Notas

[1] Como consecuencia de las sucesivas inversiones de masa de las partículas que el mayor denomina swivels («eslabones»), los pilotos de Caballo de Troya se vieron afectados por una dolencia que provocaba el envejecimiento prematuro, entre otros problemas. (Nota del autor.) <<

[2] Este tipo de calzado, como ya referí, fue de gran utilidad en nuestra aventura. Se hallaba equipado con un microcontador de pasos, un cronómetro digital, un sensor-medidor del gasto energético y una célula programada para elevar la temperatura de las sandalias, en caso de extrema inclemencia. El sensor del micromarcapasos fue ubicado en la entresuela, en la zona correspondiente a los dedos. Los datos registrados por la sandalia eran almacenados en un diminuto disco magnético, alojado a la altura del talón. Posteriormente era «leído» y decodificado por «Santa Claus», el ordenador central. En cuanto a la célula térmica, estaba programada para regular la temperatura de los pies entre 5 y 7 grados Celsius por encima de la media ambiental. Las «electrónicas», como las llamábamos, disponían también de un dispositivo, alojado en la suela, con un carácter puramente logístico. Consistía en un microtransmisor, capaz de emitir impulsos electromagnéticos a un ritmo de 0,0001385 segundos. La señal era registrada en la «vara de Moisés» y, una vez amplificada, podía ser «transportada» a larga distancia, merced a un especialísimo láser. Esto permitía el seguimiento de los exploradores en uno de los radares de la «cuna», especialmente más allá de los cinco kilómetros (15 000 pies), cuando la «conexión auditiva» que portábamos en los oídos se hacía inservible. (Nota del mayor.) <<

[3] Véase Nazaret. Caballo de Troya 4. (N. del a.) <<

[4] En el capítulo 2 se lee: «Vinieron cincuenta hombres de los hijos de los profetas y se pararon enfrente, a distancia, y ellos dos [Elías y su discípulo, Eliseo] siguieron, parándose a la orilla del Jordán. Cogió entonces Elías su manto, lo dobló y golpeó con él las aguas, que se partieron de un lado y de otro, pasando los dos a pie enjuto. Cuando hubieron pasado dijo Elías a Eliseo: “Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de que sea apartado de ti.” Y Eliseo le dijo: “Que tenga yo dos partes en tu espíritu.” Elías le dijo: “Difícil cosa has pedido. Si cuando yo sea arrebatado de ti me vieres, así será; si no, no.” Siguieron andando y hablando, y he aquí que un carro de fuego con caballos de fuego separó a uno de otro, y Elías subía al cielo en el torbellino». (N. del a.) <<

[5] Amplia información en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[6] Es muy probable que Elías se dejara ver en la corte del rey Ajab, sucesor del gran monarca Omri, hacia los años 871 o 869 a. J.C. Lo dibujan como un individuo áspero, de pésimo humor, casi siempre solitario y medio desnudo. Vestía un saq o taparrabo de piel y, en ocasiones, un manto de pelo trenzado. Ajab, como los reyes anteriores, trató de mantener buenas relaciones con sus vecinos. Y al igual que David y Salomón, tomó por esposas a diferentes princesas paganas, por puras razones de diplomacia. Una de estas mujeres fue Jezabel, hija de Itto-Baal, sacerdote tirio de la diosa Astarté. Jezabel logró oficializar el culto a los dioses Baal Melcar y Asera, designando más de ochocientos profetas-sacerdotes para los respectivos templos. Esto originó las protestas del pueblo y la persecución de muchos de los videntes o profetas de Yavé, que huyeron a las cuevas y desiertos. Uno de estos huidos fue Elías, de Tisbí. Algún tiempo después se presentó en Samaria y retó a Jezabel, profetizando una gran sequía. Elías tuvo que huir al referido torrente Querit. A partir de ahí, el profeta se vio envuelto en toda suerte de aventuras, anunciando la caída de Ajab y la muerte de Jezabel, «devorada por los perros en la propiedad de Jezrael». Años después, la revolución iniciada por Elías desencadenaría la desaparición de la estirpe de Omri, una de las dinastías más importantes de la historia de Israel. Eliseo continuó la labor de su maestro, Elías, arrebatado a los cielos por un «carro de fuego». (N. del m.) <<

[7] Amplia información sobre la expectativa mesiánica en tiempos de Jesús en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[8] Las abejas «piratas» o «pilladoras» son aquellas que se distinguen por su capacidad para asaltar otras colmenas, atraídas por el olor de la miel. Invaden la colonia y pueden destruirla. Generalmente, este tipo de pillaje se produce como consecuencia de una imprudencia del apicultor, aunque contribuye también la genética del insecto. De las doce grandes subespecies de la Apis mellifica, la adansonii es, con seguridad, la más peligrosa y enjambradora. (N. del m.) <<

[9] Gracias a «Santa Claus» tuve noticias de toda clase de colmenas, desde la época faraónica (2400 a. J.C.) hasta nuestros días, pasando por la apicultura practicada por Aristóteles y los romanos. Los estudios del biólogo austríaco Von Frisch, Tinbergen y Lorenz, entre otros, sobre la red social de las abejas y su comportamiento, fueron decisivos. (N. del m.) <<

[10] El veneno de las abejas —integrado, básicamente, por ácido fórmico, fosfórico, glicerina, colina y apina— se hallaba sometido en aquel tiempo, y desde la lejana antigüedad, a toda suerte de supersticiones. Algunos lo consideraban un eficaz remedio contra la impotencia, otros lo recomendaban contra los dolores de las articulaciones e, incluso, para despertar la inteligencia (!). Sabían que el veneno que inyectaba una abeja era mínimo (para obtener un gramo era preciso sacrificar a 20 000; hoy se ha calculado que, en cada ataque, las abejas se desprenden de 0,3 mg de veneno). Se sabe que un ataque masivo, con más de quinientas inyecciones de veneno, puede acarrear consecuencias graves a las personas tuberculosas, a las que padecen del corazón o a las que sufren desarreglos renales y nerviosos. Para obtener el veneno practicaban el «apicidio»: tapaban las entradas a la colmena y asfixiaban a la colonia mediante la quema de azufre, que desprendía gran cantidad de anhídrido sulfuroso. En cada matanza morían entre 20 000 y 50 000 abejas. (N. del m.) <<

[11] En países donde las temperaturas descienden en otoño-invierno (no era el caso del valle del Jordán), el número de abejas varía, según las estaciones. Los cálculos de la moderna apicultura establecen que, en general, abril es el mes con menor población (alrededor de 10 000 abejas por colmena). En junio y julio, esa población se incrementa hasta 50 000 y 40 000 ejemplares, respectivamente. En un panal de cuerpo de cría, por ejemplo, se reúne una media de 175 abejas por decímetro cuadrado o, lo que es lo mismo, unas 2000 por cara. (N. del m.) <<

[12] Sólo las abejas hembras disponen de aguijón. Se trata, en realidad, de una adaptación del oviscapto o aparato productor de huevos. El veneno se halla depositado en una cámara anexa. Cuando la abeja decide atacar, unos pequeños músculos se ponen en movimiento, disparando el órgano completo, que penetra en el intruso, activando un líquido urticante. Si la resistencia del cuerpo es superior a la de la abeja, ésta pierde el aguijón y el resto del aparato reproductor, desgarrándose y muriendo. El aguijón de la reina tiene forma de sable y carece de los dientes que caracterizan a los de las obreras. (N. del m.) <<

[13] Son los especialísimos «ojos» de las abejas los que favorecen la orientación fuera de la colmena. Son cinco (tres simples y dos complejos). Merced a esta maravilla de la naturaleza, el insecto se orienta respecto a la posición del sol, aunque el cielo esté nublado o la luz ambiental sea mínima. Con los ojos complejos o compuestos, la abeja es capaz de distinguir la luz polarizada. Ello le permite una visión lejana, sin posibilidad de error, tanto al ir como al retornar a la colmena. Estos dos ojos complejos aparecen a ambos lados de la cabeza. Son enormes. Están integrados por miles de omatidios (piezas hexagonales que, en las obreras, suman entre 4000 y 5000 y alrededor de 3000 en el caso de la reina). Esos 8000 o 10 000 «ojos» disponen de un singular sistema óptico que llaman de «mosaico»: el insecto «reúne» las miles de imágenes parciales obtenidas por los omatidios y las superpone.

Los tres «ojos» simples u ocelos son redondos, mucho más pequeños y ubicados en el frente. Forman un triángulo y son utilizados para la visión cercana, aunque no es tan nítida como la de otros insectos. En realidad, estos «ojos» trabajan como los modernos fotómetros, midiendo la intensidad luminosa.

Estas singulares características ópticas proporcionan a las abejas una visión amplia y espectacular en la que se incluye la radiación ultravioleta. Las abejas lo ven todo prácticamente azul. El rojo es un color desconocido para ellas. Distinguen hasta trescientas imágenes por segundo (el hombre sólo alcanza veinticuatro), con lo que disponen de una gran percepción para todo lo que se mueve. De ahí la necesidad de moverse en su entorno con un máximo de lentitud y sin brusquedades. Pero estos «ojos» también tienen sus limitaciones. Las abejas, por ejemplo, no distinguen un círculo de un cuadrado. Su reconocimiento de formas es limitado. He ahí otro de los peligros. Las abejas no saben de amigos o enemigos. (N. del m.)<<

[14] Otro de los sistemas de comunicación entre las abejas está basado en la vía química: las feromonas, unas sustancias que «transmiten» información. Cuando las «policías» localizan un posible enemigo lanzan al exterior el abdomen, liberando la feromona de la alarma. El acetato de isopentilo, principal integrante de la referida feromona de alerta, actúa como un semáforo en rojo. Y la colmena detiene su actividad. El resto de las abejas, estimulado por dicha feromona, cae igualmente sobre el intruso y evagina el aguijón, dejando al descubierto también la glándula que segrega la mencionada sustancia de defensa. Es un proceso irreversible. Las abejas, enloquecidas, aseguran la presa entre sus mandíbulas y permiten así que se propague una segunda feromona de alerta: la «2-heptanona». Nada puede ya salvar al hipotético enemigo. Miles de aguijones se clavan en la víctima. Si se trata de un hombre, la totalidad de las abejas morirá en la defensa de la colmena. (N. del m.) <<

[15] En Jerusalén. Caballo de Troya 1, el mayor hace una descripción de los ultrasonidos que utilizaba en sus investigaciones, y también como sistema defensivo. Se hallaban encerrados y miniaturizados en la «vara de Moisés», al igual que otros dispositivos técnicos, también descritos en la referida obra. Caballo de Troya, en base al llamado «efecto piezoeléctrico», y según el cual la compresión de la superficie de un cristal de cuarzo crea en él una corriente (ultrasonidos), dispuso en lo alto de la vara una «cabeza emisora» con una placa de cristal piezoeléctrico, formada por titanato de bario. Un generador de alta frecuencia alimentaba dicha placa, produciendo así las ondas ultrasónicas, en una frecuencia que oscilaba entre los 16 000 y los 1010 Herz. Con intensidades entre los 2,5 y los 2,8 milivatios por centímetro cuadrado y con frecuencias aproximadas a los 2,25 megaciclos, el dispositivo de ultrasonidos transformaba las ondas iniciales en otras audibles, mediante una compleja red de amplificadores, moduladores y filtros de bandas. Con el fin de solventar el problema del aire —enemigo de los ultrasonidos—, los especialistas del proyecto idearon un sistema, desconocido en la actualidad, capaz de «encarcelar» y guiar los citados ultrasonidos a través de un finísimo «cilindro» de luz láser de baja energía, cuyo flujo de electrones libres quedaba «congelado» en el instante de la emisión. (N. del a.) <<

[1] El olor a geraniol, denominación popular del estereoisómero E del dimetil-3,7 octadieno-2,6 o1-1, es característico del interior de las colmenas. Cada enjambre tiene su «geraniol» propio, producido por la glándula de Nassanoff, ubicada en un repliegue del abdomen. Este órgano, propio de las obreras, es otro sistema de identificación. Las abejas que ventilan frente a la piquera abren sus glándulas de Nassanoff y el geraniol atrae a las pecoreadoras y demás recolectoras, facilitando el retorno y, sobre todo, la identificación de la colmena. Si una abeja, u otro insecto, se equivoca y penetra en la colmena que no le corresponde, la diferente intensidad del geraniol la convierte en un intruso. La ejecución es inmediata. (N. del m.) <<

[17] A partir de los doce años y medio. (N. del m.) <<

[18] En aquel tiempo, la mayoría de los varones, fueran o no judíos, utilizaba una prenda interior que llamaban saq y que confeccionaban con lana, algodón o seda, según las posibilidades económicas. Los muy religiosos no mezclaban las fibras, tal y como ordenaba Yavé (?). Sólo las familias pudientes y ortodoxas disponían de una muda para cada semana. El resto se las arreglaba con lo que tenía. Una o dos veces al mes, el saq era lavado y vuelto a utilizar. En el caso de la nidá o menstruante, a la que me referiré en su momento, la ropa íntima era algo más compleja. Que yo sepa, Yehohanan siempre utilizó el mismo saq. (N. del m.) <<

[19] Como ya referí, no se trata de ojos propiamente dichos, sino de omatidios (piezas hexagonales que se yuxtaponen, formando los llamados ojos compuestos o complejos). La reina disfruta de 3000 a 4000 omatidios por cada ojo; los zánganos reúnen entre 14 000 y 16 000, y las obreras, alrededor de 10 000, también entre ambos ojos. (N. del m.) <<

[20] Para más información, véase Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[21] El llamado vuelo nupcial tiene lugar en los días soleados y sin viento. La abeja reina sale de la colmena y activa la feromona real, que atrae a los machos. Uno de ellos consigue cubrirla y se produce la cópula, siempre en el aire y de forma violenta. La totalidad del órgano reproductor del zángano queda enganchado en la vagina y, al separarse, se desgarra, provocando la mutilación y la muerte. La reina dispone de una bolsa llamada «espermateca», en el gonoducto impar de su aparato genital, en la que se almacena el esperma. Merced a la secreción de una glándula llamada «espermófila», el esperma se conserva durante toda la vida de la citada reina (entre cuatro y cinco años). En dicho vuelo nupcial, la reina puede ser fecundada hasta por diez zánganos, llenando así la reserva de esperma. Nunca más volverá a aparearse. (N. del m.) <<

[22] Para estos iniciados, la palabra hebrea que designaba a la mujer (išah) no era una casualidad. Išah es el femenino morfológico de (hombre). Adam, por su parte, se refiere al género humano, sin distinción de sexo. e išh venía a ser el todo. (N. del m.) <<

[23] Una tradición rabínica mencionaba la existencia de treinta y seis justos, responsables de hacer la voluntad de Dios en cada generación. Para otros sabios eran quince. La palabra justo (saddiq) definía al que hacía seddaqah o justicia, siempre según la perspectiva religiosa judía. Eran los justos (siempre varones) que luchaban contra el Mal (Yeser ha-Rac). Se presentaban misteriosamente en el mundo y evitaban su destrucción. Recibían la Šeḵinah o Presencia de Dios, tal y como había escrito Isaías (30, 18): «Dichosos todos los que esperan en Él». Los iniciados transformaban la palabra «Él» («LW» en hebreo) en el número «36». Es posible que parte de esta tradición naciera de la mitología egipcia. En el Antiguo Egipto, los dioses nocturnos, los que aparecían en el firmamento, eran también treinta y seis. (N. del m.) <<

[24] La apicultura moderna sabe que la colonia de una colmena procede de la abeja reina. Al nacer, la reina sólo dispone de óvulos. Una vez consumado el vuelo nupcial, la «espermateca» se llena de espermatozoides, procedentes de los zánganos. A partir de esos momentos, la reina procede a la puesta de unos dos mil huevos por día, especialmente en primavera. Se trata de huevos fecundados, de los que nacerán siempre hembras, y huevos procedentes del óvulo, hijos únicamente de la reina, que darán lugar a los machos (partenogénesis haploide o generativa). Las hembras, por tanto, son diploides. A esta génesis hay que sumar el lugar donde son depositados los huevos (las obreras se desarrollan en celdillas más pequeñas que las de los zánganos y la reina) y la alimentación recibida. Las larvas de las obreras reciben jalea real durante los tres primeros días de su existencia. A partir del cuarto se les suministra una mezcla de miel y polen. Los machos, por su parte, corren la misma suerte. Sólo la reina recibe jalea real a lo largo de todo su desarrollo. (N. del m.) <<

[25] La atrofia suele ser responsable de dos tipos de impotencia: coeundi (incapacidad para el coito) y generandi, en la que es posible efectuar el acto sexual, pero no hay capacidad de procreación. Existen, además, otros desórdenes de naturaleza psíquica que pueden contribuir a dicha falta de erección en el pene. (N. del m.) <<

[26] Amplia información en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[27] Yavé, en el Levítico (21, 20), rechaza a los judíos que tuvieran algún defecto (la lista es interminable y minuciosa), a la hora de desempeñar el cargo de sacerdote, en cualquiera de sus funciones. Si no tenía testículos —éste era el caso del Anunciador—, si sólo tenía uno, o los tenía «aplastados», tampoco era aceptado por el Dios del Sinaí. Si el pene era excesivamente largo, o muy reducido, el Santo (?) consideraba al aspirante a sacerdote como «nulo». Existía una medida —el sit—, equivalente a la distancia entre el dedo pulgar y el índice (alrededor de diecisiete centímetros), que no se podía rebasar (!). El caso de los eunucos era, incluso, más lamentable. Si un sacerdote o su primogénito eran capturados en una guerra y mutilados, la Ley los invalidaba para el servicio, tachándolos de «sospechosos de prostitución». (N. del m.) <<

[28] Además de la función exocrina, con la emisión mensual de un óvulo fecundable, el ovario desempeña una labor endocrina, íntimamente vinculada a la primera. Merced a esta última, la mujer dispone de estrógenos, progesterona y andrógenos (hormonas esteroides sexuales). (N. del m.) <<

[29] Como ya expliqué, la Šeḵinah era la «Esencia Divina». Otros la dudas, el Ser más sagrado para el pueblo judío. Tras la destrucción del Segundo Templo por Roma, en el año 70 de nuestra era, la Šeḵinah dejó de tener una ubicación concreta y se transformó en un concepto abstracto que acompaña siempre a la comunidad judía, allí donde esté. (N. del m.) <<

[30] Yehohanan utilizó la palabra qetoret (incienso), que en arameo significa también «atar» (nudo). La raíz qtr está ligada a otro término arameo, equivalente a ktr (hebreo), que expresa la idea de «corona» (atara) o algo circular. Creí entender que el Anunciador concedía a la Šeḵinah una forma física circular semejante a una «corona» o keter. Eso deduje de sus palabras y del concepto «hacer rodar» (galal) con el que expresó la situación de la Divina Presencia o Matrona en el mundo, a raíz de los pecados de la nación judía. (N. del m.) <<

[31] Como ya he referido, el Debir o «Santísimo» era la estancia más sagrada del Templo. Cuando fue construida por el rey Salomon contenía el arca de la Alianza. El Debir o Qadosh haqedoshim era un habitáculo sin ventanas en el que, supuestamente, habitaba Dios o, más exactamente, la Šeḵinah. Hacia el año 922 a. J.C., tras la muerte de Salomón, el arca desapareció misteriosamente. Nadie sabe con certeza qué fue de ella. Algunas tradiciones rabínicas afirman que fue escondida en los subterráneos del Templo. Salomón —dicen— pudo ser el responsable, consciente de sus pecados y de las reiteradas amenazas de Yavé. Otros opinan que el arca fue sacada de Jerusalén hacia el 587 a. J.C., merced a una revelación divina del profeta Jeremías, que «supo» de la inminente llegada del persa Nabucodonosor. En la primavera de ese año, la Ciudad Santa fue arrasada y el Templo destruido. (N. del m.) <<

[32] En la época de Jesús, ninguno de los apicultores sabía con certeza cómo se producía la miel. Ignoraban que el néctar procede del licor azucarado que se almacena en la corola de las flores y que ya en el camino de regreso a la colmena, la recolectora inicia el proceso de transformación de dicho néctar, gracias a las secreciones glandulares faríngeas y mandibulares, ricas en enzimas (diastasas) que hidrolizan la sacarosa, transformándola en los azúcares propios de la miel: glucosa y fructosa. Si en el buche caben entre 20 y 40 mg de néctar, eso significa que cada abeja necesita dos horas de vuelo para llenarlo. (N. del m.) <<

[33] De regreso a la colmena, las abejas recolectoras regurgitan el néctar, ya en proceso de transformación, que pasa a disposición de las obreras. Éstas lo depositan en las celdillas de los panales. Durante dichas manipulaciones, el néctar pierde agua por evaporación (alrededor de un 30 por ciento). Al opercular o cerrar los panales, la miel dispone de un 18 por ciento de agua, lo que permite su conservación indefinida. (N. del m.) <<

[34] Lo que traté de comunicarle es que un buen apicultor procura aliviar el trabajo de sus abejas a la hora de trasvasar agua a la colmena. Para que el enjambre pueda disponer de un litro de agua, la colonia tiene que ir y venir unas veinticinco mil veces. Una colmena media, de unos treinta o cuarenta mil ejemplares, consume alrededor de medio litro de agua al día. De ahí la importancia de situar la colmena lo más cerca posible de ríos, lagos o fuentes. (N. del m.) <<

[35] El investigador Von Frisch descubrió este singular «lenguaje» de las abejas en 1927. Cuando las pecoreadoras vuelan al exterior y localizan una mancha de flores, lo suficientemente nutritiva, retornan a la colmena y comunican el hallazgo a las obreras. Para ello disponen de un doble método: los vuelos circulares y lo que se denomina «danza de coleteo», en forma de «ocho». Es una original y prodigiosa forma de comunicación que permite la orientación de la colonia respecto a los recursos florales y la «información», al detalle, de la calidad del polen y del néctar encontrados. La abeja exploradora se mueve en la oscuridad de la colmena, o bien en la piquera o entrada, y dibuja círculos sobre los panales, o en el aire, informando así de que las flores se encuentran a menos de veinticinco metros. Si la materia prima aparece a más de cien metros de la colmena, la pecoreadora trazará «ochos» e interrumpirá la danza con rítmicos movimientos del abdomen. Las obreras analizan el néctar regurgitado por las exploradoras y saben si se trata de un producto de calidad. Si es bueno, y si merece la pena que el resto de la colonia se ponga en marcha, la obrera moverá las antenas con rapidez. Si el movimiento es lento, la colonia rechaza la oferta y las exploradoras vuelven al exterior. (N. del m.) <<

[36] Yehohanan se refería al capítulo 37, versículo 12: «Profetiza, pues, y diles: “Mirad, voy a abrir vuestras tumbas, os sacaré de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré a la Tierra de Israel.”» (N. de m.) <<

[37] En el capítulo 12, versículo 1, del libro de Daniel, se dice: «En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo. Será aquél un tiempo de angustia como no habrá habido hasta entonces otro desde que existen las naciones. En aquel tiempo se salvará tu pueblo: todos los que se encuentren inscritos en el Libro». Se refiere, probablemente, al Libro de los Predestinados, según el Éxodo (32) e Isaías (4), entre otros. (N. del m.) <<

[38] Amplia información en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[39] El libro primero de Reyes, en su capítulo 17, dice textualmente: «Y dijo Elías, tesbita que habitaba en Galaad, a Acab: “Como que vive el Eterno, Dios de Israel, ante Quien estoy en pie, no habrá rocío ni lluvia en estos años sino de acuerdo con Mi palabra”.

»Y fue la palabra del Eterno a él, diciéndole: “Vete de aquí, y vuélvete al oriente, y ocúltate junto al arroyo Crit [Querit], que está delante del Jordán. Y será que beberás del arroyo, y he ordenado a los cuervos que te alimenten allí.” Fuese pues e hizo conforme a la palabra del Eterno, por cuanto fue y vivió junto al arroyo Crit, que está delante del Jordán. Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde, y del arroyo bebía. Y ocurrió después de un tiempo que el arroyo se secó, porque no había lluvia en la tierra. Y fue la palabra del Eterno a él, diciéndole: “Levántate, vete a Sarepta [Tzarfat], que pertenece a Sidón, y vive allí. He aquí que Yo he ordenado a una viuda allí que te dé el sustento.” Levantose pues y fue a Sarepta, y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí que una viuda recogía leña. Y la llamó y le dijo: “Ruégote me traigas un poco de agua en una vasija para que beba.” Y cuando ella iba a traérsela, él la llamó y le dijo: “Ruégote me traigas un pedazo de pan en tu mano.” Y ella contestóle: “Vive el Eterno, tu Dios, que no tengo pan cocido, sino sólo un puñado de harina en la tinaja, y un poco de aceite en la orza. Ahora estoy recogiendo un par de leños para que pueda entrar y aderezarlo para mí y para mi hijo, para que comamos, y [después] muramos.” Y le dijo Elías: “No temas. Ve y haz como tú has dicho pero hazme primero una pequeña torta, y tráemela, y haz luego otra para ti y para tu hijo.” Por cuanto así dice el Eterno, Dios de Israel: “La tinaja de harina no se consumirá, ni la orza de aceite se agotará hasta el día en que el Eterno envíe lluvia sobre la tierra.” Y ella fue e hizo conforme a lo dicho por Elías; y ella, y él, y la casa de ella, comieron muchos días. La tinaja de harina no se agotó, ni la orza de aceite se terminó, de acuerdo con la palabra del Eterno, que dijo por conducto de Elías». (N. del a.) <<

[40] En el libro segundo de Reyes (2, 8) se lee: «Tomó Elías su manto, lo enrolló y golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasaron ambos [Elías y Eliseo] a pie enjuto». (N. del a.) <<

[41] Amplia información en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[42] Entre los diferentes «trabajos» que se asignaban a Elías para el momento de su retorno, en los días previos a la aparición del Mesías, figuraban los siguientes: mediador entre Dios e Israel (así lo deducían de la ya citada profecía de Malaquías 3, 23), suavizador de la cólera del Eterno (antes de la furia final de Dios), preparador de la liturgia que debería rodear la entronización del Mesías, según reza el libro primero de Henoc (Elías adoptaría el símbolo o la apariencia de un carnero y, ayudado por tres ángeles, facilitaría el retorno del Mesías, que se presentaría bajo el aspecto de un toro blanco con enormes cuernos. Henoc I, 90, 31, 37), restaurador de la gloria nacional judía (independientemente de su papel como «anunciador»), «policía del orden» (según la Misná, resolvería los contenciosos pendientes; por ejemplo, la propiedad sobre un dinero o sobre cualquier otro objeto que hubiera sido encontrado por casualidad. El asunto —decían— debe dejarse «hasta que venga Elías»), resucitador de muertos (véase «Sota», en la Misná, 9, 15) y «separador de lo puro y de lo impuro» (era otra de las obsesiones de los rigoristas). Elías tenía la obligación de esclarecer la pureza de las familias, «restableciendo así a las tribus de Jacob», como afirma la Biblia (Eclo. 48, 10); en otras palabras, declarar puro o impuro, que era lo mismo que «alejar» o «acercar», a los que habían sido injustamente rechazados o admitidos. Sólo las familias con un origen racial puro formarían parte del «reino» (!). En el colmo del racismo, los judíos aseguraban que Elías disponía de un libro en el que registraba cada matrimonio. Así se sabía quién se casaba con una mujer inferior, desde el punto de vista de la pureza racial. Para los muy religiosos, la Presencia Divina o Šeḵinah sólo podría reposar sobre las familias de ascendencia legítima, como decía Jeremías (31, 1). (N. del m.) <<

[43] Algunos rabinos decían que el seol no era, en realidad, un lugar inmaterial. Aseguraban que podía entrarse en él, retirando el peñasco que lo cerraba y que se hallaba, justamente, en mitad del suelo del «Santísimo», en el Templo de Jerusalén… (N. del m.) <<

[44] «Vuestros muertos vivirán; los cadáveres resucitarán. ¡Despertaos! ¡Cantad, los que dormís en el polvo!» (Isaías 26, 19). «Los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para eterna vida, otros para eterna vergüenza y confusión» (Daniel 12, 2). También el Libro de Baruc, los Salmos y los Testamentos de los Patriarcas (textos incluidos en la Biblia apócrifa) se refieren a la posibilidad de la resurrección de los muertos. (N. del m.) <<

[45] Amplia información en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[46] Amplia información en Jerusalén. Caballo de Troya 1. (N. del a.) <<

[47] Amplia información en Saidan. Caballo de Troya 3. (N. del a.) <<

[48] Mediante un proceso de pulverización, el explorador cubría su cuerpo desnudo con una serie de aerosoles protectores que formaban una segunda piel, capaz de proteger zonas vitales, tanto de una posible agresión mecánica como bacteriológica. Este eficaz «traje» resiste impactos como el producido por un proyectil (calibre 22 americano), a veinte pies de distancia, sin interrumpir el proceso normal de transpiración y evitando la filtración, a través de los poros, de agentes químicos o biológicos. (N. del m.) <<

[49] Amplia información en Masada. Caballo de Troya 2. (N. del a.) <<

[50] Entre los numerosos componentes benéficos de la miel, existe un grupo, llamado genéricamente «inhibina», que disfruta de un alto poder bactericida. Su papel es similar al de antibióticos como la terramicina, la aureomicina y la estreptomicina, como demostró el bacteriólogo Sakett. La «inhibina», al parecer, es consecuencia de la acumulación de peróxido de hidrógeno, producido en la miel por la glucoso-oxidasa, un sistema natural de enzimas. (N. del m.) <<

[51] Para algunos grupos judíos, como ya indiqué, el seol era una especie de infierno en el que habitaba la inteligencia humana. Esa inteligencia permanecía en el seol mientras subsistía la materia o, al menos, la osamenta. En ocasiones, esas «almas muertas» huían del infierno y se presentaban en la Tierra, anunciando catástrofes o persiguiendo a los justos. Los malvados e impíos —según estas sectas— nunca eran molestados por las nefeš metah. Era el privilegio de «los que no conocen la paz». Para evitarlas —generalmente se presentaban en las encrucijadas—, los hombres honrados procuraban caminar a la luz del día. En determinados lugares observé altos postes en los que los caminantes anudaban cintas de color rojo, como «aviso a las almas muertas». Se contaban decenas de historias sobre las persecuciones de estas luces a hombres y bestias (nunca a mujeres). La «explicación» (?), para los muy religiosos, se hallaba en la propia naturaleza femenina, «siempre del lado del mal». (N. del m.) <<

[52] Las tradiciones judías señalaban a Lilit como la primera mujer de Adán. Fue expulsada del Paraíso —dicen— por su mal carácter y por incitar a la revolución contra Dios. Eva ocupó su lugar. Los hijos de Lilit eran llamados lilim (véase Targum Jerosolomitano), los peores demonios conocidos. En realidad, Lilit era un personaje mitológico cananeo, derivado de lilitu (asirio), un espíritu del viento que terminó por convertirse en demonio-mujer. (N. del m.) <<

[53] Según Abá Saúl, el misterioso Melquisedec fue arrebatado en un rejeb o «carro de fuego», cuando contaba unos cien años de edad. Amplia información en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[54] Suponiendo que Malaquías hubiera existido, hacía más de cuatrocientos cuarenta y cinco años que Israel no conocía profeta alguno. Para los sabios y doctores de la Ley, lo único que sustituía a la persona del profeta, enviado por Dios, era el bath kol o «voz celestial». Esa «voz», sin embargo, no era aceptada con facilidad por las castas sacerdotales, fariseos, etc., que sólo se inclinaban ante la halaká (desarrollo del derecho, fundamentado en la Torá, e interpretación histórica y doctrinal de las Sagradas Escrituras). Si alguien afirmaba haber oído la citada «voz celestial», primero debía pasar el filtro de las autoridades religiosas. El pueblo sencillo sí creía en estos videntes y santos, portadores —decían— del espíritu de Dios. (N. del m.) <<

[55] Los acúfenos afectan, en mayor o menor grado, a un 25 por ciento de la población de más de cuarenta y cinco años. No se sabe con seguridad qué los provoca. Hay tantas descripciones de estos ruidos como pacientes. A veces se trata de zumbidos o pitidos. Otros oyen rugidos, silbidos, sonidos de grillos, o de campanas, trinos de pájaros, o combinaciones de varios, en forma permanente o esporádica. Según los especialistas, las causas más probables son la pérdida auditiva, infecciones, obstrucciones, tumores del oído medio, dolencia de Ménière, lesiones en el cráneo, anemia, problemas en los vasos sanguíneos e hipotiroidismo, entre otras. A la hora de dormir, debido al silencio, los acúfenos se intensifican y se hacen más molestos. Pueden ser sonidos en ambos oídos, o en uno de ellos. Los acúfenos cambian con el paso del tiempo (no confundir con «acusma» o alucinación acústica). (N. del m.) <<

[56] El libro de Ezequiel dice textualmente: «El año treinta, el día cinco del cuarto mes, encontrándome yo entre los deportados, a orillas del río Kebar, se abrió el cielo y contemplé visiones divinas. El día cinco del mes —era el año quinto de la deportación del rey Joaquín— la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Kebar, y allí fue sobre él la mano de Yavé.

»Yo miré: vi un viento huracanado que venía del norte, una gran nube con fuego fulgurante y resplandores en torno, y en el medio como el fulgor del electro, en medio del fuego. Había en el centro como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el siguiente: tenían forma humana. Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. Sus piernas eran rectas y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña del buey, y relucían como el fulgor del bronce bruñido. Bajo sus alas había unas manos humanas vueltas hacia las cuatro direcciones, lo mismo que sus caras y sus alas, las de los cuatro. Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente. En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila. Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí y otras dos que le cubrían el cuerpo; y cada uno marchaba de frente; donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y no se volvían en su marcha.

»Entre los seres había algo como brasas incandescentes, con aspecto de antorchas, que se movían entre los seres; el fuego despedía un resplandor, y del fuego salían rayos. Y los seres iban y venían con el aspecto del relámpago.

»Miré entonces a los seres y vi que había una rueda en el suelo, al lado de los seres de cuatro caras. El aspecto de las ruedas y su estructura era como el destello del crisólito. Tenían las cuatro la misma forma y parecían dispuestas como si una rueda estuviese dentro de la otra. En su marcha avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su marcha. Su circunferencia tenía gran altura, era imponente, y la circunferencia de las cuatro estaba llena de destellos todo alrededor. Cuando los seres avanzaban, avanzaban las ruedas con ellos, y cuando los seres se elevaban del suelo, se elevaban las ruedas. Donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos porque el espíritu del ser estaba en las ruedas. Cuando avanzaban ellos, avanzaban ellas, cuando se paraban, se paraban ellas, y cuando ellos se elevaban del suelo, las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas. Sobre las cabezas del ser había una forma de bóveda resplandeciente como el cristal, extendida por encima de sus cabezas, y bajo la bóveda sus alas estaban rectas, una paralela a la otra; cada uno tenía dos que le cubrían el cuerpo.

»Y oí el ruido de sus alas, como un ruido de muchas aguas, como la voz de Šadday; cuando marchaban, era un ruido atronador, como ruido de batalla; cuando se paraban, replegaban sus alas. Y se produjo un ruido.

»Por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas, había algo como una piedra de zafiro en forma de trono, y sobre esta forma de trono por encima, en lo más alto, una figura de apariencia humana.

»Vi luego como el fulgor del electro, algo como un fuego que formaba una envoltura, todo alrededor, desde lo que parecía ser sus caderas para arriba; y desde lo que parecía ser sus caderas para abajo, vi algo como fuego que producía un resplandor en torno, con el aspecto del arco iris que aparece en las nubes los días de lluvia: tal era el aspecto de este resplandor, todo en torno. Era algo como la forma de la gloria de Yavé. A su vista caí rostro en tierra y oí una voz que hablaba.

»Me dijo: “Hijo de hombre, ponte en pie, que voy a hablarte.” El espíritu entró en mí como se me había dicho y me hizo tenerme en pie; y oí al que me hablaba. Me dijo: “Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a la nación de los rebeldes, que se han rebelado contra mí. Ellos y sus padres me han sido contumaces hasta este mismo día. Los hijos tienen la cabeza dura y el corazón empedernido; hacia ellos te envío para decirles: Así dice el señor Yavé. Y ellos, escuchen o no escuchen, ya que son una casa de rebeldía, sabrán que hay un profeta en medio de ellos. Y tú, hijo de hombre, no les tengas miedo, no tengas miedo de sus palabras si te contradicen y te desprecian y si te ves sentado entre escorpiones. No tengas miedo de sus palabras, no te asustes de ellos, porque son una casa de rebeldía…”». (N. del a.) <<

[57] Los doctores y escribas defendían que las hayyot vivían en un firmamento especial, por encima del aravot o desierto. La longitud de ese «cielo» —decían— era superior a la distancia que podría recorrer un hombre (siempre varón) en mil quinientos años. Cada hayyot o «viviente» disponía de una pezuña tan grande como todos los cielos juntos (nadie se atrevía a proporcionar una medida para la suma de los siete firmamentos, aunque los más audaces hablaban de quinientos años de marcha para calcular la altura de cada cielo). En su fantasía, los judíos afirmaban —siempre en voz baja— «que la estatura del Santo era, como mínimo, de mil quinientos años de marcha». (N. del m.) <<

[58] En aquel tiempo, aunque lo más común era la «hoja» de papiro, a la que ya me referí en su momento, los escritos religiosos, especialmente los judíos, se llevaban a cabo sobre el soporte de pergamino, más noble y más caro. Había empezado a utilizarse hacia el año 300 antes de Cristo. Después de los procesos previos —remojo, introducción de la piel en cal viva o apelambrado, etc.—, el pergamino se tensaba con cuerdas y clavijas y se procedía al descarnado, alisando, sobre todo, la parte de la flor (la zona que debería aprovecharse para la escritura). Después se pulía con piedra pómez y se dejaba secar lentamente. Concluido el secado, la piel era retirada del bastidor y sometida a un segundo pulimento, eliminando las impurezas y desigualdades. Por último, recibía un apresto, siempre del lado de la flor, que consistía, generalmente, en una capa de cola de gelatina y almidón, procedente de cereales triturados. Según la tensión a la que fuera sometida la piel, así era el resultado: piel blanca, opaca o traslúcida. Esta última era muy codiciada. El pergamino blanco era destinado, básicamente, a la confección de instrumentos musicales de percusión (eran célebres los tambores del Nilo). (N. del m.) <<

[59] La reproducción del pergamino se encuentra entre las páginas 280 y 281. <<

[60] Como he referido en otras oportunidades, «a las doce» equivale al frente del piloto que está volando. Las «nueve» sería a su izquierda, «a las tres» significa a su derecha, y «a las seis», a su espalda. El resto de las horas representa las restantes posiciones. (N. del m.) <<

[61] La palabra «apocalipsis» procede del griego. Significa «revelación»; la que hace Dios a los hombres, mediante todo tipo de visiones. Esas manifestaciones o «informaciones», tanto sobre el pasado, presente o futuro, son consignadas en forma de libro. Es la diferencia con las revelaciones a los profetas, que eran transmitidas oralmente. En los textos apocalípticos —no necesariamente relacionados con la destrucción— se juega siempre con la simbología. Dios transmite mediante el juego de números, palabras, personajes, etc. Son los lectores quienes deben descubrir el sentido de dicha simbología. (N. del m.) <<

[62] Capítulo 7, versículo 4: «Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel». (N. del m.) <<

[63] Como ya he referido en otras oportunidades, en la época de Jesús, nadie hablaba de «Palestina» o «Israel». Estos conceptos son muy posteriores. Cuando la versión latina de la Vulgata se refiere a los palaestini (lo menciona quince veces), en realidad está hablando de los filisteos, el «pueblo del mar» que se asentó en las costas israelíes hacia el siglo XII a. J.C. La región en cuestión fue llamada Pelescheth, en recuerdo de los filisteos, vencidos finalmente por los reyes Saúl y David. Posteriormente, los griegos que comerciaban con dicha costa tomaron la costumbre de denominar la totalidad del país por la región que ellos visitaban. Así nació Palestiné. La mayor parte de los judíos utilizaba tres fórmulas diferentes para hacer alusión a su patria: «tierra de Judá», «tierra santa» y, la más común, «la Tierra» (la tierra del Santo, como consta en el Talmud, Gittin). Los romanos la llamaban Judaea (Judea). (N. del m.) <<

[64] Según los judíos del tiempo de Jesús las siete tierras se hallaban una sobre la otra. Sus nombres eran: Eres, Ge (para algunos era la tierra en la que se encontraba el seol o infierno), Nešiyyah, Siyyah (en estas dos últimas —decían— fueron desterrados los impíos que construyeron la torre de Babel), Arqa y Tevel (la más elevada, como dice el libro de los Salmos 9, 9). (N. del m.) <<

[65] Eso significaba casi cinco millones de kilómetros cuadrados (!). Israel, en realidad, rondaba los 25 000 kilómetros cuadrados; un territorio parecido al estado norteamericano de Vermont o a la isla italiana de Sicilia. Para que nos hagamos una idea, un caminante necesitaba tres días para recorrer la distancia entre Nahum y Jerusalén y una jornada, aproximadamente, para llegar de la ciudad santa al río Jordán. (N. del m.) <<

[66] En aquellos momentos (año 25 de nuestra era), el Imperio romano sumaba más de cinco mil kilómetros, de este a oeste (mar Caspio a Hispania), y dos mil cuatrocientos, de norte a sur (Germania al norte de África). (N. del m.) <<

[67] Los judíos del tiempo de Jesús creían que la tierra santa se hallaba bañada por siete mares: el grande (Mediterráneo), el de la Sal (mar Muerto o de Sodoma), el de Aco (actual golfo de Aqaba), la Samoconita (lago de Hule), el yam (actual mar de Tiberíades), el Apameo y el Schelyath (pequeños lagos en la región de Idumea, al sur de Jerusalén, hoy desaparecidos). (N. del m.) <<

[68] El Anunciador no vivió para ver el desenlace de aquella fiebre mesiánica. Nunca se logró reunir cinco ejércitos y, mucho menos, los citados 142 322 hombres. Jerusalén y el Segundo Templo fueron destruidos por Tito en el año 70 de nuestra era. Según los sabios judíos, la Šeḵinah o Presencia Divina no retornó a la tierra santa de Israel. (N. del m.) <<

[69] Para más información, véase Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[70] En el dispositivo receptor, cuya descripción no estoy autorizado a reseñar, existía un «convertidor» analógico-digital que chequeaba las señales a razón de catorce mil veces por segundo. Los niveles de tensión eran convertidos posteriormente en dígitos. «Santa Claus» se ocupaba de la interpretación última. (N. del m.) <<

[71] Caballo de Troya modificó el material inicial de los squids, integrado básicamente por niobio y, posteriormente, por itrio-bario-óxido de cobre, transformando este tipo de «nemo» en una «criatura» orgánica de treinta nanómetros, con un «camuflaje» especial que podríamos identificar con las células «T» (los linfocitos que maduran en el timo, bajo el esternón). Las células «T» o asesinas (citotóxicas) forman el grueso del sistema inmune, devorando y destruyendo cuanto les resulta ajeno. De esta forma evitábamos el peligro de los ácidos del estómago y, sobre todo, como digo, el rastreo de los verdaderos «carroñeros» que vigilan en la sangre. Para mayor seguridad, los squids fueron dotados de un «flotador» consistente en la proteína «CD-8», exclusiva de las referidas «T», y descubierta por Edward Boyse. (N. del m.) <<

[72] Aunque no existe un criterio unánime, se sospecha que el ser humano disfruta de ocho tipos diferentes de memoria. Una de las más importantes es la llamada «declarativa», que reúne la memoria a corto plazo (retiene información durante segundos o minutos) y la memoria a largo plazo. Esta última se subdivide en «semántica» e «histórica». La primera guarda los conocimientos puramente teóricos y la segunda custodia la totalidad de los hechos que la mente (?) o el espíritu (?) decide considerar como «importantes e interesantes». Cada individuo recibe alrededor de dos mil imágenes (visuales y acústicas) en una jornada (en ocasiones, muchas más), susceptibles de ingresar en la memoria «declarativa». (N. del m.) <<

[73] A título puramente descriptivo puedo decir que este tipo de «nemo» trabajó a pie de neurona. Un segundo «batallón», por seguridad, utilizó la técnica de la «ventana», precipitándose sobre la membrana plasmática exterior de dichas neuronas. En ambos casos, como mencioné, los «robots orgánicos» analizaban la información aportada de una neurona a otra. El cerebro humano, como es sabido, dispone de un billón de células. De éstas, unos cien mil millones son neuronas, encadenadas en redes, y de las que dependen la inteligencia y la memoria, entre otras facultades. La mayor parte de estos squids quedaba anclada en la hendidura sináptica y allí analizaba y «fotografiaba» el paso de los neurotransmisores (para que podamos hacernos una idea de la perfección de los «nemos», basta decir que los ubicados frente a las llamadas células de Purkinje estaban capacitados para procesar una información procedente de 200 000 fibras paralelas, simultáneamente). Una de las claves, insisto, eran los neurotransmisores, unas delicadas sustancias químicas que motorizan muchas de las funciones del organismo humano. Hoy son conocidos alrededor de cincuenta. Para lograr la liberación de dichos neurotransmisores, la neurona utiliza lo que Cajal llamaba «el batir de alas de la mariposa»: potenciales de acción o breves impulsos eléctricos en los que navega —«empaquetada»— la información, y que se transmite desde el soma o cuerpo celular de la neurona, por los axones o «tentáculos», hasta la sinapsis. Al alcanzar el final del axón, ese «batir de alas» hace el «milagro» y provoca la liberación de los neurotransmisores, alojados hasta esos instantes en microscópicas vesículas. Los neurotransmisores se precipitan entonces en la hendidura sináptica y terminan fusionándose con la membrana postsináptica (siguiente neurona). En ese momento, los «nemos» estaban allí y captaban la secuencia, proporcionando una información decisiva. (N. del m.) <<

[74] Como ya expliqué anteriormente, muchas de las culturas de aquel tiempo, incluida la judía, creían en la teoría de las «tres almas», defendida en su momento por Platón. El varón (en la mujer no estaba tan claro) disponía de una alma inmortal, ubicada en el interior de la cabeza. Era el centro de la inteligencia y de los sentimientos. Por debajo, en el pecho, residía la segunda alma, que participaba de la razón y que era regada por los influjos del corazón, nudo de venas y fuente de la sangre. Una tercera alma, tan mortal como la anterior, anidaba entre el diafragma y el ombligo. No dependía de la razón; sólo de la comida y de la bebida. Pues bien, las tres almas podían verse alteradas por el viento o el desequilibrio humoral. Si los espíritus maléficos se apoderaban de la segunda alma, residente en el tórax, la persona dejaba de utilizar la razón, podía perder la memoria y se transformaba en un «poseso». Este fenómeno recibía el nombre de yad o «posesión», en arameo. Era la explicación a la mayor parte de los desequilibrios mentales. Si los espíritus se apoderaban de la tercera alma, el infeliz perdía el apetito, dejaba de comer y caía en un estado de postración que desembocaba generalmente en la muerte. Éste era el caso de Aru, el joven negro «tatuado», al que también me he referido en su momento. (N. del m.) <<

[75] La «resaca psíquica», como ya he indicado en otras páginas de estos diarios, consistía en un mal, no catalogado por la medicina, que afectó a Eliseo y a quien esto escribe. Fue detectado a raíz de las sucesivas inversiones de masa de los swivels. Los fulminantes cambios de «ahora» provocaban una masiva destrucción de las redes neuronales, con una compleja batería de consecuencias físicas y psíquicas. Quizá la más peligrosa, a efectos de nuestra misión, era la súbita disociación entre el consciente y el subconsciente, que generaba, entre otros problemas, la errónea interpretación del tiempo y del espacio. Las memorias quedaban bloqueadas —no sabíamos si indefinidamente—, y Eliseo y yo, perdidos en un tiempo que no era el nuestro. No sabíamos cuándo podía estallar la crisis. Para intentar frenar los efectos de esta «resaca psíquica», los responsables de la operación —conocedores del mal desde el primer momento— depositaron en la «cuna» diferentes fármacos. Uno de los más eficaces fue la dimetilglicina, que actuaba como poderoso antioxidante. En esta ocasión, yo los había olvidado en la aldea de Salem. Cuando perdí la conciencia llevaba cinco días sin tomar las referidas tabletas. (N. del m.)

Amplia información en los siete volúmenes anteriores de Caballo de Troya. (N. del a.) <<

[76] Es posible que la amarga experiencia fuera una mezcla de amnesias, que afectó a las principales funciones de la memoria: fijación, conservación y evocación. La amnesia de fijación o anterógrada impidió que pudiera guardar los recuerdos «hacia adelante» (a partir del incidente en el Firán). Por su parte, la amnesia retrógrada, que altera la facultad de conservación de la memoria, «ocultó» la totalidad de mis vivencias «hacia atrás». Fue la anterógrada la que, en definitiva, provocó también la pérdida de la capacidad espacio-temporal, convirtiéndome en un ser indefenso. Esta desorientación amnésica fue la responsable, igualmente, del mecanismo de defensa que la ciencia llama «fabulaciones» (ante el vacío de memoria, el sujeto inventa situaciones y personajes). (N. del m.) <<

[77] La hipermnesia es una alteración cuantitativa de la memoria. El afectado dispone de un volumen mnémico muy superior a lo habitual. En otras palabras: su capacidad para recordar, en especial en lo que se llama memoria «declarativa», es excepcional. Se desconoce la causa de semejante sobreexcitación de la memoria, aunque, generalmente, suele aparecer después de determinados trastornos orgánicos o lesiones. (N. del m.) <<

[78] Amplia información sobre el mitracismo en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[79] Amplia información en Jerusalén. Caballo de Troya 1. (N. del a.) <<

[80] Antíoco IV fue un rey odiado por los judíos, aunque sus intenciones, desde un punto de vista estrictamente histórico, no fueron tan perversas como parece. Epífanes quiso modernizar su reino y acudió, para ello, a la helenización. Jamás, en la época de la dinastía seléucida, se fundaron tantas ciudades como bajo el reinado de Antíoco IV. Los gimnasios se convirtieron en el centro de la vida pública. Los planes de Antíoco contemplaban la transformación de Jerusalén, y del resto del país, hasta convertirlos en modelo de ciencia y progreso. Jerusalén sería una polis, a la que denominaría Antioquía. Zeus sustituiría a Yavé. Y en el año 167 a. J.C., esos proyectos se pusieron en marcha y la religión judía, sencillamente, fue prohibida. El Templo fue consagrado a los dioses paganos y todo quedó impuro, a excepción del pequeño recipiente de aceite del que deriva la leyenda y que, al parecer, fue hallado por Judas, el Macabeo, en el mes de kisléu (diciembre) del año 164. (N. del m.) <<

[81] Algunas escuelas rabínicas justificaban la Hanukah, remontándola a los tiempos del padre Adán. «Cuando el primer hombre observó que los días se hacían más cortos —decían—, pensó que se debía a sus pecados». Y Adán hizo penitencia y decidió ayunar y orar durante ocho días. Entonces comprobó que los días empezaban a ser más largos, y lo celebró durante ocho días. Según esta versión, de ahí procedía la fiesta de las luces. Otros, más pragmáticos, suponían que la fiesta de la Dedicación no era otra cosa que una «adaptación» de las celebraciones paganas, llamadas Saturnales, y que se iniciaban hacia el 17 de diciembre, cuatro días antes del solsticio de invierno. El día de Saturno alcanzó gran auge en todo el Mediterráneo, especialmente en Roma, preparando a la población para el «resurgimiento del sol». Los muy religiosos rechazaban esta segunda posibilidad (de hecho, muchas de las celebraciones paganas se hallaban incluidas en el Aboda zara, la tradición oral que condenaba la idolatría o «cultos extraños»). Un tercer grupo rabínico justificaba la Hanukah como la purificación anunciada por el profeta Ageo, hacia el año 520 antes de nuestra era (año de Darío). Ageo, en el capítulo segundo, fija la fecha para dicha purificación especial: vigésimo cuarto día del noveno mes; es decir, 24 de diciembre, según el cómputo judío. (N. del m.) <<

[82] Literalmente, en hebreo, «Milagro grande fue allí». (N. del m.) <<

[83] Mientras duraba la Janucá, cada noche, antes del encendido de las velas, el padre de familia, o el más viejo, entonaba la siguiente bendición: «Bendito sea el Señor, nuestro Dios, Rey del Universo, que nos ha santificado con sus preceptos y nos ha ordenado encender las luces de la Janucá. Bendito sea el Señor, nuestro Dios, Rey del Universo, que hizo milagros a nuestros padres en aquellos tiempos y en esta época. Bendito seas, oh Señor, nuestro Dios, el de nuestros antepasados, Rey del Universo, que nos preservaste, sustentaste y nos permitiste llegar al día presente». Esta última recitación era entonada, únicamente, en la primera noche de la fiesta. Tras el encendido de la primera vela, la familia proseguía con las bendiciones y con un largo himno que Kesil, prudentemente, soslayó. En dicho cántico no se dejaba en buen lugar a los griegos… (N. del m.) <<

[84] En hebreo, «Nes gadol haiá sham». (N. del m.) <<

[85] Amplia información en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[86] Existen numerosas cromosomopatías o alteraciones de los cromosomas. Todas ellas desembocan en cuadros patológicos. Algunas se deben a problemas numéricos o estructurales, pudiendo afectar a los cromosomas sexuales, o al resto (síndromes gonosómicos o autosómicos). La trisomía es una de las anomalías cromosómicas más frecuentes. Como ha sido dicho, consiste en la presencia de tres cromosomas homólogos, en lugar de dos, con un número total de 47. La primera descripción del cariotipo XYY la llevaron a cabo en 1961 (Sandber y sus colaboradores) y fue detectada en un varón de 1,83 metros de estatura, cociente intelectual bajo y numerosa prole (una de las hijas presentaba trisomía «21»). Dos años más tarde, otras investigaciones con criminales violentos, y bajo nivel de inteligencia, pusieron de manifiesto la existencia de una serie de hombres con un corpúsculo de Barr. Pues bien, un tercio de ese grupo era también «47. XYY». Esto provocó la confusión, alimentada en 1965 por Jacobs, que estimó, equivocadamente, que el cromosoma «Y» adicional podía significar «predisposición al mal». Fue así como nació la idea sensacionalista de que el cromosoma «Y» supernumerario era el «cromosoma de los criminales». Nada más lejos de la realidad. Hoy se sabe que la trisomía «47. XYY» afecta a 1,1 de cada mil nacimientos; es decir, es relativamente común y, por supuesto, la mayoría de los portadores no se distingue del resto de la población. Los «nemos» confirmaron igualmente las iniciales sospechas: Yehohanan padecía una cierta miopía (razón por la que no llegó a distinguirme en el bosque de las acacias) y sus testículos se hallaban retenidos en los conductos inguinales. Presentaba una anomalía funcional que provocaba la destrucción de la espermatogénesis (posiblemente, nunca hubiera podido tener descendencia). La evaluación endocrinológica confirmó la atrofia testicular. También el albinismo ocular («pupilas» rojas) tenía un origen cromosómico («X»), transmitido, en este caso, por la madre, aunque lo más probable es que Isabel no llegase a padecer el referido síndrome. En otras palabras: la visión de la madre fue, seguramente, normal, aunque transmitió al hijo el gen defectuoso que dio lugar al citado albinismo ocular. Los «nemos» detectaron defectos en el metabolismo de la tirosina, uno de los aminoácidos que colaboran en la aparición de la melanina. El problema nacía en el gen productor de la tirosinasa, la enzima encargada de la fabricación de la citada tirosina. (N. del m.) <<

[87] Aunque la velocidad de crecimiento varía de una persona a otra, lo habitual es que el cabello prospere a razón de un centímetro por mes, como media. En la pierna femenina, ese crecimiento es de seis milímetros/mes. (N. del m.) <<

[88] En el ser humano actual, las glándulas sudoríparas apocrinas son escasas. Se localizan en las axilas, conducto auditivo externo, periné y pubis. La glándula mamaria es una apocrina, modificada. Inicialmente, la secreción apocrina no es olorosa. Son los microorganismos los que la descomponen y dan lugar al conocido olor corporal. De ahí la importancia de la higiene diaria. (N. del m.) <<

[89] En algunos animales, como en el caso del castor, la feromona es una intrincada mezcla de medio centenar de moléculas, que permite distinguir las características de los restantes castores: edad, sexo, jerarquía e, incluso, posibles enfermedades. Numerosos mamíferos utilizan las feromonas para delimitar sus territorios y advertir a posibles contrincantes o intrusos. (N. del m.) <<

[90] Los «nemos» registraron la activación de las grandes neuronas de la formación reticular mesencefálica, así como los ritmos theta hipocámpicos, la atonía muscular, los movimientos típicos oculares, las puntas PGO, las fluctuaciones del ritmo cardíaco-respiratorio y las variaciones de la presión arterial, entre otros. (N. del m.) <<

[91] Los «nemos» transmitieron incrementos en la actividad tiroidea, altos niveles de catecolaminas, 17-OHCS plasmáticos, cortisol y lípidos séricos y cierta inhibición del sistema hipofisogonadal. Estos y otros parámetros evidenciaban un perfil neurótico, consecuencia, quizá, de una intensa conflictividad interna. (N. del m.) <<

[92] Las lecturas arrojaron, entre otras, las siguientes anomalías: alteraciones en los genes que codificaban la catecol-O-metiltransferasa (enzima implicada en el metabolismo de la dopamina, en la corteza prefrontal), la neurregulina y disbindina (que afectan a los receptores NMDA) y la D-aminoácido-oxidasa (que regula la degradación de la D-serina); hiperactividad del área de Wernicke (que genera alucinaciones acústicas); ventrículos cerebrales laterales muy dilatados, con menos tejido alrededor de las circunvoluciones de la corteza cerebral (las reducciones de las estructuras cerebrales eran especialmente llamativas en el hipocampo y en el sistema límbico); caída del flujo sanguíneo en la región frontal del cerebro; errores en las proteínas que regulan el transporte iónico y fallos encadenados en la neurotransmisión (especialmente en los receptores y moléculas emparentadas). De todas estas alteraciones, la que más llamó mi atención fue el déficit de glutamato y el exceso de dopamina, provocados por el desequilibrio entre las neuronas dopaminérgicas (originadas en el mesencéfalo) y las glutamatérgicas (nacidas en la corteza cerebral). La disminución de estas últimas explicaba la atrofia cortical, típica de la esquizofrenia. (N. del m.) <<

[93] Las continuas alertas interiores animaron al locus coeruleus, en el corazón del cerebro, a una superproducción de noradrenalina que, a su vez, estimuló a la amígdala, elevando, en definitiva, los niveles de CRH (corticotropina). (N. del m.) <<

[94] Según «Santa Claus», existían otras posibles causas que provocaron el llamativo «encanecimiento súbito». Recuerdo las siguientes:

1. Incremento desproporcionado de la tirosinasa (enzima que contiene cobre), que tiene por misión la oxidación de la tirosina, uno de los aminoácidos que influye en la formación de pigmento en los melanocitos. En un proceso normal, tras los estadios previos de «dopa» (dihidroxifenilalanina), dopaquinona, etc., la tirosina se convierte en melanina. En este supuesto, no sucedió así.

2. El óxido nitroso (NO), estimulado por el estrés, recuperó la capacidad de oxidación transformando la melanina en una forma no pigmentada. Tuve mis dudas sobre la teoría aportada por el ordenador. Si el encanecimiento se debía al estrés oxidativo, con la consiguiente liberación de radicales libres, ¿qué había sucedido con dicho óxido nitroso? ¿Por qué se mantenía como un «durmiente»? Lo lógico es que hubiera seguido avanzando.

3. El estrés hizo descender, en vertical, la presencia de tirosina en la fenilcetonuria, provocando la anulación de la pigmentación.

4. Los densos plexos nerviosos que rodean los folículos pilosos, en los que crece el cabello, pudieron ser alterados por el estrés. Como se sabe, dichos folículos se encuentran al servicio de la percepción sensorial (existen numerosos contactos entre los nervios y la pared del folículo piloso).

5. Sencillamente, los depósitos de melanocitos fueron vaciados o alterados por una de las crestas del estrés, originando la decoloración de los cabellos.

