Tres

La noche siguiente me di cuenta exactamente de lo que estaba hablando Jenn. El miércoles, dos, rubias bronceadas piernas largas llegaron valsando en medio del ensayo, deteniéndolo en seco. Entraron como si fueran dueñas del lugar y creo, de un modo, lo eran. Sus familias fuertemente dotaban el teatro y frecuentemente ambas hacían los papeles principales. Ocupaban un lugar destacado en el 'quién es quién' en el tablero del vestíbulo.

"Tom, viejo horrible. No creo que pueda perdonarte por esta jugada masculina," una de las rubias puso mala cara mientras le daba un beso a Tom en las dos mejillas. "Tengo que ofrecerme para vestuarista solo para estar cerca de los chicos." Los 'chicos' en el escenario sonrieron con varios grados de amabilidad. Felizmente note que Tristan parecía ser el menos impresionado.

"Y yo," dijo la otra, "voy a decorar el escenario. Por la descripción aquí, no será muy difícil." Ella juguetonamente golpeó el libreto en la mano sobre la cabeza de Tom.

Las dos llevaban varios minutos de bromas con los hombres sobre el escenario. Hubo una gran cantidad de movimientos de cabello, toque de hombros y risas a cosas que falle en encontrar graciosas. Todos parecían conocerse muy bien. Me sentí como invisible como un pedazo de chicle debajo del asiento.

Finalmente, mientras se estaban yendo, Tom me presentó a 'Suze y Nicky'. Suzanne Redmond y Nicole Spencer, dos perras ricas que tenían claro que yo era asistente y nada más. Me asombraba que pudieran comunicarse casi sin palabras. Estas chicas eran prácticamente maestras de las señales no verbales. La forma en que me miraban por encima del hombro me recordó a la oruga que fuma de la cachimba en Alicia en el País de las Maravillas diciendo "¿Quién eres?"

De pronto estaba más pendiente que nunca de mi ropa sin marca y mi corte de cadena de peluquerías. Estaba usando mi cadena de oro. Era lo más costoso que poseía al igual que mi auto batidora y fue un regalo de graduación de mis padres. Me avergonzaba pensar que se veía pequeño y barato.

Suze y Nicky caminaron por el pasillo hacia la salida y todos los ojos, incluyendo los míos, observaban sus delgados traseros balancearse debajo de los pequeños vestidos de verano que usaban. Cuando llegaron a la cima de la pendiente, Suze se volteó y anunció, "Por si acaso, voy a dar una fiesta para el elenco la noche del estreno y Nicky la del cierre. Es lo justo. ¡Nos merecemos un poco de diversión fuera de esta fiesta de machos!!"

Tomó unos pocos momentos para recuperar el impulso del ensayo. Tom después me dijo que hiciera un letrero de "Ensayo Cerrado" y lo dejara en la puerta.

"Sé que es literalmente solo 'juego de acción' para esta gente, pero me lo tomé en serio," explicó él. "Estas producciones involucran mucho trabajo. Habrá mucho tiempo después para las fiestas." Sentí que Tom casi se sentía fuera de lugar como yo.

Tom enseñaba discurso y drama en la secundaria local pero me dijo que aspiraba a grandes cosas. A su edad, tuvo que darse cuenta que nunca había alcanzado el éxito de los cinco jóvenes que estaba dirigiendo. De hecho, era más que probable que no nunca haya hecho algo más creativo que dirigir Pequeño Teatro.

A primera hora explicó que yo rellenaría cuando alguien no pudiera asistir al ensayo. "Ocasionalmente, uno de ellos tendrá que ir a la ciudad," había explicado. La mayoría del tiempo, si trabajaban durante el verano, prácticamente lo hacían. “Desde el lado de la piscina, con una cerveza en una mano y una mujer en la otra," había dicho, con un poco de amargura.

La segunda semana, Brian no fue en el ensayo del martes. Habíamos bloqueado todo el tercer acto y los actores ya debían saberse el dialogo, al menos hasta el acto tres. Así estaría sobre el escenario con dos responsabilidades: para darles señales si olvidaban una línea o parte de la sección y leer las líneas de Brian y mover su personaje como debía.

Tom había planeado meticulosamente todos y cada pequeño movimiento que los actores iban a hacer. No había nada más aburrido que una obra que había sido pobremente seccionada. Hacía que el público se sintiera raro y cansado. Aunque la gente en la vida real tendía a quedarse en un punto por largos periodos de tiempo, en el escenario eso no funcionará. Así que el director tenía que poner la obra en acción para que sea exitosa.

Estábamos a mitad del acto e iba bien. Tuve que ayudar a Cole en un par de líneas, pero nada mayor.

Hasta que Tristan se movió a la derecha del escenario cuando debía ir a la izquierda.

"Tristan," dije, "debes ir al bar en esa línea."

"No, no debo. Debo ir hacia la ventana."

Miré en el margen de mi libreto ya trillado, donde había escrito "Entrenador a s.l." Tristan me estaba mirando con un desafío en sus ojos. Quería encogerme, pero sabía que tenía razón. Si él iba en la dirección opuesta  iba a desequilibrar todo el cuadro.

"En serio, necesita estar solo en el escenario del bar al final de esa línea." Él solo se quedó de pie, mirándome.

"Creo que sé dónde debo estar."

"Bueno, en realidad no..." Miré al teatro donde Tom estaba sentado en la oscuridad.

La voz de Tom salió de la oscuridad." A la izquierda del escenario, Entrenador."

Tristan me miró como si lo hubiera traicionado por ser correcta y movió el bar del escenario.

Más tarde, sucedió de nuevo. "Tristan...ahí es donde debes sentarte en el sillón."

Esta vez él solo murmuró "mierda" y se dejó caer despreocupado sobre el juego de sillas que estaba substituyendo el sofá. La silla chirrió en el escenario mientras su peso empujó un par de centímetros. Fue prácticamente gruñendo mientras maniobraba de nuevo en línea con los otros.

Después, hubo un punto donde Tristan tuvo que agarrar el rostro de Brian. El entrenador estaba furioso porque el personaje de Brian había insultado la integridad del viejo equipo y la línea era: "No cruzaría la calle para mearte aunque te estuvieras quemando."

Cuando se acercaba a mí, hacia un trabajo impresionante llevando esa línea mientras tomaba mi rostro en sus manos. Sus ojos ardieron en los míos y el calor de sus manos viajo desde mis mejillas a lugares más abajo. Parecía sostener mi cabeza por una fracción más de lo necesario y silbó las palabras con veneno creíble.

Tartamudeé la próxima línea de Brian. "Sería lo mejor dejar que me quemara" y luego giré a mi sección lejos de Tristán caminando hacia el 'bar'. Mientras hacía la mímica de servirme un trago, deseaba tener uno de verdad. Significaba que era una parte poderosa de la obra. Ciertamente tenía ese efecto en mí.

De todas las noches que podía escoger para después del ensayo, Tristan eligió esta. Regresó a la habitación verde mientras estaba enderezándose. Daba la espalda a la puerta, pero sentí su presencia antes de que hablara.

"¿Raina?" Mi nombre; su voz. Dí un respiro profundo antes de voltear.

"¿Si?" Esperaba que el esfuerzo para infundir esa pequeña palabra con despreocupación funcionara.

"Vamos a beber algo." No ¿tomarás un trago conmigo? o ¿y si te unes a mí para tomar algo? Tenía una forma extraña de poner las cosas. Era casi como una orden. Como una niña rebelde, quería decir no. Pero la parte más fuerte de mí, la mujer dentro de mí, quería demasiado tener al hombre para mí por unos momentos.

"Claro." Dije. "Solo necesito terminar algo aquí." Tristán se apoyó en el marco de la puerta y sin palabras me observaba guardar las tazas y enjuagar la cafetera. Mis manos temblaron un poco mientas sostenía la jarra bajo el agua sabiendo que él estaba ahí, sus ojos fijos en mi espalda. Era muy consciente de la intensa atracción física que había sentido por él desde el primer momento que él entró en el escenario. Su poderosa interpretación del entrenador y su magnetismo personal sólo habían aumentado mi curiosidad y, debo admitir, mi deseo de acercarme a él.

