Capítulo 6

 

Sonia se levantó del suelo y entró a la cocina. Cuando volvió traía consigo tres botellas de cerveza bien frías, perfectas para una tarde de verano bien calurosa.

- Pablo, ven aquí –le gritó Sonia.

Me levanté del suelo al ver llegar a Pablo.

- Toma y bebe un poco. Está demasiado caluroso –le dijo Sonia.

- ¿Cerveza? No sé si debería.

- No se Sonia. Es solo un chico –dije dudando sobre si era una buena idea darle alcohol a Pablo.

- No soy un chico, soy un hombre –dijo Pablo ofendido.

Pablo tomó la botella de la mano de Sonia y bebió varios tragos mirándome fijo. Era claro que no le habían caído bien mis palabras.

- Quise decir que solo tienes veinte años…

- Eso significa que soy un adulto.

- Sí, por supuesto, pero…

- Pablo –interrumpió Sonia, cambiando de tema-, no puedes estar así desnudo bajo el sol. Te vas a quemar todo.

Sonia puso su mano sobre la espalda de Pablo y la deslizó de arriba abajo.

- Mira lo caliente que está tu piel. No puedes aquí afuera sin camiseta.

- Me la había quitado para no ensuciarla al trabajar –dijo y me miró a mí.

Pablo no quería repetir la situación del día anterior, cuando tomó una ducha luego de embarrar su ropa.

- Me parece bien –dijo mi amiga.- Pero el hecho es que te vas a insolar. Tienes que proteger tu piel.

Sonia tomó la crema solar del suelo y me la entregó.

- Raquel, ayuda a Pablo y aplícale la crema por su cuerpo.

- ¿Qué?

- Que ayudes a Pablo.

- Eh… no es necesario –dijo Pablo.

- Tonterías. Tienes que cuidarte. No puedes seguir trabajando así.

Me quedé quieta, con la crema en mano, sin saber qué hacer. ¿Iba a pasarle la crema por el cuerpo a Pablo? Esto había ido demasiado lejos. Estábamos actuando como dos pervertidas aprovechándonos de un joven ingenuo.

- Está bien –dijo Pablo al fin.- Creo que tienes razón.

Pablo giró su cabeza y me miró a los ojos, desafiándome con la mirada a que lo hiciese. Moví la cabeza en afirmativa y Pablo se movió y me dio la espalda. Esa espalda ancha y grande que ahora estaba a mi alcance para tocar y manosear. Sonia me lanzó una mirada pícara, sabiendo lo que había hecho. Ella no estaba interesada en la salud de Pablo; no, lo que ella quería era ayudar a su amiga a saborear el cuerpo de Pablo.

Puse algo de crema en mi mano y la esparcí por su espalda. Su piel estaba muy caliente por el sol y Pablo necesitaba que le esparciera la crema para protegerlo. Deslicé mis manos de arriba abajo, de derecha a izquierda, por toda su espalda, disfrutando el contacto de mis dedos y mis palmas con su piel. La espalda de Pablo era prácticamente todo músculo, sin nada de grasa. Podía sentir lo duro que tenía sus músculos y lo fuerte que era. Tardé más de lo debido en aplicarle la crema pero Pablo no protestó. Mi amiga prestaba mucha atención a lo que estaba yo haciendo, sabiendo que ella no podía hacerlo por su fidelidad a su marido. Podía ver pero no tocar.

Ya había cubierto toda su espalda con crema por lo que dejé al fin de tocarlo. Ya no tenía excusas para continuar disfrutando de su cuerpo. Pablo se dio vuelta y me enfrentó.

- Aquí tienes –le dije entregándole la crema-. El frente lo puedes hacer tú.

- Tengo las manos sucias –dijo mostrándomelas-. Deberías continuar.

Una cosa era su espalda, pero otra distinta era su pecho y abdominales. Dude por un instante en hacerlo, pero cuando Pablo me sonrió no pude resistirme más y puse mis manos sobre su pecho. Esparcí la crema con lentitud mientras podía sentir su mirada penetrante hacia mi cuerpo. A través de mis gafas de sol pude ver como sus ojos se desviaban hacia mi escote, observando mi cuerpo sin importarle nada, de la misma forma en que yo lo estaba tocando sin pudor.

- Tengo que… vuelvo en un instante –dijo Sonia y nos dejó solos.

Me sorprendí de mi amiga, pero rápidamente me olvidé de ella. Tenía frente a mí a alguien a quien debía prestarle toda la atención. Mis manos continuaron su movimiento sensual por sus pechos hasta tocar sus pezones con mis dedos.

- Ten cuidado que me dio cosquillas –dijo Pablo riéndose-. Tengo los pezones algo sensibles.

- Yo también –le dije sin pensarlo.

- Es bueno saberlo –dijo sonriendo-. Lo voy a tener en cuenta.

Seguí masajeando su piel, tratando de ignorar lo que había sucedido. Tranquila Raquel, son solo palabras inocentes, no significan nada.

Mi mano descendió hacia sus abdominales, los cuales también recibieron una atención adecuada. Su six-pack era digno de admiración, con esos músculos bien definidos. Luego mi mano fue hacia sus bíceps, los cuales acaricié para confirmar la dureza de sus músculos. Una y otra vez pasé mi mano por partes de su cuerpo a las que ya había cubierto con la crema solar, disfrutando por última vez de su piel. Cuando sentí que ya no tenía otra excusa para seguir tocándole, alejé por fin mis manos de su cuerpo, muy a mi pesar.

- Listo, ya estás protegido –le dije.

- ¿Qué hay de mi rostro?

No sé porqué pero su rostro fue lo más difícil. Quizá por sentirlo como algo más íntimo, sobre todo al no poder evitar ver sus ojos mientras esparcía la crema por su cara. Sus labios eran muy tentadores y estuve a poco de pasar mis dedos por sobre ellos para poder sentirlos.

- Ahora sí –le dije-. Ahora ya estás bien.

- Gracias –me dijo-. ¿Qué hay de ti? Necesitas que te pase crema por tu cuerpo.

- Ya lo hice –le dije sin pensarlo, aunque no pude evitar mi desilusión al hacerlo.

Pablo volvió hacia el arbusto a continuar con su trabajo mientras que yo ingresé a la casa para ver qué había sucedido con mi amiga.

La encontré vestida con su blusa y falda, a punto de salir de salir por la puerta de entrada.

- ¿Te vas?

- No puedo resistir más. Necesito sentir un miembro duro dentro mi cuerpo ya mismo y no puede ser el de Pablo. Apenas vea a mi marido voy a abalanzarme sobre él y lo voy a obligar a que me bien duro. Eso es lo que necesito.

Despedí a mi amiga quien salió apresurada rumbo a su hogar, a donde encontraría la satisfacción que yo no disponía. Sentir con mis manos el torso de Pablo no me había dejado complacida sino todo lo contrario. Quería más de Pablo de lo que él me podía dar o de lo que yo estaba dispuesta a hacer para obtener.