Capítulo Dos
Él no debería haber venido por ella, Nick padecía sentado fuera de la habitación de Summer en el hospital mientras ella se vestía. Su atracción por ella estaba intacta, y hacía mella en él al dares cuenta que ella se había convertido en una mujer hermosa, con sus curvas. Maravillosas curvas. Maravilloso cuerpo. Maravillosa la reacción en su pene.
Mierda. Concéntrate en algo más, Cassidy, se decía a sí mismo mientras ponía sus pensamientos en otra cosa que no fuera su respuesta física hacia ella.
El doctor había dado de alta a Summer, y Nick estaba emocionándose y poniéndose nervioso con la idea de tenerla tan cerca en esa casa. De hecho, no es que fuera una casa segura de por sí, pero la cabaña de su amigo anidaba cerca de las montañas Adirondack al Noreste del estado de Nueva York. Él había estado allí once años atrás durante un fin de semana de pesca con Ryan y su amigo, el dueño de la cabaña, y él había disfrutado inmensamente el lugar. Era la atmósfera perfecta para un artista. Él estaba seguro de que a ella le iba a encantar.
Igual a como él le había encantado la imagen de los muslos humedecidos, las piernas largas y las uñas pintadas de rosa de los pies de Summer. Ella había estado allí sentada en el borde de la cama, con la bata hospitalaria verde-mentolada trepada en sus muslos para darle a él un panorama completo. Desde el ángulo donde él se encontraba, él claramente le vio toda la espalda, y sintió deseo. Los dedos le cosquilleaban con aquella urgencia de tomarle las nalgas de manos llenas e introducirse en su vagina. Algo lo empujaba por dentro al observar el dorado que se formaba cuando el cabello de Summer brillaba a medida que el sol atravesaba ese rojo espeso desde fuera de la ventana.
A él le gustaba la sombra de sus pecas sobre el puente de su nariz y sobre sus mejillas, y algo peligroso lo travesaba en la medida en que estudiaba los deliciosos labios de fresa de esa mujer. Se acordó de la noche en que se habían besado y que ella se había aferrado a su pecho al punto en que sus senos parecían que iban a explotar. Generosos. Y él había controlado el deseo de tomarlos entre las manos. En aquel momento había querido cogerle los pezones con la boca, saboreárselos y besárselos.
A él siempre le habían encantado sus ojos azules también. Eran del color del cielo despejado de octubre en California, justo como estaba hoy. Cálido y hermoso.
Él no podía superar lo diferente que ella se veía. Las fotos de ella en su página web y en algunas revistas de arte que él había visto no le hacían justicia. Cuando la veía en el pasado, ella salía con nerds, y él la veía como la hermanita menor de su amigo. Está bien, todo eso era una mentira. Secretamente él la deseaba, pero fue sólo después de unos pocos años de conocerla. Poco después de sus dieciocho años, el deseo innegable en Nick arremetió de repente. Como un martillazo.
Él trató de saber de ella a través de Ryan, que le dijo que ella había practicado en una escuela para ciegos y que había vuelto a clases de arte en la universidad local. Al pasar de los años, ella se convirtió en una escultora de madera renombrada, y él se enorgulleció de saber que ella había hecho sus sueños realidad. Ella vendía su arte por Internet y en su propia galería en California. Él inclusive tenía algunas piezas de su trabajo decorando su apartamento en Arabia Saudita.
Él tenía algo de su trabajo y de ella también.
Cuando Ryan lo llamó y le dijo que Summer había sido atacada, el primer impulso que tuvo Nick fue tomar el primer vuelo y asegurarse de que ella estuviera bien. Pero su cobardía se hizo presente una vez más. Se comenzó a preguntar si ella lo recibiría después de tan larga separación. ¿Lo odiaría por volver para visitarla?
Nick suspiró y sacudió la cabeza. Era un maldito idiota por no haberse aparecido antes. Tal vez si se hubiera presentado desde antes, ella no se habría vuelto una víctima más de aquel lunático.
“Estoy lista, Nick.” La voz suave de Summer lo sacó de golpe de sus pensamientos, y él se volteó para verla allí parada bajo el marco de la puerta, con su bastón blanco entre las manos.
¡Y vaya que se veía estupenda! Tenía puestos unos vaqueros apretados en su amplia cadera. Una blusa rosada por debajo de una chaqueta verde oscura ajustada a su figura. Su cabello rojo y esponjoso caía como una bruma sobre sus hombros, y de repente, no supo cómo moverse.
¿Debía tomarla de la mano para llevarla, o qué? No tenía ninguna experiencia con mujeres ciegas.
Ella hizo una mueca, como sintiendo el malestar que él sentía.
“Llévame del brazo. El entorno me es desconocido. Bueno, si no te molesta”
Nick tragó saliva. La garganta se le puso seca con unos nervios que no había sentido antes. Él se levantó y le puso el brazo para que ella se sujetara. La calidez del cuerpo de ella lo golpeó como un horno. Él podía sentir que ella ardía a través de su chaqueta de cuero mientras la llevaba por el pasillo.
Para el momento en que llegaron al estacionamiento él la ayudó a entrar a su carro de alquiler y no logró creer lo fácil que a ella le resultaba moverse. Tampoco podía creer lo bien que ella olía. ‘Bien’ no era la palabra para describirlo. Delicioso. Ella olía deliciosa, sexy e incitantemente bien.
Al arrancar el vehículo, y luego salir con el SUV del estacionamiento del hospital, se dirigieron a Monterey, el aeropuerto más cercano.
¿Ahora, cómo demonios iba a lidiar con el hecho de tener a Summer en la misma casa, cuando lo único que él quería era besarla y dejarse llevar por ese deseo tan loco que sentía por ella? Incluso después de todos los años que habían pasado, él todavía la anhelaba.
Pero se controló. Tenía que hacerlo.
Al otro lado del mundo, Nick siempre tuvo muchas oportunidades con otras mujeres que le parecían fascinantes. La mayoría estaba casada y aburrida, buscando algo de sexo casual, y aun así él se contenía, prefiriendo siempre tener ese sexo casual con mujeres libres que sintieran lo mismo que él. Sin relaciones serias.
Summer, sin embargo, era diferente. Ella era del tipo de mujer que se casa y tiene hijos. Diosa sexual y... cállate, Nick, se dijo a sí mismo castigándose por sus pensamientos. Trató de concentrarse en conducir con mucho esfuerzo, pero Summer estaba sentada a su lado, era muy difícil no mirarla todo el tiempo.
También, se preguntaba cómo se sentiría con su ceguera. Cómo haría para lidiar con esa oscuridad constante, sin saber si algún asesino trastornado pudiera estar observándola. Tal y como él estaba haciéndolo. Mirándola y tratando de hacerle frente a lo hermosa que ella se veía y cuántas ganas él tenía de tocarla.
“¿Tú dijiste que trajiste todos mis materiales de trabajo, cierto?”
“Estarán esperándonos en la cabaña. Los desempacaré y te los pondré en orden cuando lleguemos allá.”
“No hay necesidad. Es suficiente si pones las cajas en algún lugar donde yo pueda trabajar y yo me ocupo del resto. ¿Ya sabes cocinar bien?”
Se le salió una sonrisita. “No soy un experto, pero al menos todavía sé cocinar chile de calidad promedio”
Ella se rio, obviamente recordando las cenas que había los sábados en la noche. Había cocinado para la familia todos esos viernes por la noche que él se quedaba en la casa de ella. El corazón se le encendió incluso más con el sonido de su sonrisa, y de repente las cosas ya no parecían tan tensas ni serias entre ellos.
“Entonces el viernes vas a ocuparte de la cena. ¿Está bien?” Ella había girado la cabeza y estaba ahora frente a él. Sus ojos azules tan cálidos lo miraban directamente, como si no estuviera ciega. Deben haberle enseñado eso en la escuela para ciegos. Mirar hacia la persona con la que hablaba.
Nick se sonrió nuevamente. ¡Ay! Él había estado sonriendo mucho todo el día. Probablemente más de lo que había sonreído en los últimos diez años.
“Está bien. Chile el viernes por la noche”
“Muy bien. Ahora, si no te molesta, tomaré una siesta. Estoy un poco cansada y todavía tengo algo de dolor de cabeza.”
“Va a tener que ser una siesta corta. Llegaremos rápido al aeropuerto. Pero puedes también dormir en el avión, y luego también cuando vayamos por tierra para Nueva York, que se demora más o menos dos horas. Aquí tengo tu receta médica y un poco de agua. El doctor me aviso que podrías tener dolor de cabeza por algunos días más.”
Mientras le prestaba atención a la carretera y al volante, buscó las píldoras en el bolsillo de su chaqueta. Se las pasó a ella, y le dijo que había una botella de agua sobre la consola frente a ellos. No tuvo mucho problema en abrir el frasco de píldoras, y tomarse una con unos sorbos de agua.
“Lo siento, no soy la mejor de las compañías” Ella sonrió mientras colocaba las píldoras en el bolsillo de su chaqueta.
“Tienes una Buena razón. Duérmete tranquila. Te despertaré cuando lleguemos”
Para su sorpresa, él no pudo evitar sonreír más cuando ella reclinó su cabeza en el asiento y cerró sus hermosos ojos azules. Un carro apareció en el carril opuesto, y él tuvo que sacudir el timón para regresar a su lado de la carretera. En estas circunstancias sería muy peligroso desconcentrarse en el camino.
Se obligó a manejar sin siquiera mirarla. Resultaba un poco difícil, sin embargo. Mucho.
* * * * *
Él miraba cómo su taxi paraba frente a la casa de la anciana. Su cabeza comenzó a retumbar, allí sentado en el lado del pasajero, mientras la anciana se asomaba y luego se iba caminando por la acera del edificio de apartamentos donde vivía.
Él conocía muy bien la rutina de la anciana, y ella ciertamente la había cambiado desde que él había tratado de llevarse a Summer.
Perra. Ella había lo había cogido por sorpresa con esa macana. El rostro todavía le ardía después de ese ataque que la señora le propinó. De verdad que debería entrar y matarla. Debería estrangularla y ver cómo sus ojos se le brotaban mientras moría.
La emoción lo invadía al pensar en esa posibilidad, pero se disipaba rápidamente, pues sabía que la necesitaba viva. Necesitaba sentarse y esperar que contactara a Summer, o a que el ángel caído la contactara primero. Mientras la anciana estuvo fuera, él exploró su apartamento, y le puso micrófonos a los teléfonos. No había sido difícil con la experiencia de seguridad que tenía de su paso por la milicia. Gracias a sus contactos, también había logrado obtener uno de esos equipos de vigilancia que permitían oír a través de las paredes de los edificios.
Mientras Mary había estado lejos, había ingeniado una manera para poner un Sistema de audio en la parte externa del sótano, tras unos arbustos, con lo que podía escuchar lo que estaba pasando adentro, a través de sus audífonos.
Él todavía estaba molesto porque no podía acercarse a la casa de Summer. Él sabía que probablemente habría alguien vigilando la casa por el momento, y también le molestaba no poder entrar en la galería. Tenía un buen sistema de seguridad. Por eso es que había descartado la posibilidad de entrar a la noche siguiente para levársela por fin, incluso si la asistente de Summer no había asegurado la puerta de entrada. Normalmente, él no era tan impulsivo, pero su necesidad por Summer era grande. De ahora en adelante, él simplemente tendría que tener más cuidado.
Mientras tanto, podría saber cuándo se llamaban la una a la otra si ponía suficientes micrófonos en la casa de la anciana desgraciada y ese equipo de audio. Cuando obtuviera la información que necesitaba, se aseguraría de que Summer no se saliera con la suya esta vez. Esta vez mataría a cualquiera que se interpusiera en su camino si fuera necesario.
* * * * *
Estaba oscuro. Era de noche. Una luna llena hermosa y plateada colgaba muy bajo sobre el brillante océano de cristal. Estrellas parpadeaban encima de los dos. Encima de ella y de Nick. Ambos yacían desnudos sobre sábanas esponjosas. La playa cálida y arenosa hacía las veces de un cómodo colchón sólo para ellos.
Nick estaba estirado de un lado, con su codo contra el suelo y una mano debajo de su cuello mientras acercaba su cabeza más y más, con sus labios derritiéndose contra los de ella en un beso tierno que acabó con todo el autocontrol del que ella disponía. Él le introdujo la lengua en la boca, y ella suspiró al sentir esa humedad cálida y todas esas sensaciones carnales que se apoderaban de ella.
Mientras la besaba, le puso la mano en sus caderas desnudas, luego los dedos sobre el vientre y abdomen, para luego posarlos en medio de sus piernas abiertas.
Rompió el beso y le susurró en la boca, “Sé que habías estado esperando mucho tiempo para que te tocara así, ¿no es así, linda?”
“Sí,” dijo ella, jadeando y musitando mientras que un dedo se deslizaba sobre su clítoris inflamado y sensible.
“Y has querido que te folle por tanto tiempo.”
“Sí, por mucho tiempo lo he querido.”
Ella gimió cuando él le abrió los labios y le introdujo un dedo en la vagina, tan húmeda como la tenía. Temblando por la tensión que sentía al darse cuenta de lo que ocurría, sintió que el dedo de él salió de su vagina y vertió su cremosidad cálida sobre su clítoris, mientras él lo masajeaba. Muchas sensaciones eróticas aparecían y se crecían como una tormenta.
Con cada masaje de sus dedos, la tensión sexual en ella aumentaba. Comenzó a respirar más fuerte y más rápido. Se le aflojaron los muslos, y mantuvo sus piernas separadas, para que él pudiera tener acceso a ella. La llenó de besos en el cuello, y le restregó la boca por el pezón derecho, para más sensaciones. Ella se arqueó, acercándole los senos a los labios. Ella comenzó a sentir cada inhalación, cada penetración con los dedos en su vagina y cada vez que se los sacaba para humedecerle el clítoris todo.
Cuando él le agarró el pezón con la boca, ella se estremeció. Sacó entonces sus manos para pasarle los dedos por el cabello, tocándole el cuero cabelludo y adorando la sensación tan efervescente de tenerlo en sus manos. Mientras él la chupaba, ella se volvía loca con todo lo que sentía. Asegurándole la cabeza, se la jalaba contra sus senos. Él mordía con cuidado, haciéndola jadear. Lo estaba dejando hacer lo que quisiera.
Él continuó bajándole más y más. Sus besos eran intensos, y la hacían retorcer. Él bajaba más, y cuando su cabeza estaba metida entre los muslos de ella, ella no pudo evitar amarrárselas alrededor del cuello, chillando con el calor de ese aliento sobre su clítoris. Sus muslos se tensionaban y temblaban mientras que sus labios le agarraban la vagina, y su boca le escudriñaba toda la carne. Un placer extremo se apoderó de ella, y gimió, apretándole las piernas alrededor del cuello.
“Esto es lo que quieres, ¿cierto, linda?” La voz le sonó como un gruñido salvaje que se chocaba contra su clítoris, y ella se preguntó cómo lograba hablar teniendo la cara clavada en su entrepierna. Pero en realidad no le importaba eso. Ella simplemente quería que esas sensaciones maravillosas continuaran apoderándose de ella.
“Sí”, dijo, sintiendo un enorme deseo por que él continuara.
La tensión en ella aumentaba mientras él se enredaba en sus piernas y se restregaba sobre ella. Ella chilló cuando él se puso encima de ella, y sintió la punta de su pene duro y pesado contra la entrada de su vagina. “Sí, Nick. Hazlo ahora. Fóllame, Nick.”
“Eres tan sexy, tan hermosa”, él gimió mientras entraba en ella.
Despacio, la penetró. El calor y la presión la atravesaron, y sus ojos se abrieron con sorpresa por el gran tamaño de su órgano.
¡Oh! ¡Es enorme! Ella pensó mientras él la llenaba con su leche. Sensaciones perversas la atravesaron como la electricidad, y su cuerpo se tensionó tan hermosamente, casi hasta al punto de gozar como él anhelaba que lo hiciera.
Sus ojos le brillaban con lujuria y sus labios comenzaban a describir una amplia sonrisa con tan sólo mirarle a ella la entrepierna. Él le abrió las piernas y la penetró frenéticamente de nuevo, esta vez más rápido y más duro, dejándola sin aliento por la intensidad de sus movimientos.
“Mi pene se ajusta perfectamente a tu vagina” murmuró con una voz entrecortada.
Acercó su cabeza, y ella suspiró mientras que él con su boca abrasaba la de ella con un beso tierno y sensual. La forma erótica en que sus labios le suavizaban los labios a ella y la forma en que le sumergía la lengua, la hicieron cerrar los ojos y derretirse con el placer que no le había costado mucho producir.
La penetró frenéticamente una vez más, su pene y su boca moviéndose en armonía. La forma en que se clavaba en ella, caliente y duro la hacía gritar su nombre en su mente una y otra vez. Ella estaba ardiendo por él. Ansiaba el clímax, que de repente llegó.
Explosiones brillantes la abrasaban. Con ondas de estremecimiento que la penetraban, haciéndola arquearse de nuevo, haciendo que su vagina pulsara firmemente alrededor de su pene. Él gruñó. La besó más fuerte. La folló más fuerte.
¡Nick! ¡Oh sí! ¡Nick! ¡Sí! ¡Así, Nick!
Se abrazaron. Ella con su mente, su cuerpo, su alma. No sabía que algo tan bello existía. Nunca supo que el amor podía ser así.
¡Nick!
Summer se despertó, inundada de placer, con el nombre de Nick en los labios. Abriendo los ojos, su excitación se desvaneció instantáneamente, y su vientre se contrajo con la grande decepción. No había playa, ni sexo, ni Nick.
Todo estaba oscuro. Completamente negro.
¡Mierda! Las sombras que había comenzado a percibir poco antes se habían ido también, así como Nick. Ella sabía por el silencio y porque su cuerpo no se percibía cerca, ni su olor. El aire dentro del carro estaba frío, así como sus manos y pies.
Se quedó quieta allí sentada, esperando oír algún sonido, pero no aparecía ninguno. El silencio parecía demasiado intenso. No había ruido de tráfico, ni de vecinos charlando o de fiesta. Ni siquiera había ruidos de aviones pasando por encima de ella. Lo único que podía oír era el palpitar acelerado de su corazón por aquel sueño con Nick, y el flujo de su sangre por sus oídos.
La intranquilidad la invadió cuando sus pensamientos se alejaban de su guardaespaldas para comenzar a preocuparse por su viaje. En el aeropuerto de Monterey, él había arreglado que los esperara una compañía aérea privada. Varias horas después, aterrizaron en el aeropuerto regional Adirondack en Clear Lake, donde habían rentado un carro. Allí, ella se quedó dormida otra vez, hasta despertarse en ese lugar. Donde sea que se encontrara ese lugar.
Tal vez habían tenido algún problema con el carro, y Nick la había dejado sola en la carretera. O tal vez ella había soñado todo el escenario del hospital y el guardaespaldas, y Nick no estaba en ninguna parte. ¿Sería tal vez que ella había fantaseado con Nick después de ser secuestrada por aquel hombre horrible, y que su cabeza estaba creando fantasías para mantenerla cuerda?
Se sobresaltó con el crujido de unos pasos sobre el suelo, justo afuera del carro. La puerta del conductor se abrió de golpe y dejó entrar una brisa fría que la golpeó de repente. Se dio cuenta que las sombras habían vuelto, al producirse algunas luces al interior del carro.
“¿Has estado despierta por mucho tiempo?” La voz preocupada de Nick le calmó la ansiedad.
“Unos minutos solamente” Trató de sonreír, pero no funcionó mucho. Sus labios temblaban y las emociones la invadían. Que Dios la ayudara, ella quería llorar. Lo único que quería era regresar a casa y quedarse inmersa en aquella rutina cómoda, sin tener que pasar por estos sentimientos sexys y deseo por Nick Cassidy. La verdad es que no quería que le rompieran el corazón en el momento en que se enamorara del mismo hombre una vez más. Él se iría, otra vez, y ni siquiera miraría atrás.
“¿Estás bien? ¿Todavía te duele la cabeza?”
Su dulce voz casi la hace pedazos. Casi. Pero era inaceptable que dejara que Nick se aprovechara de que ella lo deseaba, incluso después de todos esos años.
“Sí. Estoy bien. Sólo un poco abrumada con todos los cambios que estaba haciendo”
“Es comprensible. Dame solo un segundo y estarás en la cabina”
Cumpliendo su palabra, la llevó a la cabaña caliente y acogedora tan sólo después de algunos minutos. La llevó con una ternura de la que ella no sabía que él era capaz. En la puerta, él le explicó cómo era la distribución de esa construcción con una habitación, admitiendo que mientras ella dormía, llamó a Mary para pedirle recomendaciones sobre cómo guiarla sin que pareciera que estuviera tomándose muchas atribuciones.
“¿Mary está bien?” preguntó Summer, sintiéndose, una vez más, abrumada por la preocupación por la seguridad de la anciana mujer.
“Te mandó sus saludos y me dijo que se encuentra muy bien. Incluso dijo que no te preocuparas por la galería. Bien, tu cuarto está justo al fondo, a unos treinta pasos. ¿Lo quieres revisar?”
“Claro.” Usando su bastón, fue memorizando la distribución del lugar a medida que él la llevaba del brazo. Con suficiente seguridad contó treinta pasos para llegar a la entrada, que estaba abierta.
“Es un cuarto bonito,” Nick explicó. “La principal característica son las rosas. Papel tapiz con rosas rojas en miniatura, un piso chapado en madera de pino color miel y una cama doble a tu derecha. El edredón es de un rosa oscuro, y las sábanas rosa claro. La cama está en la esquina de la derecha del cuarto. La puerta del baño está cerca del pie de la cama, y hay un calefactor en el zócalo debajo de la ventana, junto a la cama. Esa es la única fuente de calor que hay en este cuarto. Hay una chimenea, pero está fuera de servicio y necesita un nuevo refuerzo con madera. Van a contratar a alguien para que lo arregle el año que viene. Así que crucemos los dedos para que no haya cortes de energía”
Summer asentía mientras imaginaba todo ello, y después caminó hacia adentro utilizando su bastón como guía para investigar sus alrededores.
“Huele bien aquí. Como a vainilla.”
“Hay algunas velas de vainilla en candelabros de pared por toda la habitación. Las prendí hace un rato para que se fuera el olor rancio del encierro. Lo cerraron para el invierno, justo después del fin de semana del día del Trabajo.”
“Fue considerado que abrieran el lugar para nosotros”, comentó. Le pareció extraño no haber sentido ningún olor a encierro. ¿Tal vez porque la cercanía del hombre era una distracción para todo?
Imágenes de los dedos de Nick deslizándosele por debajo de la línea de las bragas pasaron de golpe por su mente. Ay, en realidad a ella no le molestaría tener las manos de Nick recorriéndola toda.
“¿Tienes hambre? Es casi la hora de cenar. Tengo algo de estofado enlatado que puedo abrir, y puedo preparar una ensalada. ¿Estarás bien si te dejo sola aquí un momento?”
Summer asintió, contenta por tener tiempo para ella sola. Necesitaba desempacar y tomar una ducha. Todavía se sentía sucia al pensar en aquel hombre horroroso tocándola mientras ella estaba inconsciente.
“Ah, y déjame poner tus materiales de trabajo en una esquina de la sala. Justo al frente de un mirador que da al lago, donde cae gran parte del sol de la mañana y de la tarde. Te mostraré el resto del interior después de comer. Está muy oscuro como para ir afuera, así que vamos a tener que dejar eso para mañana.”
Para Summer, ir fuera en la oscuridad sería algo que podía manejar instintivamente. “Gracias,” fue todo lo que pudo decir. Cuando escuchó el pequeño chasquido de la puerta del cuarto cerrándose, dejó salir un suspiro fuerte. Nunca había sido alguien que gustara mucho de los cambios, y tener a Nick de nuevo en su vida era uno grande. Sólo esperaba poder despedirse de él cuando llegara el momento, sin hacer el ridículo al aferrarse al él mientras estaban allí. Se daba cuenta ahora de que Nick no era un hombre que se quedara en un solo lugar por mucho tiempo.
Ryan le había dicho una vez que Nick era un adicto a la adrenalina. Anhelaba el peligro, esquivaba balas y anticipaba problemas todos los días. De cierta forma, ella era su trabajo ahora mismo, ¿no? El peligro la rodeaba con la amenaza de un asesino suelto, y él probablemente se estaría ocupando de anticipar problemas — es decir, hasta que el asesino fuera capturado.
Pero, ¿qué pasaría si nunca fuera capturado? ¿Por cuánto tiempo aguantaría Nick el quedarse, antes de aburrirse al lado de una cliente ciega?
Summer frunció el ceño. Probablemente no mucho tiempo. Así que sería mejor si ella se mantuviera relajada y un poco distante de él. Por lo menos de esa manera podría proteger su corazón de ser roto otra vez.
* * * * *
Algo estaba pasándole a Nick, y él no estaba seguro de estar disfrutándolo. En lugar de asegurarse de si los detectores de movimiento estaban funcionando, o de revisar el perímetro alrededor de la cabaña, estaba tarareando algo mientras preparaba una ensalada. Nunca tarareaba. Otra cosa es que había querido tomar de golpe a Summer en sus brazos, y llevarla del carro a la cabaña. Más o menos, como si estuviera llevando a su prometida por la puerta. Nunca había tenido una necesidad así antes.
Ahora, en cuanto él preparaba la ensalada y tarareaba, se escucharon chasquear los grifos de agua cuando ella entró a la ducha. Él quería unírsele. Ese instinto, en cambio, no era nuevo.
Las fantasías que él tenía con ella, desnuda, en la ducha, mientras él la observaba, tampoco eran nuevas. Sólo al pensar en esa piel rosa siendo regada con toda esa agua, y en las manos de ella todas enjabonadas recorriendo sus propias curvas tan seductoras, se le endurecía el pene, que se preparaba para la acción. Se conmocionó con la erección repentina que sus pantalones apresaban, y puso a un lado el recibiente de la ensalada.
Hora de poner la mesa. Como un hombre domesticado. Ese último pensamiento lo hizo perder su erección.
¿Qué carajos le estaba pasando? Estaba allí para trabajar, no para preparar una cena romántica, ni una noche entera de sexo candente. Además, la mujer acababa de ser atacada unas noches atrás por un loco que tenía intenciones de matarla. La última cosa que debería estar haciendo, era pensando en sexo porque él sabía que esa sería la última cosa que a ella le interesaba después de semejante experiencia. También estaba allí porque Ryan esperaba que tratara a su hermana con cuidado y respeto. No que se metiera en la cama con ella.
Dios, sus pensamientos estaban fuera de control. Necesitaba parar de pensar de esa manera.
“Preocúpate por el trabajo”, murmuró para sí mismo, y se apresuró a poner la mesa.
* * * * *
Summer se sintió mejor. Mucho mejor después de haberse duchado y después de haber cenado lo que Nick preparó. Él había estado en silencio mientras comían, pero es cierto que había tenido un día largo. Ambos habían tenido un día largo. Así que ella entendió completamente y no mencionó nada.
Sí logró conocer la ubicación exacta del lugar donde estaban porque él se la dijo. Al saber que estaba allí en el bosque, rodeada solamente de lagos y cabañas vacías que habían cerrado por la temporada de invierno — sin nadie, en varios kilómetros alrededor, excepto Nick, claro — se sintió segura.
Después de la cena, él le mostró el área, con las cajas abiertas todavía sin desempacar, y después se fue a lavar los platos. Ella estaba contenta de estar sola. Tampoco es que estuviera muy sola considerando que él estaba a algunos metros de distancia, pero al menos cerca de sus herramientas de escultura sentía que las cosas eran normales en alguna medida.
Él le había puesto una linda mesa de trabajo a disposición, una silla muy cómoda y algunos estantes de madera para sus implementos. Al pasar las manos por la mesa, ella podía sentir las heridas y cicatrices de años de arduo trabajo, marcadas sobre la gruesa superficie de madera. Obviamente alguien había usado mucho esa mesa.
Apilados sobre uno de los bordes de la larga mesa, ella encontró varios bloques de madera. Bloques que Mary y ella tenían que comprar antes que la atacaran. Obviamente Mary lo había hecho sin ella, la Buena Mary. Al pasar sus dedos por los implementos de trabajo, Summer notó que Mary había juntado todos los elementos de la lista para ella. ¡Genial!
Summer eventualmente iba a transformar esos bloques de madera en piezas de arte erótico. Utilizaba toda clase de madera para realizar su trabajo. Madera de caoba por su tono rojizo, un tono que según le dijeron se había profundizado con los años; la fragancia cuando la raspaba le parecía maravillosa. La madera de tupelo que era liviana, sin nudos y fácil de tallar. La madera de tilo Americano era también liviana para manejar, suave y fácil de tallar.
Encima de los bloques, se sorprendió de encontrar tres piezas que no había terminado, en las que había estado trabajando en casa. Sonrió al imaginarse la reacción de Nick ante estos productos específicos. ¿Qué habrá pensado de su trabajo? ¿Al sacarlas de las cajas, habrá pasado las manos por los contornos suaves de esas mujeres desnudas? ¿Habrá tocado sus senos? ¿Se habrá quedado mirando las áreas íntimas de esos cuerpos que ella había tallado con tanto detalle?
Su pieza favorita por el momento, la estaba tallando con madera de ciprés. Había estado trabajando en esta pieza con excepcional esmero. Había creado la figura de una mujer desnuda sentada sobre un tobogán, con sus piernas largas hacia arriba, contra su cuerpo, y sus brazos abrazándoselas. La única cosa que tenía puesta era una bufanda. Y la bufanda, así como su cabello, flotaba detrás de ella en un movimiento libre, como si estuviera bajando una ladera con el viento golpeándole la cara.
Utilizando sus más pequeños cinceles y gubias, hacía que las fibras del cabello de la mujer se sintieran lo más finas posible, como las fibras reales de cabello, y tan suaves al tacto como la seda. Los dedos de sus pies y sus uñas estaban intricadamente grabados como sus ojos, nariz y boca. Summer le había hecho unos senos generosos y grandes pezones. Y ahora lo único que ella tenía todavía por hacer con esta escultura en particular era lijarla y luego rociarla con spray de barniz.
Las otras dos piezas que estaba haciendo estaban a medias. A una la llamó Mujer de los Ojos Vendados. Una mujer desnuda parada contra un árbol. Sus senos estaban atados con una soga tallada, y su cuerpo estaba amarrado al tronco de un árbol. Sacó la idea de uno de los audiolibros eróticos que escuchaba.
Su tercera pieza erótica había sido un reto. Le llamó Disponible. Una mujer desnuda de rodillas, con las piernas abiertas, la espalda arqueada, la cabeza inclinada hasta el punto en que las puntas de su cabello tocaban el suelo. Summer planeaba ponerle muchos detalles a esa pieza. Las mujeres desnudas con poses sensuales y eróticas, con sus partes íntimas completamente expuestas y diseñadas detalladamente, se vendían muy bien, y no solo las compraban hombres, también mujeres.
Tras colocar sus esculturas de nuevo sobre los bloques de madera donde las había encontrado, Summer continuó desempacando sus implementos de trabajo. Tenía muchos, acumulados a lo largo de los años—cuchillos para tallar madera, cinceles y gubias para hacer las esculturas, piedras de afilar y aceite para máquinas para mantener sus herramientas afiladas, pinzas y tornillos de carpintería para sujetar los bloques mientras tallaba, protección de pulgares, guantes resistentes a los cortes y otros elementos de protección que la mantuvieran segura.
“tu trabajo es muy bueno.” La voz suave de Nick casi la hizo soltar el paquete de herramientas suizas de escultura que acababa de sacar.
“Gracias”, fue lo único que logró articular ante el poderoso aroma que le llegaba a través del aire para provocarle los sentidos.
“¿Cuánto te demoras haciendo una pieza?”
“Depende”, dijo mientras buscaba con las manos un lugar en el estante para las herramientas.
“¿Depende de?”
“Del proyecto. Entre más detallado sea el trabajo, más tiempo lleva. También depende de lo involucrada que esté con el tema de la escultura, así como de la dureza de la madera, la fibra de la madera, y cosas por el estilo.”
“Parece complicado.”
Él se estaba acercando con su enorme cuerpo, una linda sombra que podía identificar mirando hacia arriba. Sin embargo, trataba de tener cuidado de no mirarlo directamente a la cara porque podría hacerlo pensar que ella de hecho podía ver algo. No quería que él supiera sobre su visión. De verdad que no era de su incumbencia, y él podría decírselo a Ryan, que se llenaría de demasiadas esperanzas.
Tampoco es que sus propias esperanzas no surgieran. Ellas estaban allí, con fuerza. Pero ella necesitaba concentrarse en su trabajo, o se enloquecería con el tema de su visión.
“Era complicado al comienzo. Pero continué simplemente tallando, hasta que las cosas comenzaron a fluir. Ahora soy una profesional veterana.”
“Noté que parece que prefieres concentrarte en desnudos femeninos. ¿Hay alguna razón en especial? ¿Las mujeres no compran desnudos masculinos?.”
La voz de él bajó su tono hasta convertirse en un suave susurro, y entonces ella se encogió de hombros. “Planeo explorar esa área algún día. Y respondiendo a tu pregunta, sí, las mujeres compran desnudos masculinos.”
Summer sonrió. Bromear un poco podía ser Buena idea. Hacía años que no podía bromear con Nick, y de repente sintió muchas ganas de hacerlo. “¿Estás ofreciéndote para ser mi modelo de desnudos?”
El silencio se apoderó de ella y la cara le comenzó a arder.
Ay mierda. ¿Se lo habría tomado a mal? ¿Él pensaría que ella era una promiscua?
“No tengo experiencia”, dijo él. Su voz parecía gruesa y seductora.
“No es necesario que tengas experiencia”, susurró ella en respuesta.
Estaba pasando algo allí entre los dos, otra vez. Justo como había pasado aquella noche que él la besó hacía todos esos años. Estaba sintiendo una fuerte tensión que le parecía tanto emocionante como aterradora al mismo tiempo.
Nick suspiró y Summer creyó haber oído cómo él se pasaba los dedos por el cabello, de aquella forma que siempre lo había hecho cuando se sentía frustrado.
