Capítulo 8
Percibo un ligero frescor en las comisuras de los ojos. Permanezco mirando al techo, las volutas de polvo descienden y revolotean en los rayos de luz matinal. Las lágrimas casi se secan y yo sigo ahí...mucho y nada pasa por mi mente en éste momento. Siento entre mis piernas la humedad y el ligero escozor producto de haber estado con el hombre de mis sueños haciendo el amor anoche.
No importó que tan fuerte me sujetó o lo desesperada que me aferré a su agarre, aquí estoy de nuevo...sola y sintiéndome miserable. Caroline viene a mi mente. Ella ha estado investigando y buscando, dicen que dos cabezas piensan mejor que una, así que en lugar de estar aquí tirada autocompadeciéndome tengo que reunirme con ella. Tal vez juntas podamos encontrar una solución. Sea que ella venga o yo tenga que viajar, estoy decidida.
Con el dorso de la mano me limpio los ojos y me incorporo lentamente. Aún estoy ligeramente sumida en el sopor de los eventos. Me dirijo al baño, aún detecto la presencia de su incursión de anoche en mi cuerpo, estoy agradablemente adolorida...su olor permanece, como un afrodisíaco para mis sentidos. Todavía siento su toque en mi piel. Me miro los brazos...veo tenues rastros de sus dedos como una comprobación, una más, de que nada de esto es una invención de mi mente. Me conmueve el recuerdo de su actitud protectora, sus labios « lo juro mi amor», dijo mientras me volvía etérea de nuevo entre sus manos.
No quiero desprenderme tan pronto de su aroma, así que decido aguardar un rato más antes de ducharme. Me quito el collar y lo observo con mirada analítica, lo contemplo como esperando que me hable, que me diga porqué tiene que ser de ésta forma, tan poco tiempo, ¿porqué no puede permanecer a mi lado cuando amanece?— « Cuando la vida abandone mi cuerpo, tu rostro será mi último suspiro»—. Era una promesa, él va a buscar por su lado a pesar de que su vida corre un gran riesgo, yo no haré menos.
El reloj despertador sobre la mesilla indica que son las seis y quince de la mañana. Emma seguro está durmiendo, es muy temprano y además es domingo. Voy a llamar a Caroline dentro de un rato, mientras tanto voy a comenzar por mi cuenta a averiguar algo... lo que sea. Tomo mi portátil del escritorio...me siento con las piernas cruzadas sobre la cama. Mientras espero que el aparato se inicie, examino los acontecimientos desde el principio. Los recojo uno a uno, los desmenuzo y escudriño tratando de encontrar algo que me sirva como punto de referencia. Pero es inútil, nada conecta, lo único de lo que estoy segura y de forma irrevocable es que algo...una fuerza superior decidió que tenemos que estar juntos. Por la forma en que se han dado las cosas, siento muy dentro de mi que ya lo hicimos, que ya fuimos uno sólo...en otro tiempo y lugar.
Muerdo la uña de mi pulgar con ansiedad. Cuando aparece la pantalla del buscador tecleo "sueños vívidos " en el rectángulo. Reviso los resultados con detalle, pero ninguno me da algo útil. Se me ocurre teclear " transportarme a través de un sueño ". Se despliegan de nuevo incontables resultados, leo y releo, salgo de uno y reviso otro pero nada...
No es de extrañar, es una situación demasiado única como para esperar encontrar con exactitud lo que estoy buscando. Pienso otra cosa, ingreso de nuevo en el buscador, ésta vez escribo " viajar en el sueño amuleto ", prácticamente no salen resultados, cuento cuatro para ser exactos. Comienzo otra vez a leer. Una breve nota capta mi atención, doy click para leer otro poco. Hace referencia a algunos fragmentos de historias que se cuentan en algunos lugares alejados en diferentes países. Uno de ellos hace referencia a un hombre que se desvanecía cada noche de su propio lecho y luego volvía a aparecer por la mañana, es como un cuento para niños, pero no dice nada más.
Abruptamente pienso en si eso sucede conmigo, en realidad no tengo idea de lo que pasa con mi cuerpo cuando me reúno con Bastiaan en el otro lado. Divago unos instantes perdida en el recuerdo de él junto a mi, tocándonos...me recompongo y sigo leyendo. Encuentro algunos vestigios de historias, son muy vagos en la descripción pues datan de mucho...mucho tiempo atrás. Es absurdo...es evidente que un fenómeno cósmico de tal magnitud, no puede simplemente aparecer en un resultado de Google
Apago la computadora resoplando con frustración. Éste día va a ser largo, ya quiero encontrame con él, pero también pienso que el pobre hombre debe dormir un poco, sonrío para mi, significa demasiado...de pronto siento el pecho henchido de felicidad, él es parte esencial de mi vida, como mis hermanas o como mis padres, persiste en mi...muy profundo el sentimiento de que siempre lo ha sido, siempre me ha importado. Es la verdad, tengo que contenerme un poco, me preocupa lo que le pase, no quiero que ande por ahí ojeroso y cansado, su vida es muy complicada y debe mantenerse fuerte. Por mucho que me duela, creo que ésta noche no voy a usar el collar.
Resuelvo que debo hacer algunos cambios. Emily me prometió un tiempo libre después del lanzamiento...bueno, ya salimos de eso justo anoche. Mañana mismo pienso pedirle mis vacaciones. Puedo invertir mis esfuerzos más tranquila si no tengo que estar pensando en que tengo que ir a trabajar a la oficina. La perspectiva de ésta búsqueda y de poder encontrar la manera de estar juntos me llena de nuevos bríos. De un brinco me levanto y marcho a la cocina, debo mantener la mente lúcida. El delicioso aroma de café recién hecho se esparce en el aire mientras estoy sentada en el sofá marcando el número de Caroline. Ella es mi recurso más confiable en todo esto. Luego de timbrar un par de veces su voz me recibe entusiasmada como siempre.
—Hola, soy yo de nuevo— es muy pronto, lo sé. Apenas ayer conversamos y terminé haciendo justamente todo lo contrario de lo que me dijo. Su respuesta no me deja duda de que ella posee el don del ojo que todo lo ve.
—¿ Disfrutaste...mucho...anoche April?— dice arrastrando cada sílaba con tono acusador.
—¿ Cómo lo supiste?— inútilmente trato de ahogar una exclamación, pero al final de nada sirve que lo niegue.
—Ahhh bueno, era de esperarse— su tono vuelve a ser relajado— yo tampoco me habría hecho caso. Además... yo pude también percibir la intensidad de sus sentimientos. No me cabe duda que ustedes ya estuvieron juntos... en otra vida. Como bien sabes, aquí entre la cultura de la India la creencia en la reencarnación es ancestral. Quiero consultarlo con algún anciano, un faquir ¿sabes?. Hay personas que los menosprecian y piensan que solo están ahí pidiendo limosna, pero la verdad es que soy muy sabios. Conozco a unos en particular pero hace varios días no los veo, en ocasiones me siento a charlar un poco con ellos, pienso que quizás puedan decirme algo que nos ayude, nada se pierde con probar.
—Creo que es lo más alentador que he escuchado al respecto hasta ahora... yo estuve buscando ésta mañana pero es inútil. Estaba pensando en ir a darte una visita, juntas tal vez podamos encontrar algo, ¿ qué dices?
—Eso es perfecto April, me parece que será mejor contigo aquí. ¿Qué tan pronto crees que puedas estar viajando?
—Tengo que hablarlo mañana con mi jefa, pero en cuanto me dé una respuesta tomo el primer vuelo— qué torpe...había olvidado que Emma va a estar conmigo por al menos dos semanas más— Estaremos viajando— me corrijo— recuerda que Emma está pasando unos días aquí, no puedo irme simplemente y dejarla sola.
—Es cierto... yo también lo olvidé. Sería muy grosero dejarla. Eventualmente va a saber lo que está sucediendo, quizás juntas podamos contarle lo del chico de tus sueños.
—Bueno... todo a su tiempo. Pensarás que es muy apresurado y que estoy enloqueciendo pero...no logro descifrar esto que estoy sintiendo...— nunca había estado tan confundida y segura de algo al mismo tiempo.
—Lo amas— lo dice contundente, una aseveración real, la certeza suya afianza más la mía.
—Más de lo que creí posible— mi voz es apenas un susurro estrangulado.
—Lo sé... el tiempo que viviste con Garret, no estabas ahí. Lo poco que los vi juntos notaba como él te miraba... pero tú de alguna forma parecías incómoda a su lado... y ahora, no te tengo junto a mi y lo siento... pude apreciarlo en el sueño... sé que lo amas, pero April... me da miedo pensar que algo te suceda. Ese otro lugar, no lo conocemos, no entendemos cómo funcionan las cosas del otro lado...
—Lo he pensado sí, pero este sentimiento que me inunda... es mayor, más fuerte a cualquier otro que haya tenido. Lo necesito... debo encontrar la manera. No puedo pensar en nada que no sea en él ¿entiendes?... Debo hallar la forma de estar juntos — sendas gotas de lágrimas bajan por mis mejillas sin haberlo notado, controlo la voz para que ella no lo note. Caroline suspira muy hondo, casi puedo verla con su pulgar e índice apretando el puente de su nariz en profundo análisis.
—Sabes que siempre he pensado que eres aburrida y predecible ¿ cierto?— sincera diversión tiñendo sus palabras— ésta es la primera ocasión en que noto tu determinación en algo aparte de tener tu gran narizota sumergida en todos esos libros y tu trabajo.
—Gracias por lo de narizota— digo con fingido resentimiento, automáticamente toco mi nariz, pero no está tan mal ¿ o sí?. Continuó como si yo no la hubiera interrumpido.
—No permitiré por ningún motivo que mi hermana esté lejos de su chico— enfatiza con elocuencia— aunque sea lo último que haga, ¿me entiendes?
—Y yo te lo voy a agradecer hasta el último de mis días— contesto riendo ante su hilarante discurso.
—Te estaré esperando. Llámame en cuanto tengas listos los boletos, Yamir y yo iremos por ustedes al aeropuerto ¡Ah y April!... no te preocupes, estamos juntas en esto, todo va a salir bien, vamos a encontrar la respuesta— con esto nos despedimos, sus palabras haciendo eco en mi, es exactamente lo mismo que Bastiaan me dijo. Un dolor sordo me recorre por dentro al traerlo de vuelta a mi mente. Escucho pasos aproximarse en la dirección del cuarto de Emma, me seco los rastros de lágrimas del rostro con rapidez, no quiero que se de cuenta.
—Buenos Días, ¿dormiste bien?— la saludo poniendo mi mejor cara.
—¿Porqué estabas llorando?— me suelta de una vez.
—No estaba llorando. Bueno, sí... pero es de emoción.
—¿ Y se puede saber porqué estás emocionada?— pregunta tomando asiento junto a mi.
—Vamos a visitar a Caroline... tú y yo ¿ Qué opinas?
—¿ Bromeas, es enserio?— pregunta sonriendo con mucho entusiasmo...le devuelvo una sonrisa aún más amplia que la suya. Así es, estoy muy entusiasmada... siento que estoy más cerca de Bastiaan.
—Sólo tengo que hacer unos arreglos mañana en la oficina, pero estoy segura que Emily estará de acuerdo en darme el tiempo que me corresponde de vacaciones.
—Fabuloso, no puedo esperar— parecemos un par de niñas... como cuando todo era más sencillo y tomadas de las manos giramos y damos brincos de felicidad en medio de la sala hasta que nos quedamos sin aire—. ¿Cuando nos vamos?— pregunta agitada mientras caemos una a la par de la otra sobre los cojines tirados en la alfombra junto al sofá.
—Debo informarle muy temprano mañana a mi jefa, los boletos los conseguiría lo más pronto. Espero que para el martes por la noche o el miércoles estemos volando. Es un vuelo largo... ¿no te molesta que sea así todo tan de repente?, lamento no haberte consultado antes— le digo con tono de disculpa.
—¡No puedo creer que digas eso, es increíble!. Siempre eres tan predecible... ya era hora que te quitaras lo aburrida y comiences a vivir la vida— Genial... un " deja vú" protagonizado por mis simpáticas hermanas— le lanzo una mirada incisiva pero juguetona.
—¡ Me las vas a pagar!— elevo la voz y le doy un golpe con uno de los cojines. Se levanta corriendo y dando chillidos mientras yo la persigo por el apartamento tirándole los demás almohadones. « Todo va a salir bien»...
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—No me digas que nada, discúlpame pero me preocupas. ¿Qué quieres que piense? Llevas dos noches haciendo no sé qué en el bosque y vuelves así... como un loco— Caitus eleva la voz, los demás nos miran pero pronto vuelven a sus tareas, fingiendo que no nos escuchan — sé que todo está muy difícil y que estamos lejos de arreglarlo, pero no puedes venir ahora y decir que vuelves a la capital a buscar a tu madre...Sabes que no fué fácil sacarte de allá— baja el tono, una arruga se forma en medio de sus cejas y lo comprendo... entiendo que se preocupe, pero tengo que hacerlo— Bastiaan... algo está sucediendo y no quieres decírmelo ¿ verdad?
—Jamás lo entenderías— le contesto con seriedad mientras mastico con lentitud un trozo de carne y fijo mis ojos en dirección al río. Anoche fué la mejor noche de mi vida. Dejé de ser sólo un despojo...un cascarón, la sombra de un hombre. Ella lo cambió todo... siento de nuevo la fuerza recorrer mi cuerpo, tengo otra vez un motivo para luchar y ese motivo es April. Si Caitus lo supiera... pero no sé cómo reaccionaría si la viera. Él conoció a Eranthe y sabe lo que ella siempre significó para mí, sabe lo destrozado que quedé después que la perdí...
—¿ Qué es lo que no entendería?— susurra con los dientes apretados— quieres ver a Elenora... lo vamos a arreglar, déjame buscar una manera inteligente para que la visites, pero ¡por los dioses hombre!, no hagas ninguna imbecilidad...
En ese instante Keleos nos hace una señal silenciosa desde su posición en uno de los árboles circundantes, en lo que parece un borrón los demás estamos listos, armas en mano preparados para lo que venga. Nuestra posición tiene ciertas ventajas, y una de ellas es que la loma en la que nos encontramos se encuentra oculta en la frondosidad del paraje, eso nos permite saber con antelación si alguien se aproxima. Puedo sentir tenso cada músculo bajo mi piel, si es la guardia... pues que los dioses se apiaden de ellos. Luego de un momento Keleos nos hace otra señal, ésta vez su expresión es de alivio. La atmósfera de pronto se aligera. Por un extremo del claro aparece Loukanos, nos observa a cada uno con las armas que empuñamos y suelta una sonora carcajada.
—¿Les traigo provisiones y así me reciben?— extiende los brazos a ambos lados y sonríe bonachón, yo me acerco aliviado y sonriente para palmear su espalda a la vez que lo abrazo.
—¡ Ahhh hombre!, nunca se es demasiado precavido— digo sin dejar de sonreír— y dime, que tal un trago mientras nos cuentas como te fué.
—Bastiaan...me leíste la mente, pero antes necesito que me ayuden a descargar los caballos y esa condenada mula, no sé cómo lo logró la pobre bestia con la carga que trae.