Cuando cerré el teatro, Tristan me ofreció su brazo. " Mi auto aguarda," él sonrió. Era muy distinto a mi golpeado y viejo Jeep en el estacionamiento, el otro auto era un convertible exótico, con el techo abajo. Era una versión moderada del Batimóvil.

"¿Y si te sigo? Podemos ir a Newly. Está cerca de mi casa."

"Creo que no." Cuando no lo puse de inmediato mi mano por el hueco de su brazo, puso su mano en mi espalda y me condujo hacia el lote. El firme toque de su mano solo encima de mi trasero empujó otros pensamientos a algún lugar lejos. Abrió la puerta del pasajero y me metí automáticamente. " Hoy es para salir con los chicos. Tengo un lugar mucho mejor en mente para llevar a una dama."

Su énfasis en 'dama' le dio un sonido especial. Miré mis jeans y deseé haber elegido algo más que vestir. Me vio mirando mis pantalones y leyó mi mente.

"Nada para preocuparse. No hay código de vestimenta dónde vamos." El motor rugió a la vida con un sonido que era el equivalente mecánico al propio bajo profundo y gutural de Tristán. El asiento de cubo envolvió mi cuerpo de metro cincuenta y dos en puro lujo. No había ningún mueble en la casa de mi familia que fuera tan cómodo.

Tenía que preguntar. No me importaba si sonaba como una pueblerina sin educación. No ubiqué el emblema con forma de corona prominente en la parrilla del auto Estaba a punto de ser llevada lejos. Dado que probablemente sería la primera y última vez que montaría en esa bestia, necesitaría su nombre.

"Maserati," me respondió. "Es un GT—Gran Turismo."

"Es un hermoso auto," le dije. " Muy elegante sin ser ostentoso." Igual que tú. El auto era perfecto para él.

"Gracias, me alegra que te guste. Solo que no es útil para la ciudad. Un auto como este es un caballo pura sangre. No puedes dejarlo en un establo todo el tiempo." Se acercó y me acarició el muslo con el dorso de la mano. "Siéntate y disfruta el paseo. Es una Hermosa noche." Lo que era hermoso era la forma en que su toque me hacía sentir. Las estrellas parecían brillar más, el resplandor de la luna era una caricia.

Habíamos andado por quince minutos cuando Tristan abandonó la carretera principal y condujo por un camino lleno de árboles que terminaba en una mansión gigantesca que se parecía mucho a los chateau franceses que había visto en mi verano en el extranjero. Supuse que era una de las muchas casas de huéspedes que llegaban a los Berkshires. Pero no parecía muy ocupado.

Se detuvo justo en frente y me condujo hasta unas escaleras de piedra en donde unas enormes puertas dobles que se abrieron mientras nos acercábamos.

"Buenas noches, señor Tristan." Un hombre de complexión delgada, con rasgos asiáticos nos saludó.

"Hola, Kwan. Mi amiga y yo vamos a beber unos tragos en el patio de atrás. Pídele a Charlotte que prepare algunos bocadillos para nosotros."

"Lo haré, señor." El hombre siguió su camino, encendiendo las luces mientras se iba. Tristán me había maniobrado sin problemas de vuelta a su casa igual que había hecho con muchas antes que yo. Por más que me encontrara atraída hacia él, no apreciaba ser manipulada. Era demasiado suave. Muy practicado. Demasiado seguro de sí mismo y del efecto que tenía en las mujeres. Aunque lo deseaba, una parte de mí gritaba por un poco de orgullo.

El pasillo que él iluminó en frente de nosotros era tan limpio como esperaba que fuera. Estaba lleno de tapices y el trabajo del ajuste fue increíble - bustos y ángeles y todo tipo de cosas trabajaron en talla intrincada.

