Capítulo 5
Es curioso como en ocasiones sabes que estás soñando pero aún así no notas lo extraño de la situación... camino muy tranquila por este hermoso bosque a la luz de la luna. Puedo sentír el aire fresco acariciar mi rostro…el roce de la hojarasca enredarse en mis ropas. No me había percatado de lo que llevaba puesto hasta ahora, es una especie de túnica de pálido color, alrededor de la cintura llevo un tipo de cordel ajustándola a mi cuerpo…mi colgante reluciendo sobre mi pecho.
Todo es tan pacífico a mi alrededor, escucho algunos sonidos cerca, avecillas en sus nidos…un búho me observa atento desde una rama cercana, en algún lugar no muy lejos debe haber un riachuelo pues el sonido de agua al correr me llega claro y apacible.
Decido caminar hacia esa dirección, el murmullo sereno me atrae como un imán. Desde donde estoy puedo ver hacia abajo…al final de la ladera el serpentear del agua resplandece semioculto por el ramaje. Me acerco más y puedo ver que no es un riachuelo como había pensado, es un río mucho más ancho, sus aguas se deslizan apacibles en un armonioso repiqueteo, decido mojarme los pies en la orilla. Apenas llego puedo sentír su intensa mirada traspasarme, al volverme puedo advertir que está desconcertado. Un millón de cosas pasan por mi cabeza pero son acalladas por la visión de su cuerpo desnudo, las gotas de agua resplandecen como volutas de plata sobre su piel blanca a la luz de la luna.
No puedo más que sonreírle, pero cuando lo hago aparece un gesto de dolor en su rostro, se contorsiona cayendo estrepitoso sobre sus rodillas. No sé como reaccionar, no entiendo que está ocurriendo, pero me parte el corazón verlo sufrir. Rápidamente estoy a su lado, solo puedo pensar en envolverlo en un abrazo.
Está llorando, puedo reparar en sus lágrimas cayendo por mi antebrazo pero no me atrevo a moverme o a decir nada. Pasamos un largo rato así... juntos. Poco a poco se recompone, se limpia la cara con ambas manos. Me mira con ojos incrédulos, apartándose de mí en un movimiento que no había anticipado. No puedo comprender…antes no podía alejarse de mis caricias, ahora me observa con aprensión, quizá circunspecto.
Se acerca de nuevo a la orilla del río dándome la espalda, en cuclillas extiende sus manos, se lava la cara como tratando de alejar un mal recuerdo, eso me duele.
—¿ No te alegras de verme?— musito con voz casi inaudible, sale con dificultad por mi garganta adolorida al ver su reacción.
Gira violentamente, como si hubiera olvidado que yo seguía de pie justo detrás de él. Vuelve a ponerse en pie, alarga su brazo con la mano extendida, como esperando que yo sea sólo un espejismo. Le tomo su mano y la acerco a mi mejilla mientras cierro los ojos al contacto de su piel.
—No puede ser— su voz se escucha trémula, negando a la vez con la cabeza— es imposible, esto…esto no es real— su actitud me desconcierta demasiado.
—Soy yo... mírame…siénteme— niega con la cabeza, con más vigor ésta vez, estremeciéndose todo su cuerpo.
—¡ Es un sueño!— exclama con voz quebrada, me estrecha contra su pecho, abrazándome tan fuerte que casi saca el aire de mis pulmones— es un sueño, no puedes estar aquí, tú...
—¿ Yo qué? ¿Qué bicho te ha picado?— no sé porqué pero me estaba impacientando— estoy aquí frente a ti, me estás tocando... ¿qué es lo que no entiendes?
—El collar— lo mira asustado—¿cómo es posible que lo lleves? yo...lo perdí, me lo quitaron— se corrige rápidamente— ¡Eres tú Eranthe!— exclama— ¡ Volviste a mí!— dice sin poder creerlo. Ahora era yo la desconcertada. ¿ Eranthe…quien es esa? porque me dice así...
—¿ Qué estás diciendo, porqué me llamas así?— cuestiono entornando la mirada, la confusión se agudiza más en sus facciones— soy yo April...
—¿Que dices mujer… de dónde lo has sacado?— añade, su voz lívida mientras sujeta el colgante con su mano.
—Tú me lo diste— respondo casi sin voz— ¿ya lo olvidaste?... la otra noche ¿ Qué es lo que pasa contigo?...— pero me detengo en seco. De pronto siento como una avalancha de realización me golpea con estrépito, mi mente gira con violencia, ahora soy yo la que se desploma de rodillas en el suelo. Esto es muy raro, no es un sueño como los anteriores.