En efecto el pobre animal estaba exhausto, uno a uno descargamos los bultos cargados y los colocamos en la entrada del refugio de roca. Me encargo personalmente de la mula y los dos caballos que trae consigo, bajo con ellos al río para abrevarlos y luego los dejo ahí pastando. No sé cómo lo hizo, pero llegó cargado de comida y ropas... todo cuanto pudiéramos necesitar para varias semanas.
—¿ Cómo hiciste para conseguirlo todo? Debió costarte una fortuna— pregunto mientras devoramos unas patatas y berenjenas que Delphos preparó con maestría junto a la carne de cordero. Es la primer comida decente que probamos en muchos días. Sin dejar de comer nos dedica a todos una sonrisa atiborrada de comida a medio masticar.
—No fué tan difícil— da un sonoro trago al pellejo de vino que tiene a sus pies— cobré algunos favores...es todo.
Con favores se refería a no matar a unas cuantas personas. Mientras estuvimos en la frontera, unos mal vivientes habían atacado a su familia que vive en Koparis. Esos bastardos eran ni más ni menos que los hijos de una familia que vivía en la misma localidad. Con las caras tapadas entraron una noche a la casa, mientras su esposa, sus tres hijas y dos hijos dormían. Golpearon a su esposa mientras ésta trataba de defender a las pobres muchachas. Uno de los más pequeños recibió una patada en el estómago tratando de quitar al malnacido de encima de su pobre hermana. Al final entre todo el jaleo lograron desenmascarar a uno de los dos atacantes. Huyeron pero sus identidades habían sido descubiertas y comprobadas. Desgraciadamente cuando las mujeres están solas no reciben ayuda de nadie. El daño a su familia no pasó a más que un susto y los golpes. Apenas se enteró, Loukanos se dirigió a la granja de los atacantes, se hizo acompañar de otros vecinos que también habían sufrido los robos y ataques. Armados hasta los dientes y dispuestos a todo.
—Lo peor de todo es que es una de las familias pudientes de Koparis. Nadie entiende porque ese par de bastardos hacían tanto daño. Fuimos decididos a matarlos y prenderle fuego a todo el maldito lugar. Pero cuando teníamos a los muchachos llorando como maricas su padre nos suplicó llegar a un acuerdo. Nos pagaron con todo lo que pudiéramos sacar de la gran casona y la granja si nosotros no los mandábamos derecho al mismo averno— sus mejillas brillan de un rojo lustroso mientras ríe y nos cuenta lo sucedido.
—Siento mucho lo que le pasó a Canace y a tus hijos— en verdad lo siento, no poder estar ahí para cuidar a tu familia... es un golpe bajo, yo lo comprendo de manera muy personal.
—De eso precisamente quiero hablar contigo Bastiaan— se acerca a mi...hace un gesto que comprendo al instante, me indica que quiere que hablemos a solas. Mientras nos alejamos del grupo, una correntada de recuerdos acuden inundando mi mente... sí, en verdad entiendo muy bien por lo que Loukanos y su familia están atravesando, es muy duro estar separados.
—No puedo acompañarte— susurra a modo de disculpa— no puedo dejarlos solos, y tampoco puedo quedarme aquí, estaba pensando en viajar a Pantalea... iniciar una vida nueva con mi familia. Sólo vine a traerles éstas cosas... Bastiaan tú sabes...
—Lo sé amigo mío— le sonrío sinceramente— vaya que lo sé. No esperaría menos de ti...eres un gran hombre, doy gracias cada día por haber tenido el honor de luchar a tu lado...de honrarme con tu amistad— le estrecho el hombro con una mano— gracias por todo, por salvarme la vida...hiciste toda esa larga jornada para traernos todo esto, no tenías que hacerlo, tu familia...
—Yo habría ido contigo al fin del mundo...— dice con pesadumbre— pero me odiaría si algo les ocurre, ésta vez los dioses se apiadaron pero no sé si tengamos la misma suerte...
—Te justificas conmigo y no tienes que hacerlo. Tu familia es lo más importante... lo que lamento es que por mi causa tengan que irse de Esthios.
—Oh bueno...no es tan malo— le resta importancia con un bufido risueño— la verdad ésta maldita guerra me trae malos recuerdos, sólo quiero estar tranquilo ¿entiendes?, quiero que mis hijas se casen con buenos hombres, que mis muchachos no tengan que unirse al maldito ejército. Canace y yo queremos envejecer juntos, rodeados de nuestros nietos— su expresión ensoñadora es contagiosa, comparto sus anhelos de una vida pacífica, con el amor de mi vida junto a mí.
—Sólo puedo desearte bienaventuranza hombre, que la gracia te acompañe...y a los tuyos— me da un abrazo cargado de pena y buenos deseos, algo incómodo... pero probablemente ésta es la última vez que nos veamos, así que no importa.
La atmósfera de nostalgia se apodera de todos mientras uno a uno vamos despidiendo a Loukanos. Pero la razón se antepone a todo lo demás, el deber de un hombre para con su familia es incuestionable. Eso me da mucho en qué pensar. No quiero separar a estos grandes hombres de sus familias, Delphos ya mencionó que no tiene a donde regresar pero y ¿ los otros?. Talos, Keleos y Geordi tienen sus esposas e hijos. Attis y Filip aún son muy jóvenes... aún no tienen esposa o hijos, pero me gustaría mucho que pudieran formar sus propias familias. Y Caitus también tiene a los suyos... por quiénes velar.
Debo reconocer que les tenía cierto resentimiento...antes. Tienen todo lo que yo había perdido. Por las noches cuando no estábamos haciendo guardia o enfrentando a los Mikenhos, solían hablar de sus hijos, de sus tierras, de sus mujeres. De los trabajos que hacían cuando tenían la bendición de volver a casa, aunque fuera sólo por cortos períodos. Picar leña o sembrar... recoger cosechas y ordeñar cabras, jamás esas tareas tan cotidianas y simples a los ojos de muchos me habían parecido tan envidiables. Es estúpido...lo sé, guardar esos sentimientos por tanto tiempo.
Pero ahora veo el futuro con aires promisorios. Siento que casi puedo volar... que puedo hacer lo que sea. Ya no me siento solo.
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—Un poquito exagerada ¿ no crees?— Emma ya está preparando su equipaje, de hecho en éste momento presiona con todo su cuerpo la tapa sobre el montón de ropa para poder cerrar su atiborrada maleta— ya llevas dos a reventar, no veo necesidad de que empaques tanto— digo inútilmente.
—Sabes...nunca se lleva demasida ropa cuando vas de viaje, además la diversidad climática de la India lo amerita, debo estar preparada— pasa su mano por la frente quitando un mechón adherido a ella por el sudor.
—Emma... no vamos para Nepal. Caroline vive en Mumbai, creo que con que lleves algo de ropa fresca será más que suficiente, además allá podemos comprar algo si fuera necesario...¡¿esos son zapatos de tacón?!— exclamo al ver el brillante tacón relucir por una esquina.
—¿ Qué?— me mira con gigantes ojos brillantes a la vez que despliega una insoportable risa contagiosa en el rostro.
—Olvídalo— digo de vuelta e inhalo una gran bocanada de aire.
—¿Y tú qué, no vas a empacar?— me pregunta mientras hace una enorme bomba rosada con su chicle.
—Ni siquiera he hablado con Emily, hasta mañana cuando la vea en la oficina. Además creo que me precipité. ¿ Y si me pone alguna traba?— En mi ansiedad no analicé los posibles "peros" que podría encontrar en el camino.
