¡QUÉ altos
los balcones de mi casa!
Pero no se ve la mar.
¡Qué bajos!
Sube, sube, balcón mío,
trepa el aire, sin parar:
sé terraza de la mar,
sé torreón de navío.
—¿De quién será la bandera
de esa torre de vigía?
—¡Marineros, es la mía!