Pero, como digo, sólo se trataba de interpretaciones del ordenador central. (N. del m.) <<

[95] Amplia información en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[96] Las transmisiones de los «nemos» presentaron la amiloide como una sustancia homogénea, con afinidad por el colorante rojo «Congo», intensamente refringente, e integrada por fibrillas de 100 Å. Bioquímicamente fue identificada con la secuencia terminal «N», homóloga a una porción de la región variable de una inmunoglobulina de cadena ligera que denominan «AL». Se trataba de una amiloidosis primaria; es decir, sin una enfermedad previa que pudiera justificarla. Al menos, una patología conocida. Los squids detectaron problemas inmunológicos —especialmente la desaparición de células «T»—, originados, posiblemente, por el mismo proceso de alteración neuronal. (N. del m.) <<

[97] Amplia información en Masada. Caballo de Troya 2. (N. del a.) <<

[98] Entre las modalidades de «cazadores» mencionaré dos: los «nemos naja», en recuerdo de la cobra india, una de las serpientes más venenosas del mundo, que descargaban la medicación adecuada, destruyendo las células cancerosas, por ejemplo, y los «nemos camicaces», que se proyectaban y sepultaban en el tumor, «incendiándolo». Una vez en el interior del objetivo, los «camicaces» elevaban su temperatura, disolviendo las células malignas. Todos ellos oscilaban alrededor de 50 nanómetros. Sólo si eran inferiores a los 400 nanómetros estaban capacitados para despistar al implacable sistema inmunológico. (N. del m.) <<

[99] La mayoría de los tumores se defiende, especialmente, mediante una alteración de su campo magnético, que evita la acción de las defensas. Dicha alteración mantiene el campo, pero lo distorsiona, provocando una «imantación» nula. Esto es consecuencia de las posiciones de los swivels, la única partícula subatómica existente en la realidad, que forman subredes cuyos momentos magnéticos son iguales en valor absoluto, aunque orientados en sentido opuesto. Para localizarlos, por tanto, los «cazadores» se servían de otro sistema de guía, basado en la vibración del tumor, siempre idéntica en los casos de malignidad. Estos hallazgos no han sido comunicados todavía a la comunidad científica, y dudo que los militares lo hagan. (N. del m.) <<

[100] Por Cábala, Kabbalah o Kabala se entiende la enseñanza secreta que, según los judíos, fue transmitida a Moisés, en el monte Sinaí, por Yavé. Se trataría, según la tradición, de la interpretación de todo lo creado, mediante el uso, entre otras técnicas, de los números y las letras. Fue una enseñanza oral que, a su vez, fue comunicada por Moisés a los ancianos y, finalmente, depositada en los iniciados de cada generación. Hacia el siglo IV, algunos de los místicos judíos decidieron poner por escrito parte de esta sabiduría secreta. El grupo de iniciados se llamaba «Merkabah», el «Carro». Otros aseguran que la Kábala tiene su origen en los ángeles caídos, que la transmitieron a los hombres, sin autorización de Dios. Los kabalistas aseguraban que sólo a través del conocimiento es posible llegar a Dios. (N. del m.) <<

[101] Una de las divisiones de la Kábala se conoce como gematría: el valor numérico de las palabras hebreas, una vez sumados los valores de las letras que las integran. Dichos dígitos equivalen a una significación (en hebreo, como es sabido, cada número es equivalente a una letra). (N. del m.) <<

[102] Los Sephiroth (Sephirah, en singular) son diez y, para los kabalistas, constituyen las emanaciones de Dios. Según MacGregor Mathers, y otros estudiosos, estos diez círculos forman el Otz Chaim o Árbol de la Vida, que simboliza la materia prima de la conciencia divina. Representan un jeroglífico de lo creado, que conduce a la investigación de lo visible y de lo invisible. En dicho Árbol —dicen— se hallan todos los secretos del hombre y de su futuro. Es la clave de la especulación kabalística. Los Sephiroth reciben los siguientes nombres: Kether, Chokmah, Binah, Chesed, Gueburah, Tiphareth, Nethzah, Hod, Jésod y Malkuth. (N. del a.) <<

[103] La Kábala se divide en tres grandes ramas: gematría, nutriqum y temurá. Merced a esta última, las letras del alfabeto hebreo pueden ser sustituidas por puntos o números, lo que conduce a numerosas permutaciones y combinaciones que, a su vez, desembocan en nuevas interpretaciones y simbologías. (N. del a.) <<

[104] Amplia información en Jerusalén. Caballo de Troya 1. (N. del a.) <<

[105] Procedimiento conocido en determinados niveles de Inteligencia como «el pozo». (N. del m.) <<

[106] Amplia información en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[107] La tala de los bosques se hallaba dividida en tres grandes períodos: fases lunares (menguantes) de enero, verano (agosto) y principios de invierno. En esos días, la savia permanece en las raíces y la madera es más duradera. En general, los árboles talados en las fases de creciente eran destinados a la fabricación de objetos de corta vida o, sencillamente, se utilizaban para alimentar el fuego. (N. del m.) <<

[108] Herodes el Grande, muerto en el año 4 antes de nuestra era, dejó una numerosa prole, fruto de las relaciones con sus diez esposas oficiales (Doris, Mariamne la Asmonea, Mariamne, Maltake la Samaritana, Cleopatra de Jerusalén, Pallas, Fedra, Elpis y otras dos mujeres de nombre desconocido), y más de cien concubinas. Filipo, nacido en el mismo año en que murió su padre, era hijo de Cleopatra, la sexta esposa del «odiado edomita», como llamaban a Herodes el Grande. Era tres años más joven que Jesús. (N. del m.) <<

[109] Filipo era partidario de la tala selectiva. Los bosques eran talados de forma rotatoria, no pudiendo sobrepasarse la cincuentava parte del lote adjudicado. El que cortaba la madera se responsabilizaba, igualmente, de la repoblación. Eran los we, los inspectores, quienes evaluaban las muestras y fijaban el incremento medio anual del crecimiento de cada bosque. En general, por cada árbol abatido, el que talaba tenía la obligación de plantar otros diez ejemplares. Era una medida justa, dado que la mitad, más o menos, no prosperaba. Cada bosque era dividido en parcelas, y convenientemente señalizado, según el tipo de árbol, las edades de los mismos y las posibilidades de corte. Numerosos senderillos y cortafuegos los comunicaban y defendían. (N. del m.) <<

[110] Además de la tala de la madera propiamente dicha, en esas fechas, los hoteb se ocupaban también del sangrado de las coníferas. Para ello arrancaban parte de la corteza (alrededor de sesenta centímetros de longitud por otros diez de anchura) y colocaban una cazoleta en la parte inferior de la zona desgarrada. Al herir la madera, la resina fluía y llenaba el recipiente. El producto era muy cotizado entre los fabricantes de barcos y de muebles, y exportado, incluso, a los países productores de vino blanco. Con ella embadurnaban el interior de cubas y toneles y evitaban que el licor se agriara. Era otro de los prósperos negocios de Filipo. (N. del m.) <<

[111] Según el ordenador central, el Shanhai jing o Libro de los montes y mares fue escrito en tiempo de los Zhou, entre los siglos XI y III antes de Cristo, aunque algunos expertos opinan que pudo ser ordenado algo después, quizá en la dinastía Han. En dicho libro se menciona a los kui, unos cuadrúpedos de cuerpo grisáceo, sin cuernos, y con una voz que sonaba como el trueno. Con la piel de los kui se fabricaban tambores. Uno de estos seres —asegura la leyenda— llegó a ser ministro de la Música bajo el reinado de Yao y de Shun. Participó en multitud de aventuras, en especial como experto en desbordamientos de ríos. (N. del m.) <<

[112] Dong vivió en el período Han, aunque los expertos, en la actualidad, dudan de su paternidad en la redacción del Shizhou ji. El texto, de inspiración taoísta, pudo ser elaborado bajo el imperio de los Jin. Personalmente, no estoy conforme con esta segunda posibilidad, ya que Yu conocía dicha mitología. (N. del m.) <<

[113] Unos tres siglos después de Yu, el carpintero jefe del astillero de Nahum, un escritor chino —Zhang Hua— hizo alusión al juesou, una curiosa variedad de insecto que se comportaba de forma parecida al «flechador», supuestamente inventado por la mitología china. En su obra Relación de las cosas del mundo, Zhang Hua aseguraba que dicho insecto orinaba sobre la sombra de un hombre, provocando la ulceración de la parte del cuerpo que correspondía a la de la sombra. Es de suponer que Zhang bebió en las mismas o parecidas fuentes que Yu. (N. del m.) <<

[114] Las convulsiones provocadas por el «gran mal», o epilepsia, no son otra cosa que descargas incontroladas de las neuronas, responsables de los movimientos musculares. Generalmente, el origen de tales crisis convulsivas se encuentra en alguna lesión cerebral, que provoca una especie de «cortocircuito» en las redes neuronales. (N. del m.) <<

[115] Entiendo que, aun saltándome mis propias normas a la hora de escribir estos diarios, es bueno que el hipotético lector tenga conocimiento de un hecho que se registraría meses más tarde. Por una razón que explicaré en su momento, quien esto escribe tuvo la feliz iniciativa de suministrar los «nemos» a Minjá. Fue así como comprobé que la epilepsia era idiopática (de origen desconocido) y debida a una lesión en la porción medial del lóbulo temporal, resultado, quizá, de un traumatismo durante el parto. (N. del m.) <<

[116] Como ya cité en otro momento de este diario, los llamados episodios «ictales» son frecuentes en los sueños de los epilépticos. Son comportamientos violentos, acompañados de gritos, muecas y saltos bruscos. En ocasiones se los ve amenazar con el puño o señalar con el dedo. Otros individuos —no necesariamente epilépticos— reaccionan de la misma forma durante los períodos de ensoñación. (N. del m.) <<

[117] En aquel tiempo, una de las distinciones entre ciudad (yr) y aldea (hsr o kpr) la constituía el hecho de que las primeras estuvieran amuralladas y dispusieran de un consejo local con más de siete representantes. Eran los consejos de ancianos, las fuerzas vivas de la población, autorizados a administrar justicia menor (robos, agresiones, determinación de la luna nueva, pleitos relacionados con el dinero, etc.). Se reunían los lunes y jueves (días de mercado), siempre bajo la autoridad del responsable de la sinagoga, si lo había. (N. del m.) <<

[118] Amplia información en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[119] Era igualmente tradicional que los paganos, o judíos descontentos, encendieran hogueras antes de que el Sanedrín declarase, oficialmente, la «luna nueva», provocando así el desconcierto entre los muy religiosos. La verdad es que el pueblo sencillo no se guiaba por estos cálculos. La confusión, en el asunto del cómputo de los días y de los meses, era tal que nadie con un mínimo de sentido común se regía por lo que hoy denominamos «calendario». De hecho, no existía. Peor aún: desde el año 50 antes de nuestra era, los romanos disponían de su propio sistema de cómputo (Sosígenes, responsable del cambio, se inclinó por el calendario solar e introdujo los años bisiestos).

Los judíos, por su parte, no todos, se habían ajustado al año lunar, que sumaba 354 días, 8 horas, 48 minutos y 38 segundos. Esto modificó la naturaleza íntima del año y se dio el caso de que las primicias de la cebada, a presentar a Yavé en el mes de nisán (marzo-abril), se registraron en pleno invierno. Para evitar estas situaciones, los sabios terminaron por intercalar un mes adicional al que llamaban Ve-Adar, entre el duodécimo y el primero. El año sabático no podía ser bisiesto. Teniendo en cuenta que el mes hebreo tenía una duración media de 29 días, 12 horas, 44 minutos y 33,3 segundos, era precisa la intercalación de siete meses en cada período de diecinueve años. Para colmo, el Año Nuevo civil no coincidía con el religioso. Los judíos celebraban el Nuevo Año o Rosh Hashaná hacia el primero de tišri (septiembre) y el eclesiástico en el nisán. Los samaritanos y los esenios no respetaban la iniciativa del Ve-Adar, e intercalaban los días necesarios cuando lo estimaban conveniente (de hecho, los esenios continuaban con el año solar). Algunos de los tetrarcas herodianos, caso de Filipo y la reina Berenice, se regían por los calendarios macedonios, importados por Alejandro el Grande, y que seguían en vigor en la Decápolis y en otras poblaciones paganas. Eran meses lunares, con uno intercalar, pero diferentes de los establecidos por el Sanedrín. Este calendario grecomacedonio era distinto, a su vez, según lo manejaran los sirios o los egipcios. Se daba el caso de ciudades, como Bet-She’an, en la que convivían cuatro y cinco cómputos: romano, judío, griego, sirio y egipcio, entre los más frecuentes. A esta notable confusión había que sumar los «calendarios» fabricados por los judíos radicales. Los zelotas y nacionalistas rabiosos contaban sus días desde el 142 antes de Cristo, fecha de la gran revuelta del Macabeo. Otros, liberados por Pompeyo, contaban desde el 63 a. J.C. Respecto a los ortodoxos judíos, la mayoría aceptaba el año 3761 (antes de nuestra era) como el comienzo del mundo, creado por Yavé. Fue a partir de esa fecha —según los sabios— cuando el ángel Uriel enseñó a Henoc las «tablillas del cielo» y empezó la cuenta de los días. Según estos cálculos, en 1973, el mundo tenía 5734 años (hoy sabemos que la Tierra tiene algo más de 4500 millones de años de antigüedad, y el universo conocido (?), alrededor de 15 000. 300 000 años desde el célebre y discutido Big Bang). Hasta no hace mucho, el mundo civilizado (?) consideraba que el hombre fue creado en el año 4004 a. J.C. (véase Anales del Antiguo y Nuevo Testamento, del clérigo irlandés y arzobispo de Ussher, 1650). En cuanto a los fósiles, los doctores de la Ley sentenciaron que se trataba de los restos de animales que se ahogaron en el diluvio. Naturalmente, nadie estaba en condiciones de rebatirlo. (N. del m.) <<

[120] Amplia información en Cesarea. Caballo de Troya 5. (N. del a.) <<

[121] Como ya señalé en su momento, en la época del Maestro, Roma disponía de un ejército de unos 320 000 hombres. Cada legión sumaba alrededor de 5500 soldados, dividida en diez cohortes (la «miliaria», con mil, y las nueve restantes, o «quingenaria», con quinientos cada una). En la provincia de la Judea (lo que hoy conocemos como Israel) fueron dispuestas seis cohortes, casi todas del tipo «quingenaria», a excepción de la destacada en la ciudad costera de Cesarea, residencia oficial del gobernador, que sumaba mil hombres («miliaria»). Las cohortes rotaban por las ciudades, según las necesidades. Todas dependían de las legiones estacionadas en la vecina Siria: la VI Ferrata, la X Fretensis y la III Gallica. (N. del m.) <<

[122] Amplia información sobre la expectativa mesiánica judía en Jerusalén. Caballo de Troya 1, Masada. Caballo de Troya 2, Saidan. Caballo de Troya 3, Nazaret. Caballo de Troya 4 y Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[123] En la mitología china, el emperador Amarillo fue el más poderoso representante de la divinidad. Fue el creador del Árbol Erigido, por el que se tenía acceso a los cielos. Bajo su reinado se inventó la escritura, la alfarería, y lo masculino y lo femenino. Según Yu, dicho emperador fue otro kui, que llegó a conocer el origen de todas las cosas. Peleó contra Chiyou, un kui de cabeza de cobre, que devoraba rocas y caminaba por el aire, y que inventó la metalurgia y las armas. El emperador Amarillo lo derrotó con la ayuda de Ba, una de sus esposas, capaz de provocar toda suerte de sequías. El tal Huangdi recibió la inmortalidad, merced al jade que consumía a diario en el monte Kunlun. (N. del m.) <<

[124] En Nahum. Caballo de Troya 7, el mayor narra un extraño sueño, registrado en el «lugar del príncipe», en Salem. En dicho sueño «ve» a un hombre de largos cabellos blancos, con los tres círculos bordados en el pecho, que «emitía palabras de luz». El personaje se identificó como el auténtico precursor del Hijo del Hombre y advirtió a Jasón de que «buscara a sus pies». «Entonces comprenderás —le dijo— que esto no es un sueño». (N. del a.) <<

[125] Probablemente, por una mala interpretación de la vida después de la muerte (lo que Eliseo llamaba cuerpos «MAT» —para más información, véase Hermón. Caballo de Troya 6—), los taoístas terminaron practicando lo que denominaban la «liberación del cadáver» o «muerte falsa». Llegado el momento, el adepto o daoshi simulaba la muerte, y su cuerpo, transformado en una espada o en una caña, pero manteniendo el aspecto humano, era enterrado como cualquier otro ser humano. Sólo él, y los fieles seguidores del taoísmo, sabían que su verdadero cuerpo había volado al mundo de los Inmortales, con los huesos de oro y la piel de jade. Esta creencia, en mi opinión, era un oscuro recuerdo de lo enseñado por los misioneros de Malki Sedeq, que hablaron de un cuerpo físico, al que se tiene acceso después de la muerte. Y los taoístas mezclaron también las enseñanzas sobre el alma inmortal (diferente del Espíritu que llega desde el Paraíso), entendiendo que alma y Espíritu no debían separarse. Si esto sucedía, el cuerpo moría. El asunto, en realidad, era más complejo: para los taoístas, cada hombre reúne diez almas (tres racionales o hun y siete vegetativas o po), diferentes del Espíritu (shen), que era el que proporcionaba la personalidad. Dicho Espíritu, formado de la unión del Soplo, llegado del exterior, con la Esencia (jing), existente en el interior del cuerpo, desaparecía con la muerte, como consecuencia de la separación de los elementos anteriores. De ahí la necesidad de conservar la materia orgánica y hacerla inmortal. Al conservar el cuerpo, los taoístas preservaban también la personalidad, así como las almas, el Espíritu, el Soplo vital y la Esencia. Ésta era la firme creencia de Yu, y de ahí su preocupación por mi «encanecimiento súbito». (N. del m.) <<

