Haw sabía ahora que habría estado en mejor forma si hubiera afrontado el cambio mucho más rápidamente y abandonado antes el depósito de Queso Q. Se habría sentido más fuerte de cuerpo y espíritu y podría haber afrontado mucho mejor el desafío de encontrar Queso nuevo. De hecho, quizá ya lo habría encontrado a estas alturas si hubiese esperado el cambio y permanecido atento, en lugar de desperdiciar el tiempo negando que ese cambio ya se había producido.
Utilizó de nuevo su imaginación y se vio a sí mismo descubriendo y saboreando el Queso Nuevo. Decidió continuar por las zonas más desconocidas del laberinto y encontró pequeños trozos de queso aquí y allá. Haw empezó a recuperar su fortaleza y seguridad en sí mismo.
Al pensar en el lugar del que procedía, se sintió contento de haber escrito frases en la pared, en tantos lugares diferentes de su andadura. Confiaba en que eso sirviera como una especie de sendero marcado que Hem pudiera seguir a través del laberinto, si es que alguna vez se decidía a abandonar el depósito de Queso Q.
Haw sólo confiaba en estar dirigiéndose en la dirección correcta. Pensó en la posibilidad de que Hem leyera las frases escritas en la pared y encontrara su camino.
Escribió en la pared lo que venía pensando desde hacía algún tiempo: