Expediente 5.-
Nombre del occiso: Camila Costa
Edad: 27 años
Motivo de muerte: Suicidio
Fecha de deceso: 17 de agosto de 2015
Entrevista a: Fernando Duarte
Parentesco: Prometido
Frente a mí se encontraba un hombre completamente perturbado, lleno de culpa y dolor. Estaba ahí para hablar de su prometida Camila Costa, una mujer joven con una vida plena que se había quitado la vida.
Yo había estudiado detenidamente el historial de Camila, ningún problema mental y con una vida privilegiada desde su nacimiento, rodeada de una familia que la amaba, asistiendo a las mejores escuelas privadas y con un trabajo cuya remuneración era envidiable.
—Fernando buenos días, siento mucho hacerte estas preguntas después de la pérdida que has sufrido. Pero necesito saber qué ocurrió ese día.
Fernando tenía 30 años, era un joven exitoso, su voz denotaba cansancio al contarme el último día de vida de su prometida, un cansancio más anímico que físico.
—Camila y yo vivíamos juntos y estábamos organizando nuestra boda. Aquel día nos tocó ir a la degustación de banquetes para decidir el menú que se ofrecería. Los dos éramos muy felices, nunca peleábamos y siempre estábamos de acuerdo en todo, ambos queríamos lo mismo para nuestro futuro.
—Entonces, ¿ella era una mujer feliz?
—Sí Doctor - respondió Fernando con la voz cortada
—Cuéntame, ¿qué más sucedió ese día?
—Salimos de elegir el menú y me pidió que fuéramos a su cafetería favorita. Mientras estábamos sentados ella me extendió un sobre, lo abrí al instante y dentro de él había una prueba de embarazo. ¡Íbamos a ser padres! -
Me quedé perplejo, eso no se encontraba en el expediente que tenía en mis manos. Fernando rompió en llanto mientras repetía una y otra vez “el mejor y el peor día de mi vida fueron ese 17 de agosto”.
Me sentí consternado, podía imaginar el dolor tan grande por el que pasaba Fernando en aquel momento. Cuando logró calmarse siguió contando los hechos.
—La abracé, me sentí el hombre más afortunado del universo. Estaba con la mejor mujer que había conocido en mi vida e íbamos a tener un hijo. Llamamos por teléfono a nuestras familias para informarles y lloramos de alegría. Los dos trabajábamos en una empresa de consultoría, así que llegamos al trabajo y le dimos la noticia a todos nuestros compañeros que también se pusieron felices. Camila rebosaba felicidad y yo no me cansaba de mirarla. Los compañeros de trabajo nos hicieron un pequeño festejo a la hora de la comida, esa tarde la sorprendí llenando de tulipanes su pequeña oficina, sus favoritos. Ese día era de celebración, así que decidí reservar una mesa para cenar en su restaurante favorito y cuando le comenté los planes ella brincó de alegría con sus ojos llenos de esperanza e inocencia.
—Entonces ¿No hubo algún detonante para que ella decidiera suicidarse?
—No doctor, a sus 27 años Camila era una persona que amaba la vida y estaba llena de ella, tenía todo para ser inmensamente feliz por eso no comprendo por qué lo hizo.- soltó en un llanto tan desgarrador que yo también estallé en llanto de tan fuerte que era su pesar, dejé pasar unos minutos hasta que todo pareció tranquilizarse levemente.
—Prosigue, por favor.
—Al salir de la oficina como siempre nos dirigimos a la estación del metro. Íbamos hablando sobre el nombre del bebé, si era niño se llamaría Ricardo y si era niña se iba a llamar Rebeca. Esperábamos abrazados en el andén, nos besábamos y reíamos como dos adolescentes enamorados, a lo lejos se escuchó que el metro se acercaba y entonces ella se separó de mí, me miró a los ojos y me dijo “te amo”… corrió e inexplicablemente saltó a las vías al momento en que aquella máquina llegaba y la impactaba demoledoramente.
El consultorio quedó en silencio, no había palabras que Fernando pudiera escuchar de mí que le reconfortaran la mente y el alma. Nos mantuvimos inmóviles por unos minutos en lo que procesábamos las emociones que aquel relato nos traía.
—Fernando, ¿qué pasó después de que Camila saltó?
—La gente comenzó a gritar mientras yo estaba inmóvil observando el lugar en donde ella había desaparecido, no podía creer lo que estaba pasando. Estaba en shock. Veía las manchas de sangre pero no había rastro de su cuerpo. La policía llegó, no sé si tardaron o no, para mí el tiempo se detuvo en el instante que la vi saltar; acordonaron el área y la evacuaron, solo quedamos la policía, los médicos forenses y yo. Me entrevistaron en el lugar pero no tuve respuestas a sus preguntas, yo no sabía por qué ella había saltado y tal vez nunca lo sepa.
—¿No hubo cartas o algún mensaje de ella explicando por qué se quitaba la vida?
—No, nada.
Esta respuesta me pareció extraña, una persona suicida frecuentemente deja un mensaje con una explicación o una despedida para sus seres queridos, ya que el suicido es un acto de desesperación muchas veces planeado.
—¿En los meses o semanas antes, Camila había demostrado algún cambio en su conducta?
—No doctor, Era ella quien nos alegraba a todos alrededor y nos hacía ser siempre positivos.
—¿Ustedes tenían problemas?
—Ninguno, éramos muy felices juntos, o bueno al menos eso creía yo.
Ya había terminado con la entrevista, no había más que saber. Camila se había quitado la vida de la manera más cruel, frente a la persona que más la amaba en el mundo sin explicación lógica alguna. Un hecho triste que afectaba la vida de muchas personas, pero había pasado y ahora solo quedaba aprender de él.
—Doctor, ¿Usted cree que yo hubiera podido hacer algo para evitar que ella saltara?
—No lo sé Fernando. Si te soy honesto, la muerte de tu prometida me parece tan repentina y tan sorprendente que no puedo siquiera imaginar algún leve motivo. Simplemente pasó y tienes que aprender a vivir con ello.
Ya tenía completas todas mis entrevistas ahora solo faltaba analizar la información obtenida para poder concluir mi investigación. Pero como normalmente sucede, una tesis es un traje a la medida de lo que cada sinodal quiere y me tocó revisión con uno de los sinodales cuya formación era del área de ciencias exactas. Frecuentemente nos pasa a los estudiantes cuando llevamos la parte cuantitativa de la investigación que no entendemos ni por qué ni de dónde aparecen tantos números al resolver problemas y nunca entendemos cómo.
Así me pasó al llegar al cubículo del Dr. Rogelio Garza, sacó una fórmula para el cálculo del tamaño de la muestra para mi estudio y tomó en cuenta no se ni qué cosas pero me dijo que mi muestra para que fuera representativa tenía que tener seis observaciones.
Afortunadamente el último expediente fue una entrevista que se dio casi por casualidad, de esas casualidades que se dan como si fueran parte de tu destino.