Notas

[1] Pablo Iglesias: Rasgos de su vida íntima <<

[2] E. González Fiol (El bachiller Corchuelo), Domadores del éxito <<

[3] El proletariado militante, vol. I, página 336. <<

[4] Documentos inéditos sobre la Internacional y la Alianza en España, por Max Nettlau. Versión española. Buenos Aires, 1930. <<

[5] El informe escrito de la agrupación lo redactó el doctor Jaime Vera, y de él se han hecho cuatro ediciones. <<

[6] La razón de esta diferencia está explicada así en el preámbulo de la base: «La controversia de doctrina claro es que debe ser más acentuada con los llamados partidos avanzados por una razón sencillísima: los partidos monárquicos no pretenden ya, y si alguno lo pretende lo hace sin resultado, nutrir sus filas con elementos trabajadores; sus doctrinas están juzgadas por éstos, y no hay peligro de que les presten como clase el concurso de sus simpatías». <<

[7] En febrero de 1890 la democracia socialista asombró al mundo con el millón y medio de votos logrados en las elecciones generales y los 37 diputados enviados al Reichstag. Lleno de entusiasmo, Vera visitó a Iglesias para felicitarle y felicitarse, y en aquella ocasión declaró que el socialismo español prosperaría gracias a la intransigencia, «a la mil veces bendita intransigencia». <<

[8] Para aquilatar mejor la magnitud del trabajo realizado por Iglesias y sus amigos se copia algo que el autor escribió hace doce años. (El Partido Socialista, Biblioteca Nueva, Madrid, 1918)

“Se crea el partido en un ambiente hostil, tanto que durante muchos años ha de comparársele a una planta de estufa. Ausencia general de costumbres cívicas; menosprecio de los derechos; indiferencia hacia los negocios públicos; incultura, versatilidad, ligereza, barbarie, servilismo; los restos de la Internacional en manos de los anarquistas, los partidos republicanos, fuertes y pictóricos de hombres verdaderamente ilustres y superiores.

Nace el partido en país de formas de producción casi medievales, donde aún no se creó un capitalismo fuerte y emprendedor, donde casi no existe una burguesía, donde ésta no es dueña sino condueña del poder público.

Estas adversidades hacen que los socialistas, más que un partido, sean como una comunidad, cuyos miembros no mantienen relaciones de afecto sino entre sí, y sólo las precisas con la sociedad; de donde el Partido Socialista español es adusto y poco atractivo, y ásperos y esquinados los propagadores de sus doctrinas.

La necesidad de defender, de dar y recibir calor, de vivir momentos que no sean de amargura, de fortalecer la fe, crea esta comunidad, que es asimismo muralla que no deja llegar a Iglesias las adversidades directas, la frialdad, la chacota, la befa, la hostilidad total y casi invencible”. <<

[9] En las secciones no intervenidas por socialistas entró en las urnas un promedio de 95 votos emitidos por electores reales o falsos —que siempre hubo «cuadrillas volantes»—; las secciones intervenidas por socialistas dieron un promedio de 20 votantes. Claro está que los socialistas no se avinieron a los prorrateos de votos, y esto explica la diferencia. <<

[10] Cuando se advirtió esta contradicción, el Comité Nacional del Partido Socialista, a propuesta de Iglesias, acordó visitar a Sagasta —jefe del Gobierno— para señalarle la anomalía de que todo elector pudiera ser diputado, pero no concejal, pensando que se apresuraría a subsanar el error. Le visitó una comisión en la que no estaba Iglesias, y si se mostró algo extrañado de la contradicción, encontró que el pedir ciertas condiciones de solvencia era una garantía de probidad… ¡Esto se lo decía a unos obreros, que le contestaron recordándole escándalos municipales, del día unos, no muy añejos otros! <<

