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(La conversación telefónica se desvanece y, mientras tanto, se va haciendo de nuevo la luz y ante nosotros aparece el ámbito del muchacho, que acaba de llegar, pensativo y excitado a la vez. Echa una mirada distraída al contestador automático y ve que hay una llamada. Lo pone en marcha.)

(El mensaje ha terminado. El muchacho cavila. Pasea, quizá se quita alguna prenda de abrigo. Mira el teléfono, de lejos. Se decide y se acerca de nuevo. Pero entonces suena el teléfono. Una mueca de asco y lo coge.)

(Se superpone el sonido de dos conversaciones telefónicas sucesivas, que eclipsan sus voces. Al cabo de un momento, el muchacho cuelga. Se oye la primera conversación mientras él, pausadamente, empieza a desnudarse.)

(El muchacho ha ido desnudándose completamente, prenda a prenda. Mientras tanto, la segunda conversación telefónica enlaza con la primera.)

(Ahora que está completamente desnudo, el muchacho se coloca sobre el cuerpo alguna cosa estridente, obscena, vulgar, pero seguramente efectiva, que de hecho no oculta su desnudez, sino que la adorna y la realza. Se trata seguramente de alguno de los posibles uniformes profesionales.)

(De golpe, estridente, fortísimo, suena el timbre del apartamento. Las voces que hablan al teléfono se interrumpen completamente, en seco. Silencio total. Pausa. El muchacho se prepara. Mira hacia la puerta. Oscuridad.)