Capítulo Cuatro
Summer arregló dos sánduches submarinos y dos tazas de café antes de aceptar un poco de helado que Nick había dicho que había en el congelador.
“Es mi especialidad. Le llamo Banana Split a la Nick, y se come a las doce en punto”, dijo él, indicándole a Summer que había puesto el tazón justo en frente de ella, mientras se acercaba a la mesa de la cocina para acompañarla. Pasando sus dedos por la cuchara fría de metal, se preparó para sumergirla y comenzar a comer.
Ese placer frío y dulce se deslizó por su lengua, y la hizo gemir por la delicia. Notó el jarabe de chocolate que él había puesto sobre el helado de vainilla, y también los pedazos de banano y la crema batida.
“Ese sonido es como un halago para mí”, Nick dijo mientras se sentaba junto a ella. Y ella escuchó el sonido inconfundible de un cuaderno que se abría.
“¿Tratando de endulzarme para conseguir algo de mí, Nick?” Summer preguntó mientras ponía otra cucharada de helado en su boca.
“Necesito preguntarte algunas cosas, Summer. Es simplemente para ayudarle a la policía a reducir los criterios de perfilación del tipo este.”
El tipo este, queriendo decir mi atacante.
Summer frunció el ceño, y de repente perdió el apetito. El haberse sumergido en tanta actividad sexual con Nick la había hecho olvidarse sobre ese desgraciado, ¿pero ahora Nick quería traer a colación el tema y poner al miserable en medio de los dos?
“Pero ya me preguntaste sobre lo que pasó.”
“Esta vez te preguntaré cosas más personales.”
“¿Personales, como qué?”
“Preguntas que tienen que ver con tu estilo de vida y con tu trabajo.”
Frunció más el ceño. No quería darle a Nick más información de la que ya le había dado. Prefería mantener los aspectos de su vida privada para ella sola, especialmente considerando que él no estaba ni un poco interesado en una relación con ella.
“Es algo que tiene que hacerse.”
Genial, ¿ahora él estaría leyéndole las expresiones faciales y la mente también? Como lo haría un esposo o un novio de larga data.
Suspiró y trató de llevarse a la boca otra cucharada de helado, pero no pudo comérselo. Soltó entonces la cuchara sobre el tazón, retiró la banana con las manos y se levantó de la silla.
“De acuerdo. Hazme preguntas. Pero pregúntame mientras trabajo.” El sonido del compás de sus movimientos mientras tallara le ayudaría a mantenerse concentrada, pues la idea de hablar sobre ese malnacido le estaba destruyendo los nervios. Sin mencionar que tenía el corazón a mil. Lo último que quería era que Nick viera cuán vulnerable se sentía cuando pensaba en ese momento en que casi la mataron.
“Está bien, en tu oficina.” Había una sonrisita evidente en la voz de él, y ella se alivió al ver que él no había captado sus sentimientos repentinos de nervios.
Sosteniéndose de su bastón, lo llevó pasando por el sofá donde ella sabía que él había estado la noche anterior, y hacia la mesa que él le había preparado para que trabajara en sus esculturas. Al encontrar su silla, ella sonrió al sentir el resplandor caliente del sol que entraba por la ventana. Rápidamente, se sentó, cogió la escultura y comenzó a trabajar de nuevo en aquella representación de su primera vez juntos.
Apenas la noche anterior. Ella allí parada y él yendo hacia abajo. Había estado trabajando en esta pieza la mañana antes de que él la besara allí abajo, juntos en la cama. Tomó agitada y suavemente una bocanada de aire, sintiendo una sensación emocionante que la recorría toda. Bueno, tal vez ese no era el mejor sitio para trabajar.
Escuchó a Nick respirando. Con fuerza. Vio la sombra de él en el borde de la mesa, a pocos metros del sitio donde lo había arrastrado para que le besara la boca, poco antes.
Ay. Él probablemente estaría pensando lo mismo que ella.
Sexo. Sexo. Sexo.
La vagina se le humedecía con solo pensar que él podría abrirle las piernas sobre esta mesa, y comenzar otra vez. Una calidez le hinchó las mejillas y le derritió el cuerpo, despertándole los nervios y haciéndola respirar más rápido. Exhalando lentamente en un esfuerzo por mantenerse calma. Encontró su cuchillo de esculpir con las manos, y se puso a trabajar otra vez.
“Está bien, dime entonces qué quieres saber”
“La policía me dio una lista de preguntas, así que no es que yo esté siendo entrometido, ni nada de eso.”
No es que él quiera, eso es lo que está diciendo, ¿no? Ella se encogió de hombros, sintiéndose herida y vulnerable.
“Bueno. Mary mencionó que tienes un computador especial que usas para navegar por internet. Necesito saber si has entraste en salas de chat”
“No.”
“¿Ninguna?”
Parecía sorprendido.
“Yo no entro en salas de chat, ni a sitios web de búsqueda de pareja ni nada por el estilo. Las únicas veces que uso mi computador es para trabajar o para responder correos electrónicos de algunas de mis amigas. Mis citas con hombres suelen ser citas a ciegas que mis amistades de confianza organizan.” Ahí está, lo había dicho, y ahora ella esperaba que él no pensara que ella era una mojigata o que no podía conseguirse hombres.
Afortunadamente, Nick no dijo nada y continuó haciéndole preguntas. Le preguntó a Summer sobre talleres de arte a los que ella hubiera asistido, o que hubiera impartido. Sobre tiendas de insumos y tiendas web que frecuentaba, y cosas como esas.
Había tantas preguntas que para cuando él terminó, ella tenía la cabeza aturdida. A pesar de la calidez del ambiente en la sala, unos escalofríos la helaron al darse cuenta que era una presa fácil para cualquier psicópata.