[11] Hasta hubo un arquitecto municipal tan «complaciente», que declaró ruinosa la casa en que tenían el domicilio social los huelguistas, casa que, al cabo de treinta y cinco años, sigue siendo de las más sólidas de Málaga. <<

[12] Federico Urales, Mi vida, Barcelona, 1930, tomo I. <<

[13] Iglesias no condenaba en absoluto el atentado personal. En el verano de 1904 los revolucionarios rusos dieron muerte a un gobernante que les perseguía cruelmente ahorcando, encarcelando y deportando; en El Socialista aparecieron las siguientes líneas que Iglesias escribió, encabezándolas con el título de Acto de justicia:

«Así debe considerarse el realizado por los revolucionarios rusos con el ministro Plehwe. Cuando un hombre, por voluntad propia o por agradar a otro, atenta contra la vida y la libertad, no ya de unos cuantos ciudadanos, sino de todo un pueblo, merece la muerte. El que se la ha dado al odioso ministro del zar de Rusia es acreedor a las alabanzas y al reconocimiento de cuantos desean ver libre a la humanidad de monstruos humanos». <<

[14] Para acallar la protestas o atenuarlas, en 1898 el gobierno de Sagasta ordenó una información. De los resultados de ella el fiscal del Tribunal Supremo —Sánchez Román— dedujo indicios «de que había atormentados y atormentadores». <<

[15] Semanas antes de celebrarse el mitin había escrito Iglesias en el mismo semanario Vida Nueva: «Opino que, ya que lo ocurrido en el proceso de Montjuich no es un caso aislado, sino, aunque más horrible que otros, uno de los muchos que constituyen el bárbaro sistema empleado en nuestro país para arrancar declaraciones o castigar a culpables o supuestos culpables, que la campaña emprendida debe tener por objeto, a la vez que la revisión del susodicho proceso, la desaparición del mencionado sistema, en vigor hoy en toda España». <<

[16] El Partido Socialista no fue nunca partidario del servicio militar obligatorio, sino de la supresión de los ejércitos permanentes y del armamento general del pueblo.

«El militarismo —escribió Iglesias— es un peligro para la paz del mundo y para las libertades y la tranquilidad del país donde domina». <<

[17] Calleja era propietario de unos hoteles y de una casa en El Escorial, y en el verano de 1900 hizo que Iglesias pasara unos días en uno de ellos. También dio que hablar este hecho, y las lenguas de los murmuradores hicieron a Iglesias «dueño de hoteles». <<

[18] Uno de los primeros actos de la minoría socialista fue renunciar al reparto de credenciales, pidiendo, en cambio, que el ingreso en el Ayuntamiento fuera siempre por concurso u oposición, y que los ascensos se diesen a la antigüedad y al mérito bien demostrado. Completaba esta proposición otra pidiendo que, en tanto recaía acuerdo, quedase suspendido todo movimiento de personal.

Esta proposición, apoyada por una reunión pública, y por la adhesión de la Cámara de Comercio, fue desechada. ¡Los concejales vieron con gusto la renuncia de los socialistas a manejar credenciales, porque de este modo tocaban a más! Una de delineante que le correspondió a Largo Caballero, y que éste no utilizó, le fue dada al hijo de un alto empleado, mozo de dieciocho años, sin nociones de dibujo y suspendido en ejercicios de escritura al dictado.

En un estudio que hicieron los socialistas de la posible extensión del nepotismo, y sólo con datos de 41 concejales y ex concejales, resultó que había empleados dos ex concejales y los siguientes familiares: un padre, un suegro, un nieto, cinco primos, nueve cuñados, 16 sobrinos, 20 hermanos y 20 hijos.

