NACIONALISMO E ILUSTRACIÓN, ISAIAH BERLIN

El mejor lugar que encuentro para comprender la relación entre nacionalismo e individuo, entre identidad individual y sentido de la pertenencia, entre la razón y un sentido de la trascendencia, el encuentro feliz entre la razón francesa y el romanticismo alemán es en el pensamiento de Isaiah Berlín. Si Adorno y Horkheimer vieron un camino ciego a la Ilustración, si Walter Benjamín es la fuga maravillosa desde la Ilustración hacia la iluminación, el ensueño y la mística..., también este otro gran judío europeo encuentra esa misma herida en nuestra civilización y busca un modo de harmonizar cielo y tierra. Y creo que, en el plano del pensamiento social e histórico, lo encuentra.

La obra de Isaiah Berlín en su conjunto es un prodigio de curiosidad sincera, apertura hacia los demás y lo demás, conocimiento histórico, sensibilidad y sentido común. Y se la recomiendo a cualquier persona que se sienta confusa históricamente, que crea en fukuyamadas, en apocalipsis o en acabóses o a cualquier persona que tenga algún «gran plan» histórico, que sueñe con imperios de caricatura, con que las personas somos máquinas de calcular clónicas o con cualquier idea platónica. En general, su pensamiento es un reconocimiento de la diversidad de la vida personal y social.

Berlín falla solo estrepitosamente cuando opina sobre Israel y los palestinos. Convencido de la necesidad de que los judíos y el pueblo judío tengan un Estado con territorio, lo cual en sí mismo me parece sensato y aconsejado por la experiencia histórica, ignora una evidencia que sí vio Primo Levi: que aquel lugar no estaba vacío. Berlin se muestra sensato cuando habla de la necesidad de dialogar y reconocer a los palestinos, pero no hay autocrítica ni muestra de piedad. Lástima, pity. Pero quién no tiene un defectillo.