La página web de su galería y fotos de ella estaban por todos lados. La mostraban trabajando en sus proyectos, donde la galería estaba localizada. Y pues, ella trabajaba allí. Hacerle publicidad a su galería casi la había matado. Lo que alguien que se interesara por ella de manera enferma tenía que hacer, era visitar su galería y vigilarla un poco. Teniendo en cuenta que ella tenía una rutina regular, era comprensible que cualquiera pudiera seguirla hasta su casa cuando Mary la llevaba.
“¿Estás bien?”
“No me había dado cuenta del peligro al que yo misma me expongo. Voy a tener que hacer algunos cambios importantes para mantenerme a salvo.”
“Hoy en día, lo mejor es mantenerte lo más segura posible. Aunque no puedes tampoco vivir encerrada en un caparazón por causa de eso. Sólo tienes que ser cuidadosa con la información que publiques en la web en artículos de periódicos y revistas.”
“Las otras mujeres que el tipo este atacó, ¿cómo eran? Entiendo que persigue mujeres pelirrojas, ¿pero qué más tenemos en común?”
“De acuerdo a los perfiladores, al tipo le gustan las artistas. Tiene rabia con alguien contra quien no puede arremeter. Tal vez una esposa o su madre. Puede ser que se trate de alguien que ya esté muerta. Alguien que él crea que lo cambió por el arte, como para que él quiera canalizar su ira hacia mujeres que ve como similares a aquella mujer en su vida. Él actúa guiado por el odio que siente por aquella mujer, y por eso la tortura, viola y asesina a través de las mujeres que persigue.”
Encantador, simplemente encantador el maldito.
“Él mencionó que yo era un ángel caído. ¿Le pasaste esa información a la policía cuando te lo dije en el hospital?”
“Sí. El perfilador con el que hablé dice que el tipo tenía a una mujer en un pedestal. Que la adoraba. Que se la imaginaba como un ángel. Pura y generosa y protectora con él.”
“Y luego, como dijiste, ella habría hecho algo para caerse de ese pedestal.”
“Exactamente. Él tiene un problema de ira y es mentalmente inestable.”
“Lo mismo con estas artistas. ¿Qué tipo de trabajo hicieron ellas? ¿Vivían cerca de mí? ¿Son ciegas como yo?”
“Hasta ahora tú eres la única que es ciega. El resto no lo era. Sus edades van desde los veinticinco hasta los treinta y cinco. Eran mujeres solteras, independientes y vivían solas. Ha matado a un par de pintoras, dos ceramistas, una escultora, una autora de romance erótico, una artista de vitrales y varias más. Los perfiladores creen que se trata de un vendedor porque las víctimas viven en diferentes áreas de Canadá y de los Estados Unidos. La policía está revisando información con la aduana en la frontera, está viendo registros de líneas aéreas y de compañías de transporte terrestre por bus y tren, para ver si alguien ha estado utilizando estas rutas alrededor de las fechas de los asesinatos.”
“Eso es como buscar una aguja en un pajar, ¿no?”
“Va a tomar un tiempo antes que encuentren algo, si es que encuentran algo. Podría estar utilizando nombres falsos para confundir a la policía.”
En otras palabras, Nick pensaba que ella se quedaría con él allí por un largo tiempo. Bueno, ella había acabado de llamar a Mary en secreto, y Mary había estado de acuerdo en contactar a Ryan y explicarle que Summer no quería que Nick trabajara más para ella. Pero con una condición—que Mary le contratara a otro guardaespaldas, y que este fuera allí a recogerla, tan pronto como Mary arreglara todo.
Summer estuvo de acuerdo, sabiendo que entre menos tiempo pasara con Nick, mejor. Había tenido sexo con él dos veces desde que había salido del hospital. Ya se imaginaba lo que se venía durante los próximos días o meses con él, teniendo sexo candente todo el tiempo, a sabiendas que él no estaba interesado en una relación con ella. No creía que pudiera soportar las consecuencias.
“¿Estás de ánimo para salir a dar un paseo? ¿Ir por algo de aire fresco y a hacer algo de ejercicio?” Nick preguntó, y Summer miró la sombra que se deslizaba por la mesa.
Había algo en la voz de Nick. ¿En realidad querría que fueran a caminar o estaba solo siendo amable?
“Podemos ir hasta el lago. Puedo llevarte a pasear en la lancha. El aire fresco es de gran ayuda para sentirse mejor. Puedo llamar más tarde a la policía para pasarles la información que me diste. ¿Qué dices?”
La indecisión se apoderó de Summer. Ella podría pedirle que fuera solo, y entonces podría trabajar un poco. O podría ir con él y relajarse, dejando de lado esas emociones horribles al responder preguntas sobre aquellos hechos. Además, a ella le encantaría sentir los olores de la naturaleza junto a Nick.
“Está bien. Voy por mi abrigo.”
“Bien. Le dije a Mary que empacara tus guantes, una bufanda y pantalones térmicos. Vas a necesitar ponértelos. Todavía hay mucho viento allá afuera y hace frío.”
“Dame unos minutos,” gritó girando la cabeza, y sintiendo algo de ansiedad al pensar en que pasaría más tiempo con Nick.
Vaya, ella estaba abonando el terreno para caer otra vez, pensó mientras caminaba hacia el cuarto. Sacudiendo la cabeza por su estupidez, trató de recordar en cuál gaveta había puesto esos pantalones. Al abrir la gaveta de más arriba, su mano se cruzó con aquella caja misteriosa que había encontrado en su equipaje.
La curiosidad se apoderó de ella, y la abrió. Adentro, sintió paquetes plásticos con pequeños círculos. El corazón se le aceleró al darse cuenta instantáneamente de lo que había descubierto.
Ay Dios. Mary había empacado condones.
* * * * *
Mientras Nick se ponía su chaqueta de cuero y esperaba a Summer, le sonó el celular. Al ver el número, vio que se trataba de Ryan.