Además, se vendían y compraban credenciales. En una sesión dijo Iglesias que le había visitado una pobre mujer pidiéndole colocación para su marido. «Se la pida a usted —dijo— porque no tenemos cuarenta duros». <<

[19] Manuel Buenacasa, militante sindicalista catalán, que prestaba servicio en Barcelona por aquellos días, escribe en su libro El movimiento obrero español, 1928, lo siguiente: «Es del dominio público que la guarnición de Barcelona fraternizó con el pueblo y que fueron regimientos de las demás regiones enviados a Cataluña para sofocar la sublevación los que sometieron a los sublevados». <<

[20] En el congreso de Copenhague se votó la siguiente resolución: «El Congreso Socialista Internacional, ante los acontecimientos trágicos de que España, y particularmente Cataluña, han sido teatro en el año último, hace constar su simpatía plena a los camaradas del Partido Socialista español, a los militantes de Cataluña y a todos los obreros organizados de España que, conforme a las decisiones de la Internacional, opusieron a la aventura marroquí la acción colectiva del proletariado; protesta contra la represión bárbara de que nuestros compañeros de Barcelona y de otras poblaciones han sido víctimas, y en particular contra el asesinato seudojurídico de Ferrer, y saluda en la elección del compañero Iglesias, primer diputado socialista por la capital misma de la monarquía, el siglo decisivo del despertar de la conciencia de clase entre los trabajadores españoles». <<

[21] Publicaba El Socialista máximas o exhortaciones cortas, que llaman entrefiletes, a modo de relleno para el ajuste; se retiraron inmediatamente las que podían mortificar a los aliados, y entre ellas se encuentra la siguiente, llena de clarividencia:

«Trabajadores republicanos: Si, en vez de estar treinta y seis años esperando la implantación de la República, os hubieseis alistado en el Partido Socialista, la situación moral y material de la clase a que pertenecéis sería mejor de lo que es hoy». <<

[22] Por ejemplo, en agosto de 1912 aparece en El Socialista una carta del ministro de la Gobernación a Pablo Iglesias haciéndole saber que «se han impuesto dos meses de calabozo al guardia civil que abofeteó a un obrero y se ha amonestado a su compañero por haberlo callado». <<

[23] He aquí la relación de los votos que tuvo Iglesias en las sucesivas y excesivas elecciones generales: mayo de 1910, 40.589 votos; marzo de 1914, 22.094; abril de 1916, 17.832; febrero de 1918, 22.638 (también fue elegido Besteiro); junio de 1919, 36.469 (con Besteiro); diciembre de 1920 —ya se había deshecho la Conjunción—, 17.047 (con Besteiro), y abril de 1923— también sin Conjunción—, 21.341 (con Besteiro, Cordero, Saborit y De los Ríos). Además tuvo por compañeros a Prieto, Largo Caballero, Anguiano, Teodomiro Menéndez y Manuel Llaneza. <<

[24] Recordemos que durante el gobierno de Canalejas —y lo primero es la justicia— se promulgaron las siguientes reformas sociales o casi sociales: contrato de aprendizaje, ley de la silla, ley de casas baratas, supresión para la mujer del trabajo nocturno, reforma de los tribunales industriales, limitación de la jornada minera y transformación del impuesto de consumos y servicio militar obligatorio… Por cierto que para que fueran a África también los reclutas de cuota hubo que hacer campaña obrera. <<

[25] Contestando a La Cierva en el debate de julio de 1910 acerca de los sucesos de agosto de 1909, Iglesias explicó como sigue su pensamiento acerca del atentado personal:

«Mientras se pueda reclamar contra la autoridad arbitraria; mientras se puedan corregir las transgresiones; mientras se puedan evitar los atropellos, aunque se hayan sufrido, pero reclamando al fin, me parece que no es conveniente acudir a ese procedimiento; pero, si hay un tirano; si hay un hombre que no respeta las leyes, sino que falta a ellas, que las pisotea, que se vale de la fuerza de la nación para dañar los intereses de la misma y hasta para sacrificarlos, para sacrificar a los ciudadanos que no encuentran tribunales donde acudir, entonces encuentro legítimo el atentado». <<

