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«dos pequeñas perspectivas del difunto Salvucci, en marcos árabes cos negros y dorados». Por su parte, Alessandro Melani recibe objetos que revelan un trato convival: además de «cuatro cabecitas de angelitos, muy bien hechas», Benedetti le lega una preciosa serie de instrumentos para mantener frío el vino, así como «copas y jícaras para chocolate».

Atto y Buvat fueron también amigos y colaboradores en la vida real. En sus memorias, Buvat confirma que el abate intentó convencer a sus superiores de que le aumentasen su magro sueldo. Sin embargo, como se desprende de sus quejumbrosas anotaciones manuscritas, dicho intento fue infructuoso («Mémoire-Journal de Jean Buvat», en Revue des bibliothéques, octubrediciembre, 1900, pp. 235-236). La Biblioteca Nacional de París conserva, además (Mss. Fr. n.a. 1122011222), una colección de Nouvelles à la main de 1700 a 1721: noticias de política interior y exterior recopiladas por Atto (pero también por otros, ya que él murió en 1714) y redactadas en gran parte por Jean Buvat, como informa el catálogo de la biblioteca.

Por último, Jean Buvat es uno de los protagonistas de la novela de Dumas padre El caballero de Harmental.

También Sfasciamonti es un personaje de carne y hueso. El cronista romano del siglo XVIII Francesco Valesio (Diario di Roma, Milán, 1977, II (1702-1703), pp. 272-273) documenta la presencia del esbirro un par de años después de los sucesos novelescos, el 6 de septiembre de 1702, mientras ejecuta una medida digna de él: la incautación de la ropa de una prostituta. Sin embargo, al final fracasó en su propósito, pues él y otro esbirro tuvieron que salir huyendo de los guardias del conde Lamberg, que se arrogaba el derecho de franquicia (y la consiguiente prohibición de entrada de la policía) en el lugar donde Sfasciamonti estaba actuando. Al viejo guardián de la ley debió de afectarle algún nervio el tiro que le pegó Atto, aunque lo hiriera en el trasero: según Valesio, Sfasciamonti era cojo.

La reforma de la policía pontificia, propuesta por un tal monseñor Retti, como murmuran los dos prelados a los que el protagonista espía antes de que se sirva el chocolate y durante el juego de la gallina ciega, fue efectivamente contemplada en la época del papa Inocencio XI (cfr. G. Pisano, «I "birri" a Roma nel `600 ed un progetto di riforma del loro ordinamento sotto il pontificato d'Innocenzo XI», en Roma - Rivista di studi e di vita romana, X (1932), pp. 543556). Como tantas otras reformas inteligentes, nunca se llevó a cabo. El Llaverista, cuyo verdadero nombre era Giuseppe Perti, es asimismo un personaje histórico (cfr. Valesio, I, 434). Su breve y agitada vida termina a las dos de la tarde del 8 de julio de 1701: autor confeso de robos y homicidios, es ahorcado en el puente Sant'Angelo. Se comporta píamente ante la muerte; en sus últimos instantes se arrepiente y hace acto de contrición. Al llegar al patíbulo ruega al pueblo presente que diga una salve regina por su alma. Tenía veintidós años.

Igualmente verídicos (también en sus descripciones físicas y morales) son otros personajes como Corelli, Nicola Zabaglia y Von Lamberg (el temperamento ferviente e ingenuo de éste sale a relucir claramente en su citada Relazione, así como en sus juicios manuscritos sobre la curia romana, conservados en Viena en Haus-, Hof und Staatsarchiv, Botschaft Rom-Vatikan I, Nachlass Gallas; cfr. además G. Rill, «Die Staatsräson der Kurie im Urteil eines

Neustoizisten

(1706)»,

en

Mitteilungen

des

Österreichischen

Staatsarchivs, XIV (1961), pp. 317 y ss.).

Arcangelo Corelli publicó su folía en la Opera V, precisamente en el año 1700.

El holandés volante del Navío, Giovanni Henrico Albicastro, debía de amar especialmente Italia, pues eligió ser conocido con un seudónimo italiano (se llamaba en realidad Johann Heinrich von Weissenburg). Pese al minucioso estudio del profesor Rudolf Rasch, de la Universidad de Utrecht (a quien los autores quieren expresar aquí su agradecimiento por los datos que les ha aportado), su singular figura de violinista, compositor y soldado sigue en gran medida envuelta en el misterio. Vivió, aproximadamente, entre 1660 y 1730; de origen bávaro (hecho que tal vez explique su perfecto conocimiento de Sebastián Brant), sólo se sabe que era adolescente cuando llegó a Holanda, a Leiden, para combatir en la guerra de Sucesión española, como él mismo anuncia al final de la novela. Dejó numerosas composiciones (tríos, sonatas para instrumentos de cuerda, sonatas para violín, conciertos y cantatas), a las que sólo en las últimas décadas se ha prestado la atención que merecen. La nave de los necios, de Sebastián Brant, es quizá el libro alemán que ha tenido más éxito a lo largo de los siglos. Publicado en Basilea en 1494 con motivo del carnaval, está ilustrado con xilografías de Alberto Durero.*

Todos los miembros del servicio de la casa Spada (don Paschatio, don Tibaldutio, los trinchantes, los cocheros, los marmitones) figuran, con nombres y apellidos, en los papeles de familia conservados en el fondo Spada-Veralli del Archivo de Estado de Roma.

Atto cuenta que al cardenal Spada le preocupa granjearse enemigos. Este apunte psicológico es veraz. Lo demuestran las numerosas cartas que Spada dirigió a sus parientes, conservadas en el fondo Spada-Veralli del Archivo de Estado de Roma.

EL BRAZO DE ATTO, LAS MUJERES DE AUXERRE Y LOS

SECRETOS DEL CÓNCLAVE

Atto no falta a la verdad cuando dice que lo habían herido en el brazo once años antes, en 1689, en París. En el Archivo de Estado de Florencia (Mediceo del Principato, legajo 4802) se conserva, en efecto, una de sus cartas a Gondi, secretario del príncipe Cósimo III de Médicis, con fecha del 12

septiembre de 1689, en la que se lee: