Capítulo Tres

Summer se quedó de pie detrás de la entrada, con su corazón latiendo muy rápido, con su bastón levantado y preparada para golpear al intruso. Había despertado abruptamente de un sueño profundo para encontrarse inmersa en toda clase de sonidos, que la bombardeaban desde todos los ángulos, descompensándola. Primero, no lograba recordar dónde estaba, y la confusión se apoderó de ella. Inhalando y obligándose a calmarse, record que estaba en medio de la nada con Nick Cassidy.

Antes de lograr poner sus pensamientos en Nick completamente, un búho ululó justo por fuera de la ventana. El sonido le dio escalofríos en la espalda, haciéndola hundirse más en su edredón. EL suelo crujía a medida que alguien caminaba afuera en la sala, y luego en el baño, y ella se sobresaltó con los sonidos de ramas quebradas que golpeaban en techo.

Desde algún lugar afuera de la cabaña también alcanzaba a oír ondas que golpeaban contra la orilla, haciéndola preguntarse cuán cerca del lago estaba la cabaña. El viento chillaba, produciendo un estruendo en los vidrios de la ventana. Había un sonido que la asustaba al arañar el vidrio de su ventana, justo al lado de su cama, que la hizo incorporarse para buscar de dónde venía, pero no lo logró.

Por un momento, pensó en gritar para que Nick viniera, pero decidió no hacerlo. Principalmente  porque no quería correr a sus brazos como si fuera una niña asustada, en caso en que semejante sonido fuera algo normal y esperable para esa cabaña.

En lugar de eso, Summer decidió ir a la sala y buscarlo ella misma. Al tomar su bastón de donde lo había dejado en el respaldo de la cama, se las arregló para salirse de las cobijas, y se tropezó con la cama. Había estado a punto de abrir la puerta del baño cuando sintió que la perilla giró entre sus manos.

Al soltarla, se recline contra la pared junto a la puerta. Levantando su bastón, por si acaso. Esperó y casi golpea al intruso, hasta que reconoció su aroma.

Nick.

Sintió alivio, aunque permaneció quieta. Él debió haber escuchado algo también, y vino a investigar.

Mirando hacia la total oscuridad, se preguntó si estaba imaginándose los pequeños brillos de luz que veía a su izquierda. De repente, lo escuchó maldecir violentamente mientras que golpeaba algo, y no pudo más que sonreír. Bienvenido a mi mundo, quiso decirle en ese momento, pero se guardó su comentario. No había caso en lanzarle indirectas sobre su propia ceguera.

No era culpa de él que ella estuviera ciega. Bueno, es cierto que si se la hubiera llevado al hotel esa noche, no se habría ido en el carro con sus padres. Tal vez ellos habrían querido marcharse de donde estaban más tarde, salvándose de aquel conductor ebrio que los golpeó al meterse a su carril, en lugar de irse cuando lo hicieron, por su insistencia porque estaba molesta con la noticia de que Nick se iría.

Bueno, relájate, se reprendió a sí misma. Pensar en aquella noche y lanzar culpas a otros era algo completamente equivocado. Las cosas pasaron y eso era todo.

“¿Nick?” llamó al sentirlo pasar por la puerta abierta detrás de la cual ella estaba parada.

He swore again and she heard the light flick on.

“¿Summer? ¿Qué demonios estás haciendo? Me mataste del susto. ¿Estás bien?”

“Escuché algunos ruidos. Estaba yendo a buscarte.”

“Hay una tormenta de viento. Hay ramas golpeando la ventana y cayendo sobre el techo. La cabaña está ubicada en una península, con enormes pinos alrededor. Voy a tener que cortar algunas ramas en la mañana. ¿Estás segura que estás bien? Estás temblando.”

“Sólo un poco nerviosa. Estaré bien.” Claro que lo estaba. Ahora que todo parecía estar bien, su boca se había secado de repente, y las palmas de sus manos se habían puesto sudorosas con su cercanía. La necesidad, oscura y desesperada la estaba inundando. Se lamió los labios, y el pulso se le disparó cuando casi pudo sentirle la mirada en su boca. Con las luces encendidas, pudo ver su gran sombra frente a ella. Él olía tan bien. El olor del jabón fresco y su olor único la llenaron de deseo.

Él era sexy. Poderoso. Suyo.

Le puso el brazo en la cintura, con la palma de su mano sobre la piel. Su mano parecía tan grande y perfecta sobre ella. Ansiaba más. Anhelaba las dos manos de él sobre ella. Quería que ella las moviera por todo su cuerpo, tocándola, explorándola y follándola.

Una sangre ferviente la golpeó, excitación y deseo le humedecieron la vagina. No estaba segura si estaba mareada de excitación, o si estaba moviéndose muy rápido, pues de repente sintió que perdió el equilibrio.

En un esfuerzo por estabilizarse, buscó sostenerse con los brazos y trató de alcanzarlo. Sus manos se encontraron con el pecho duro como piedra que él tenía. Él gimió y ella se sintió arder, músculos tensos bajo sus manos mientras sus dedos se le enredaban en los vellos. Su otra mano se deslizó hasta el lado izquierdo de su cadera, y ella se acercó más. O tal vez fuera él quien la acercó. No estaba muy segura, pues la verdad es que no podía poner sus pensamientos en orden al sentir la dureza que se presionaba contra ella y la impactaba hasta la médula. La erección sexy y dura estaba inconfundiblemente presionándole el muslo derecho.

“Tranquila, te tengo”, susurró.

Ah, per claro que la tenía, ¿o no? Y eh, ¿estaría desnudo? Ella no logró sentir ninguna piyama o ropa interior que él llevara puesta —  solamente su camisón y sus bragas los separaban, y había mucha piel desnuda empujando íntimamente contra ella. Obviamente, él dormía desnudo.

Allí parados y en esa posición, recordó aquella noche y ese beso ardiente que se habían dado y que le había hecho retorcer los dedos de los pies. Igual que entonces, Summer pudo sentir la tensión de Nick, y cómo se contenía. Sus sentidos le decían que él quería besarla, y hacer otras cosas más sucias con ella. Que Dios la ayudara, quería que él las hiciera, pero no lograba decir nada. Lo único que pudo hacer fue quedarse mirando fijamente aquella sombra, y esperar que él la besara.

Lo escuchó maldecir de nuevo, y esta vez suavemente. Un momento después, su aliento cálido le acarició la cara. ¡Ah Dios! ¿Iría a besarla?

El calor líquido la golpeó en su vagina Summer, y se arqueó contra él, metiéndose en medio de esos muslos poderosos que él tenía y su masiva erección. Las mejillas le ardían con excitación y los labios se le abrieron con ansias. El músculo del muslo se flexión contra el de ella para acomodarse en una posición más íntima, su pene hizo presión contra su vientre. Sentirlo a él la dejó sin aliento.

Por un breve momento se preguntó si otra vez estaba teniendo un sueño, similar al que había tenido en el carro — pero un segundo después, le puso la boca en la suya y la violencia de sus besos la estremeció. No, esta vez era real.

No lo recordaba tan intenso en aquel otro beso, todos esos años atrás. Ni esa dureza que la apretaba tan candentemente. Se asustó. Casi.

No pudo pensar mucho en su reacción cuando las manos de él se le deslizaron por el cuerpo, subiendo hasta su frente, pasando por su vientre y agarrándole los senos. El placer la contagió y explotó en su cerebro, eliminando todo pensamiento.

La electricidad la invadió y los instintos se apoderaron de ella. Ella le regresó el beso, deslizando los labios sobre los de él. La conquistó con su boca rígida, con sus dientes que le sujetaban el labio inferior, sus lenguas encontrándose y lambiéndose. Se apretó contra él, gimiendo al solo pensar en esa fantástica erección masiva resbalándose dentro de su vagina tan mojada.

Las manos de él comenzaron a masajearla, sus dedos y pulgares le apretaban los pezones. Sus toques eran adictivos, y la estaban volviendo loca. También su boca. Deslizó los labios cálidos sobre los de ella, duro y rápido, hacienda que la excitación se clavara más profundo en el espiral de su vagina. Se daba cuenta de esos músculos duros presionándole las curvas. Se daba cuenta de sus caderas que se movían al unísono, y de su erección masiva metiéndose en la parte baja de su abdomen.

Quería ir hacia abajo, levantarse su camisón y quitarse las bragas. Meterse esa erección, pero de repente él se comenzó a retirar, rompiendo el beso. Gimió en protesta, le pasó las manos por el pecho, los dedos por esos hombros musculosos, muy preparada para traerlo de vuelta.

“No pares, Nick,” susurró, con una voz gruesa de tanta lujuria.

Se quedó entonces en sus brazos, con el cuerpo contraído de tensión, y con el aliento tan fuerte y errático como el suyo propio.

“Sólo te haría daño”, le respondió susurrando, con las manos todavía sobre sus senos, y jugando con sus pezones a través del camisón.

No estaba segura de qué quería decir. ¿Herirla en el sexo, o en una eventual relación?

“Herirme”, gimió, sin importarle con lo que quería decir, dándose cuenta que lo quería de cualquier forma que pudiera tenerlo.

“Summer—”

“Hazme el amor, Nick. Házmelo como querías hacerlo aquella noche. Sé que querías. Yo también lo quería.”

“No podemos vivir en el pasado, Summer.” A pesar de lo que estaba diciendo, él le pasó otra vez los labios por la boca, sintiéndose tan caliente y seductor, y ella comenzó a flotar. “Todavía estás medio dormida. No estás pensando.”

“Asuntos sin terminar. Quería que supieras lo que podías haber sentido”, dijo ella.

Lo escuchó tragando saliva. Le sintió los músculos de los hombros que se flexionaban bajo sus dedos mientras que él continuaba jugando con sus senos.

“No podría significar nada...”

Dijo esas palabras tan suave y tiernamente, pero ella sabía que todo eso sí significaba algo. Para ambos. Lo sabía bien adentro.

“Házmelo aquí, contra la pared. Como lo querías esa noche. Sé que lo querías. Lo vi en tus ojos. Tus ganas. Tu deseo. Lo he sentido de nuevo desde que entraste en la habitación del hospital.”

Nick maldijo, dejándose llevar. Él estaba maldiciendo mucho esa noche, ¿no? Ella esperaba que eso fuera una buena señal. Ella sostuvo su aliento mientras que él la soltaba, y después sintió un jalón en el borde de su camisón.

¡Ay Dios! ¡De verdad iba a hacerlo! Tenía más poder sobre él de lo que pensaba. ¡Maravilloso!

“Levanta los brazos”, gruñó él con voz grave.

Summer hizo lo que él le pidió, y le quitó de un tirón su camisón. Aire caliente del aliento de él susurraba contra ella.

“Unos pocos pasos atrás está la pared”, susurró él. Summer estaba respirando agitada ahora, sin creer totalmente que Nick iba a continuar obedeciéndole. Pero la condujo por algunos pasos hacia atrás hasta que su espalda y sus nalgas tocaron la pared fría. Le quitó el bastón.

“Lo voy a colgar en la manija de la puerta del baño”, dijo. Un momento después, entrelazó los dedos con los de ella, y le puso las manos en sus hombros otra vez.

“Hacía tanto que deseaba esto, linda”, le dijo.

Los músculos de sus hombros se flexionaron bajo sus dedos mientras se iba hacia abajo despacio.

El aire caliente le golpeaba los pezones, y ella jadeó mientras él se los ponía en la boca, golpeándola con una tormenta de sensaciones ardientes. Clavándole los dedos en los hombros, esperó mientras que su mundo se conmocionaba. El corazón le latía muy fuerte contra el pecho, y el fuego la llenó toda cuando le soltó el pezón y comenzó a besarla hacia abajo sobre el vientre.

Esa cremosidad caliente que salía de su vagina le inundaba las bragas. Ese deseo erótico de tenerlo adentro la hizo gritar su nombre, lo que hizo que tuviera que levantarse las bragas y jalársela hacia abajo. Con mucha ansia, se deshizo de su ropa y abrió sus piernas.

Había esperado que él se incorporara de nuevo y le introdujera el pene, pero su mente y cuerpo se devastaron cuando él le puso la boca en su lugar. Con caricias cuidadosas, los labios le golpeaban a ella los de su vagina, y después introdujo su lengua en su clítoris ultra- sensible, destruyendo instantáneamente su auto-control. Expandió y arqueó sus caderas y le dio la bienvenida a las violentas sensaciones que la enloquecían.

Sujetándose fuerte a sus hombros firmes y  musculosos, sintió como se le flexionaban y movían sólidamente bajo los dedos a medida que él le pasaba sus manos por la parte superior de los muslos y la abrazaba.

La humedad fluía por su canal vaginal, hasta llegarle a él a la boca. Ella alcanzaba a oírlo sorbiendo, y gruñía de placer al verlo.

Mientras Nick la chupaba, la tormenta dentro de Summer aumentaba en tamaño y violencia. No tomó mucho tiempo antes de que ella comenzara a jadear hasta llegar al filo de algo tan hermoso que ella creyó que nunca había sentido nunca. Con otra caricia de esa lengua maravillosa en su clítoris y otro movimiento para chuparle los labios de la vagina, Summer explotó.

El placer se desató y le sacudió todos los nervios del cuerpo. Se subió sobre ella como una fiebre tempestuosa. Estaba acabada y en su mente gritaba. La verdad es que estaba muriéndose. Una hoguera de placer la golpeó. Estaba disfrutando de la agudeza de las sensaciones que la recorrían, y amándolas.

De repente, Nick paró. Le soltó los muslos y por un momento, ella pensó que iba a venirse abajo en un estado repentino de desequilibrio, pero luego él continuó.

Le dio todo de él de nuevo. Su boca se fusionó con la de ella, sus manos le rodearon las caderas, su pene la empujaba en la entrada de su vagina.

“¿Eres virgen?” le murmuró en la boca. Lo dijo con una voz severa, y con el aliento acelerado.

“No”, ella dijo en voz baja. ¡Por Dios! No era el momento de traer algo así a colación.

Él gimió y ella tembló con la dureza increíble de su carne gruesa llenándole la vagina. Su gran tronco estaba caliente, y se sentía muy duro en la medida en que le empujaba los músculos ultra sensibles de la vagina. Músculos, que lo recubrían firmemente, abrazándole la carne, llevándolo más y más profundo.

Él cabía tan perfectamente. Tan hermosamente.

Cuando él comenzó a empujar, un orgasmo la sorprendió de golpe.

Placer ardiente. Lujuria desmesurada. Una conciencia aguda de su cuerpo y su mente que actuaban juntos resultaba ser una poderosa sensación que la llevaba a una embriaguez incandescente y destructiva. Una embriaguez adictiva y maravillosa.

Nick continuó empujando dentro de ella, haciéndola fluctuar en medio de ese placer loco del que quería más y más.

Summer suspiró con sus besos, en la medida que ondas de placer la invadían. Ella giró su cadera y arqueó los muslos, y su vagina llena de espasmos le hizo el amor a ese largo pene.

Él la folló por un increíblemente largo período de tiempo. Con el cuerpo él la presionó contra la pared con cada empujón rítmico, con su boca deseosa, primero duro y luego con cuidado, dejándola sin equilibrio.

La lengua de Nick la golpeó en medio de los labios, inundándole los sentidos. La mantuvo aturdida a medida que la amaba con su cuerpo, trayéndole tantos momentos de liberación. Ella no tenía idea que podía tener tantos orgasmos.

Finalmente, Summer se sintió saciada, con las piernas y los jadeos débiles de cansancio. Su cuerpo zumbaba mientras que él continuaba introduciéndole su gran tronco, empujando cada vez más fuerte y rápido.

Summer lo escuchó gemir, con un ruido tan animal y grave, que pensó que estaría sintiendo dolor.

“Prepárate, linda”, Nick gruñó con una voz entrecortada, y ella no supo lo que quería decir con eso hasta que le soltó la cadera y le sacó el pene. Los músculos debajo de sus dedos se volvieron locos, sacudiéndose y moviéndose. Luego ella escuchó un golpe de líquido, y supo que él estaba eyaculando por fuera de ella y no por dentro.

Claro, anticoncepción, pensó rápidamente. Por lo menos uno de los dos estaba pensando. Un momento después, él estaba susurrándole al oído.

“Vamos, entremos a la cama. Pareces exhausta.”

Ella sonrió mientras él la llevaba de la mano a la cama. Metiéndose en las sábanas y bajo el edredón, estaba feliz de que él viniera con ella. Se le metió en los brazos, con ese cuerpo tan abierto y caliente para ella. Le puso luego la mejilla contra un hombro, y lo escuchó luego darle las buenas noches muy bajo.

Ella se durmió.

* * * * *

Estaba todo duro, con dolor y excitado.

Estar allí acostado junto a Summer, con esas curvas tan seductoras lo hacían arder mientras miraba hacia el techo oscuro. Una tortura. La tormenta de viento se estaba poniendo más fuerte allá afuera. Los paneles de las ventanas vibraban. Las ramas arañaban los vidrios y algunos objetos caían por encima del techo. Pero no le prestó atención a nada de eso.

Particularmente, cuando lo único en lo que podía pensar era en Summer, que yacía en sus brazos, profundamente dormida después de haber tenido todos esos orgasmos. No debería haberla dejado quedarse dormida. Debería haberla acostado de espaldas para tomarla una vez más y continuar. Pero al solo mirarle la cara cansada después de haberla follado contra la pared, se daba cuenta de que todavía estaba recuperándose de una herida en la cabeza que la ponía un poco somnolienta. Justo como el doctor lo predijo.

Nick podía fácilmente haber continuado toda la noche proporcionándole placer, pero noches así iban a tener que esperar para los dos hasta que ella mejorara.

Ay, él no podía creer lo fácil que había cedido a su apariencia sexy cuando había inclinado la mirada hacia él. Le había hecho recordar aquella noche en que él la había besado, diez años atrás. Había estado tan cerca de llevársela a su cuarto de hotel. Pero ella era una chica buena. Una mujer joven que no necesitaba un hombre diez años mayor que ella, haciéndola enloquecer. Además, su hermano probablemente lo habría matado si se hubiera aprovechado de ella de esa manera.

Nick sonrió. Summer todavía era una chica buena, aunque mala también, siendo lo suficientemente atrevida para decirle que quería que la follara. Y claro, cuando una mujer que había amado secretamente por tanto tiempo le pedía que la follara, era mejor que lo hiciera, si era que entendía qué le convenía.

Amar a Summer era increíble. Agarrarle los senos con sus propias manos, los pezones con la boca, chuparle la vagina, acariciarle el clítoris, y sentir cómo se le ponía rígido el cuerpo mientras él la penetraba, todo aquello era absolutamente loco.

¡Mierda! Tenía a Summer Colby en su cama. Bueno, técnicamente no era su cama, pero aun así, era como un sueño. Y de ser un sueño, era uno del que no quería despertarse.

Era curioso lo rápido que habían pasado las cosas. Al encontrar a Summer fuera de su cama. El terror en su corazón al pensar que el asesino hijo de puta se la había llevado. Su miedo por su seguridad había bastado para devastarlo. Durante años, Nick se había repetido que Summer estaba completamente fuera de su alcance, y después, de repente, estaba todo claro.

Le había hecho el amor por las mismas razones que ella había querido que lo hiciera. Para saber qué habría pasado diez años atrás. Para vivir un pasado que debería haber tenido lugar, tuvo que ser fuerte e ir atrás de lo que él quería. Atrás de ella. Y que se fuera al infierno cualquiera a quien no le gustara la idea.

¿Arrepentimientos?

Al demonio. Al día siguiente tendría que lidiar con cualquier posible reparo. Ahora mismo, solo quería estar a su lado, sentir su calor y sumergirse en ese aroma delicado.

Al enterrar su cara en ese cabello espeso, la escuchó suspirar mientras dormía. Nick la abrazó más fuerte, y antes que su corazón volviera a latir, trató de imaginarse no tener a Summer en su vida. El dolor lo dejaba sin aliento, y un horrible vacío lo invadió con solo pensarlo. Ella había tenido muchísima suerte cuando Mary regresó a la galería y ahuyentó a ese asesino hijo de puta.

Nick apretó la mandíbula y se forzó a no imaginarse lo que pudo haberle pasado. Si no dejaba de pensar en eso, se iba a volver loco. Sabía que la mejor manera de proteger a Summer y a otras mujeres más jóvenes que el asesino pudiera perseguir, era atraparlo lo más pronto posible. Eso significaba obtener la mayor cantidad posible de información de parte de Summer, y enviársela a la policía. Podrían incluirla en la descripción del patrón seguido por ese asesino serial. Por el momento, él tendría que lidiar con las consecuencias de lo que había pasado entre ellos esa noche, y esperar no herirla en el proceso.

* * * * *

Summer se dijo a ella misma que podía hacerle frente a lo que pasara entre ellos después de esa noche. Se dijo a sí misma que era solo una aventura para los dos. Nada permanente. Y al mismo tiempo, ella moría de ganas de tenerlo como el hombre de su vida. La forma tan loca en que se había sentido con cada orgasmo era más de lo que había esperado. Fue absolutamente perfecto. Más que perfecto. Sus senos todavía se sentían pesados con la excitación. Sus pezones todavía estaban reaccionando a la boca de Nick, y sentía una necesidad intensa y erótica de que la llenara de nuevo. Lo fácil que él había accedido a su pedido de que le hiciera el amor.

¿Habría sido todo solamente en nombre de los viejos tiempo? ¿O todavía sentía algo por ella?

Nick produjo un suave ronquido, y Summer sonrió, estirando los brazos por fuera del cálido edredón. Le pareció que el aire estaba un poco frío y metió los brazos de nuevo, acurrucándose junto a su horno humano.

Y ay que se sentía delicioso. Todos esos músculos duros. Olía a sexo y a hombre. Olía a un hombre muy sexy.

Y vaya que ese sexo había sido maravilloso. Increíble. Crudo, intense y perfecto. Quería más de él. Mucho más, y si pudiera guardarse sus emociones para ella sola y asegurarse de no hacerlo a él sentir obligado a quedarse con ella sólo porque habían hecho el amor, podría tal vez obtener más sexo candente con el hombre que amaba secretamente.

Esos eran los pensamientos que se jugaban en su cabeza en la medida en que Summer se iba despertando. Abriendo los ojos, jadeó suavemente al darse cuenta que aquellas sombras nubladas estaban ahora un poco más claras — ¿ahora su visión estaría un poco mejor? Su corazón se sobresaltó con una felicidad efervescente y vertiginosa que la hacía querer gritar con fuerza, y por un segundo casi despierta a Nick para contarle las buenas noticias. Se contuvo.

No, mejor no iba a compartir esas noticias con él. Por lo menos, no todavía. Las cosas todavía podían empeorar con su estado, y lo último que ella quería era llenar de esperanzas vanas a todo el mundo, especialmente a ella misma. Era difícil no desear intensamente que su visión regresara. Muy difícil. Pero Summer al menos trató de contentarse con la idea de que lo que fuera que le estuviera pasando con su visión, tenía que estar pasando para mejor, y que tenía que ser algo bueno. Iba esperar y ver si las cosas continuaban mejorando.

Mientras tanto, necesitaba y ponerse a trabajar, sin importar cuánto quisiera quedarse allí, en los brazos de su hombre sexy. Sin importar cuánto anhelara su cuerpo. Sin importar que el hecho de que se hubiera quedado con ella en la cama después de hacer el amor significara algo. Dudaba que fuera a quedarse mucho más tiempo en el sofá, luego de haber logrado tan fácilmente que la follara la noche anterior.

La sonrisa a Summer se le marcó más. Después de semejante ‘sexcapada’ de la noche anterior, dudaba de que Nick fuera a querer hacer algo más cuando se despertara. Si lograra dedicarse a trabajar un par de horas antes de que él se despertara, entonces dispondría de un tiempo para dedicarle a sus necesidades. Y a las de ella.

* * * * *

La calidez de la luz del sol que debía estar entrando por la ventana, le colmó los brazos mientras retiraba un Nuevo bloque de madera. Luego de una ducha rápida, se fue a la mesa que había en la sala, donde estaban sus esculturas. Pero no iba a lograr trabajar en sus actuales trabajos en progreso. No después de lo que había pasado la noche anterior.

La emoción la golpeó como una espada al pensar en la reacción de Nick al ver cuánto habría avanzado con su nueva escultura durante la mañana. Se puso impaciente por esa reacción. ¿Qué pensaría del trabajo? ¿Se sonreiría, comentaría lo erótico que se veía y pasaría a preparar el desayuno? ¿O el resultado de ese trabajo lo estimularía lo suficiente como para levantarla, llevarla al sofá, y follarla como ella quería?

Esperó que pasara lo segundo porque tenía muchos deseos de que se repitiera una sesión de sexo así con Nick. Después podrían desayunar, pues en todo caso, también estaba hambrienta de comida.

* * * * *

Nick se quedó bajo la puerta del cuarto, con la erección pulsante de un semental, mientras observaba el trabajo de Summer. La luz amarilla del sol irradiaba a través del mirador, marcando brillos dorados en sus mechones de rojo fresa. Él no se había dado cuenta de esos mechones dorados en su cabello.

Se veía linda sentada allí sobre la silla, y el solo verla hacía que una alegría cálida se originaba dentro de ella. Ella tenía unos vaqueros puestos y una camiseta color rosa de cuello bajo, y con un top acentuándole los senos, ya generosos. Sus labios rosados estaban apretados con su actitud concentrada, y su cuchillo de escultura se moví confidentemente mientras ella cortaba. Desde donde él estaba, Nick podía fácilmente imaginar lo que ella estaba esculpiendo con ese bloque de madera, allí parado, con sus mejillas calentándose. ¿Acaso estaba sonrojándose? ¡Él nunca se sonrojaba! Era una reacción bien fuera de lo común. Su garganta se puso rígida de la emoción.

Summer estaba recreando la noche anterior en la madera. Una mujer allí parada, y un hombre de rodillas, chupándola toda.

Él se sonrió. Si la cuestión era de inspiración, ¿qué otras poses interesantes podría sugerirle antes de hacerle el amor de nuevo?

De acuerdo, él tenía que parar de pensar con su pene. Él era su guardaespaldas. Tenía que controlarse, y seguir haciendo su trabajo protegiéndola. Protegerla del asesino, y de él mismo. La última cosa que él quería era que ella saliera herida. Especialmente por su causa. No herirla había sido un mantra al que había obedecido por años, y en un abrir y cerrar de ojos, todo se había derrumbado durante la noche.

Antes del accidente, habían pasado tres años desde que la conocía. Durante dos tercios de ese tiempo Nick vio en ella a una niña, hermana de su mejor amigo. Después pensó en ella como una amiga, y después como familia. Se convirtió así en una niña que debía proteger.

En la noche, al verla desnuda y excitada, supo que ella lo deseaba. Supo que si ella no hubiera querido nada con él, le habría exigido que se fuera, y le habría pedido a su hermano que enviara otro guardaespaldas. Pero ella no hizo eso.

Summer confiaba lo suficiente en él como para permitirle traerla a un lugar apartado y quedarse allí. Sólo ellos dos. Había percibido algo en sus ojos desde que se reencontraron en el hospital. Estaba allí cada vez que lo miraba. Algo que hacía que se le derritiera el corazón. Algo que le tocó el cuerpo todo, la mente y el espíritu. Es decir, estaba enamorado.

“No seas tímido. Ven”, ella lo llamó.

Se dio cuenta que mientras había estado pensando, ella había girado la cabeza hacia él, sintiendo, obviamente, su presencia.

“Quiero mostrarte algo”, dijo ella. Él podía jurar que lo estaba siguiendo con la mirada mientras caminaba hacia donde ella estaba. Nick decidió no preocuparse por la ropa que había olvidado en el sofá la noche anterior. Ella no tenía que saber que él estaba desnudo y deseándola otra vez.

“Hola”, dijo él, preguntándose si tal vez debería besarla para darle los buenos días.

¡Mierda! Se sintió tan extraño. Como un adolescente que había tenido sexo por la primera vez. No sabía qué hacer la mañana después. Otra primera vez.

La boca de Summer formó una sonrisa impactante, y sus ojos se fijaron en él como si de verdad lo estuvieran mirando y leyéndole la mente. Su mirada lo sacudió hasta la médula.

“¿Estás bien?”, preguntó ella. Sus ojos estaban puestos encima de él. Obviamente, sintió que algo estaba pasándole a él. Claro, él estaba acostumbrado a tener sexo con mujeres. No con La Mujer indicada. Este viraje repentino e inesperado de las cosas lo hizo a él sentirse fuera de lugar, y que no estaba respetando ya la promesa que se había hecho a sí mismo de nunca herir a Summer.

“Estás terriblemente callado”, dijo ella de nuevo mientras se le desaparecía la sonrisa rápidamente. Él se dio cuenta que ella tampoco se sentía confiada ante lo que había pasado entre ellos la noche anterior. ¿O tal vez ella había estado esperando que él la besara?

¡Mierda! Esa mañana no estaba yendo para nada de la manera en que él lo había planeado, ¿o sí? Al despertar y darse cuenta que ella no estaba, él solo había querido encontrarla para hacerle el amor otra vez.

“He estado viéndote trabajar. Eres hermosa.”

“Continúa dándome esos cumplidos y no te irá mal.”

Se quedó mirando el arte que estaba haciendo. Ahora que estaba más cerca de ella, no pudo evitar jadear por la sorpresa al ver la absoluta intimidad que describía esa escultura. Aunque no había trazado los detalles todavía, la imaginación de él se desbordaba con esa pose erótica.

“Lo de anoche te inspiró, supongo.” Su voz de repente pareció grave y lujuriosa.

Ella sonrió. “Y esperaría inspirarme más esta mañana.”

Vaya. La cuestión se estaba poniendo seria.

“Summer, como te dije anoche, no quiero herirte.”

“La única cosa que me está hiriendo es que no estés dentro de mí.”

Mierda. ¿Es que ella siempre había sido así de atrevida, y él no se había dado cuenta?

“Bueno, tal vez deberíamos hablar sobre esto...” Tal vez debería callarse la boca y darles a los dos lo que querían. Eran adultos con decisión propia, después de todo.

Summer estaba de pie ahora, colocando su escultura de madera con cuidado sobre la mesa. Se volteó hacia Nick y él tuvo que contener el aliento cuando ella se acercó para tocarle la mandíbula. Sus dedos estaban calientes y suaves como ella sentía que estaban los labios de él. La mirada se le clavó en los labios a él. Después ella se puso de puntas de pies para ponerle los labios en los suyos.

¡Ay! Estos son fuegos artificiales. Él estaba sintiéndolos a medida que cerraba los ojos y se derretía con sus curvas. Ella le rodeó el cuello con los brazos, trayéndolo hacia ella para que la besara. Los muros que a él le había costado tanto construir entre ellos a lo largo de los años se desmoronaron otra vez.

A presión abrasadora de los labios de ella le desencadenó una explosión de sangre caliente hacia abajo de su cuerpo, y después gimió con la intensidad de las sensaciones. Una voz en su mente le advertía que tenía que irse de allí de inmediato. Que tenía que conseguir a alguien que lo reemplazara como su guardaespaldas, pero el olor de su cabello, el impacto dulce de su boca cálida sobre la de él, y sus suaves curvas presionándolo, hicieron que ignorara la idea de irse lejos.

La urgencia tan adorable de sus besos lo hizo reaccionar de inmediato. Al levantar la manos, Nick e pasó los dedos por el cabello espeso y le sostuvo la cabeza  mientras le devoraba la boca. Empujando la lengua en medio de sus labios, él la saboreó, se deleitó con el olor de su aliento, y disfrutó sus gemidos sensuales.

Cuando necesitaron parar para respirar, estaban jadeando, y Summer estaba riéndose, con un sonido que era música para los oídos de Nick y le producía mucha adrenalina. Una necesidad renovada de tenerla de inmediato lo golpeó. Necesitaba probar más de esta mujer, que le hacía perder su autocontrol.

“Eso es a lo que llamo beso de buenos días, Nick”, dijo ella casi sin aliento. Tenía las mejillas sonrojadas por la emoción, y los ojos le brillaban con felicidad y deseo.

“Espera a ver mis besos de buenas tardes y de buenas noches”, bromeó, recordando de repente lo cómodo que siempre se había sentido con ella cuando eran sólo amigos. Se dio cuenta sin embargo que todo eso había cambiado porque sentía algo por ella.

Ella sonrió aún más. “Me dan muchas ganas de ver cómo serían. Pero primero—”

Lo sorprendió al darle otro beso, tan fascinante que le hizo tambalear la cabeza, y perder toda precaución. Abriéndole la boca con la lengua, él la besó profundamente, explorando cada ángulo disponible en ella. La saboreó. La amó. Con el último pensamiento que había tenido casi se hace para atrás, pero esos labios dulces lo hicieron tambalearse otra vez.

Abandonarse a ese beso y quedarse allí intoxicado, Nick le pasó las manos a Summer por todo el cuerpo y la cogió por la cintura. Dio un quejido de sorpresa dentro de la boca de él mientras le levantaba las nalgas y se las ponía sobre la mesa de madera.

“Es hora de sacarte de esa ropa, linda”, susurró al parar el beso. Cuando él deslizó las manos hacia el cierre de los vaqueros en la cintura, los dedos se le chocaron con los de él, deteniéndolo.

“Hay algo que necesito hacer primero.”

“¿Qué cosa?” Él respiraba acelerado, con una repentina impaciencia por hacerle el amor.

“Cambiemos de lugar.”

Al decir eso, Nick subió la mirada de golpe. Se dio cuenta de la mirada de Summer. Sexy. Deseosa. Atrevida. Esa mirada intensa lo hizo asentir y llenarse de anticipación ante la solicitud que ella le hacía. Al levantarla de la mesa, pensó que nunca había entendido tan bien lo que una mujer quería decirle. O al menos, que nunca había estado tan conciente de lo que pensaba y de la emoción que lo embargaba. Empujó rápidamente el aserrín que había en la mesa, y se sentó violentamente sobre sus nalgas desnudas en el mismo punto donde ella había estado sentada segundos atrás.

Inhaló mientras ella acomodaba las palmas de sus manos calientes sobre sus muslos.

“Desnudo para desayunar. Justo como te quería”, dijo ella.

Él contuvo un gemido y la vio moverse en medio de sus muslos, con las manos resbalándosele hacia arriba, sobre esos músculos rígidos del abdomen y sobre su pecho, con el que jugó un poco. Su erección se hizo más potente, y comenzó a subir. Ansiaba que lo tocara allí.

Tenía la Mirada aguda de excitación mientras se inclinaba hacia él y le besaba los labios con ternura, tan hermosamente, que sintió que la cabeza le flotaba. Tuvo que agarrarse de los bordes de la mesa para no caerse.

Summer lo besaba e intentaba concentrarse en la barriga de Nick, pero él le dio todo el espacio para que hiciera lo que ella quisiera. Le exploró el pecho con los dedos jugando con sus vellos, y haciéndolo producir muecas de dolor erótico. Después subió las manos y le acarició los hombros con los dedos. Nick suspiró mientras Summer le masajeaba los nudos que le iba encontrando por aquí y por allá. Mientras lo tocaba, él se dio cuenta que ella estaba estudiándolo con la punta de los dedos, de la misma manera que una persona con visión exploraría a alguien con los ojos, y guardándose en la memoria sus contornos.

“¿Este es el aspecto que debe tener un modelo masculino para tu arte?”, él bromeó cuando ella paró de besarlo un momento y acercó el cuerpo, apretándolo con su barriga, en su dureza.

“Esto es tal vez un valor agregado de este trabajo”, respiró y se acercó por otro beso. Él sonrió contra la boca de ella, y se sintió bien al saber que quería tanto sumergirse en los besos que ella le estaba dando.

Cuando Summer le pasó los dedos por las muñecas para llegar de nuevo a sus muslos, Nick se puso rígido, muriéndose de deseo. Ella movió los dedos irresistiblemente hacia donde él quería que los llevara. Tanta anticipación antes de que ella le tocara el pene lo tenía con los sentidos intoxicados de emoción, hasta que ella le rozó con los nudillos el escroto, y él reaccionó aspirando una gran bocanada de aire.

Ella rompió el beso una vez más y sonrió. “Ay, me gustó esa reacción.”

Ella le pasó los nudillos otra vez por sus testículos, volviéndolo loco sólo con tocarlo. Cuando Summer se los acunó en sus manos y los apretó con cuidado, Nick casi que sale despedido de la mesa al reaccionar a las sensaciones tan locas que lo atravesaban. Lo masajeó tan tiernamente que no pudo evitar que su aliento se le escapara con jadeos graves, cerrar los ojos, ni dejarse llevar por el placer. Momentos después, le acarició su longitud tan caliente, las uñas rozándole la piel y encendiéndole todas las terminaciones nerviosas. Lo tocaba y masajeaba, y pensó que iba a venirse en cualquier instante, pero se obligó a aguantar un poco. Quería quedarse el tiempo que fuera posible en ese paraíso.

Ella continuó en esos menesteres eróticos, y en medio de sus propios jadeos, él la escuchó susurrarle que no abriera los ojos. La excitación lo invadió cuando ella lo soltó, y la escuchó quitarse la ropa. Un minuto después, se le acomodó otra vez en medio de las piernas. Antes de darse cuenta, el aliento caliente de ella ya le acariciaba el órgano.

Abriendo los ojos de golpe, vio que ella se había puesto de rodillas y que tenía la boca a pocos centímetros de su pene. El sol mientras tanto entraba por el mirador marcando aquellos mechones dorados en ese cabello rojo, que caía sobre esos hombros desnudos. Su olor dulce se mezclaba con esa fragancia agradable del aserrín. Los olores combinados le hicieron endurecer el pene más. También vio que ella estaba totalmente desnuda. Se quedó mirándole los senos y recordando la sensación pesada que había guardado de ellos en sus manos. Recordó las puntas duras de sus pezones cuando se los había sujetado con la boca.

“He querido hacerte esto desde anoche”, le susurró. Ella sonrió, aunque con una sonrisa nerviosa. Los instintos a él le dijeron que ella nunca había hecho algo así, y se sintió afortunado de ser el primero.

La emoción pura se dilató dentro de él cuando Summer abrió la boca, y la cabeza de su pene se deslizó dentro. Los labios se expandían alrededor de él, y tuvo que esforzarse por respirar debido a la intensidad de las sensaciones.

Ardientes. Desgarradoras. Hermosas sensaciones. Los pensamientos le invadían la mente mientras ella le envolvía la punta de su órgano con los labios, y chupaba con cuidado. Se lo metió más profundamente en la boca, hasta más o menos la mitad de su extensión, antes de tensionar sus labios de nuevo y chupar.

Ay perfecto. Nick se concentró en no quitar las manos del borde de la mesa, pero no funcionó. Tenía que tocarla. Agarrarle la cabeza. Ejercer más presión sobre él mismo.

“También cógeme el pene para que puedas chuparme de manera segura”, dijo jadeando.

Por un momento, Summer pareció confundida. Tenía los labios alrededor de su pene cuando una mueca pequeña se le dibujó en la frente. Después pareció entender. Apretando con la mano sobre el pene, ella acomodó su cabeza, para chupar tan profundo como su mano se lo permitía cuando se la encontraba con la boca. Evitaría que se le metiera demasiado adentro en la garganta. Le acarició la piel con los labios, las ondas de placer lo golpearon con su lengua, y con los dientes le sacó diminutos dolores a medida que lo soltaba de su boca y luego lo volvía a chupar.

Nick gemía a medida que el placer aumentaba. La urgencia lo presionaba. Su cabeza daba vueltas. La necesidad lo presionaba y sus sentidos explotaron. Su pene lo estaba volviendo loco. Estaba durísimo. El calor y el deseo le golpeaban el cuerpo como una tormenta, y de repente ya no pudo soportar más. Necesitaba estar dentro de ella.

Agachándose, la tomó por los hombros, llevándola hacia atrás. Lo liberó, jadeando mientras él le ordenaba que se levantara. Después la levantó con los brazos, sintiendo ese olor de excitación como un afrodisíaco. Sus cálidas curvas se derritieron al tocarle ese cuerpo tan macizo, mientras atravesaba la sala para entrar en el cuarto.

Por Dios, él estaba desesperado. Desesperado por metérsele a ella dentro.

Nick puso a Summer en la cama y se acomodó junto a ella. Volteándose un poco, se movió parcialmente sobre ella, y la besó muy profundo, mientras le pasaba las manos por los senos, hasta que escuchó un gemido y la respiración acelerada de Summer. Luego la besó por todo el cuello, y luego un pezón, que chupó duro. Ella arqueó la espalda, gimiendo y aparentemente disfrutando las sensaciones. Luego le tomó el otro pezón con la boca, y se lo mordió con cuidado, tan duro como estaba, hasta que ella gimió de nuevo, y él tuvo que lamérselo para que el dolor pasara.

