.
BEA
¡Ay, cómo echaba de menos a ese hombre y su acordeón!
PHIL
Tal como suena la cosa, creo que vamos a ver un circo completo cuando nos quitemos estas vendas.
Mientras Bea se balancea al compás de la melodía mexicana, un jefe de obras, COLLINS, se acerca y le susurra algo a F.X.R., que despide rápidamente a los arquitectos.
F.X.R.
¡Señorita Mercury! ¡Ya estamos listos!
SEÑORITA MERCURY
(dándole a la cuerda de la comba)
¿Quién es la señorita Mercury?
F.X.R.
¡Ay, perdón! Es la costumbre.
(vuelve a intentarlo)
¡Diane! ¡Ya estamos listos!
SEÑORITA MERCURY
¡De acuerdo, F.X.! ¡Enseguida voy!
(se dirige a la hija de Tommy)
Venga, Lizzy. ¡Vamos a ver el espectáculo!
Jesús termina la canción con un gesto triunfal.
Suenan aplausos para la banda.
F.X.R. se acerca a Phil y a Bea.
F.X.R.
¿Ven algo? Digan la verdad.
PHIL
¡No!
BEA
No nos tendrá preparado un pelotón de fusilamiento, ¿verdad?
F.X.R.
Diane, ¿ya ha oscurecido lo suficiente?
SEÑORITA MERCURY
Yo creo que sí.
F.X.R.
De acuerdo. ¡Collins!
Collins está junto al interruptor principal de la corriente.
COLLINS
¡Apagando!
Collins APAGA todas las luces del aparcamiento del motel. El lugar queda a oscuras.
F.X.R.
De acuerdo. Ya pueden quitarse las vendas.
Ellos obedecen. Todo está oscuro.
PHIL
¡Demonios! No veo nada.
BEA
¿A dónde se supone que he de mirar?
PHIL
¿Dónde está el maldito circo?
F.X.R.
(gritando)
¡Que se haga la luz!
Collins pulsa otro interruptor. El aparcamiento y toda la gente que hay allí quedan bañados de repente… por la luz de unos neones rojos, azules y dorados.
La cara de la señorita Mercury refleja que está viendo algo precioso. Tommy Boyer está junto a ella, con su hija en brazos.
TOMMY BOYER
Ahí va…
Los invitados, con la cara iluminada, contemplan el cielo sobrecogidos de emoción.
SEÑORITA MERCURY
¡Dios mío! ¡Qué luz tan divina!
PRIMER PLANO: Phil y Bea, con las luces bailando en su rostro como en un espectáculo mágico, guardan silencio…
EL CARTEL
El Gran Phil y la Gran Bea, iluminados con colores rutilantes, dan la bienvenida a todo el mundo como dos gigantes gemelos en medio del cielo nocturno.
«¡Quédense con nosotros!», dicen con los brazos alzados, alegres, jóvenes, hospitalarios.
El cartel es precioso. Precioso de verdad.
Bea coge la mano de su marido.
Los dos se miran a los ojos.
BEA
Es como si hubiéramos vivido aquí siempre…
F.X.R. la oye. Levanta la vista hacia el cartel. Los colores juguetean también en su rostro.
CORTE A:
EXT. MOTEL OLYMPUS – ANOCHECER
El cartel domina todo el campo de visión del motel Olympus.
Y entonces…
El paisaje se TRANSFORMA lentamente en una…
BULLICIOSA ENCRUCIJADA.
El desierto vacío se llena de edificios perfectamente ordenados, cada uno de ellos, una joya arquitectónica.
EL CAMPO DE RECOLECCIÓN DE ENERGÍA SOLAR OLYMPUS ya ha sido construido y se extiende en lontananza.
Phrygia se ha convertido en un pueblecito encantador…
En torno a ese cartel monumental…
Alrededor de Bea y Phil, que seguirán diciendo durante generaciones a los que pasen por allí: «Quédense con nosotros».
FUNDIDO EN NEGRO