—Vas a ver que si, no te preocupes... te ayudo con tus cosas— manifiesta para animarme. Nos dirigimos a mi habitación y empezamos a armar mi equipaje. A diferencia de mi hermana yo no necesito llevar todo mi guardarropa. No tardamos mucho; Emma pone a sonar el reproductor de música mientras guardamos las últimas cosas.
El domingo se me está haciendo terriblemente largo. Conforme el tiempo pasa, dudo de mi fuerza de voluntad. Estoy en la cama viendo televisión junto a Emma, están pasando un maratón de Outlander y vaya que adoro este show...pero no estoy prestando atención en realidad, sólo puedo pensar en los labios de Bastiaan acariciando los míos, su macizo cuerpo contorsionándose y moviéndose implacable sobre mi. De pronto estoy muy excitada e incómoda. Me siento enrojecer, sin poder evitarlo un profundo suspiro se me escapa. Emma me mira interrogativa pero no dice nada...por suerte.
Me levanto de la cama y disimuladamente me encierro en el baño. ¿Qué sucede conmigo?— Apareces en mi cabeza un segundo y me enciendo como una maldita cafetera eléctrica— genial, ahora hablo sola. Enciendo el teléfono celular y le doy reproducir a la lista musical. Me quito la ropa y entro en la ducha, tal vez el agua fría funcione. Tomo la esponja y la lleno de gel con mi aroma favorito...vainilla. Me tallo el cuerpo canturreando Magnificent de U2 mientras intento despejarme.
Esto nunca me había sucedido antes, tengo los pechos hipersensibles, mi entrepierna quema respondiendo a su recuerdo... pulsante con ardiente deseo. Bastiaan arremete contra las paredes de mis sentidos, lo llevo muy dentro de mi, más profundo bajo la piel, lo siento vibrar al correr por mi sangre, soy suya y él también me pertenece. Con éste último pensamiento puedo escuchar como se derrumba la última columna que sostiene mi voluntad.
—Bueno April, lo intentaste— me digo descaradamente. Además no tenemos que hacerlo, el sólo hecho de estar a su lado me reconforta. Pero por si acaso decido lavarme bien el cabello y rasurarme las piernas. Salgo envuelta en una toalla alrededor de mi cuerpo, otra más en la cabeza. Emma está fija mirando la tele y no me presta atención. Voy al closet para buscar algo cómodo que ponerme.
—Ese pelirrojo es todo un bombón— escucho que dice a mis espaldas, me paralizo...despacio giro para observarla ¿ pelirrojo?—. Nunca había visto éste programa, está buenísimo— aliviada me percato que se refiere al actor de la serie— te perdiste el último capítulo... oye ¿ te pusiste pálida, estás bien?
—Yo...pues claro que si. Bueno, supongo que luego lo veo. Tengo que buscar que ponerme mañana para la oficina, ¿puedes llamar para que traigan algo de comida express?— la sola mención de la palabra pelirrojo me deja con las manos temblando.
—Claro— de un brinco salta fuera de la cama— ¿ qué se te antoja?
—¡ Sorpréndeme!— le digo desde el fondo del closet. Saco el conjunto de pantalón y blusa blanca, creo que irán bien con los tacones Ferragamo color rojo que nunca me pongo. En el fondo sé que quiero dar una buena impresión, quiero evitar que Emily arruine mis planes.
Después de un rato estamos sentadas con las piernas cruzadas en la mesa de centro de la sala, la comida Tailandesa que ordenó está deliciosa, se ríe de mi mientras intento comer con los palillos, no sé porqué, pero por más que lo intento nunca puedo comer con éstas cosas.
—¿ Y...me vas a contar tu secreto?— me dirige una mirada preocupada— sé que en ocasiones son muy tediosa... pero algo me estás ocultando, puedo sentirlo— está hablando en voz muy baja y su expresión es seria...también algo preocupada. Todo rastro de su personalidad juguetona ha desaparecido. Tengo frente a mi a la Emma madura que hace un par de años me dió una gran lección de discernimiento y madurez.
