LO POSIBLE Y NECESARIO

Y puede haber quien crea que existe un «espíritu republicano» que encarnen Marañón o Azaña o algún varón semejante, incluso que resida encriptado en alguna institución como la extinta Institución Libre de Enseñanza o la Residencia de Estudiantes (la de Madrid, claro), pero está equivocado.

La figura de Azaña, sin duda un referente cívico interesante y respetable, tiene lados autoritarios oscuros y participa de una concepción de la nación que es, comprensiblemente, decimonónica, un estado-nación homogéneo. El espíritu republicano que es fecundo debe abarcar e integrar lo diverso para buscar el diálogo perpetuo, pues esa es la única vida nacional democrática. No es que haya dos Españas, es que hay «un huevo» de ellas, y eso es estupendo. El espíritu republicano verdadero es el de aquellos gobiernos de la República en el exilio que incorporaban ministros de las fuerzas políticas de las nacionalidades.

Esto es ocultado interesadamente por unos e ignorado por otros, alimentados de tópicos. Y uno está ya harto de tanta canallada ultranacionalista, del desparpajo asesino de tertulianos envenenadores de la opinión pública y de las tonterías de columnistas nacionalistas que escriben contra «los nacionalismos».

Por lo que a mí respecta, diré que como escritor he vivido con frustración y cabreo estos años en que me fueron publicados libros y que he intentado, con sinceridad y la mejor fe que he podido, resolver lo que parece un obstáculo irresoluble: que un escritor con ciudadanía española que escribe en una lengua distinta del castellano sea tenido por escritor tan español como el que lo hace en castellano.

Aunque siempre he visto delante de mí lo que podía esperar en este tapete de juego. Y el haberme sentado una y otra vez a argumentar evidencias nace del convencimiento de que Galicia (y Cataluña, y Euskadi...) precisa constituirse plenamente en nación, con territorio y poder político para salir del atraso y solucionar sus problemas profundos; para ser. Y que es desde esa nacionalidad cuando se puede ser luego «español», «peninsular», «europeo»... No en la disolución que se nos propone; ahí siempre seremos falsos castellanos, pintorescos españoles «con acento».