¡Mierda! El hermano estaba vigilando a su hermanita. ¿Cómo iría a reaccionar Ryan si se enterara de que Nick se había aprovechado completamente de Summer? Probablemente lo mataría y después haría las preguntas del caso.
Por un Segundo pensó en dejar que la llamada se fuera al correo de voz, pero decidió que la respondería. Podía ser algo importante.
“Dime, hombre” Dijo Nick.
“¿Cómo está todo? ¿Te está dando muchos problemas por haberla secuestrado?” Ryan rio.
¿Problemas? No, no en realidad. Mucho sexo ardiente era lo que le estaba dando. Pero no le podía decir eso a Ryan, ¿o sí?
“Ella está manejando la situación muy bien.”
“¿De verdad?” Ryan pareció sorprendido.
“Ella es una mujer adulta, no una niña, Ryan” Nick respondió.
Siguió un momento de silencio.
“¿Alguna novedad?” Nick preguntó al sentir que ese silencio se había vuelto incómodo. Pudo imaginarse la sorpresa en la cara de Ryan al recibir esa actitud de parte de Nick. Su amigo iba a darse cuenta de algo si no controlaba su actitud.
“La policía está esperando la información de Summer para poder comparar las víctimas,” Ryan continuó.
Mierda. La última cosa que él quería en ese momento era ponerse a hablar por teléfono y hacerla a ella esperar.
“Se las daré más tarde hoy. Todavía no le he preguntado a ella,” mintió.
“Claro. ¿Estás seguro que todo está bien? Pareces tenso.”
“Todo está bien. No podría estar mejor.” Bueno, en realidad, sí podría estar todo mucho mejor. Podría contarle a Ryan que él estaba sintiéndose muy atraído por Summer, y que la quería en su vida para siempre.
“¿Puedo hablar con ella?”
“Está en el cuarto vistiéndose.”
“¿De verdad? Ya es la una y media. Normalmente ella se levanta a las seis de la mañana. ¿Está enferma?”
“Está poniéndose ropa térmica. La voy a llevar a dar una vuelta por los alrededores. La voy a llevar a pasear en lancha por el lago. Creo que eso le gustaría mucho. Aire fresco y un recuento sobre el aspecto del paisaje tan bonito por aquí, con las hojas poniéndose rojas y doradas. Está muy bonito, de verdad.”
Hubo más silencio, y luego Nick escuchó a Ryan reír suavemente.
Nick se irritó. “¿Qué es tan gracioso?”
“Tú. ¿Desde cuándo te convertiste en un amante de la naturaleza?”
“Expandí mis horizontes. Ahora aprecio la naturaleza. Da tranquilidad.” Excepto por los momentos en qué había estado haciéndole el amor a Summer.
Más risas.
“Pero si tú odias la tranquilidad. Eso fue lo que me dijiste la última vez que nos fuimos a un viaje e pesca. Me dices todo el tiempo cuánto te gusta el sonido de las balas que casi te rozan las orejas, o que caen en las paredes cerca de ti. Sin mencionar la adrenalina que se te produce cuando le disparas de vuelta a alguien que está tratando de matar a tu cliente.”
Bueno, sí, él cambiaría el sonido de esas balas por el de los gemidos de Summer cada vez que pudiera. Tal vez debería decirle eso a Ryan para hacer que se callara la boca.
Un movimiento a su costado lo hizo reprimir una respuesta de irritación. Summer estaba allí parada y se veía muy bien con su atuendo. Tenía puesta una gorra tejida de lana verde oscura que le hacía juego con sus guantes tejidos verdes. También tenía puesta una chaqueta de invierno blanca muy bonita que le llegaba hasta la mitad de sus muslos y tenía unos botones grandes. El conjunto le hacía iluminar su hermoso cabello rojo.
Él dejó escapar un silbido lento de apreciación y ella sonrió cálidamente.
“¿Qué? ¿Qué te hizo silbar así?” Ryan preguntó con afán.
“Me tengo que ir. Hablamos después.” Él le colgó a Ryan en medio de la protesta, y volcó su atención en Summer.
“Te ves fantástica, mujer.”
“Bueno, está un poco caliente aquí adentro, aunque dijiste que allá afuera estaba haciendo frío.”
Nick sonrió. Se le ocurrieron muchas cosas que también podrían calentarla.
* * * * *
“Agárrate fuerte del borde de la lancha. Está muy agitado allá afuera.”
El grito de Nick hizo que Summer se agarrara de repente a los bordes de la lancha, inhalando profundamente el aire frío. Estaba fascinada con la frescura del aire que le entraba a los pulmones. Le golpeaba la cara de una forma tan ligera y fresca. Pudo percibir el olor de los pinos, de los peces y de la tierra mojada, además de muchos otros aromas que ella no conocía.
Cuando se dirigían hacia el muelle, él la había envuelto en un chaleco salvavidas, y le había explicado cómo era el entorno. Con un techo empinado y metálico de color rojo, la cabaña era de un diseño simple hecha con troncos de pino con postigos de un rojo pálido en cada ventana, y se encontraba localizada en una península rocosa con árboles de pino muy altos. Al otro lado del lago, que tenía más o menos tres kilómetros de largo y uno y medio de ancho, explicó Nick que había colores brillantes de bosque que iluminaban la orilla rocosa.
Nick lo hizo parecer tan extraordinario que hizo que Summer se conmoviese en su deleite, hasta quedar erizada.
Él tampoco había bromeado cuando dijo que estaría frío y que habría mucho viento allí afuera. Pero el golpe de viento contra su cara era justo lo que ella necesitaba para hacer a un lado esa sensación tan rara que sentía, luego de haber encontrado esos condones que Mary había empacado.
¿Cómo se atrevía Mary a hacer algo así? Especialmente si haberle dicho nada a Summer. Y he allí que había tenido sexo desprotegido con Nick, sin saber que había una caja de condones a su alcance.
