Escena III

(Dichos, el Lobo).

LOBO. —¿Qué es esto? (Imponiéndose de todo). ¡Atrás, cobarde! ¡Deja ese puñal!

BARBARROJA. —¡En tu pecho! (Se precipita sobre el Lobo; y lo va a herir cuando Pulgarcito le descarga una pedrada en la cabeza). ¡Ay de mí!

LOBO. —(Lo desarma y derriba). Suelta, traidor. (Acogotándolo y quitándole el puñal). Y ahora, al infierno, donde te esperan.

BARBARROJA. —Perdón, capitán.

CAPERUCITA. —¡No, no lo mates! (Agarrando espantada la ropa del capitán).

PEDRISCO. —Hasta luego. Esto reventó. ¡Virgen Santísima de la Esperanza… que no vaya a creer que yo fui cómplice! (Vase corriendo).

LOBO. —¡Quieto, cobarde! No te mato. No quiero verter más sangre. La niña que ibas a asesinar te ha salvado. Por ella vives. ¡Quieto, digo! Pero escucha bien lo que voy a decirte. Ahora mismo saldrás de mi presencia, saldrás de la cuadrilla y no te veré yo nunca más, pena de la vida. Porque si te encuentro otra vez en mi camino te mato como un perro. ¡Fuera! ¡Fuera de aquí! (Desarmándolo). ¡Fuera!

BARBARROJA. —¡Maldito seas, capitán! ¡Malditos sean ésos! ¡Maldito el que me golpeó de atrás! ¡Condenación a mí que no lo hice antes…! (Vase).