[126] Según las escuelas taoístas, en el hombre había tres palacios, seis administraciones, ciento veinte barreras y los referidos 36 000 dioses menores. Algunos recibían nombres muy curiosos: el dios del cerebro era llamado «Jue yuan» o el Original Despierto; el de los ojos se llamaba «Xujiansheng» o Inspector del Vacío; al dios de los cabellos lo denominaba «Xuanwenhua» o Flor de los Signos Misteriosos; el de la piel era «Tongzhong» o Aquel que Comunica a Todos los Dioses, y así hasta 36 000. Yu recordaba la mayoría de los nombres. El Gran Uno o Perla Moviente era el Gran Yang, el Dios que lo controlaba todo y al que aspiraba todo daoshi. Entendí que era el recuerdo del Padre que predicaban los misioneros de Malki Sedeq. Parte de ese Gran Uno habitaba en el interior del hombre. Eran los Tres Unos interiores. Según Yu, uno se encuentra en el Gran Precipicio, cerca del Pabellón de Jade de los diez mil pisos, en el que trabajan 55 555 miríadas de funcionarios divinos (!). (N. del m.) <<

[127] Los castigos dependían del número de pecados. A partir de 120, el hombre caía enfermo. Si rebasaba las 180 faltas, se le retiraba la potestad de criar animales. A los 190 pecados recibía el castigo de una enfermedad contagiosa. A los 530, los hijos nacían muertos. A los 720 pecados, sólo engendraba hijas. A los 820 quedaba ciego o sordo. Si cometía más de 1080 faltas, moría de forma violenta. A las 1200, el pecador era víctima de una guerra. A las 1600 era condenado a vivir sin descendencia. Si el horror alcanzaba las 1800 faltas, los dioses castigaban a cinco generaciones. La ejecución a espada era el peor de los castigos. Se producía cuando el pecador sumaba 10 000 faltas. Toda la familia era condenada a muerte. Respecto a las buenas obras, el taoísmo exigía un mínimo de trescientas para conseguir el grado inferior de inmortalidad: «inmortal terrestre». Para alcanzar el título de «inmortal celeste» se precisaban 1200 buenas acciones. Si después de 1199 buenas obras se cometía una sola falta, el aspirante debía empezar de nuevo. (N. de m.) <<

[128] Para los taoístas, el cuerpo humano está regido por tres «puestos de mando» o Campos de Cinabrio, situados en la cabeza, pecho y vientre y piernas. En ellos habita y gobierna una legión de dioses. En el cerebro está el Palacio de Nihuan, el primer «puesto de mando». Según Yu, el vestíbulo de entrada se encuentra entre las cejas. Dicho palacio consta, entre otros «departamentos», de la Sala de Gobierno, el Palacio de la Perla Moviente, el del Emperador de Jade, la Cámara del Arcano, el Palacio de la Realidad de la Gran Cima, el del Cinabrio Misterioso y el del Gran Augusto. El segundo «puesto de mando» lo controla el corazón; es decir, el Palacio de la Perla Moviente (sede del Gran Uno), y la entrada (tráquea) recibe el nombre de Pabellón de Pisos. El tercer «puesto de mando» aparece tres pulgadas por debajo del ombligo. (N. del m.) <<

[129] Según los alquimistas chinos, para conseguir la droga de la inmortalidad era necesario «hacer regresar» al cinabrio, al menos nueve veces. Es decir, operar con el cinabrio en nueve oportunidades, y otras tantas con el mercurio resultante. Según los textos taoístas, en cada operación, el cinabrio se vuelve más activo. Así, en la primera transmutación, o yizhuandan, la droga transforma en Inmortal en tres años. Si el cinabrio experimenta dos cambios, el que lo ingiere será Inmortal en dos años. Con cinco transmutaciones, el cinabrio hace Inmortal en cien días. Con nueve manipulaciones correctas, dicha inmortalidad se alcanzaba en tres días. (N. del m.) <<

[130] Como saben los expertos, las intoxicaciones por mercurio pueden resultar graves y desembocar, incluso, en la muerte. Las exposiciones agudas causan, inicialmente, encefalopatías (caso de inhalación del vapor de mercurio) y también edema pulmonar no cardiogénico, con disnea, cianosis, infiltrados bilaterales, etc. En el caso de intoxicación crónica, el paciente presenta lesiones en la cavidad oral, temblores y alteraciones psicológicas (generalmente se registra una caída total de las piezas dentarias). En algunos casos se han detectado cambios neurológicos similares a los provocados por la esclerosis lateral amiotrófica. En la antigüedad, sin embargo, era utilizado por su naturaleza antiséptica y antiparasitaria. Yu, el naggar, no presentaba ninguna de las patologías citadas. (N. del m.) <<

[131] Dicen que el célebre principio de Arquímedes (todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical igual al peso del fluido que desaloja) nació por casualidad (?), cuando el sabio se bañaba. El rey Hierón, sospechando que uno de sus orfebres lo engañaba, solicitó de Arquímedes que descubriera el fraude. El sabio se dedicó a pensar en el asunto y, cuando se bañaba, comprobó que sus brazos y piernas disminuían de peso. Entonces, absorto por el hallazgo, salió a la calle, desnudo, gritando la conocida frase: Eurèka! (N. del m.) <<

[132] Lo que Yu denominaba «estela de Isis» se conoce hoy como «chorro de alto rendimiento propulsor». Los parámetros que lo integran se resumen en el llamado número de Strouhal (producto de la frecuencia de batido de la cola del pez por la anchura del chorro, dividido por la velocidad). Número de Strouhal ideal: entre 0,25 y 0,35. (N. del m.) <<

[133] Amplia información sobre los am-ha-arez en Saidan. Caballo de Troya 3, Cesarea. Caballo de Troya 5 y Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[134] Amplia información sobre los mamzerîm en Cesarea. Caballo de Troya 5. (N. del a.) <<

[135] Amplia información en Nazaret. Caballo de Troya 4. (N. del a.) <<

[136] Ninguno de los escritores «sagrados» (?) coincide a la hora de fechar el bautismo del Hijo del Hombre. Lucas señala el año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio como el tiempo en el que el Anunciador empezó a predicar, pero, como ya indiqué en su momento, dicha fecha es errónea. Tiberio fue asociado al gobierno de su predecesor dos años antes de la muerte de Augusto, y Yehohanan inició las predicaciones en marzo del 25. (N. del m.) <<

[137] Información sobre dicho sueño en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[138] «Ke» o «ka», en hebreo, significa «igual que». Se trata de una partícula inseparable (prefijo del nombre formado por la letra caf, que suena, en realidad, como «ke», con una «e» casi inaudible). (N. del m.) <<

[139] Una sola sílaba, por ejemplo yi, en el cuarto tono, disfrutaba de más de cien caracteres (cada uno con un sentido distinto, según la pronunciación). (N. del m.) <<

[140] Amplia información en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[141] Amplia información sobre el lienzo funerario en Masada. Caballo de Troya 2. (N. del a.) <<

[142] Como ya referí, el ECS era el responsable, entre otros asuntos, de la presión y de la temperatura en cabina, presurización de los trajes y absorción del dióxido de carbono. De él dependía, especialmente, la temperatura adecuada en la constelación de circuitos eléctricos y electrónicos. Un desequilibrio podía provocar un incendio. (N. del m.) <<

[143] Amplia información en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[144] La martensita y el proceso de envejecimiento de este acero, altamente aleado, eran las claves de su notable resistencia, tanto a la corrosión como a las bajas y altas temperaturas. El aging superaba las tres horas a 500 grados Celsius, logrando una carga de ruptura de 210 hbar, casi el doble de lo habitual. Para resistir la inversión axial fue reforzado con cromo y molibdeno, anulando así la posibilidad de deformaciones geométricas. (N. del m.) <<

[145] Amplia información en Jerusalén. Caballo de Troya 1. (N. del a.) <<

[146] Véase información sobre dicho sueño en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[147] Se trataba de pelos telógenos, de 90 micrones de diámetro, con la red aérea finamente granulosa y las células medulares invisibles, sin disociación. Velocidad de crecimiento: 0,305 milímetros al día. Índice medular: 0,23. Color: castaño claro, según la escala colorimétrica de Fischer. Fueron hallados abundantes restos de polen (procedente de los bosques del Attiq), lana (posiblemente del sarbal), y también hierro y yodo, entre otros elementos inorgánicos. (N. del m.) <<

[148] Así aparece en el diario del mayor. Se trata de un insulto, pero sin traducción certera. El verbo toss significa lanzar, tirar, cornear. Es más utilizado por los británicos. (N. del a.) <<

[149] Entre los proyectos del DRS figuran, por ejemplo, los siguientes: estimulación magnética transcraneal (EMT), para lograr que los soldados, pilotos, etc., puedan combatir, o navegar, sin sufrir el lógico sueño o cansancio (impulsos eléctricos y magnéticos actúan sobre determinadas partes del cerebro, inhibiendo o acelerando las funciones deseadas). Inmovilización de ejércitos por satélite. Inducción de epidemias de todo tipo, especialmente a través de la vía animal. Capacitación de delfines «autómatas» con fines bélicos. Pilotaje de máquinas con la energía cerebral. Control de huracanes y terremotos. Creación, mantenimiento y dirección de clones y visión remota. (N. del m.) <<

[150] Amplia información en Jerusalén, Caballo de Troya 1. (N. del a.) <<

[151] Al leer esta parte del diario del mayor, lo primero que pensé fue en la clonación reproductiva de Jesús de Nazaret. ¿Lo habían logrado? La clonación, como es sabido, consiste en el proceso de «fabricación» artificial de un individuo, sin necesidad de fecundación. Implica la división de un solo embrión, o lo que se denomina «transferencia nuclear». Para ello es necesario manipular el ADN o ácido desoxirribonucleico. La «transferencia nuclear» consiste, básicamente, en la fusión de dos células. Una de ellas ha sido previamente «vaciada» (extracción del núcleo), y la segunda debe ser portadora del código genético que se desea copiar o clonar. Mediante la activación (pulso) eléctrica, el huevo inicia el proceso de división y se transforma en un embrión viable. Puede ser acomodado en una madre de «alquiler», o desarrollado en laboratorio. El resultado es una criatura «clónica», idéntica al ADN implantado, siempre desde el punto de vista físico. Las primeras experiencias sobre ingeniería genética arrancaron en 1953, con los científicos Dewey Watson y Harry Compton Crick. Parte de la comunidad científica considera la clonación reproductiva en seres humanos éticamente inaceptable. Después, al proseguir la lectura, comprendí. (N. del a.) <<

[152] Dada la importancia de los sucesos que me dispongo a narrar, y con el fin de preservar la zona, he modificado algunos nombres, así como la correcta ubicación del paraje. (N. del m.) <<

[153] «Santa Claus» identificó esta especie como la Davidia involucrata, de la familia de las davidiáceas. Tampoco entendí cómo había llegado hasta Israel, puesto que es originaria de la actual China occidental. (N. del m.) <<

[154] La tradición judía aseguraba que Samael era uno de los ángeles caídos, al que fue ofrecida la Ley, mucho antes que a Moisés. Se amparaban en el Deuteronomio (33, 2) para decir que dicha Ley le fue presentada, en primer lugar, a Esaú, que la rechazó. Posteriormente, Yavé la ofreció a la prole de Ismael (padre de los árabes), que tampoco quisieron recibirla. Fue así como terminó en poder de Israel. Esa misma tradición afirmaba que Samael era originario de Ma’adim, nombre hebreo con el que designaban el planeta rojo (Marte). Samael era de pequeña estatura y gran cráneo. (N. del m.) <<

[155] Según mis cálculos, el «tubo o canal» por el que se propagó la chispa sufrió un súbito calentamiento, alcanzando los 30 000 grados Celsius, quizá más, provocando la detonación, y una onda de choque, como consecuencia de la rápida evaporización de la humedad contenida en los árboles. Por fortuna, el rayo fue a caer sobre las copas, no afectando a los que nos encontrábamos en el suelo. De haber sido así, el final hubiera sido muy diferente… (N. del m.) <<

[156] Amplia información en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[157] Amplia información en Nazaret. Caballo de Troya 4. (N. del a.) <<

[158] Como ya he indicado, María, la Señora, y José tuvieron un total de nueve hijos. Jesús fue el primogénito. A continuación nacieron Santiago, Miriam, José, Simón, Marta, Judas, Amós, fallecido el 3 de diciembre del año 12, y Ruth, hija póstuma de José. (N. del m.) <<

[159] Amplia información en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[160] La misteriosa recuperación de la divinidad, en el monte Hermón, se produjo en agosto del año 25 de nuestra era. Amplia información en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[161] El evangelio de Lucas (3, 1-4) dice textualmente: «El año quintodécimo del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes, y Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de la Traconítide, y Lisania, tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto, y vino por toda la región del Jordán predicando el bautismo de penitencia en remisión de los pecados…». Lucas confunde también el verdadero carácter de la ceremonia de inmersión en las aguas, según la ortodoxia judía. Como ya he referido, nunca fue considerada como una fórmula de perdón de los pecados. El arrepentimiento de las faltas tenía que ser previo a la purificación del cuerpo. (N. del m.) <<

[162] Pella era una de las poblaciones paganas de especial relevancia en el territorio de la Decápolis, al este del río Jordán. Superaba los 22 000 habitantes, griegos en su mayoría. Constituía un importante nudo de comunicaciones, entre la Nabatea, al sur, Gerasa y Philadelphia (actual Amman), al este, y el yam, Fenicia y el Mediterráneo, al norte y oeste, respectivamente. Aunque fue construida por los generales de Alejandro el Grande, hacia el 331 a. J.C., Pella ya existía desde el quinto milenio antes de nuestra era. Recibió diferentes nombres: Pihilum o Pelel, Fahil, en árabe, y Pella, posiblemente en recuerdo de la ciudad homónima, en Macedonia, cuna de Alejandro Magno. En aquel tiempo, el nombre más popular era el de Fahil (hmt’dphl), por sus fuentes de aguas termales, a las que recurrían miles de enfermos desde los cuatro puntos cardinales. Durante la revuelta de Alejandro Janeo (83-82 a. J.C.) fue destruida nuevamente. El general romano Pompeyo le devolvió parte del antiguo auge en el 63 a. J.C. Después se integró en la «liga de las ciudades griegas independientes». (N. del m.) <<

[163] El sloughi, también llamado galgo árabe, es un perro de origen desconocido, probablemente procede de Oriente, esculpido y pintado en las tumbas y templos del Antiguo Egipto. Habita en el Sáhara, en especial en las actuales Libia, Túnez, Argelia y Marruecos. Los más rápidos y famosos se crían en la región tunecina de Sloughía, en el río Majardah. De ahí procede su nombre. Fueron utilizados como perros de caza. Por su velocidad, son inigualables en la captura de gacelas y oryx. (N. del m.) <<

[164] La conversación íntegra sobre este trascendental tema aparece recogida en Nahum. Caballo de Troya 7. (N. del a.) <<