¡Era sorprendente! Había vivido una típica experiencia de fantasía de una niña de diecinueve años. Los tiempos habían cambiado en el caso de Nick, y ella no tenía derecho a vivir en el pasado y pensar que Nick se sentiría de la misma manera que ella se sentía, respecto a ella, especialmente después de haberlo mantenido alejado durante todos esos últimos años.
La lancha se movió y se sacudió un poco más a medida que Nick se subía, con los zapatos golpeando en el suelo de aluminio. Un momento después, hubo un pequeño crujido y luego el estruendo del motor desde algún lugar detrás de ella. La lancha se comenzó a mover. Agarrándose fuerte a los bordes fríos de la lancha, entrecerró los ojos para percibir las sombras, y pudo ver pequeños brillos plateados.
¡Dios! ¿En verdad estaba viendo algo?
Se inclinó hacia adelante para ver más. ¿Más chispas plateadas y algo de líneas onduladas, tal vez? ¿Ondas de agua? ¿Estaba viendo pequeñas olas?
Una exaltación indescriptible la invadió.
“¡Nick!” gritó ella. Tenía que decirle lo que estaba pasando. ¡Era tan increíble!
Él suspendió la marcha del motor inmediatamente.
“¿Tienes frío?” gritó también más alto que el viento.
“¡No!”
¿Cómo iba a decirle que estaba viendo cosas? ¿Estaría imaginándoselo todo? A lo mejor iba a arrepentirse si se lo decía.
“Nada. ¿Puedes ir un poco más despacio, tal vez?”
“Claro. No hay problema. ¿Estás bien?”
Ella asintió pero mantuvo la mirada sobre el agua. Sobre los brillos resplandecientes y las líneas onduladas. Estaba hipnotizada con ellas. La forzaban a parpadear con fuerza, mientras se esforzaba por ver más. Los ojos de hecho estaban comenzándole a doler.
El corazón le latía con mucha rapidez y se llenaba de felicidad. La voz del doctor le resonaba en la cabeza, recordándole que tenía que hacerse examinar la visión, en lugar de estar disfrutando allí, con Nick.
El viento le retumbaba en los oídos y algunas gotitas en espray le golpeaban la cara mientras Nick arrancaba el motor de nuevo. Él manejó la lancha lentamente por el lago. Las olas golpeaban sonoramente contra los costados de aluminio de la lancha. Ella en realidad lograba ver algo.
Al levantar la cabeza hacia el cielo, una bruma amarilla brillante le hirió los ojos. Sí, la visión estaba regresando a sus ojos. Escasamente podía respirar con toda esa esperanza que la sacudía en ese momento. ¿Iba a ver a Nick de nuevo?
La cabeza le daba vueltas ante la simple idea, y se obligó a permanecer en calma. Bueno, tan en calma como pudiera, luego de haber podido ver colores por primera vez en más de diez años.
Summer se acomodaba una y otra vez en donde estaba sentada. Primero, se quedó mirando fijamente hacia el lago, y después hacia arriba, hacia el sol, a medida que se abrían paso entre las olas. De repente todo pareció muy irreal. Como si hubiera entrado en otra dimensión, o en una realidad paralela o algo así. La felicidad la invadía con fuerza, y simplemente no pudo evitar de sonreír.
Ya no supo cuánto tiempo llevaban en la lancha cuando Nick redujo la velocidad del motor, anunciando que estaban de regreso en la cabaña. Ansiosamente esperó para atar la lancha en el muelle, y momentos después, ya la estaba ayudando a salir a tierra firme. Se sentía con las piernas enclenques y ya sin equilibrio mientras se dirigían a la cabaña.
“Tienes la cara roja como una remolacha,” dijo él riendo mientras le quitaba los guantes y la gorra, y mientras le desabotonaba el abrigo. Summer lo dejó hacer eso. Al diablo con eso de ser independiente. Se sentía muy bien el tener a Nick allí divirtiéndose con ella y a su lado. Muy bien. La hizo sentirse segura y protegida.
El calor la derretía y el aliento se le agitó cuando comenzó a pensar en él otra vez de aquella manera. Que Dios la ayudara, pero ella quería sentirle las manos en todo el cuerpo otra vez. Sus labios en toda la piel desnuda. Quería tener su pene en la boca.
Lo deseaba, simplemente. Debajo de ella y encima también. Era comprensible en el caso suyo, que era una mujer cuyas mejores experiencias sexuales en muchos años habían sido de masturbación.
¿No estaría un poco loca al pensar en sexo en semejante momento? En lugar de eso, ella debería estarle diciendo a él que había comenzado a ser capaz de ver de nuevo, y que el doctor le había recomendado que se hiciera algunos exámenes. Pero ella quería quedarse allí con él. Sólo un poquito más. Una noche más, y nada más.
“Mary me empacó condones. Los encontré antes de salir,” Summer exclamó. Los dedos de Nick vacilaron un poco antes de abrir un botón, y continuar quitándole el abrigo, ahora más despacio.
“Ella sabía.” Sonaba más grave y ronco en su voz. Excitado, como ella.
Y también, puedo ver de nuevo, estuvo tentada a decirle, aunque de nuevo, se contuvo. Si le dijera ahora, él comenzaría a hacerle preguntas o contactaría al doctor, y utilizaría artimañas para obtener información. La sacaría de allí en la noche y haría que le practicaran exámenes inmediatamente. Summer sabía que eso sería lo mejor para ella, pero de repente, no quiso irse de aquel lugar, o lo que es lo mismo, no quiso ya otro guardaespaldas, como lo había acordado con Mary en la tarde. Quería lo imposible. Quería a Nick.