Mientras se ocupaba de sus senos, le tocaba el medio de las piernas, apartándoselas. Al insertarle un dedo en la vagina, se alegró de notar lo maravillosa y mojada que estaba. Recolectando algo de esa humedad, sacó el dedo de nuevo y se lo pasó por el clítoris para masajearlo. Ella gimió y lanzó un quejido, buscándole los hombros con las manos, hasta que se los encontró y le clavó las uñas en la piel, hiriéndolo tan deliciosamente que él simplemente casi se viene con la sensación de ese dolor.

Después de hundirle dos dedos, pudo sacar más humedad de su vagina para suavizarle el clítoris otra vez, esta vez, aumentó su placer. Después de terminar de masajearla, le marcó un caminito de besos por la barriga y hacia la vagina. Recordó su sabor la noche anterior, y no pudo esperar probarlo otra vez.

Mientras Nick se sumergía hacia el sur, notó que Summer le había soltado los hombros y había enredado las manos en las sábanas. Movía la cabeza de adelante hacia atrás sobre la almohada. Al apretar los párpados, se dejaban ver unas pestañas largas hermosas. Tenía las mejillas sonrojadas, y los labios rosados semi-abiertos, obviamente porque estaba disfrutando lo que él le estaba haciendo. Con una sonrisa sostenida, se comenzó a mover entre sus piernas separadas. Hundiendo la cabeza, resbaló la lengua en medio de sus labios vaginales, fusionándole la lengua con su clítoris agrandado. Ella estaba agitada por el deseo que sentía, y mojada, y él suspiró con su sabor.

Summer gritó el nombre de él, y se resistía un poco mientras él le masajeaba el clítoris con la lengua—con algunos golpecitos, la hizo retorcerse debajo de él. Tenía un sabor magnífico, con esa vagina caliente y húmeda, le vertía de su humedad en la boca. Él podía sentir cómo ella ponía el cuerpo más rígido, y supo que estaba llegando a su límite y ya lista para ser tomada.

Al soltarla, subió otra vez y acomodó el cuerpo en la posición perfecta para penetrarla. Entonces entró en ella. Ella jadeó y subió los brazos para agarrársele de los hombros de nuevo, hundiéndole las uñas en la piel, y haciéndole sentir ese dolor que adoraba.

Summer explotó, contrayendo su cuerpo con espasmos y temblores violentos. A medida que Nick empujaba, no podía dejar de mirarla. Los senos se le sacudían violentamente cada vez que él entraba, y esos quejidos y gemidos lo mantenían terriblemente cautivo. Cuando Nick sintió el orgasmo de Summer comenzando a anunciarse, empujó más fuerte, hasta perder el control. Ráfagas de placer le recorrieron su dilatado miembro, invadiéndole los testículos y el vientre, y haciéndolo gritar el nombre de ella. Antes de lograr detenerse, lanzó toda su leche dentro de ella.

* * * * *

Un silencio incómodo se interpuso entre ellos mientras todavía yacían, el uno en los brazos del otro, bajo el edredón. No habían usado protección, y el corazón de ella estaba azotándola con la idea de quedar embarazada. No estaba segura si estaba asustada o delirantemente feliz ante la idea de tener un hijo de él.

Pero Nick estaba en silencio. Muy en silencio.

Lo arruiné. Puedo haberla embarazado. Tengo que ser serio y asumir la responsabilidad de mis acciones. Ella creyó que esos serían sus pensamientos, incluso si no podía verle la cara. Estaba claro para ella, por la forma tensa en la que él la estaba abrazando. Con los brazos que lo la abrazaban fuerte como ella quisiera. El sonido que él hacía pasándose los dedos por el cabello. Ya había hecho eso varias veces en los últimos momentos en que habían estado allí acostados juntos. Una señal inequívoca de que él se sentía frustrado.

“Perdóname, Summer... no debí permitir que eso pasara. Debía haber sido más cuidadoso. Siempre uso protección. ¿Tú estás usando la píldora anticonceptiva?”

La pregunta la atravesó como una guillotina. Sería perfecto si pudiera responderle que sí, que usaba la píldora, al igual que tantas mujeres activas sexualmente. Infortunadamente, no era el caso. No había utilizado la píldora por años, pues la píldora nunca había sido Buena para ella.

“No”, respondió con sinceridad.

Ella sintió cómo él se tensionó con su respuesta, pero luego pareció relajarse. “Si algo inesperado resulta de esto, no voy a dejarte sola. No soy ese tipo de persona.”

Bien, allí estaba él confirmándole con una afirmación lo que ella pensaba que él le diría.

“Los dos somos adultos. Sé que sabríamos manejarlo si algo pasara.”

Summer no pudo evitar sentir con sus dedos el enorme músculo que Nick tenía en el hombre, y escucharlo inhalar fuerte, aunque no sabía si era por la emoción o por el temor ante el hecho de que no había condones a la vista, y ella quería más sexo.

“He estado ya con un par de hombres. No soy célibe. Siempre estoy preparada con algún tipo de protección, así que estoy bien. No tienes que preocuparte por ESTs. Infortunadamente, para este viaje no traje protección. Es decir, las cosas no estaban planeadas.”

Nick se puso todavía más rígido, evidentemente sorprendido con lo que ella le estaba diciendo. Ella había tenido sexo con un par de hombres después del accidente y de quedar ciega. Pero no había podido dejarse llevar totalmente en esas situaciones, y esas experiencias no habían sido verdaderamente placenteras. Excepto con Nick. Ella confiaba en él como nunca había confiado en un hombre.

Hablando de un hombre, su vagina estaba palpitando. Ansiaba casi con dolor que él la follara otra vez. Pero no si él iba a sentirse culpable de alguna manera.

Ese silencio incómodo invadía el ambiente.

Luego de un momento, lo escuchó suspirar y decir, “Deberíamos levantarnos y almorzar”

“¿Almorzar?” Al revisar su reloj en braille, se dio cuenta que ya eran más de las once de la mañana. Ella se ofreció entonces. “Te traeré el almuerzo. Sólo dame indicaciones sobre dónde está todo, y yo arreglaré algo para los dos.” Le daría algo que hacer para mantenerla ocupada.

Cuando Summer levantó el edredón y comenzó a moverse, Nick la soltó. Se le subió encima, y pudo sentir las ondas de calor saliendo del cuerpo de él e invadiéndola toda. Accidentalmente, le dio un empujón con una rodilla en un muslo, y la sensación caliente de la piel de él, la hizo lanzar un gemido. Su vagina palpitó con la idea de restregarse sobre Nick y montarse encima de él, duro y rápido, pero ya se había mostrado bastante atrevida con él. Tenía miedo de desanimarlo. ¿No se suponía que fuera el hombre quien se mostrara atrevido? Deseó que le tomara la cintura con las manos y que la jalara hacia él otra vez, para que pudieran tener otra sesión exquisita de sexo, pero él no lo hizo.