[165] Cuando el Destino lo consideró oportuno, «Santa Claus», el ordenador central, colaboró con quien esto escribe en el desarrollo simbólico de la referida y profética frase: «Omega es el principio». El resultado fue mágico, e incomprensible para una mente científica y racional. He aquí algunas de las asombrosas deducciones: considerando que alfa es la primera letra del alfabeto griego, y omega la última, la vigesimocuarta, y que el Apocalipsis las menciona en tres oportunidades (1,8, 21,6 y 22, 13), refiriéndose, en todas ellas, a Dios, como «alfa y omega» («principio y fin»), la deducción fue que omega era «lo último». Mejor dicho, ésa es la creencia generalizada entre las religiones: «Yo [Dios] soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Y al que tenga sed le daré gratis de la fuente de agua de vida». Nuestra «lectura» fue distinta. Alfa, en hebreo, equivale al número «8», el símbolo del infinito. Por su parte, omega, también en hebreo, da lugar al «1». Y nos encontramos con otra posible interpretación: «Yo [Dios] soy el infinito y el uno». Omega, por tanto, sería el inicio, el comienzo de todo, el «1», y no el final. «Ahora —dijo Jesús en el agua—, el final es el principio». Sus palabras pueden interpretarse como «ahora, omega es el Uno». Pero, además, «8» y «1» (alfa y omega) suman «9», el número misteriosamente vinculado a Jesús. Principio y fin quedan sintetizados en Él. Infinito y Unidad son Él. Por su parte, la palabra «bautismo» (tevilá, en hebreo) equivale al número «2». Como saben los iniciados en la Kábala, la palabra Ab (Ab-bā) (Padre) está formada por las letras alef y bet; es decir, «1» y «2», respectivamente. Omega (el Uno) y el «bautismo» o, más exactamente, la ceremonia de consagración a la voluntad de Dios (el «2»), son el Padre. Hacer la voluntad de Dios («2») es la más sólida, e íntima, unión con el Uno (omega) (1). Más aún: «1» y «2» (Ab-bā) son «3», el Espíritu de la Verdad (!). Y la magia de los símbolos se propagó más allá, pero dejaré que el hipotético lector de estos diarios participe, y juegue, en dicha magia…

Una última pista. Según una antigua tradición judía, contenida en el Séfer ha Bahir (Libro de la Claridad), cada letra hebrea disfruta de un símbolo. Pues bien, si aplicamos dicha simbología a las letras que forman la palabra «omega», el resultado es el siguiente: alef representaría la «energía infinita de la Unidad», aplicable sobre el «hombre» (vav), mediante «las aguas» (mem) (hacer la voluntad del Padre), y lograr así el «crecimiento» (guimel) en el «Espíritu» (). En palabras más simples: cuando el ser humano decide «regalar» su voluntad al Padre, la energía infinita del Amor actúa automáticamente sobre el hombre, y lo eleva espiritualmente hasta cotas inimaginables. Por eso omega no es el fin, sino el principio de todo. «Omega es el principio», el gran milagro, el «1» de una secuencia infinita que fue desvelada por el Hombre-Dios en aquel histórico 14 de enero. Hacer la voluntad del Padre («2») abre la caja fuerte de los cielos («1»), y todo se doblega ante el hombre, incluido lo imposible. En este caso, el «2» mueve (produce) el «1», y en una reacción incomprensible para la razón, el «1» se «desdobla», y da lugar a «2». Yu tenía razón: «Uno produce dos». (N. del m.) <<

[166] No existe referencia alguna a dicha operación en el diario del mayor norteamericano, a excepción de un par de alusiones. En una de ellas (véase Cesarea. Caballo de Troya 5) se menciona la búsqueda e investigación del «epicentro» de la misteriosa explosión subterránea que, según los expertos de Caballo de Troya, pudo provocar el terremoto del viernes, 7 de abril del año 30, poco después de la muerte de Jesús de Nazaret, en Jerusalén. (N. del a.) <<

[167] Los árabes, tal y como los entendemos, nacieron en la Arabia central. Desde allí se extendieron, inicialmente, hacia Siria y Mesopotamia. Eran camelleros y comerciantes. Unos mil años antes de Cristo dominaban las rutas de los productos aromáticos, entre Hadramawat y Palestina. Fue a partir de la historia de Mahoma (siglo VII) cuando el concepto de lo árabe fue confundido con el islam. (N. del m.) <<

[168] El khol era conocido desde el año 4000 a. J.C. Era utilizado por hombres y mujeres, indistintamente. Además de embellecer, tenía la misión de proteger los ojos de la radiación del desierto, así como de las moscas. Era verde o negro. El primero se obtenía de la malaquita, y el segundo de la galena. Se mezclaban, y mejoraban, con cáscaras de almendra quemada e incienso, fundamentalmente. Algunos fabricantes utilizaban arsénico. Según los badu, la visión mejoraba al pintar los párpados con el referido khol. (N. del m.) <<

[169] En el proceso de extracción del aceite de las almendras amargas se procedía a la destilación de un glucósido que, al descomponerse, proporcionaba ácido cianhídrico, muy tóxico. Con veinte almendras se lograba una dosis letal. (N. del m.) <<

[170] Aunque espero volver sobre ello, he aquí algunas de las leyendas que me fueron relatadas. Casi todos los wely eran «hombres», y, casi siempre, emparentados con los ancestros de la tribu en cuyos dominios se manifestaban. Era el fundador del clan, que permanecía cerca de los suyos. En ocasiones se aparecía al caminante y le pedía agua. Y se dio el caso —contaban— de un wely que salió al paso de un badawi. Cuando éste abrió el odre para darle de beber, el agua era sangre. El beduino retornó al pozo y, al comprobar que el agua era normal, cayó en la cuenta: el hombre que había solicitado el agua era un wely. Y los badu entendieron que era un milagro. Desde entonces, dicho pozo fue considerado milagroso. Y allí acudían los enfermos, o los necesitados de suerte. En otras oportunidades, el wely volaba por los aires y transportaba hombres y caballerías en cuestión de minutos. Nadie robaba en los dominios de un wely. Se consideraba un sacrilegio. Y contaban cómo tres individuos, que trataron de robar los objetos depositados por los fieles seguidores de un wely sobre su tumba, resultaron heridos o maltrechos al intentarlo. Uno quedó ciego. Otro, al extender el brazo para apoderarse de una de las herramientas, vio cómo la mano se secaba. El tercero cayó fulminado cuando huía. En otra oportunidad, un hombre empezó a construir su casa en los dominios de un wely. Todos le aconsejaron que no lo hiciera, pero el hombre se negó. Al poco, la casa se derrumbó. El hombre volvió a levantarla, y sucedió lo mismo. Y la edificó por tercera vez, y por tercera vez fue demolida en una noche, y por una fuerza desconocida. Era el wely —decían—, que no estaba feliz con la idea. También se aparecían en sueños, y anunciaban el nacimiento de un hijo, o una plaga de langostas. Los beduinos creían firmemente en los sueños, y se dejaban guiar por ellos. Eran los dioses, o los wely, que se asomaban a sus vidas. (N. del m.) <<

[171] El color blanco era debido a los pelos estelares, que daban lugar a la creación de cámaras aéreas que, a su vez, eran saturadas por la humedad. La reflexión de la luz provocaba el citado fenómeno luminoso, que los beduinos interpretaban como una «manifestación divina». (N. del m.) <<

[172] Amplia información en Nazaret. Caballo de Troya 4. (N. del a.) <<

[173] He respetado el original, tal y como aparece en el diario del mayor, dado que no he encontrado la traducción correcta. Lo más parecido sería el nudo que llaman ballestrinque, o cabestan, en francés. Es utilizado por los pescadores y marineros para colgar las defensas en los pasamanos. (N. del a.) <<

[174] Pido disculpas por mi árabe. La primera letra de halwa debería sonar como la «h» inglesa. En cuanto a la primera vocal, se trata de una «a» muy abierta, siempre que aparezca con las consonantes «ǵ, h, , x, ç, , , , q, , , y ». En el resto de las ocasiones, los beduinos la pronunciaban como «ě». (N. del m.) <<

[175] Fue esa noche cuando empecé a intuir la enorme trascendencia de los símbolos en la vida humana, en general, y en la del Maestro, en particular. Nada de lo que hacía era gratuito. Después lo supe: desatar el nudo de Isis representaba ir más allá de la inmortalidad. Necesité tiempo para comprender. El ritual de la apertura de dicho nudo, en el día en que, «oficialmente», fue reconocido como Hombre-Dios, anunció su muerte. Desde ese mismo 14 de enero del año 26, el Hijo del Hombre «habló» de la verdadera vida, la que se alcanza cuando se sueltan los nudos que sellan el alma. Así lo habían anunciado otras culturas: desatar las ligaduras es volar más alto. Lo habían manifestado los budistas, en el Libro del desanudamiento de los nudos, y también los egipcios, con el nudo de Isis, y los mesopotámicos, y los chipriotas y los supuestamente bárbaros de la Aquitania y de la Britania. La vida —consideraban estas culturas— no era otra cosa que una larga cuerda, en la que el protagonista va soltando nudos. Cuando se desata el último, llega la verdadera vida: la vida después de la muerte. Por eso algunos iniciados aconsejaban no resolver (no desatar) todos los problemas que uno pudiera encontrar. Eso significaba prolongar la vida terrenal, según dichos magos. Hoy, en la distancia, sigo perplejo. Jesús habló de su muerte, sin hablar. Nada de esto se dijo en los textos evangélicos… (N. del m.) <<

[176] Información sobre el incidente en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[177] En I Corintios (11, 15), Pablo dice: «… En efecto, la cabellera le ha sido dada [a la mujer] a modo de velo». En I Timoteo, el misógino proclama: «Así mismo, que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor y modestia, no con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos, sino con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de piedad. La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión de piedad. No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión. Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad». Las palabras del «santo» no merecen comentario… (N. del m.) <<

[178] La ruta del incienso arrancaba en Saba y cubría miles de kilómetros, con un total de sesenta y cinco estaciones. Se prolongaba más allá de la península arábiga, y llegaba a Egipto, mar Mediterráneo, Mesopotamia, India y las lejanas tierras de la actual China. Timná era una de las estaciones, junto a Marib, Ma’in, Yatrib, Dedan y Gaza. (N. del m.) <<

[179] El cúmulo estelar abierto de las Pléyades consta de tres mil estrellas, aunque, a simple vista, sólo se distinguen seis y, en ocasiones, alrededor de diez. Se encuentra a 410 años luz y está formado por estrellas jóvenes, de unos sesenta millones de años. El poeta griego Aratos dio nombre a las primeras, en el siglo III antes de Cristo: Alción, Taigeto, Electra, Mérope y Maya. (N. del m.) <<

[180] El líquido extracelular equivale a un veinte por ciento del peso corporal. Abarca el llamado intersticial, y el líquido plasmático. Los límites aceptados en el pH de dicho líquido extracelular oscilan entre 7,35 y 7,45. Por encima de estos límites se produce la alcalosis. Por debajo, aparece la acidosis. (N. del m.) <<

[181] El gebgeb era responsabilidad de las mujeres beduinas, como todas las comidas. Una vez ordeñada la cabra, la leche era vertida en un se’in, una piel de oveja que colgaba de un trípode. Las mujeres lo agitaban, al tiempo que cantaban. Era una operación sagrada, a la que denominaban hazza. De esta forma obtenían la mantequilla. Concluida la hazza, el contenido pasaba a un recipiente de cobre. El suero era separado del resto y, tras hervirlo, se procedía a la confección de las referidas bolas de gebgeb. En general se dejaba secar en las terrazas, o sobre las tiendas. Lo usaban también para sazonar las comidas, y para acompañar la carne. Era un alimento muy nutritivo y sabroso. (N. del m.) <<

[182] La «adularescencia» está provocada por una característica especial de la estructura de la piedra, cuyas capas aparecen ordenadas. Si dichas capas de ortoclasa y albita no son excesivamente gruesas, la luz que se refleja en ellas produce interferencias, provocando el citado efecto de «nube» azul. En el caso de capas gruesas, la ortoclasa emite un brillo blanco. (N. del m.) <<

[183] A la hora de construir una casa de piedra, o nuqrah, determinados clanes beduinos de aquella época daban una especialísima importancia a la construcción de los arcos. Desde tiempos antiquísimos los asociaban con los pechos de las mujeres, y de las camellas, «de los que procede la vida», decían. De ahí que, en el momento de erigir un arco, inmolasen siempre una oveja, arrojando la sangre sobre los cimientos. (N. del m.) <<

[184] Aunque la cueva era uno de los dominios de la welieh de la fuente, los badu de Beit Ids la denominaban mabat («un lugar donde pasar la noche»), siempre referido a los extranjeros, o medafeh («el cuarto, o la habitación, de los invitados»). Sólo los no árabes aceptaban dormir en una gruta «propiedad» de un genio. (N. del m.) <<

[185] Entre los badu, los jefes se dividían en tres grandes categorías: menores, tribales y supremos, dependiendo de las familias bajo su jurisdicción. Eran elegidos por unanimidad. Para llegar a ser un sheikh se necesitaba sabiduría, riquezas y, sobre todo, hash (suerte); algo similar a la pretendida virtud de que disfrutaba Abner, el lugarteniente de Yehohanan. El sheikh tenía la obligación de conocer a todos los miembros del clan, de asistirlos, y de reunirse con ellos periódicamente. La compasión, y la generosidad, eran consustanciales con el cargo, aunque sólo «oficialmente». (N. del m.) <<

[186] Entre la gente oprimida de aquel tiempo se hallaba también el esclavo judío, menos numeroso que el pagano, pero igualmente llamativo. Eran tres las razones por las que un judío podía perder la libertad. En primer lugar, por avaricia. Y me explico: era el caso más lamentable, en el que salían perjudicados los niños. Yavé permitía la venta de los menores de doce años y medio (momento de la pubertad en las niñas), especialmente mujeres. Así lo explica (!) Dios en el Éxodo (21, 1-12): «Éstas son las normas que has de dar [referido a los esclavos]: Cuando compres un esclavo hebreo, servirá seis años, y el séptimo quedará libre sin pagar rescate. Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, su mujer saldrá con él. Si su amo le dio mujer, y ella le dio a luz hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán del amo, y él saldrá solo. Si el esclavo declara: “Yo quiero a mi señor, a mi mujer y a mis hijos; renuncio a la libertad”, su amo lo llevará ante Dios y, arrimándolo a la puerta o a la jamba, su amo le horadará la oreja con una lezna; y quedará a su servicio para siempre. Si un hombre vende a su hija por esclava, ésta no saldrá de la esclavitud como salen los esclavos. Si no agrada a su señor, que la había destinado para sí, éste permitirá su rescate; y no podrá venderla a gente extraña, tratándola con engaño. Si la destina para su hijo, le dará el mismo trato que a sus hijas. Si toma para sí otra mujer, no le disminuirá a la primera la comida, ni el vestido, ni los derechos conyugales. Y si no le da estas tres cosas, ella podrá salirse de balde sin pagar rescate». Se daba el caso de padres que, bien por necesidad, o por avaricia, vendían a sus hijas a otros judíos, o a paganos, con la condición de que fueran menores de doce años y medio. El abominable asunto terminó convirtiéndose en un negocio. Las niñas, por lo general, se convertían en esposas, o esclavas sexuales, de los amos…

Bajo cuerda, también existía el tráfico de niños varones. Eran vendidos a precios más altos que las niñas.

