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«Dije: Tendré en cuenta mis acciones; para que mi lengua no ofenda a nadie. Tendré una brida en la boca, como si dijéramos; mientras el maligno está a la vista.» Contuve la lengua y no dije nada, pasé en silencio, sí, hasta las buenas palabras; pero fue un dolor y una congoja para mí. Mi corazón estaba caliente en mi pecho y mientras así meditaba el fuego se encendía y por fin hablé con la lengua y dije: «Señor, que conozca mi fin y el número de mis días: que sepa con certeza cuánto tiempo he de vivir.»