Él se aclaró la garganta. “Ha sido un largo día. Deberíamos descansar un poquito.”
La decepción sorprendió a Summer. Sí, ella creyó que estaba bromeando con él, pero ahora se daba cuenta de que no era así. ¿Sería algo de consuelo que ella estaba buscando en los brazos de él? ¿O tal vez querría revivir ese beso tan maravilloso de aquella noche, y olvidar todo lo que había pasado durante todos esos últimos años?
Sí, era eso. Simplemente quería algún tipo de consuelo. No necesitaba repensar más el asunto.
Summer asintió. “Sí, esa es una buena idea.”
“¿Lograrás llegar sola al baño, cierto?”
“No hay problema.” Tomó su bastón y se levantó.
“Avísame si necesitas algo durante la noche. Estaré allí afuera en el sofá.”
“Ay, discúlpame. Pero tú deberías quedarte en el cuarto”, dijo ella a medida que la culpa la invadía pensando en que él se quedara allí afuera.
Él se rio. “¿Yo? ¿En un cuarto lleno de rosas? No lo creo. Mi reputación de duro guardaespaldas se arruinaría.”
Ella se rio y simuló seriedad. “Sí, claro, y creo que no podría confiar en un hombre que durmiera con rosas.”
“Definitivamente no.” Logró identificar su sonrisa en su voz, y luego, un incómodo silencio se interpuso entre ellos. Ella lo rompió rápido.
“Gracias por la cena y por traer todas mis cosas hasta acá. Con suerte, no tendré que incomodarte por mucho tiempo.”
“Tú no me incomodas, Summer.”
Ella pensó que él iba a decir otra cosa, pero no fue así. En lugar de eso, él se alejó.
“terminaré de lavar los platos”, murmuró, y un rato después, escuchó ruidos de ollas y sartenes.
“¡Buenas noches!”, dijo ella en voz alta, y continuó andando hasta el cuarto.
“Buenas noches”, respondió él en medio de más sonidos de ollas.
Luego de entrar en el cuarto, ella cerró la puerta e inhaló el olor delicioso a vainilla. El aroma la animó, y luego encontró otra vez su camisón, su cepillo de dientes y pasta dental, donde los había puesto, sobre la almohada, al llegar y desempacar, antes de ir a tomar su ducha.
Mary había empacado perfectamente sus cosas. En la esquina de su maleta, Summer había encontrado su camisón y su neceser, además de una pequeña cajita que hasta ahora no había logrado identificar.
Con las uñas, trató de quitar el plástico del paquete, que estaba muy apretado, pero como siempre las llevaba cortas, no logró abrirlo. Resolvió buscar una herramienta al día siguiente para abrirlo. No le apetecía regresar a la sala en ese momento, para molestar a Nick. Además, probablemente era algo para el cabello. Tal vez un broche, o un adorno elástico, o algo. En otra esquina de la maleta, al fondo, descubrió su ropa interior y sus medias. Al fondo a la derecha, había unos pantalones, y en la última esquina, sus blusas y tops.
En su otra maleta, encontró ropa de invierno. Después de desempacar todos los ítems y ponerlos en la cómoda que había cerca, Summer se desvistió, se puso su camisón y agarró su neceser. Se cepilló los dientes, se pasó hilo dental y se ocupó de otros asuntos, para luego regresar a la habitación.
Suspirando cansadamente, Summer colgó su bastón en el respaldo de la cama, se metió entre las cobijas, dándose un momento para sentirlas y apretarlas. Se puso los brazos alrededor, encontró algo de consuelo en su propio abrazo, y escuchó cómo Nick se movía por toda la cabaña. Se movía silenciosamente, pero por lo que se alcanzaba a oír, estaba preparando el sofá. Escuchaba el sonido de las sábanas y los edredones. Lo escuchaba darle algunos golpecitos a la almohada antes de acomodarse en ella. Un intermedio de silencio apareció, y se lo imaginó quitándose la ropa. El corazón le palpitaba con mucha emoción mientras se preguntaba si dormía desnudo.
Momentos después, crujidos de resortes siguieron mientras que él seguía acostado en el sofá. Hubo un chasquido de una lámpara que se apagaba, y después, los sonidos de la noche invadieron la habitación.
La lluvia retumbaba contra la ventana, y se oía también el suave gemido de un animal desde algún lago cercano. Al sentirse segura y saber que Nick estaba junto a su habitación, se sonrió y cerró los ojos, ahogándose más en el edredón. En poco tiempo, le cedió paso al cansancio, y se durmió.
* * * * *
Nick podía oler su frescura. Ella estaba en todos lados. Flotando en el aire cálido, seduciendo su olfato y poniéndolo tenso al darse cuenta de todo. Su pene se endurecía, aunque es verdad que ni este ni él mismo se habían podido relajar durante la cena, ni mientras él lavaba los platos y la observaba ocupándose de sus cosas de escultura.
Se veía tan linda. Su cabello se oscureció con la humedad de la ducha. Sus mejillas rosadas y sus ojos que brillaban mientras pasaba sus dedos sobre aquellas esculturas eróticas. Ay, y cuando abrió las cajas con todas esas esculturas, tuvo que admitir que se había sentido en shock con las poses traviesas es las que había puesto a sus mujeres. Especialmente la Mujer de los Ojos Vendados.
¿De dónde habría sacado la idea para hacerla? O el otro desnudo de una mujer arqueándose de rodillas, con las piernas abiertas dando la bienvenida con la pequeña hendidura de su vagina ligeramente abierta y a la espera del pene de un hombre.
Mierda, solo con mirar su arte se le ponía duro.
¿Y qué hay de su comentario sobre si quería ser su modelo de desnudos masculinos? Claro que tenía que estar bromeando. ¿No es así?