"No tomes este lugar tan seriamente. Definitivamente no es mío." Parecía casi avergonzado por la opulencia del lugar. "Lo compré por la propiedad—el terreno. Tiene más de cien acres y tiene un tremendo rio a lo largo de la frontera de regreso." Me condujo al “porche” que era un patio extendido con vista a una piscina rectangular y un césped que parecía crecer siempre.

Metido en el otro extremo del patio había una cocina y sala estar exterior. Había sido, obviamente, una mejora.

"Este y un par de dormitorios son donde vivo mientras estoy aquí. Lo que realmente quiero hacer es dotar a esta pila histórica para una causa digna y construir mi propio lugar de regreso por el río."

"¿Qué construirás?" Lo observé en el suave resplandor de oro de las luces mientras él iba al bar. Sus movimientos hicieron que me preguntara como sería bailar con él.

“Algo dolorosamente moderno. Quiero tanto vidrio como el que pueda conseguir asi se siente que estás viviendo en el exterior. Voy a meterlo en la parte trasera del bosque por lo que nadie puede verme corriendo desnudo."

"¿Haces eso muy seguido? ¿Correr desnudo?" No pude evitarlo. Él saltó en mi imaginación - toda la piel y el pelo de oro contra un fondo de bosque que hacía juego con sus ojos.

"Tanto como puedo," me miro diabólicamente y me atrapó sonrojada, de nuevo. "¿Qué trago quieres?"

"Lo que sea que tomes está bien."

Él arqueó una ceja hacia mí y comenzó a incorporarse mientras inútilmente intentaba empujar la imagen de él desnudo de mi mente. Me trajo una copa y se sentó a mi lado en el sofá. Se sentó tan cerca que su rodilla tocaba mi muslo mientras se volteaba para golpear su copa conmigo.

"¡Por la obra!"

"Rómpete una pierna," respondí. Tomé un buen trago de la saludable bebida de color verde pálido que Tristán había hecho para nosotros. Casi me ahogué. Era muy agrio y muy, muy fuerte. "¿Qué demonios es esto?" Finalmente logré respirar.

Tiró la cabeza hacia atrás y rio. "Es un Kamikaze. Vodka, triple seco y una pizca de jugo de lima. No tienes que beberlo."

"No, está bien...me está gustando," le dije mientras daba otro trago. La calidez de su rodilla contra mí y el calor del alcohol se acercaban a la idea de aumentar el orgullo. Tomó su dedo y lo corrió por la línea de mi mandíbula hasta mi oreja dónde marcó la línea delicadamente y aprovechado mi sencillo pendiente del aro que se balanceaba en el lóbulo. Saqué el aliento profundamente.

"Tú me estás gustando..." Esa línea era de libreto. Traté de pensar en una réplica ágil no tenía nada. Fue intoxicante a pesar de los movimientos predecibles. No había nada inherentemente malo con ser rico, guapo y seguro, pensé. Pero, si iba por eso, tendría largas y raras semanas adelante hasta que la obra siguiera su curso. Eso, y tendría el resto del elenco, además de esas perras maliciosas para hacer frente. Tendría la palabra “usada” tatuada en la frente. Los hombres me tendrían lástima y las mujeres se reirían de mí.

Kwan apareció con una bandeja y la dejo en la mesita frente al sofá. Fue una distracción bienvenida. La bandeja tenía un pequeño plato de olivas, un tipo de salchicha y algo envuelto en hojas. Tristan saco las hojas para revelar un pequeño círculo de queso. Arrancó un pedazo tamaño de un bocado fuera de la barra de pan crujiente y lo untó con el empalagoso queso. Lo llevó a mi boca y me alimento. No pude evitar gemir de placer mientras el sabor a mantequilla untuosa golpeó mi paladar.

"Banon de Chalais," mientras se preparaba uno para él. "Desde Provence. Está envuelto en hojas de castaño empapado de brandy. Delicioso, ¿cierto?"

Antes de que pudiera sentir me dio otro bocado para que devorara. Esta vez, acariciaba mis labios con la punta de los dedos, trazando círculos alrededor de los bordes sensibles. Tragué el pedazo de queso y pan y rompió el agarre de sus ojos en los míos. Me volteé hacia la mesa y di un sorbo a mi bebida mientras él hacía lo mismo.