Miro hacia arriba, él está fijo observándome también, perplejo su semblante. Ahora que lo pienso, ni siquiera sé su nombre, él tampoco parece saber quien soy yo pero de alguna forma inexplicable nos conocemos. Creo que voy a vomitar, esto no está nada bien. Me levanto rápidamente y comienzo a caminar, necesito alejarme de aquí inmediatamente.
—Despierta ya maldita sea— susurro para mi mientras corro devolviéndome por donde llegué.
—¡ Espera, vuelve aquí!—escucho como me llama, desesperada su voz, pero no puede seguirme desnudo por el bosque ¿o si?. Trato de avanzar lo más rápido que puedo pero ésta ropa para nada práctica me lo dificulta. La espesura de la maleza me araña las piernas, se pega en la frágil tela, rasgándola.
—¿ Qué hago?— me pregunto, ni siquiera sé donde estoy. Continúo un poco más, pero de pronto siento sus manos sobre mí, sujetándome con fuerza.
—¡ Suéltame tú…quién te crees que eres, bájame ahora!— grito, me retuerzo con fuerza pero es imposible, él es un hombre enorme y obviamente no puedo luchar contra su gran tamaño. Trato de calmarme, al verme un poco menos histérica afloja su agarre. Con suavidad me deja en el suelo, permanezco quieta mirándolo, sólo agitada por el esfuerzo, sintiéndome ligeramente humillada.
—No voy a hacerte daño— murmura con suavidad— sólo quiero hablar contigo. Se sienta cauteloso a mi lado. Ya no va desnudo, lleva una tela alrededor de la cintura, supongo que es su túnica. Veo su calzado y un enorme cuchillo en el suelo, pero no le temo a él, es...toda ésta locura que está sucediendo la que me acongoja—. Bastiaan...así me llamo— ladea su boca en una sonrisa encantadora— y tú eres April ¿ es así?— asiento con mi cabeza—. No te puedo negar que todo esto me intriga y me asusta, igual que a ti— ahora...solo quisiera saber, cómo lo conseguiste— señala el collar con su índice— y de donde vienes, ¿de acuerdo?
—Soy April...Edwards— digo pensando como acomodar toda ésta historia en mi cabeza— comencé a tener estos sueños, la primera vez apenas si recordaba los detalles y no le presté mucha importancia, la segunda ocasión fué más... fué más intensa— siento que me pongo roja como un tomate al recordar los sueños— al despertar por la mañana lo tenía alrededor de mi cuello, no tengo idea de cómo, y tampoco estoy segura de que esto sea un sueño, estoy muy confundida— hablo atropelladamente, es una locura decirle todo esto a alguien que apenas conozco. Me mira intensamente, como evaluando lo que acababo de decirle.
—Y si te digo que yo también soñé contigo. Dos veces igual— luce más sereno, su declaración es desconcertante— creo que de alguna forma nos conectamos...es muy extraño— suspira mirando el manto de la noche sobre nosotros— lo que te puedo decir... es que de ninguna forma yo estoy soñando, eso te lo puedo asegurar— gira su cabeza para mirarme directo a los ojos— no me has dicho de donde vienes.
—Vivo en Atlanta, en el centro y...¿ qué es este lugar?— digo de pronto mirando extrañada el bosque espeso a nuestro alrededor.
—¡Ahhh!—dice distraído, su ceño fruncido. Aguarda en silencio, su expresión ahora cavilosa— éste es el bosque de Meruehn, estás en el gran estado de Esthios— me lo dice como un hecho obvio.
—Eso ni siquiera existe, es decir...yo estoy absolutamente segura que... sabes qué, olvídalo. Ya nada de esto tiene sentido de todas formas.
—Tienes razón, yo también estoy seguro que no existe esa Atlanta que dices— sonríe con timidez, creo que lo más incómodo ha pasado— cuéntame un poco más de esos sueños, quizá juntos podemos descubrir que está pasando— añade con voz suave y educada.
Y comienzo de nuevo, ésta vez con más calma. Le cuento de Caroline, que está tratando de ayudarme a encontrar respuestas. Le hablo un poco de mí y lo que hago, pero no puede comprenderlo. Él me dice un poco de su vida en este mundo que tampoco yo puedo entender. Dos mundos distintos que colisionaron, pero la pregunta es... ¿porqué? Hablamos por horas y siento su intensa proximidad...ésta extraña familiaridad que nos une. Es muy fuerte...sé que él también la percibe.
