EPÍLOGO
Aquí termina nuestra historia. Ha sido un viaje largo, pero el trayecto ha merecido la pena.
Mi avanzada edad ha supuesto un ligero obstáculo, pero me enorgullece haber podido contártela de una sola vez, sin apenas interrupciones. En estos tiempos los bardos escasean; quizás yo sea el último de una larga estirpe que tiene los días contados. Aunque resulte triste, de poco vale lamentarse. Por desgracia, el ocaso celta es ya una realidad indiscutible.
Pero aguarda, no te marches todavía. Estoy seguro de que querrás saber qué fue de los celtas nóricos, y en particular de nuestros estimados protagonistas.
La arrolladora victoria sobre los germanos sirvió para recuperar las preciadas minas de sal y devolver la prosperidad a toda la región. Además, la población de Hallein se sintió especialmente aliviada tras conocerse que el asesino apodado como el «Verdugo» había sucumbido ante los representantes de la ley.
El rey Calum, que después de la épica batalla pareció haberse quitado diez años de encima, continuó gobernando sobre los suyos con la misma o mayor entrega que en sus inicios. Y aunque le costó encajar la traición de Eoghan, al menos le reconfortó saber que su hermano encontró al final el destino que se merecía. El disgusto que le dio su hijo, por el contrario, no le cogió desprevenido. Cuando la verdad salió a la luz, Cedric recibió el más severo de los castigos: la muerte en forma de sacrificio. Calum no solo no cuestionó el veredicto de los druidas, sino que tampoco hizo nada para que le conmutasen la pena de muerte por el exilio. Cedric había hecho siempre lo que había querido, y ahora le tocaba asumir las consecuencias de sus acciones.
Al hijo del rey le ataron a un poste de madera y le quemaron vivo en una enorme hoguera, entre pavorosos aullidos.
El juicio contra Cedric fue uno de los últimos actos que Meriadec presidió en calidad de druida jefe, quien tras los recientes acontecimientos vividos, decidió que ya le había llegado la hora de ceder el testigo a alguien más joven que él. Como no podía haber sido de otra manera, Eboros fue el candidato que propuso para tal fin, elección que recibió el apoyo unánime del resto de la comunidad druídica. Eboros fue nombrado nuevo druida jefe en una solemne ceremonia que se celebró al amparo del roble sagrado, en presencia de una considerable multitud.
La fama que adquirió Teyrnon por su extraordinario dominio de los metales traspasó rápidamente fronteras, y muy pronto colegas de profesión de otras tribus celtas acudieron a visitarle para aprender de él. En poco tiempo, aquel revolucionario conocimiento que desentrañaba los secretos del hierro se extendió a lo largo y ancho de toda la geografía celta, incrementando aún más el ya de por sí elevado prestigio de su gremio.
La contienda contra los germanos trajo consigo la consagración de Derrien como guerrero, y su encumbramiento como nuevo héroe tras la muerte de Murtagh. Con el tiempo se convertiría en el gran general, despertando un temor reverencial entre sus rivales germanos e ilirios, así como entre el resto de tribus celtas. Su incorregible amigo Ewyn se mantuvo siempre a su lado, tanto fuera como dentro del campo de batalla.
Sin nada que obstaculizase ya la relación entre Brianna y Serbal, la pareja contrajo matrimonio durante la festividad de Beltaine del año siguiente. La muchacha se quedó poco después embarazada, y ambos fueron bendecidos por la madre Dana con un retoño de cabellos rubios al que llamaron Artus.
Serbal se entregó en cuerpo y alma al trabajo de metalúrgico, y pasados algunos años, Teyrnon le cedió con orgullo el mando del taller. Para entonces, Artus ya se había convertido en un revoltoso niño que adoraba pasar el tiempo con su padre, correteando entre la fragua y el horno y jugando con el carbón y las numerosas herramientas que colgaban de la pared. Todo parecía indicar, pues, que la transmisión paternofilial del oficio quedaría asegurada por lo menos durante una generación más.
Brianna prosiguió su formación como iniciada bajo la especial tutela de Meriadec, quien liberado del cargo de druida jefe quiso ocuparse personalmente de su preparación. La muchacha logró consagrarse como druidesa, abriendo así las puertas a las nuevas candidatas que se avinieron a seguir sus pasos, y su fama como experta sanadora se extendió rápidamente por toda la región.
Pardo se recuperó de sus heridas hasta el punto de que pudo seguir acompañando a las cabras en su recorrido diario, haciendo así extremadamente feliz a su dueño. Pasados unos años, los padres de Anghus consiguieron encontrarle una esposa que se trasladó a vivir con ellos. Aunque bastante callada, demostró ser muy trabajadora, y pese a tratarse de un matrimonio pactado, con el tiempo llegó a amar a Anghus, del que supo apreciar su ternura y buen corazón. La joven, sin embargo, no era de origen celta; una familia de la frontera la había acogido en su granja cuando la hallaron vagando sola, siendo solo una niña. Anghus fue inmensamente feliz a su lado, aunque ella evitó siempre hablarle de su pasado, y en particular de una enorme cicatriz que le cruzaba el rostro en diagonal…
Esta es la historia que como último representante de los bardos celtas te he querido narrar. Yo, por mi parte, todo lo que deseo es poder realizar pronto el Gran Viaje y poder así renacer en el Otro Mundo.