"Esta no es la bebida correcta para tomar con este queso... demasiado abrumador para algo tan delicado..."

Alcanzó mi mentón y me trajo de vuelta a su mirada. Mis labios se partieron con un 'oh' mudo y tocó la punta de mi lengua con su dedo. Frotó la humedad a través de mi labio inferior. "Tus labios son tan perfectos..." Murmuró un pequeño 'mmmm' de apreciación.

Me miró a los ojos y pude ver el esmalte de la pasión de los animales arremolinándose allí. Su deseo por mí era vertiginoso. La forma en que me poseía con los ojos, sus manos e incluso los sonidos que hacían simplemente me poseían.

Su beso me quemó la boca. Los labios que había imaginado, la boca que había observado por tantas noches estaba caliente y húmeda contra la mía. Saboreé lima y licor mientras su lengua encontraba la mía. Los restos débiles de su colonia dejaron espacio para mis sentidos para encontrar el olor de su piel. Su olor era todo masculino, salado tipo olor amaderado especiado que quería embotellar y guardar.

Mi cuerpo reaccionó predeciblemente a la seducción suave y practicada de Tristan. Sentí su beso rodar hasta el fondo de mi cuerpo, apoderándose de mis pezones, tirando detrás de mi ombligo y palpitando entre mis piernas. Ser una de muchas de pronto importaba mucho menos. Besó mi cuello y acarició mi clavícula pellizcando suavemente en mi carne antes de volver a herir mi boca con besos cada vez más insistentes.

El deseo era increíble. Lo había observado y mentalmente devoré su cuerpo mientras él paseaba por el escenario. Desde que lo había conocido me había llevado al orgasmo después de estrellarse por imaginar su rostro presionando contra el mío. La lujuria me envolvía como una Cortina de niebla pesada y sentí mi mejor juicio cubierto de humo. Tal vez no había nada de malo con ser usada; ningún daño en solo entregarme a un poderosamente atractivo hombre que era divinamente sensual. Diablos quizás solo lo usaría.

Me llevó a su regazo y pasó la mano por la curva de mi lado. "Tan femenina," me ronroneó como un grande y poderoso gato. La ronca profundidad de su voz resonada en mi esencia. Trazó mi cintura y alcanzó alrededor de mi cadera para acunar mi trasero en la mano. "Eres tan suave. Completamente deliciosa."

Él arrastró de nuevo su mano hacia la parte delantera de mis jeans y ahuecó mi vagina en la mano, presionando fuerte contra mí. Podía sentir el calor húmedo de mi respuesta que empezaba a empapar mi ropa interior y me pregunté si mis bragas estaban mojadas entre mis piernas.

Lo sentí desabotonar mi bragueta y bajar el cierre. Sus dedos rodaron bajo la parte superior de mi tanga y gemí mientras él encontraba mi palpitante clítoris. Empezó a acariciarme con exactamente el tipo correcto de presión y exactamente en el ritmo perfecto. Era como si conociera mi cuerpo antes de tocarlo.

Sacó su mano de entre mis piernas y la llevó a su rostro. Jalo una respiración profunda llena de mi olor, lamió los dos dedos que habían estado dentro de mí. Sostuvo mi mirada con la suya mientras el aire que nos rodeaba crepitaba.

“Un pequeño parque infantil receptivo," susurró en mi oreja mientras su mano volvía a darme placer. "Un lugar dulce para mis dedos..." Me besó. "Para mi boca..." Me besó de nuevo. "Y pronto para mi pene." Esta vez puso mi mano en su erección que estaba forzaba debajo de la ropa.

Sus palabras me encendieron.

Y el teléfono me congeló. No le había prestado mucha atención cuando lo había sacado de su bolsillo y dejado en la mesita. Mucha gente hace eso. Creo que no había esperado que sonara. O, que él contestara. Considerando donde estaba su mano debía haber sido un poco más importante que una llamada telefónica. Aparentemente no.