Él trató de resistirse al impulse de tocarse, pero quería tanto pretender que Summer lo estaba tocando, que no pudo detenerse. Deslizando sus manos entre sus piernas, agarró su pulsante erección. Su cuerpo estaba tenso, sabiendo que ella estaba tan cerca de él, y aun así rehusándose a hacer algo. Su respiración sonaba fuertemente en medio del aire de la noche tranquila mientras que él fantaseaba con Summer.
Casi que podía verla salir del cuarto, vestida solamente con su sonrisa seductora en la oscuridad. Con los senos duros y firmes mientras caminaba silenciosamente hacia él. Ella jadearía suavemente al encontrarlo allí, en el sofá, con las sábanas y el edredón cubriendo su cuerpo más debajo de sus caderas, sus gónadas inflamadas y necesitadas, y su miembro duro como un tronco y palpitante entre sus manos.
Ella sabría qué hacer para aliviarle las ansias. Dejándose caer lentamente de rodillas cuando llegara a su lado, bajaría la cabeza, con el cabello tocándole a él los muslos, a medida que ponía sus labios calientes alrededor de la punta de su pene.
Él imaginó cómo gemiría mientras la boca de ella comenzaba a hacer maravillas. Sus labios tan firmes, su boca en ese movimiento rítmico sobre su piel, creándole una agonía que él escasamente podría soportar. Le deslizaría el pene más hacia adentro de su boca, chupando y mordiendo. Sosteniéndole la cabeza, ella lo engulliría más profundo, y después se reclinaría de nuevo hacia atrás, antes de tomarlo de nuevo más profundo en su boca.
El cuerpo a él se le pondría muy firme. Su aliento se aceleraría. Ya cerca del límite. Tan cerca. Ay sí, llegando a su límite.
Ella anhelaba complacerlo. Lo deseaba. Necesitaba saborearlo. No era tímida, para nada. Sabía lo que quería, y se haría cargo de él.
Chupaba más fuerte, más rápido, su lengua se movía a lo largo de su gran tronco con una velocidad impresionante, lamiendo y chupando hasta que él no pudiera soportar más la tensión. Gozó con un gemido mientras los resortes del sofá crujían, con las manos acariciándose el miembro aun duro, tan rápido, con el cerebro en corto circuito, y sin que le importara por un momento su Summer lo escuchaba. Eyaculó en sus manos, disfrutando del placer que arremetió como una tormenta. Cuando había terminado, se recostó gimiendo, con un poco de sudoración en la frente y el pecho.
¡Ay! Eso había sido muy bueno. No se había masturbado así en años. ¿Estar con ella sería así también?, se preguntó mientras salía del sofá exhausto. Silenciosamente, se arrastró hasta el baño, que también estaba junto a la única habitación en la cabaña. El cuarto donde Summer yacía acostada.
El corazón lo tenía tan acelerado con tanta emoción y ansiedad. ¿Estaría ella dormida? ¿O lo habría escuchado gozando solo?
Después de golpear el interruptor del baño, abrió la llave del lavamanos con cuidado, y dejó que el agua corriera suavemente hasta ponerse tibia. Usando la barra blanca de jabón en el aparador, se lavó las manos, y después enjabonó un paño. Incluso allí, el olor de ella envolvía un manto de excitación en torno a él, que vaya que lo hacía ponerse duro de nuevo.
Una vez limpio, miró en el espejo. Tenía el cabello todo desordenado, y una apariencia de lujuria le brillaba en los ojos. Se veía como un hombre con una grave necesidad de una mujer. Qué bien que Summer no podía verlo, porque o si no correría en dirección opuesta. Es decir, si era que ella no tenía experiencia sexual.
Entonces pensó que ella debía tener alguna experiencia como para crear semejantes poses eróticas en sus esculturas. ¿Tendría novio? Ryan había mencionado en varias ocasiones que ella había salido con alguien, pero él no había mencionado si era algo serio. Nick percibió que sintió una pequeña sensación de celos al pensar en Summer con otro hombre. Si fuera suya, él se aseguraría de que ella se sintiera tan a gusto que ni siquiera tuviera que pensar en otro hombre.
Sacudió la cabeza. ¿Qué le estaba pasando? No tenía ningún derecho de pensar en ella de esa manera.
¿Pero por qué será que no podía dejar de olerla? ¿O de pensar en ella? No podía dormir; estaba tan concentrado en ella. Nunca había sentido esas cosas por ninguna mujer. Era extraño y emocionante, y le destrozaba tanto los nervios con tanta presión. Su órgano y sus gónadas estaban firmes y duros otra vez.
Un leve sonido que venía desde su cuarto lo entumeció completamente. El ruido se repitió. Como un sonido de roce. ¿Alguien que estaba forzando la cerradura de la ventana del cuarto de Summer? Los sentidos de Nick se pusieron en modo de alerta. ¿El asesino se habría enterado de que Summer estaba aquí?
Bien, relájate, hombre. No hay necesidad de entrar en pánico. Nadie además de él, Ryan y Mary sabían que él estaba quedándose allí con Summer. Y obviamente que no le dirían nada a nadie, pues tenían que confiar. Las posibilidades de que el asesino hubiera producido esos ruidos eran mínimas, pero él tenía que revisar que no hubiera problemas.
¡Mierda! Había dejado su arma en la mesa de noche junto al sofá, así que estaba aliviado de que Summer no hubiera asegurado la puerta del baño desde el lado de la habitación. Tras apagar la luz del baño, esperó un momento hasta que los ojos se le acostumbraran a la oscuridad, antes de entrar lentamente en el cuarto.
Las velas de vainilla que había dejado encendidas en los candelabros todavía titilaban, reflejando un brillo agradable sobre el papel tapiz rosado y sobre la cama de Summer. Entendió cuál era el origen del ruido de inmediato. El viento estaba haciendo que una rama de árbol arañara la ventana. Suspiró con alivio, pero después se quedó tieso.
¡Summer no estaba en su cama!