Me escucha atentamente, mientras hablamos reparo en los ángulos de su rostro, en las sombras que se forman en su cuerpo esculpido, tengo que concentrarme para mantener la compostura. Ya lo he visto desnudo...hemos compartido esos momentos íntimos...qué desconcertante.
Oímos que algo o alguien se aproxima, con veloz destreza me lanza contra el boscaje a nuestras espaldas, se adelanta tomando el cuchillo con gran precisión. Aparece una figura que apenas puedo distinguir. Veo como sus hombros se relajan, luego comienza a hablar con el recién llegado.
—Casi te mato hombre, ¿ todo bien?— le pregunta, su tono de voz agitado.
—Estabas tardando demasiado, salí a buscarte , no puedes andar por ahí tan tranquilo, no es probable que hayan guardias por aquí pero no está de más ser precavidos— escupe con fuerza a un lado sin dejar de mirar vigilante en todas direcciones— ¿que haces aquí?
—Hummm...creo que quería caminar un poco, ya sabes— luce tranquilo, me encojo más en mi escondite. Sus razones tiene para no decirle sobre mi al otro hombre— No te preocupes, vuelve al campamento, quiero estar sólo un rato— le palmea el hombro. Su amigo no luce muy convencido, la situación debe parecerle muy extraña— ¿Seguro?, puedo quedarme cerca por si acaso...
—Seguro Caitus— le dice afablemente— ve...descansa.
—Bien, será mejor que no te alejes más— responde con mirada preocupada.
Se aleja mirando hacia atrás cada tantos pasos, pronto estamos solos de nuevo. Quien fuera ese hombre lo aprecia, puedo asegurar que el sentimiento es recíproco. Extiende la mano para ayudarme a salir, su agarre es seguro...cálido a la vez, tardamos unos segundos de más mirándonos. Incómoda aparto mi mano, sacudo las hojas sobre mi cabello, tratando de distraerme, mi corazón extrañamente desbocado.
—Amigo tuyo— señalo con la barbilla por donde el hombre había estado poco antes— se nota preocupado, creo que deberías regresar. Me mira con una expresión que no puedo descifrar.
—Mi sirviente y amigo— dice, noto un deje de cariño en su voz— es Caitus, él... es como el hermano que no tuve. Pienso que le habría dado una fuerte impresión si te ve aquí conmigo— levanta ambas cejas con divertida expresión, como un niño que se esconde de una travesura.
—Estoy de acuerdo contigo, debe ser desconcertante encontrarte mujeres desorientadas deambular solas en el bosque— me sacudo la ropa para remover las pequeñas ramas— ¿viven aquí ?
—Por ahora...si— responde un poco incómodo— es algo...complicado— un tenso silencio se asienta por unos minutos.
—¡ Ahora no sé como volver a casa, no puedo quedarme aquí!— exclamo de repente, no lo había pensado hasta ahora. ¡Estoy atrapada en la dimensión desconocida!, Emma y Caroline acuden a mi mente...el lanzamiento— ¡Dioses! ¿qué voy a hacer ahora?— me mira con sobresalto para luego dirigir sus ojos hacia el suelo. Se aclara la garganta, puedo ver que quiere decirme algo pero no encuentra la manera de hacerlo.
—Puedes quedarte conmigo, es decir, mientras ...hallamos una forma de hacer que vuelvas. No es seguro que andes por éstas tierras sola, es muy peligroso y bueno...
—Eres...muy amable— coloco mi mano sobre la suya— pero no sería buena idea, además...— repentinamente siento una extraña pesadez en la cabeza, indispuesta la pongo en medio de las rodillas, el reflejo de vómito casi no me deja respirar...¿ porqué me siento tan mal?
—¿ Qué tienes April?...háblame— lo escucho lejano...como en un túnel, su preocupación...la puedo percibir pero no puedo responderle. Me sostiene en sus brazos, laxa y descompuesta— Oh dioses, estás bañada en sudor, ¿me escuchas?, ¡ hablame por favor!— está desesperado pero no puedo hacer nada, algo me succiona, una fuerza como ninguna que conozco, trato de despejarme pero es inútil, me hundo incorpórea en sus brazos...
*******
Me miro las manos extendidas justo frente a los ojos. La luz del alba devuelve el color al bosque que me rodea. Estoy... atónito, un momento la sujetaba entre mis brazos y ahora no hay nada, estoy vacío. Sólo se evaporó de mi lado, mientras el sol se elevaba refulgente en el cielo. Estuvo aquí conmigo, todo ha sido real. No...no es Eranthe, eso es seguro, pero tiene su misma piel y su voz. Había escuchado las historias de apariciones más de una vez, pero jamás pensé que algo así podría sucederme a mí. Aún percibo su aroma, está impregnado en mis sentidos, el recuerdo de la suave piel en mis manos.