Obviamente, él la quería a ella también, y ella se dio cuenta cuando le vio la sombra acercándosele, antes de recibir un beso suave suyo. Un fuego la quemó, y tuvo que cerrar los ojos, derritiéndose con ese beso tan delicado. Alzó los brazos y se los puso sobre los hombros firmemente. Sintió que algo le revoloteó en el estómago cuando él flexionó sus músculos bajo sus dedos.
Sus manos eran como arneses cuando se las ponía en las caderas. Comenzó a percibir que se salía de su abrigo y que el frío de la pared le presionaba la espalda.
“No soy capaz de dejarte de tocar, Summer. Te he deseado por tantísimo tiempo,” Dijo Nick cuando ella interrumpió el beso y le puso una mejilla contra la cara.
Esa confesión hizo que los sentidos se le alteraran.
“¿De verdad me deseabas?” le preguntó.
“Todavía. Más que nunca.”
“Pensé que estabas por ahí pendiente de mí después del accidente, solo por pesar. Por eso fue que te pedí que no te aparecieras más.”
Él maldijo con violencia. La ira que venía de aquel alarido la hizo sobresaltarse de sorpresa.
“Siempre me has importado mucho. Incluso me fui porque me importaba lo que dijeras.” Hubo un largo momento de duda antes de continuar hablando, esta vez con una voz más suave, con un tono herido que le arrugaba el corazón de compasión.
“Cuando dijiste que no sentías nada por mí, en el fondo sabía que estabas mintiendo. Pero me dije a mí mismo que era mejor irme. ¿Sabes?... Creo que cuando me acerco mucho a alguien, esa persona acaba muerta.”
Summer no sabía qué decir. Se quedó callada entonces.
“Pasó con mis papás, cuando murieron con dos meses de diferencia. Mi papá en un accidente de trabajo y mi mamá, que se suicidó porque no podía afrontar la muerte de él.
Después, mis padres substitutos, que me gustaban tanto, murieron uno seguido del otro. Eran una pareja de edad, y no tenían una muy buena salud. Después tus papás, a quienes yo quería tanto, y que murieron en esa situación que también te afectó, y me hizo pensar que debería mejor mantenerme alejado de ti, antes de que murieras también.”
La tristeza invadió a Summer. “Pero eso no es verdad. No piensas esas cosas de verdad, ¿o sí? No puedes cambiar el destino. No tienes ese poder. Eso es asunto del que está allá arriba.”
“Yo sé, linda, pero creer eso no ayuda a aceptar mejor la situación. Si me acerco a ti, acabarás por morir. Es tan simple como eso. Así que mantente alejada.”
“Moriré si no te follo. Así que te quiero conmigo. Tan simple como eso,” Summer susurró, esperando que Nick no pensara que ella estaba subestimando lo que él le acababa de decir. Para hacerle entender, le dio un beso prolongado y profundo que lo puso a respirar agitadamente y presionarle a ella el vientre con una firme erección.
“Simplemente estás tratando de distraerme,” dijo rompiendo el beso. Ella percibió su reacción y también un tono de dolor en él. Afortunadamente, todavía se mantenía abrazado a ella.
“¿La distracción está funcionando?”
“Creo que sí.”
“¿Funcionará para siempre?”
Nick maldijo otra vez. Esta vez suavemente.
Ella lo besó en la barbilla, le sintió la sombre de su barba, y se imaginó lo sexy que tenía que verse con los ojos llenos de lujuria en ese justo momento.
“Si de verdad te pones a pensar en esa situación de perder gente que amas porque mueren, tal vez te des cuenta que fueron siempre figuras parentales, ¿o no? Y yo no creo que sea una figura maternal para ti, ¿o sí?”
“Serías una excelente mamá, Summer. Sé eso en mi corazón, pero sí que veo tu punto,” Nick respondió. “No estás diciendo todo esto porque creas que voy a dejarte sola si quedas embarazada, ¿o sí? Porque, verás, yo nunca te haría algo así.”
“Te digo todo eso porque te quiero, Nick Cassidy. Probablemente te quise desde el primer momento que te puse los ojos encima.”
Siguió un momento de silencio. Ella no esperaba que él le dijera que la quería. Sólo quería que él supiera que ella lo quería. A pesar de eso, sin embargo, sintió algo de urgencia y aprehensión. ¿Y qué si él sólo la quería de una manera sexual? ¿Y qué si él no la quería como una esposa o novia potencial? Tal vez lo habría asustado al expresar sus sentimientos.
“Por eso es que fui a buscarte cuando cumpliste diecinueve años,” Nick dijo y luego la besó cuidadosamente con esos labios calientes. Ella sintió enormes deseos otra vez. De repente, la piel de Summer ardía, y comenzó a retorcer los dedos de los pies.
“Esa noche fui para decirte que te quería,” él susurró.
Vaya. Él había acabado de decir que la había querido en el pasado. ¿Todavía sentiría lo mismo?
“Cuando te vi saliendo del baño de mujeres me parecías tan joven e inocente, que me congelé. De repente, todo parecía muy bueno para ser cierto, y este problema mío pensando que podrías morir, apareció en mis ideas, y sentí miedo.”
“No tuviste ningún problema besándome esa noche.”
Él se rio. “Ese beso me alborotó todo. Casi cambié de opinión y te llevé al hotel. Te quería en mi vida como algo más que a hermanita de mi mejor amigo o como mi amiga.”
Summer recordó que él sí parecía dubitativo después de ese beso, pero también recordó que subió rápidamente las escaleras huyendo de ella como si se tratara de un monstruo. También recordó lo devastada que se sentía en ese momento, mientras lo veía desaparecer por encima de esas escaleras. Después, pocas semanas después del accidente, se había quedado en shock otra vez cuando Ryan le dijo que Nick había viajado al otro lado del mundo para quedarse allí indefinidamente. No es que se hubiera despedido. Ella había culpado su propio arrebato de no aceptarlo más en su vida. Se culpó a sí misma por haberlo dejado ir. Era una respuesta totalmente natural el que él hubiera corrido, especialmente después de la manera en que ella lo había tratado. Ahora lo tendría cerca por un tiempo, ¿no? ¿Estaría siendo un poco patética al suspirar por ese hombre?