Ya de pie, Summer se quedó mirando las sombras y trató de recordar dónde había dejado su ropa. Su mente estaba todavía confusa con ese orgasmo salvaje que él le había dado — o tal vez ella estaba sensible. En cualquier caso, le tomó un minuto dares cuenta que su ropa estaba en la sala junto a la mesa donde la había dejado antes de tomarle a él la erección con la boca. ¿O había sido después?

Se hizo conciente de ese recuerdo vívido del órgano de Nick en sus manos, inflamado y duro. Y vaya que se sentía maravilloso que se le deslizara en los labios. Grueso y pesado y muy caliente. Tembló al imaginárselo de Nuevo en su boca.

“Quédate aquí. Voy a traerte tu ropa y tu bastón.”

Ella saltó de la cama, pues no lo escuchó seguirla. Normalmente ella protestaría si alguien tratara de ayudarla, pero con Nick no parecía ser tan independiente como a ella le gustaba. Quería que él la abrazara y que le dijera que estaría segura con él, siempre. Pero eso no iba a pasar, así que era mejor que continuara con sus asuntos.

Desparramándose de nuevo sobre el edredón, Summer lo agarró para envolverse en él. ¿Por qué tenía él que verla toda cuando ella ni siquiera podía verlo, maldición? Pero decidió limitarse a grabarse bien ese cuerpo que él tenía en la memoria. Era un hombre grande, en más de un sentido.

Escuchó la puerta del baño abrirse junto a la habitación. Él no entró.

“Tengo tu ropa aquí. ¿Quisieras bañarte primero? Si te parece bien, puedo ir sacando algunas cosas para el almuerzo y poniéndolas en la encimera.”

Ah, muy bien, de nuevo dos extraños.

“Está bien. No me demoraré.”

“Aquí tienes tu bastón.” Él ya estaba entrando en el baño, y Summer lo escuchó poner el bastón sobre la cama, junto a ella.

“Gracias.”

Nick murmuró algo y después ya no estaba. Un momento después, lo oyó en la cocina abriendo la nevera y colocando objetos en la encimera.

¡Ah, que se vaya al infierno! No necesitaba estar detrás del hijo de puta. Sólo había sido sexo, y a eso se tenía que limitar todo el asunto. No es que no hubiera tratado de prevenirla varias veces. Pero Summer fue quien se acercó a él y propició la situación sexual, ¿no es así? Las dos veces. Así que era solo su culpa si imaginaba que había algo más allí.

Por Dios, no se habían visto en diez años, y en veinticuatro horas, estaban juntos en la cama. Tenía todo que ver con asuntos inacabados y con la atracción sexual que sintieron en el pasado. Ahora que sabían cómo habría sido todo, como siempre se lo preguntaron, entendía que tal vez debía continuar con su vida. No necesitaba a Nick. Se las había arreglado muy bien por su propia cuenta. Iba entonces a llamar a Mary para decirle que hiciera todos los arreglos necesarios para que pudiera largarse de allí. Entonces contrataría su propio guardaespaldas apenas regresara a su casa.

Habiendo llegado a esa conclusión, Summer de repente se sintió muchísimo mejor y con más control. Iba a hacer esa llamada en el minuto exacto en que abriera la llave de la ducha. Entonces regresaría a la habitación y tomaría el teléfono, que estaba junto a la mesa de noche. El agua corriente ocultaría el sonido de su voz. Nick no iba a ser el más listo, y no iba a lograr disuadirla de nada. Haciendo su rabia a un lado, retiró el edredón, tomó su bastón y entró al baño.

* * * * *

¡Vaya! Él en verdad lo había arruinado, ¿no es así? Además de haber tenido sexo desprotegido con Summer, la había incomodado al preguntarle sobre su vida sexual. Nick no había querido husmear, pero había encontrado una manera curiosa para descubrir si ella usaba la píldora. Debía haber sido más razonable y haberle preguntado eso antes de acostarse con ella. Pero hizo todo equivocadamente, aunque bueno, es verdad que él no pretendía acostarse con ella al comienzo. ¿Ahora qué se supone que iba a hacer?

Le arrancó el sello plástico a un tarro de mayonesa, abrió la tapa, y luego arrojó el tarro dentro del gabinete con tanta fuerza, que creyó haber roto la superficie de fórmica. Or maybe the jar had.

Nick no se había dado cuenta que alterarla a ella podría alterarlo tanto a él mismo. Malditas emociones. Había estado un poco descontrolado desde que había aceptado ser su guardaespaldas. ¿En qué carajos estaba pensando? Hacía diez años, había estado así también. Ahora era peor. Summer producía varios efectos en él, y ahora se daba cuenta que tenía duro el pene una vez más, sólo al imaginarse llevándola a la cama de nuevo.

No, no iba a caer en la tentación ahora. Iba a tener más control sobre sí mismo. Asintiendo mientras trataba de asegurarse que se controlaría, sacó más cosas de la nevera que Summer podría necesitar para preparar el almuerzo. Después tendría que cuestionarla sobre cada aspecto de su vida personal, pues la policía la necesitaría en su prontuario. Es algo que debería haber hecho ya, pero con todas estas interrupciones candentes ¿cómo iba a llevar esa tarea a cabo?

Había estado tan abstraído en sus pensamientos que no había oído la llave de la ducha cerrarse, ni la puerta del baño abriéndose, cuando Summer ya estaba a medio camino hacia la cocina, donde él estaba parado. Se giró, y la vio balanceando su bastón, y golpeando un sillón y luego el borde de la mesa de la cocina, antes de llegar a donde él estaba.

Nick estaba sorprendido por lo tranquila que se veía Summer en ese momento, en comparación con lo molesta que parecía momentos antes. No lo parecía ahora, pero se había dado cuenta cuando la vio tan tensionada en aquel momento que habían estado abrazados en la cama.

“¿Entonces, qué tenemos aquí?” Summer preguntó mientras pasó las manos sobre los elementos e ingredientes que él había puesto sobre la encimera. “Tomates picados, lechuga, carnes frías y queso. Déjame adivinar. ¿Sánduches submarinos?”

“El pan está en la panera, justo frente a ti, sobre la encimera. Hay pepinillos y mayonesa en estas jarras.” Nick le puso las manos sobre las muñecas, y trató de no reaccionar ante esa piel sedosa, mientras le mostraba dónde estaban las jarras. “El cuchillo está aquí. Puedes ir preparando los Sánduches, y yo iré poniendo la mesa.”

“Claro que sí. ¿Sabes? Estoy muerta del hambre. No había sentido este apetito en años. Podría comerme un caballo ahora mismo” Ella sonrió mientras él buscó el pan y lo sacó de su envoltorio de plástico.

Y él, por su parte, podría comérsela a ella otra vez, pues estaba muy hambriento también, se dijo a sí mismo mientras ponía la mesa. Pero necesitaba ponerse serio y trabajar. Nada de follar más.