Me pongo en pie mirando alrededor, como si April fuera a aparecer de nuevo tras un árbol o simplemente caminando hacia mi. Puedo sentir los latidos de mi corazón retumbar en los oídos, es tan hermosa...me encuentro absorto pensando acerca de todo lo que ha sucedido anoche... los sueños anteriores, los dos hemos compartido lo mismo. Las imágenes vuelven a mi de nuevo, una y otra vez. Las caricias...los besos, la deseaba con cada parte de mi cuerpo. En mis sueños siempre buscaba a la mujer que había perdido años antes. Pero es ésta mujer la que se me presenta ahora, sé que es una locura pero creo que una nueva oportunidad se me ha presentado. Demasiado confundido recojo mis cosas para encaminarme de vuelta al campamento.
Talos ya ha encendido el fuego para cuando llego, calienta los trozos de carne que habían quedado de la noche anterior. Loukanos ya ha partido...Delphos se encargó de llevar los caballos a refrescar al río. Caitus me observa caviloso...demasiado, no me pregunta nada cuando me siento a su lado junto al fuego, aunque sé que se muere de ganas por averiguar que estuve haciendo toda la noche.
No he dormido nada y no pienso hacerlo, ahora tengo que salir a cazar algo y ayudar a mis hombres, jamás me he considerado superior a ellos, dejarlos solos con todo es impensable para mí, qué dirían de que me hubiera ausentado toda la noche y ahora simplemente me haga un ovillo debajo de un árbol. Luego de comer algo preparo mis armas para ir de cacería. Caitus ya está listo para acompañarme.
—Supongo que ya tienes preparado todo para conseguir que Stheno nos diga lo que necesitamos— susurro mientras nos movemos sigilosos entre la maleza, esperando que alguna criatura aparezca y poder cazarla— ¿crees que lo vas a poder convencer?
—Todo puede pasar, pero lo que tengo que decirle es bastante para chantajearlo. Además no es muy listo, así que pienso que no me dará trabajo.
—¡Humm! Igual si Temístides no tuviera nada que ver en el asesinato, él conoce a todos en palacio, alguien tiene que andar por ahí, alguien que sabe que está ocurriendo, tenemos que averiguarlo. Lo que sigo pensando es en cómo te vas a acercar tanto al palacio, es peligroso, te van a ver.
Caitus le resta importancia con un gesto de la mano— con frecuencia algún sirviente del palacio es enviado a buscar a éstas damas, ya sabes, las de la casa de las rameras en Inos— arquea una ceja— para que visiten a los guardias, incluso el mismo general ha requerido estos "servicios", sólo que es un maldito cerdo, las ha golpeado y hasta quemado. Sé de una que murió en extrañas circunstancias después de haber estado con él. Las otras mujeres no están nada contentas pero no se pueden negar cuando es Temístides quien las manda a buscar, pero sé que ellas también pueden conseguir algo que nos sirva, son buenas para aflojarle la lengua a cualquiera y tienen suficientes motivos para odiarlo. Así que no tengo que llegar hasta allá, puedo hablar con ellas y esperar a que alguna pueda sonsacar algo que nos sirva, sólo debo cerciorarme de que obtengan su buena paga.
—¿Y eso que tiene que ver con Stheno?— pregunto extrañado por el rumbo que toma la conversación.
—Bueno...el sirviente que envían a Inos es precisamente él, se revolcó con una de las rameras, no contento con compartir el lecho con Dahísa la hija de Temístides, lo peor de todo es que contagió a la pobre de pústulas en el ...— se aclara la garganta y prosigue— en todo caso él también lo padece, no tiene forma de negarlo. Dicen que es incurable. Dos sirvientas se encargan de la pobre muchacha, si su padre se entera será una vergüenza para todos, que su preciosa hija se haya involucrado con un sirviente sería algo imperdonable para él, la cabeza de Stheno en una lanza sería la forma de apaciguar un poco su ira— apunta con un dedo hacia arriba— eso es seguro, los demás sirvientes saben que él es el culpable de la desdicha de Dahísa, está atrapado— termina de decir impasible, orgullosa su expresión.
—Hay hombre, me das miedo— digo sonriendo, me impresiona ver que tenga todo eso en mente, debo reconocer que es un gran estratega en cuanto a intrigas se refiere— espero seguir siendo tu amigo y no hacerte enojar nunca, puedes ser un enemigo poderoso— añado con humor.