“Todavía te quiero, Summer. Me gusta tu independencia. Me gusta tu arte. Me gusta todo de ti. Y no me fui porque estuvieras ciega ni porque trataras de alejarme. Lo hice por mí. Soy muy complicado en lo que tiene que ver con relaciones amorosas. No quiero que nada te pase, ni que cambies nada tuyo, ¿y sabes qué?”
“¿Qué?”
“Me encantaría hacerte el amor ahora mismo.”
La emoción la embargó. “¿Qué es lo que te detiene?”
“¿Dónde están los condones?” le preguntó directamente sobre la boca.
“En el cuarto. El segundo cajón a la izquierda. Justo encima de mis bragas.”
Él sonrió. “Es un lugar apropiado.”
Las manos se le escurrieron a ella de la cadera, y se le enredaron en los dedos de ella. Mientras la llevaba hacia la sala y después hacia adentro de la habitación, ella escasamente conseguía respirar con todo ese deseo de tenerlo para ella.
Él la soltó y escuchó el cajón abriéndose, y el traqueteo de la caja en que estaban los condones se escuchaba, así como el sonido de un empaque de plástico de un condón mientras él lo sacaba de allí. Ella contuvo un gemido.
Uno. Dos. Tres.
Las pequeñas bolsitas de cada condón, se escuchaban caer sobre la mesa de noche, y después, toda la caja de condones.
¡Ay! Parece que va a ser una noche ocupada.
Unos momentos después, Nick le puso la boca sobre la de ella otra vez, y Summer con muchas ansias la abrió para recibirle la lengua. El corazón le latía con mucha fuerza mientras que Nick le soltaba sus vaqueros y se los quitaba. Rápidamente los arrojó lejos de una patada. Ella le desbotonó y le abrió los pantalones a él. La urgencia se le apoderaba de la vagina, y procedió a sacarle la ropa interior y el pantalón de un tirón.
Él suspendió ese beso y sonrió. “Tenemos prisa, ¿no?”
“Más de lo que te imaginas,” ella respiró con fuerza, y se le aferró con un beso a la boca otra vez. Ella le mordió los labios y le chupó la boca, liberando sensaciones calientes que le hacían sentir su cabeza dando vueltas maravillosas.
Frotándole la dura erección contra la parte inferior de su cuerpo, Summer le recorrió la chaqueta de cuero con las manos hasta que se deparó con el cierre. Al bajárselo, procedió a agarrarla por los bordes y tirarla para sacársela. Su camiseta fue la siguiente. Pasándole los dedos por el pecho, le sintió los vellos crespos y esa ponderosa franja de músculos que se movían y flexionaban. Él gimió y la besó con más fuerza. Los besos a ella la quemaban. Sin mencionar que le resultaban adictivos.
Las manos de Nick bajo su blusa se acomodaron sobre su estómago, produciendo ondas de calor dentro de ella. Después él las llevó hacia arriba hasta encontrarse con su sostén y tomarla de los senos. Él luego se detuvo en sus pezones, y ella jadeó dentro de la boca de él, mientras los retorcía y pellizcaba, hasta el punto de producirle un pequeño dolor.
Summer paró de besarlo, necesitando un poco de aire, pero su olor poderoso la intoxicó. Comenzó entonces a besarlo en su cuello musculoso, sobre sus clavículas, y luego hacia abajo. Encontró una de sus tetillas y le chupó la punta endurecida, metiéndosela después en la boca. La pellizcó hasta que él gimió. El sonido le resultó tan crudo y primitivo, que comenzó a tener sensaciones salvajes que la golpeaban.
“En la cama,” dijo Summer gimiendo, una tormenta erótica dentro de ella se desataba. La vagina le pulsaba con una humedad caliente y cremosa y la urgencia la arrastraba. Ella lo quería. ¡Ahora!
Nick la tomó de la mano y un momento después, los dos se fueron dando tumbos a la cama.
“Quiero estar arriba,” ella dijo mientras luchaba por deshacerse de sus bragas.
“Oye, yo pensaba que eras una buena chica. Eh, una Buena chica mala,” rio él.
Sacando las manos, ella le pasó las manos por las piernas y se imaginó cómo se vería en esa posición. En un instante, se subió por encima de sus muslos duros y ubicó su pene.
Se estremeció. Su erección era larga, gruesa y muy pesada en sus manos. Un fuego la recorrió toda al pensar en tenerlo adentro otra vez.
“Espera. El condón...” él susurró.
Ella le sintió los dedos empujándose contra los de ella mientras él se ponía la protección. Cuando estuvo completamente listo y puesto en su lugar, ella le tomó la erección con una mano, y se inclinó sobre la carne erecta. Allí agachada, se movió hacia abajo hasta que la cabeza de su pene se le introdujo en la entrada de la vagina. Tembló con expectación mientras que se movía más hacia abajo. Hizo un ruido cuando la piel hinchada de su pene se hundió dentro de ella, y luego se estiró con mucha belleza. En cuestión de segundos, estaba perfectamente penetrada, y gimiendo con la enorme invasión.
“Te ves tan hermosa,” gimió él. “Quítate el top. Quiero verte toda.”
Estaban los dos respirando rápidamente mientras ella se arrancaba su top y sostén.
Le envolvió los senos con las manos otra vez, produciéndole candentes golpes de lujuria que la golpeaban con fuerza. Él la masajeó, la tocó y le chupó los pezones otra vez.
Al encontrarse con su cintura, se agarró con fuerza, girando su cadera y aplastando su clítoris duro contra la carne sólida. En su interior, la tormenta sexual incrementaba su fuerza, azotándola como un rayo resplandeciente. Ella sintió que Nick se ponía más rígido a medida que se aproximaba a su clímax.
