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He aquí la tumba del guerrero sin nombre, bajo el tojo amarillo y el silvestre rosal.

He aquí las flechas grises que portara, inclinadas al borde de la tumba olvidada.

Alguna vez silbaron como cierzo en la noche.

Alguna vez supieron del sabor del carcaj.

Hoy son sólo metal, musgo y olvido. Sol que se desvanece bajo el hielo.