[26] En uno de los acuerdos votados por el Congreso Nacional del Partido Socialista celebrado en Madrid en noviembre de 1918 consta el siguiente párrafo:

«Que todos los elementos que quieran aportar su concurso a la organización de movimientos revolucionarios se sujeten a la más estrecha disciplina para evitar actuaciones prematuras que pudieran conducir a situaciones astutamente preparadas por el enemigo para abortar el movimiento». <<

[27] El 7 de septiembre la Junta Superior de Defensa considera que debía salir al paso a cuantos cargaban exclusivamente sobre los militares la responsabilidad de lo excesivo de la represión. «Conviene al ejército —dice en un escrito— evitar que las habilidades políticas echen sobre él exclusivamente la responsabilidad de la represión y sus consecuencias, y que por generalización de concepto se pretenda poner al ejército frente al pueblo, vertiendo especies que le induzcan a creer que el ejército es principalmente quien sostiene el estado de guerra y quien exige escarmientos más próximos a la cruel venganza —tan ajena a su espíritu— que a la ecuánime justicia, propia del carácter generoso de los que son fuertes y lo saben». <<

[28] Contestando a Saborit el día 24 de mayo, Dato dijo: «Y es hora de que terminen estas leyendas de crueldad. (Saborit: No son leyendas). Sí, van a terminar porque se va a abrir una información. (Varios diputados republicanos y socialistas: ¡Ah!) (El Presidente del Consejo: ¿Pero lo habéis dudado? ¡No faltaba más! Grandes aplausos). (Prieto: ¡Cómo no habéis dicho nada hasta hoy!) Y espero que vosotros no os escudaréis afirmando que eran referencias que no habéis podido depurar, porque cuando se traen aquí hechos de esa índole se deben traer bajo la responsabilidad del que los expone». (La información ni aun se intentó). <<

[29] Medio año después el general Martínez Anido, entonces gobernador civil de Barcelona —auxiliado como jefe de Policía por el general Arlegui—, declaraba en la prensa:

«Tengo el convencimiento de que todos los sectores políticos han colaborado a mi obra, a excepción del grupo socialista, o de sus directores, los cuales han reprobado o censurado mi obra, llegando hasta levantarme calumnias en pleno Parlamento». (Textual). <<

[30] Llevó esta arriesgada campaña en las Cortes Indalecio Prieto, que una tarde recibió en el Congreso la visita de dos individuos de los Sindicatos Libres. En tonos agresivos le pidieron que rectificara incluso conceptos y juicios que no había emitido, llegando a exigirle que en lo futuro se abstuviera de formular denuncia alguna sin previo informe de la Confederación de Sindicatos Únicos. Prieto contestó digna y cortésmente lo que correspondía; un interlocutor le lanzó una injuria soez;

Prieto replicó a bofetones, pugnando por soltarse del otro agresor. Intervinieron algunos hombres, sujetando un ujier a uno de los sindicalistas, que disparó su pistola sobre Prieto, arañándole el rostro y el lóbulo de una oreja.

Fueron detenidos los agresores; causó el suceso agitación extraordinaria en el Congreso y fuera de él; pero no pasó más, salvo que, años después, la Dictadura nombró concejal del ayuntamiento de Madrid al sindicalista que disparó la pistola. Como sabemos, era ministro de la Gobernación Martínez Anido. <<

[31] De cómo eran estas Exhortaciones —recogidas en un folleto— da idea esta otra corta, que insertaba con frecuencia el periódico: «Socialista: Ten en cuenta al hacer la propaganda que no has de traer a las filas hombres solamente disgustados de los partidos burgueses, sino que estén convencidos de la bondad de nuestras ideas». <<

[32] De seguro, por esta consideración, no se le pidió a Iglesias parecer cuando la Dictadura dio un puesto en el Consejo de Estado a la representación obrera en el Instituto de Reformas Sociales. <<

[33] Julián Zugazagoitia, Una vida heroica (Pablo Iglesias). <<