CAPÍTULO XI
EL SEXO Y LOS NIÑOS

Estaba el niño una mañana en el sofá viendo la tele y tocándose sus partes. Su madre lo vio y le dio: «¡¡¡Valen!!! ¿Qué haces?». Y él respondió: «¡Disfrutando!».

P. MOTOS[128]

No vamos a hablar del sexo en pareja cuando hay niños por casa. Para eso pueden ver las indicaciones que dimos en el capítulo IV.

Se trata del sexo de los niños entre ellos y con ellos. ¿Existe? ¿Se debe tolerar?

EVOLUCIÓN

Hay autores que opinan que cuando el niño nace su placer se centra en la boca. Bueno, sin querer llevarle la contraria a nadie, yo diría que, más que el placer, en la boca se centra todo. La boca es el órgano más desarrollado sensitivamente y el que permite la supervivencia del niño. También permite su conocimiento del mundo; de todos es sabido que los niños pequeños cogen con las manos pero tocan con la boca.

A partir de los 7 meses el niño tiene capacidad autónoma en sus manos (sabe moverlas con intención, cosa que a los 2 meses no podía) y, a veces, como le dejan sin pañal (en el momento del baño, etcétera), explora su cuerpo. Muchos niños cercanos al año se «estiran» el pene hasta límites insospechados y muchas niñas buscan como si les hubieran escondido algo. No hay nada sexual en esos actos: son comportamientos exploratorios y no deberían censurarse. Estíbaliz Vegas[129] explica por qué:

Eso les puede hacer daño. Veo al trabajar con adultos cómo en ellos han calado esas frases y qué limitación supone luego en su vida de adultos. Vemos cómo la masturbación está mucho peor vista en las niñas y luego ves en consulta muchas mujeres que no se han atrevido a mirarse o tocarse nunca, y son las que tienen más dificultades para luego tener placer en las relaciones sexuales. Y seguro que no es casualidad. Pero muy a menudo, cuando la niña o el niño se tocan sus genitales, reaccionamos con desaprobación, y ellos pueden empezar a considerarlo como algo sucio o malo. Incluso para su salud, no es nada bueno renunciar a esas necesidades.

Alrededor de los 2 años, coincidiendo con el adiós al pañal, el niño tiene acceso libre a sus genitales, pero también a sus excrementos y, por eso, a veces, acaba jugando con las dos cosas.

Hay una anécdota sobre este tema que cuenta que los niños no tienen la culpa de que pase eso, sino que la culpa es del Creador: ¡a quién se le ocurre poner un área recreativa al lado de un desagüe tóxico!

Al finalizar este periodo y empezar los 3 años comienzan las conductas más sexuales en los niños:

A partir de los 3 años, más o menos, esa zona más cargada energéticamente pasa de ser la boca a ser los genitales. Hasta entonces no les era diferente tocarse los genitales que la pierna o la oreja. Aparece la curiosidad sexual y la fase de exhibición sexual natural. Les encanta bajarse la ropa interior y enseñar todo, y es importante cuál es la actitud del adulto, porque el niño o niña se está reafirmando corporal y sexualmente en algo que necesita hacer. Es también a partir de entonces cuando empiezan a hacernos muchas preguntas, cuando van detrás de los padres para ver cómo mean, es cuando empiezan a observar las diferencias genitales, es como si nunca se hubiesen fijado en ello hasta entonces. Para ellos adquiere mucha importancia[130].

Si se fijan estas conductas continúan teniendo un fuerte componente de investigación, de saber, pero pueden manifestar su parte de placer. Si sorprendemos a nuestros hijos en esos momentos a la edad de 3 años, mejor no censuremos ese comportamiento; no hay nada que censurar, puesto que el sexo no es malo.

Una cosa diferente es cuando lo hacen en momentos en que hay gente, en público o en lugares no «correctos». En esas ocasiones sí debemos explicarles en qué circunstancias pueden hacerlo y por qué.

Las preguntas de los niños deben ser respondidas con celeridad y franqueza. Si dilatamos la respuesta, les damos a entender que estamos reticentes y dudosos, ¡y ya no digo si nos pillan en una mentira! Lo que pasa es que a veces a los padres no se lo explicaron bien y ahora no saben explicarlo bien a sus hijos. Aunque a veces decimos la verdad y ellos piensan que no:

Un día, la madre de Luca, de 3 años, vio que estaba tocándose la «colita» con mucho afán y le preguntó: «Luca, ¿qué haces?». Y Luca le dijo: «Estoy buscándome el hueso». «Pero hijo, si en la colita no hay hueso», le comentó su madre. Y Luca contestó: «¡Que sí, mamá! ¡A veces sí!»[131].

Existe un comportamiento que se suele dar mucho en los niños mayores de 5 años, con más incidencia entre los 6 y los 8, y que muchas madres describen como una obsesión por ver o acariciar las tetas de su mamá. Incluso a veces esta conducta se superpone a un tipo de regresión del menor que no sólo quiere ver las tetas de su madre, sino que le pide volver a tomar pecho, volver a dormir con ella —si ya no lo hacía— o sentarse en su regazo como cuando era un niño.

La mayoría de los adultos suelen interpretar estas conductas de forma muy negativa, ya que las ven como una vuelta a la niñez o como un falso estímulo erótico. Nada más lejos de la realidad. Son conductas que indican que nuestro hijo se está haciendo mayor.

¿Han visto ustedes alguna vez una despedida de soltero? Se trata de una persona que va a dar un salto muy importante en su vida (el matrimonio) y antes de eso quiere asegurarse de que no le queda nada pendiente por hacer o de lo que pueda arrepentirse. Por eso sale con sus amigos de juerga y se supone que intenta hacer en una noche aquello que nunca más podrá volver a hacer con facilidad: ligar, beber con sus conocidos… Pues bien, estas conductas de nuestros hijos son su despedida de solteros, su despedida de la niñez. Quieren asegurarse de que está bien hacerse mayores y para ello intentan repetir lo que hacían cuando eran pequeños, en un intento de demostrarse que no les queda nada pendiente y de que no vale la pena seguir siéndolo. Sólo así pueden crecer.

No debe preocuparse por este tipo de conductas y, cuanto menos las censure, antes van a pasar. Es verdad que hay niños que suelen presentar estos comportamientos bastante tiempo y otros, que lo hacen en dos tiempos: alrededor de los 6 años y, algo más tarde, hacia los 8-9. En cualquier caso, no piense mal de su hijo y, si algo le preocupa, háblelo abiertamente con él.

RESUMEN

  • Cuando un niño nace todo lo que le provoca placer está en su boca.
  • Con el tiempo, y con el uso consciente de sus manos, empieza a manipular sus genitales (si el pañal les deja). Estas manipulaciones tienen más carácter exploratorio que sexual.
  • A partir de los 2-3 años, mientras se exploran pueden experimentar algún tipo de placer, pero no hay que censurarlo. Tan sólo en el caso de que su frecuencia sea muy alarmante, o que los momentos y lugares resulten poco apropiados, podemos pedir la ayuda de un profesional.
  • Cuando nos haga preguntas hay que responderlas siempre con la mayor celeridad y veracidad posible, adaptando, eso sí, el lenguaje al nivel del niño.
  • En algún momento entre los 5 y los 8 años es posible que un hijo/a muestre un interés desmesurado por los pechos de su madre o que actúe como si fuera «más pequeño». No censure esta actitud; es la prueba de que su hijo se está haciendo mayor, que quiere asegurarse de que todo lo que él considera propio de un niño pequeño lo ha hecho y que no se deja nada importante por hacer.