—¡Oh Emma!— sin haberlo anticipado vuelven a correrme las lágrimas por el rostro, he llorado en un día más de lo que lo había hecho en mucho tiempo, en una fracción de segundo está sobre mi abrazándome y susurrando palabras de consuelo.
Tardo un rato en recomponerme, no sé qué me ocurre. De pronto siento miedo y tristeza, temo por Bastiaan y lo que pueda pasarle, me aterra pensar que una noche camine a su encuentro entre las sombras del bosque y no lo encuentre ahí, o que simplemente el collar desaparezca y retorne al lugar de donde sea que vino. Una taza de té caliente aparece frente a mí, de a poco doy tragos, el sabroso calor se expande y me apacigua lentamente.
—Quiero decírtelo... en verdad...es sólo que...
—¿Es él cierto?— interrogativa la miro, nuestras miradas se cruzan significativamente ¿ será que algo sabe...? pero no, no creo.
—¿ De qué hablas?— musito de regreso.
—El pelirrojo— dice despacio. Me quedo muda escuchando a mi corazón desbocado...impasible me observa esperando mi reacción.
—¿ Cómo lo sabes?— mi voz sale en un hilo estrangulado. Estoy impresionada, asustada y muy confundida.
—No quería decirte... yo no quiero que pienses que estoy loca— suspirando se frota las manos con nerviosismo, mi ansiedad crece casi al punto de la desesperación, sólo quiero que me diga qué rayos sucede— es que he tenido unos sueños de lo más raros, al principio pensé que eran sólo eso, pero se repiten cada noche y es siempre el mismo.
—Emma...¿ qué es lo que soñaste?— mi temperatura desciende junto con el tono de mi voz ,mis manos están ligeramente temblorosas. Primero Caroline y ahora Emma...¿ qué es esto?
—Bueno, es un poco confuso. Siempre estás en un río, retozando y pasándolo bien con él...el pelirrojo sabes, y todo es hermoso, el agua destella cristalina, el cielo está iluminado...pero luego...
—Luego...— la insto a seguir con un gesto de la mano.
—El río se torna oscuro y la corriente crece y...de pronto tú ya no estás, él te busca a gritos, desesperado— ahora es ella quien se descoloca, le sujeto sus manos, tratando de tranquilizarla— puedo ver su desolación...su sufrimiento, y yo sólo estoy ahí observando todo sin poder intervenir...
—No puedo creerlo... tú también— un estupor denso nubla cada pensamiento que viene a mí, trato de salir de la bruma que me envuelve— ¿ hace cuanto tienes esos sueños Emma?— las palabras salen de mi boca en un hilo.
—Hace como mes y medio, pensé que con el estrés de la Universidad y estar planeando venirte a visitar por eso estaba teniendo esos sueños, y ayer... durante el almuerzo, dijiste que tu combinación favorita era cabello rojo y ojos azules, creí que era una coincidencia... pero estás distraída y preocupada y ese collar... lo llevabas en el sueño, estoy segura que lo vi. No me acordaba pero luego... por eso vamos a ver a Caroline ¿ no es así?
—Así es...— musito a cambio aún sin poder creer que toda ésta locura está en realidad pasando.
—¿ Crees que ella pueda ayudarte?— pone su mano tibia sobre mi hombro, yo coloco mi propia mano encima de la suya.
—Es lo que más deseo en este momento— todas mis esperanzas recaen sobre ella. Permanecemos por largos minutos en silencio, son muchas las cosas en las que tengo que pensar, luego Emma habla rompiendo la burbuja...despacio salgo del ensimismamiento que me embota.
—¿ Y cómo se llama...mi cuñado?— una sonrisa tierna chispea en su rostro con la pregunta.
—Bastiaan... él, se llama Bastiaan—. Digo acariciando el nombre con mis labios.