Al poner la mirada hacia abajo, intentó verlo, pero lo único que conseguía ver eran sombras. Algún día, si ella tenía la suerte necesaria, lograría verle la cara de nuevo. Si eso pasara alguna vez, tendría el mejor día de su vida.
El placer la electrizó toda. Ella gimió y presionó los labios de Nick contra los suyos, más y más fuerte, con su vagina húmeda envolviéndolo como un guante. Él gimió y empujó hacia arriba, clavándose más y más adentro de ella. Ella lo apretaba. Espasmos impresionantes la sacudían, haciéndola estremecer y gritar su nombre. El orgasmo la golpeó y la hizo gritar más, sacudiéndose con placer agónico. Se dejó llevar por esas olas de placer tóxicas y lo amó.
* * * * *
Habían hecho el amor durante todo el día, deteniéndose solo para la cena, que consistió en soca de verduras enlatada, galletas de sal y algo de fruta. Luego, hicieron el amor otra vez, hasta altas horas de la madrugada, y hasta que Nick se quedó exhausto.
Summer yacía profundamente dormida en sus brazos, las curvas presionándole íntimamente el cuerpo, sintiendo su aliento lento como una canción de cuna. Era un sonido dulce y relajante, que no lo dejaba dormir completamente. Finalmente, se desmayó de sueño y soñó con Summer encima de él. Con ese calor apretado envolviéndolo, su cadera girando sobre él, y sus senos balanceándose por debajo de sus palmas. Ese cabello rojo y abundante se iba con tanta gracia hacia atrás, haciéndola ver tan sexy.
Mientras habían estado haciendo el amor, ella había estado mirándolo de una manera extraña. Como si pudiera verlo. Pero no era posible. Cualquiera desearía que fuera así en esa situación, pero su ceguera era algo a lo que él tendría que acostumbrarse. No era que le molestara. Ella parecía tan independiente. Tan fuerte y determinada a tenerlo a su lado.
Summer no entendía ese problema suyo con su miedo a acercarse a las personas. La verdad es que él mismo tampoco lo entendía. Él sabía que era un error pensar así, pero a veces no podía evitarlo. Una cosa que sabía con certeza era que la emoción que sentía con la adrenalina que le corría por las venas cuando había tiroteos a su alrededor, no se comparaba con la emoción que sentía al ver a Summer tener orgasmos.
Cuando ella estaba por alcanzar el clímax, las mejillas se le ponían rosadas y los ojos se le maravillaban. Sin mencionar cómo se le veían los labios rosados, abiertos al jadear, y—
Algo, un sonido tal vez, se coló en medio del adormecimiento que Nick estaba sintiendo. Se despertó totalmente y se quedó totalmente alerta. Todavía había mucho viento allá afuera. Se podían escuchar las olas golpeando contra la orilla. Las ramas que él ya debería haber cortado, todavía arañaban los paneles de las ventanas de la habitación, de una manera inquietante, que lo hacía sentir incómodo.
Ocasionalmente, una rama pequeña o alguna piña de pino caían y golpeaba el techo de metal. Sin embargo, había algo más allí. Un sonido casi imperceptible de motor— ¿un carro que se aproximaba, acaso? ¿O tal vez una lancha a motor en el lago?
Nick se mantuvo inmóvil y trató de escuchar mejor. Era claramente un rugido de motor. Definitivamente, un carro. Después, el sonido desapareció. Alguien había parado el motor. ¿Quién había ido hasta allí a esa hora? Él miró de reojo hacia el reloj iluminado que había sobre la mesa de noche.
Las dos y treinta y tres.
Mierda.
Moviéndose lentamente, para no asustar a Summer, le sacó el brazo de debajo de la cabeza, que ella había estado usando como almohada. Ella se movió un poco, murmuró alguna cosa, y después se quedó en silencio de nuevo.
Se asomó por la ventana y se quedó allí parado esperando que los detectores de movimiento se desactivaran. No lo hicieron. Lo único que vio fueron esas malditas ramas que él debería haber cortado. Estaban meciéndose violentamente con el viento, desde allí, donde él estaba; no tenía una buena visibilidad hacia la carretera. Preguntándose si debería despertar a Summer, se volteó solamente, y la miró allí dormida. Se veía en paz; no era capaz de molestarla. Tal vez había estado equivocado respecto a la impresión de haber escuchado aquel ruido. Tenía que haber sido simplemente una lancha pasando por el lago, o la nevera, en ciclo de descongelamiento.
Hasta ahora, se había sentido muy cómodo asumiendo que nadie sabía que se había llevado a Summer, excepto por Ryan. Pero, aun así, necesitaba revisar el perímetro. Ya debería haber hecho varias revisiones del perímetro desde el momento en que llegaron a la cabaña. En lugar de eso, había estado muy ocupado haciéndole el amor a Summer.
¡Vaya que había sido toda una distracción! Ella misma había sido un tipo de distracción que él no había experimentado antes. Ella lo ponía a pensar constantemente en cosas inútiles. Nick necesitaba ponerse a trabajar, y a pensar como un guardaespaldas profesional. No había estado trabajando hasta ahora. Eso tenía que cambiar, desde ese preciso momento. Él se vistió rápido y en silencio. En la sala, él retiró su pistola, y se dirigió a la puerta de atrás de la cabaña. Si alguien estaba por allí, ¿por qué estaría esperando tanto para tocar a la puerta?