—Me halagas— susurra sin dejar de estrechar los ojos, sonríe levemente.
Pasamos buena parte de la mañana asegurándonos de que la carne no vaya a faltar. Llevamos un par de ardillas...hasta un pavo que tuvo la mala fortuna de toparse con nosotros. Con el transcurrir del tiempo se van disipando un poco mis preocupaciones. Todo va a salir bien, tiene que. Recuperaré mi inocencia y ¿porqué no? guardo esperanzado la posibilidad de poder volver a verla ésta noche.
*******
—¡Oh por Dios!— farfullo aún desorientada. La certeza de todo lo que ha sucedido es innegable. Busco el colgante con dedos atolondrados...aún lo traigo puesto. Examino mis brazos y piernas, los rasguños aparecen ligeramente rosados en mi piel blanca. Salto de la cama y entro al baño, ahí está mi reflejo devolviéndome la mirada. Estuvo conmigo, su toque fué real...él es real, pero porqué tengo ésta sensación de querer verlo de nuevo, lo ansío más que a nada.
Permanezco inmóvil repasando cada momento mientras estuve a su lado, es sobrecogedor recordar su angustia mientras me desvanecía entre sus brazos— El amanecer— susurro, mi voz como un hilo mientras observo como la luz del día se cuela a través de las cortinas de la ventana. Estuvimos juntos...toda la noche, recuerdo que comencé a notar el celaje aclararse antes del amanecer, pero no pensé...
—¡April, desayuno...desayuno!— Emma golpea la puerta con demasiado esmero para mi gusto.
—¿Qué hora es? lo siento...creo que dormí demasiado— abro la puerta bostezando.
—Son las nueve...
—¿Qué y porqué no me levantaste antes? Jamás duermo hasta ésta hora— exclamo alarmada.
—Hoy no tienes que trabajar, tenemos que ir a comprar la ropa para ésta noche pero tenemos tiempo de sobra, por eso te dejé— encoge los hombros indiferente— hice tostadas y café ¿ me acompañas?
—Sí por supuesto— trato de sonreír pero tengo ésta pesadumbre apretujando mi pecho— déjame lavarme primero.
Se dirige a la cocina, yo de nuevo al baño. Mientras me cepillo los dientes veo el collar, aún en mi cuello. Él lo conoce, quería saber como había llegado a mí...también como me llamó «Eranthe», ahora que lo pienso de nuevo me parece un nombre conocido pero ignoro dónde lo he escuchado. Esthios, ahí es donde estuve, otro mundo diferente a este— Dimensiones— digo para mis adentros. He leído acerca de ello, pero deben haber puertas para poder llegar a ellas. ¿Cómo llegué yo ahí?...¿ Podría él igual hacerlo...venir a mi mundo?
Pensar en eso me pone nostálgica ¿ Cómo puedo extrañarlo si apenas lo he visto?...aparece en mi mente la imagen de su cuerpo... verlo salir del río desnudo, completamente exquisito destellando al claro lunar por las gotas de agua sobre su piel...
—Concéntrate mujer— me reprocho notando la agradable calidez extenderse al sur de mi ombligo— Debo llamar a Caroline, sí, eso haré.
—¡Tostadas francesas, qué rico!— exclamo al percibir el agradable y dulce aroma flotar en el aire.
—Hace mucho quería hacerlas, ésta es la primera vez. Encontré la receta en internet pero por si acaso tengamos el número de emergencias a mano, en caso de una intoxicación— agrega con diversión.
—Apuesto que están para chuparse los dedos— la halago por el detalle.
—¿Y ese collar? nunca te lo había visto antes— me dice, su mirada fija en la gran piedra rojiza.
—¡Ah! es sólo que lo tenía por ahí casi nunca me lo pongo— trato de quitarle importancia, ¿porqué lo llevo aún puesto?
—Lo usas para dormir, qué raro— observa interrogativa.
—Creo que me lo puse para ver si va bien para usarlo hoy por la noche...olvide guardarlo, es todo.
Cambiando el tema terminamos el desayuno. Regreso a mi habitación y guardo el collar en mi cajón de ropa. Me estremezco al recordar como me sentí al acercarse el amanecer. Las náuseas...la debilidad, todo junto, fué horrible...pero ¿ pasaría por ello de nuevo para volver a verlo?
No puedo sacarlo de mi cabeza...para qué lo voy a negar. Tal vez no llegaré a entender nunca como nuestros mundos han chocado, pero lo que si sé, sin lugar a dudas es que lo necesito...con desesperación debo verlo de nuevo sin importar qué.