18
Alguien está tocando una música espesa en la esquina del mundo. Alguien que ni siquiera conozco.
Lentamente el sonido cae sobre mí como un tejido de hierbas, y el corazón se esponja y se abandona a su alimento.
Un vagabundo me habla y me asegura que la reencarnación será posible en tanto que las zarzas no se adueñen del lugar de los hombres.
Un vagabundo me habla de inmortalidad. Y en mi interior el espesor de la música alcanza el color de la nieve.
Un vagabundo me habla. Pero su voz no atraviesa la piel del silencio.
Un vagabundo. Un vagabundo me habla de inmortalidad.
Miro a mi alrededor: uvas de sangre en esta noche amarga de San Silvestre.