Avisos de peligro lo incitaban a actuar, mientras ponía la espalda sobre la pared, con el arma en las manos. Con mucho cuidado, desactivó la luz del detector de movimiento trasero, y entró la clave para que se abriera la llave de la perta. Abriéndola apenas unos cuantos centímetros, se quedó allí asomado. Temblaba con el viento fuerte y frío de octubre que le golpeaba en el cuerpo, y le ponía la piel de gallina. Hojas que se caían de los árboles golpeaban la puerta, y entraban en la cabaña. Nick no se movía. Con los ojos fijos en la oscuridad, deseó tener algo de visibilidad, un poco por lo menos, pero no tuvo suerte. Trató de distinguir si alguien no estaba husmeando por el lugar, pero lo único que pudo ver fueron los árboles de pino que se agitaban.
Los instintos le decían que debía revisar el perímetro, para estar seguro. Entonces salió de la cabaña, y cerró la puerta con llave detrás de él. Encendió las alarmas nuevamente. Era una alarma vieja para casas, con cerrojos nada actualizados. Él debería haber puesto algún sistema de seguridad más actualizado. Pero la decisión de venir a la cabaña había sido algo tan repentino, que no le había resultado posible realizar más preparativos por la seguridad de Summer. Ahora le quedaba claro que debería haberse podido hacer alguna cosa. De verdad que había estado tratando de dejarla sola.
¡Mierda! Nada bueno podía salir de pensar solo con el corazón. ¿Acaso no había aprendido nada a lo largo de los años?
Las ráfagas de viento frío lo mantenían muy alerta mientras se movía por fuera de la cabaña y hacia la zona donde había parqueado su carro de alquiler. Arena y piedras sonaban por debajo de sus zapatos mientras él revisaba el perímetro del estacionamiento. Él pudo ver sólo un vehículo allí. El suyo.
En medio de la oscuridad, Nick revise cada árbol y arbusto. Cuando su chaqueta de cuero y sus vaqueros no pudieron contener más el frío del ambiente, sintió que los huesos le comenzaban a doler y que la mandíbula le comenzaba a temblar. Aun así, permaneció allí parado. Lograba escuchar todos los sonidos. Las ramas se movían con el viento, y se caían al suelo congelado, o golpeaban el techo de la cabaña. Un búho comenzó a hacer ruidos en algún lugar, por encima de alguno de los árboles de pino que le rodeaban. Las olas continuaban golpeando contra las rocas.
Comenzó a nevar. Los pequeños copos se adherían a su cara y el metal frío de su arma entre sus manos, le tenía los dedos ya algo debilitados. Ya era tiempo de regresar a la cabaña. Se podría sentar en el sofá y hacer guardia desde allí. Esperar hasta que saliera el sol, y después revisar los alrededores una vez más.
Virándose, procedió a regresar por el otro lado de la cabaña, lo más cerca posible de la cabaña, y con el arma lista para la acción. Cuando ya estaba cerca de la puerta principal, se dio cuenta que el detector de movimiento no se había desactivado. Eso quería decir que nadie se había acercado. Se devolvió, y dio una vuelta por la parte trasera de la cabaña para revisar. Nada.
Se fue hacia la puerta que tenía más cerca. La emoción lo invadió una vez más con solo imaginarse que tendría cerca de Summer y que le podría pedir que lo calentara.
Sintió unos escalofríos profundos en medio de la oscuridad, y no encontraba la hendidura del cerrojo de la puerta. Después de intentarlo por un rato, finalmente logró abrir la puerta. Hubo un chasquido y luego agarró la manija. Ya iba a entrar en la cabaña, cuando se le resbalaron las llaves de las manos débiles. Cayeron al suelo congelado en un estruendo.
“Mierda,” Nick maldijo suavemente. Soltó la manija, y un golpe de viento empujó la puerta y la abrió. Se golpeó contra la pared adentro. Esperaba que el estruendo no hubiera asustado a Summer. Si no se daba prisa para encontrar esas llaves y entrar en la cabaña, la alarma se desactivaría. Tenía treinta segundos. Buscó rápidamente en la oscuridad. No lograba encontrar las llaves en la nieve tan fría que comenzaba a acumularse, y sus dedos ya estaban comenzándole a doler.
Se llenó entonces de frustración. Tendría que haber desactivado la alarma antes. Afortunadamente, los dueños habían invertido en una pantalla táctil iluminada, así que se podían por lo menos ver los números. Mientras escribía la clave, se dio cuenta que sería mucho más fácil si entraba en la cabaña y prendía las luces del detector de movimiento para encontrar las llaves. Mientras pensaba todo eso, sintió una presencia atrás de él. Antes de poder reaccionar, algo duro lo golpeó atrás en la cabeza. El dolor y el aturdimiento explotaron en él. El estómago se le revolvió. Sus piernas ya no aguantaron más.
Trató de gritar.
Para prevenir a Summer.
Pero otro golpe en la cabeza lo sumió en la oscuridad.
* * * * *
Ángel caído, pensó él mientras miraba hacia abajo, hacia esa gran figura sobre el suelo. Debería haberse imaginado que estaría allí haciendo porquerías con ese hombre. Él estaba impregnado del olor de ella.
Pero estaría bien. Le daría una razón para castigarla. Adoraba castigar a los ángeles caídos. Le encantaba ver cuando lloraban, gritaban e imploraban. Después, podría ser misericordioso y acabar con su miseria.
Sonrió y retiró el arma del suelo, donde aquel demonio la había soltado. Sería de utilidad para él. Mantendría al ángel controlado.
Por lo que respectaba a este demonio, que había venido afuera en la oscuridad, podría dispararle ahora, y punto. Pero ese disparo sólo alertaría al ángel allí adentro. Quería sorprenderla.
Jugó con los labios mientras pensaba. Tendría que matar a ese demonio luego de encontrarla a ella. O tal vez dejaría que este viese cómo él iba a follar al angelito. Era una buena idea, pero en realidad prefería no tener ninguna audiencia. Así que lo mataría después de encontrarla a ella, y a ella sí la haría ver. Como un castigo parcial por haber dejado que la profanara. Con el arma asegurada entre las manos, entró a la cabaña.