¿Qué clase de dios autorizaba algo así? Sólo se me ocurre uno: con minúscula…

La segunda razón, también frecuente, era la súbita ruina de una familia. El padre, en esas circunstancias, optaba por venderse a sí mismo. Podía hacerlo a un judío, o a un pagano. La Ley mosaica establecía que el período máximo de servicio era de seis años. Por eso, el precio de un esclavo judío era siempre menor que el de un gentil. El de un judío oscilaba entre una y diez minas (doscientos cuarenta a dos mil cuatrocientos denarios de plata) y el de un esclavo pagano alcanzaba hasta las cien minas (algo más de 25 000 dólares de 1973). Las mujeres hebreas mayores de doce años y medio no podían ser vendidas como esclavas. Ésa era la retorcida lectura que hacían del Éxodo (21, 7), y del no menor retorcido Yavé. Para los judíos, y se supone que para el dios del Sinaí (con minúscula), toda mujer vendida como esclava era sospechosa, de inmediato, de prostitución. Si era una niña, no importaba (!).

Por último, un judío perdía la libertad si no estaba en condiciones de restituir el valor de lo robado. Según el citado Éxodo (21, 37), el ladrón debía devolver cinco veces el valor de un buey muerto o robado, o cuatro, si se trataba de una oveja. Los tribunales eran los encargados de dicha evaluación. Si el ladrón se declaraba insolvente, éste pasaba a manos de los traficantes de esclavos, que lo vendían dentro, o fuera, de Israel. La venta de un judío a paganos fue una orden de Herodes el Grande, que provocó un profundo malestar entre los ortodoxos. Lo cierto es que, merced a esta disposición, el número de robos decreció sensiblemente. Si un judío era vendido a un pagano, corría el riesgo de ser trasladado a tierras remotas y de no regresar jamás. A diferencia del esclavo pagano, condenado a servir a perpetuidad, el judío podía acortar tiempo de servicio, bien mediante rescate, o por un pago personal. (N. del m.) <<

[187] Aunque los expertos no se ponen de acuerdo, es posible que los primeros granos de café fueran conocidos en Europa hacia el año 1640. Procedían de Arabia. El café inquietó a los médicos, que recomendaron no consumirlo, ya que podía provocar impotencia, y esterilidad en la mujer. En 1820, cuando se descubrió la cafeína, se demostró que las viejas creencias no tenían fundamento. La cafeína es un tónico y estimulante del sistema nervioso central, y del corazón, que actúa también como diurético. Sólo en caso de abuso puede provocar insomnio, cefaleas y arritmia cardíaca. Hacia finales del siglo XVIII, el café llegó a América, merced a los neerlandeses, que lo introdujeron en Guayana. Los franceses, por su parte, lo cultivaron en Antillas, y de allí saltó a Brasil. Según nuestras noticias, por tanto, el verdadero origen del cafeto se hallaría en lo que hoy conocemos como Etiopía. Concretamente, en la región central, a unos diez mil kilómetros de la península Arábiga. (N. del m.) <<

[188] Al retornar al Ravid, «Santa Claus» confirmó los cálculos. El sheikh pudo nacer en la primavera del año 31 a. J.C. En esas fechas se registró un gran seísmo al sur de Israel, tal y como explica Flavio Josefo en su libro Guerras de los judíos (1, 14). Sólo en la Judea perecieron más de treinta mil personas. Herodes el Grande pudo salvarse porque se hallaba, con su ejército, en campo abierto. En ese tiempo, Herodes era aliado de Marco Antonio y de la célebre Cleopatra VII, la reina de Egipto. Herodes ofreció su ayuda a Marco Antonio en la lucha contra Octavio, pero el amante de Cleopatra lo envió al sur para frenar el empuje del ejército de Petra. En el mes de enero del año 26, por tanto, el sheikh de Beit Ids contaba cincuenta y cinco o cincuenta y seis años de edad, aproximadamente. (N. del m.) <<

[189] Como ya informé oportunamente, Caballo de Troya nos proporcionó unas lentes especiales de contacto, a las que llamábamos «crótalos», por su relativa semejanza con las fosas «infrarrojas» de estas serpientes, que les permiten cazar mediante las emisiones infrarrojas de sus víctimas. Las «crótalos» detectaban la energía «IR» (infrarroja) por encima de los 700 nanómetros, invisible para el ojo humano normal. Como se sabe, cualquier cuerpo cuya temperatura sea superior al cero absoluto (menos 273 grados Celsius), emite la citada energía «IR». La emisión de rayos infrarrojos está provocada por las oscilaciones atómicas en el interior de las moléculas, y en consecuencia, se halla estrechamente ligada a la temperatura de cada cuerpo. Nuestras lentes eran capaces de detectar variaciones de temperatura del orden de una milésima de grado. (N. del m.) <<

[190] En ese mes de enero, entre el día primero y el sexto, la Tierra cruzó el enjambre meteórico de las «Cuadrántidas», aunque lo observado en la noche del martes, 15, no guardó relación alguna con dichas «estrellas fugaces». Los meteoros, como es bien sabido, están formados por polvo cósmico, de apenas un milímetro, que se incendia al penetrar, o rozar, las altas capas de la atmósfera terrestre. La velocidad oscila entre once y setenta y dos kilómetros por segundo. Para que un meteoroide pueda ser observado desde el suelo, sus dimensiones no deben ser menores a las de un grano de arena, con una velocidad mínima de caída de veinte kilómetros por segundo. En general, se encienden a ochenta o noventa kilómetros de altura, y se consumen en décimas de segundo o, como mucho, en cinco segundos. (N. del m.) <<

[191] Antes de la llegada de Mahoma (siglo VII), los a’rab creían en cientos de dioses. Beit Ids era un vivo ejemplo. Una de las divinidades principales era Ka’abu o Kabar, identificada con la estrella matutina o planeta Venus. En otros lugares recibía nombres diferentes, como Kore o Chaabou. Aseguraban que era una diosa virgen, que trajo al mundo a un rey, al que llamaban Dusares. Su antigüedad era remota. Lo representaban como una piedra cuadrada, con ojos. Otros árabes defendían que no nació de una virgen, sino que descendió de los cielos, directamente. En Beit Ids, como en otras zonas habitadas por los badu, la festividad de Dusares se situaba hacia el 6 de enero. Y los sheikh y demás jefes tenían la obligación de presentar oro, incienso y mirra en el correspondiente altar. La costumbre cristiana relacionada con los Magos, por tanto, era mucho más antigua, y de origen árabe. Adoraban también al sol, a la luna, a Sirio, a Júpiter, a Mercurio y a las Pléyades, entre otros astros, así como a las «piedras negras» que caían del cielo (Kaaba) (posibles meteoritos). En este sentido, las leyendas y supersticiones eran inagotables. Existían centros de peregrinación, en los que se veneraba toda suerte de «piedras negras». En tales santuarios se practicaba el tawwaf, un recorrido tradicional alrededor del lugar, que significaba «suerte». Cuantas más vueltas, más «suerte». Los árabes preislámicos besaban y acariciaban estas piedras, solicitando toda clase de favores. Sólo en el pequeño poblado de Beit Ids sumé más de treinta dioses, al margen de los espíritus benéficos, los žnun y los árboles sagrados. Naturalmente, cada tribu tenía sus propias divinidades. (N. del m.) <<

[192] Los tzadikim eran iniciados en la doctrina secreta de los textos sagrados (Pentateuco). El nombre procedía de la letra hebrea tzade, de valor numérico 90, integrada por la yod y la nun. Estar del lado de lo secreto era tzad o tzadik. Se los consideraba lo «justo» y lo «exacto», y el fundamento del mundo, como reza el libro de los Proverbios (10, 25): «… el justo es construcción eterna». Por supuesto, Jesús de Nazaret era un consumado tzadikim, y mucho más… (N. del m.) <<

[193] La tradicional dorah, u hospitalidad árabe, nace de una necesidad: en el desierto, todos podemos necesitar ayuda en cualquier momento. De ahí que la dorah sea la primera obligación de un beduino, al margen de la identidad del que la solicita. La dorah abarcaba dos grandes capítulos: la comida y refugio, y la protección del recién llegado. No estaba bien visto que alguien cruzase por delante de una tienda, o de la casa de un beduino, y no solicitase la dorah. El propietario se sentía insultado, y se dio algún caso de asesinato por lo que estimaban como un deshonor. Si la estancia del huésped se prolongaba más de tres días y un tercio, las familias que integraban la tribu se turnaban a la hora de suministrar alimentos, cobijo y protección. Sólo estaba admitido el contacto con los hombres. Las mujeres permanecían generalmente ocultas, o a una prudencial distancia. Cuanto más generosa fuera la dorah, más prestigio para el jeque y su familia. Los badu sabían del dinero, pero no lo utilizaban. Preferían el trueque y, sobre todo, «la blancura de la cara» (honor y prestigio). El acto de violar la dorah recibía el nombre de bawq. En el dialecto de Beit Ids podía traducirse por «mentira» o «algo desastroso». Hacer bawq era robar al anfitrión, o a su gente, seducir a las mujeres, mentir, emborracharse sin autorización, o no responder a las preguntas del dueño de la jaima, o de la casa. (N. del m.) <<

[194] Un faqir, entre los árabes, era un pordiosero, y también un hombre con una especial capacidad para «ver» el futuro. Si el faqir se convertía en un asesino, o en una persona vil, recibía el nombre de meskin. Toda tribu beduina presumía de su respectivo faqir o faqireh, al que acudían regularmente, y al que temían, tanto o más que a los žnun. El faqir hacía y deshacía negocios, descubría la identidad de los ladrones, sanaba huesos rotos, expulsaba a los espíritus maléficos, aconsejaba la paz o la guerra y, en suma, decidía sobre la suerte de cada miembro del clan. La tribu más famosa por sus faqirs era la de los Balawneh. A ella pertenecía Nasrah. Había dos formas de ser faqir: por transmisión de padres a hijos, o por merecimientos propios. Estos últimos eran los más considerados, debido al duro aprendizaje. Un aspirante a faqir tenía que retirarse al desierto, por espacio de cuarenta días, y ayunar y orar a los dioses. En ese período se le aparecía un ginn, que trataba de tentarlo, y de vencerlo. Si el candidato superaba la prueba, y vencía a los žnun, en los cielos aparecía una señal, y todo el mundo sabía que el dios Dusares había aceptado a un nuevo faqir. Nada nuevo bajo el sol, efectivamente… (N. del m.) <<

[195] El jeque no lo llamó madjnoun, o poseído por los demonios, sino fulan indamag («individuo descerebrado»), en clara alusión a lo que los badu consideraban una pasión amorosa desmedida y enfermiza. De hecho, las beduinas daban a comer a sus maridos, o amantes, siempre en secreto, cerebro de asno (dimag), con el fin de provocar el deseo sexual. Y me pregunté: ¿cuál era el origen de la demencia del anciano «luna»? ¿Había algo más en su locura? (N. del m.) <<

[196] La primera vez que el Hijo del Hombre me habló de la «chispa» fue en la madrugada del 21 de abril del año 30, en la orilla del yam. En aquella oportunidad, el Resucitado dijo: «… Cuando hayáis acabado aquí abajo, cuando completéis vuestro recorrido de prueba en la carne, cuando el polvo que forma el tabernáculo mortal sea devuelto a la tierra de donde procede, entonces, sólo entonces, el Espíritu que os habita retornará al Dios que os lo ha regalado…». También en aquella inolvidable madrugada tuve la ocasión de contemplar una extraña «luz» en el negro firmamento del mar de Tiberíades. «Después», en el Hermón, Jesús haría alusión, igualmente, al gran «regalo» del Padre. (N. del m.) <<

[197] Amplia información en Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[198] Los judíos del tiempo de Jesús, como ya indiqué, se hallaban influenciados por las doctrinas griega, persa y egipcia, especialmente en lo que a la concepción del alma se refiere. Platón y Aristóteles enseñaron modelos diferentes de alma, ubicándolas en tres regiones del cuerpo: cabeza, pecho y vientre. Mi amnesia, como se recordará, según los caldeos o adivinos, tenía su origen en la posesión de la segunda alma, la del tórax, por parte de un diablo femenino, Lilit. A esta confusión se sumó el propio pensamiento judío, que construyó hasta cinco niveles de «alma»: la nešamah (nišmah, en arameo), o «soplo» lanzado por Yavé sobre Adán; nefeš, o alma vegetativa (puro aliento vital); yehidah, o alma superior, sólo alcanzable por los iniciados; hayyah, o principio de la vida, y ruah, o espíritu. Para la mayoría, nefeš era el nivel inferior, similar al alma de los animales, aunque ésta no procedía de Dios, sino de la tierra. Tras el exilio en Babilonia, el panorama se diversificó aún más, y surgieron los ángeles y el se’ol («infierno»), complicando la situación de las almas. Después se produjo la influencia oriental, en especial de la actual China, con sus teorías sobre las almas superiores, o hun, y las inferiores, o po. En total, diez almas en cada cuerpo, con los más peregrinos cometidos. Al morir, todas se separaban, y ahí empezaba el auténtico calvario. Reunirlas no era fácil. Unas permanecían en la tumba, con el cadáver. Otras —decían— emigraban a las Fuentes Amarillas, en el interior de la Tierra, o eran custodiadas en las prisiones oscuras del Conde Tierra. Sólo algunas llegaban al cielo, y permanecían junto al Señor de lo Alto. Como siempre, todo era cuestión de dinero. Los ricos pagaban y aseguraban la salvación, lo más cerca posible de Dios. Los sacerdotes entregaban una bula que así lo acreditaba. El pueblo, sin embargo, estaba destinado a las Nueve Oscuridades, en las referidas Fuentes Amarillas. Su rescate era casi imposible. La locura sobre las almas llegó al extremo de considerarlas casi como manzanas, o granadas, pendientes del gran árbol de la Vida, en la región de los cielos. Ésa era otra de las supersticiones judías. Yavé las hacía madurar en el referido y gigantesco árbol, cuyas ramas se extendían hacia los cuatro puntos cardinales, con unas raíces de quinientas millas cuadradas. Cuando estaban listas para bajar al mundo, Dios las responsabilizaba de cien llaves, equivalentes a otras tantas bendiciones. La labor del alma era conseguir que el ser humano las recitase cada día. Pero no todas las almas eran santas inicialmente. Según los ortodoxos judíos, algunas fueron tentadas por la «hembra del gran abismo», y así se presentaron en la Tierra. De ahí nació, en parte, la falsa creencia cristiana sobre el llamado «pecado original», atribuido a Eva, y a su compañero, Adán. Si el portador del alma «pecadora» hacía penitencia, Yavé podía perdonarlos (a ambos). Para otros doctores de la Ley, el peligro se hallaba en el sueño. Las almas —decían— salían del cuerpo durante dicho sueño, y viajaban al cielo, a la búsqueda del árbol del que habían partido. Pero, en el camino, eran asaltadas por las fuerzas impuras y podían caer en la tentación. Al despertar, las almas retornaban al cuerpo. Si habían pecado, el portador tenía que pagar. Así prosperó el colectivo de los interpretadores de sueños, que formó parte importante del aparato religioso judío. Los sueños eróticos, por ejemplo, eran una señal inequívoca de los malos pasos del alma durante la noche. Pecar, naturalmente, significaba ofender a Yavé y eso, a su vez, obligaba a pasar por caja (la del Templo de Jerusalén, o la de sus representantes, los sacerdotes, en el resto del país). La frase de Isaías (26, 9) —«Mi alma te desea por la noche»— no admitía discusión. (N. del m.) <<

[199] Las enseñanzas de Malki Sedeq se extendieron en todas direcciones, y llegaron a los lugares más remotos. Con los siglos, también fueron cambiadas, o enterradas. En la lejana China hicieron prosperar el taoísmo. Shen era el espíritu que llega, procedente del Padre. Después, el concepto inicial se vio alterado, y se convirtió en un elemento material, que habita en el hombre desde la primera respiración, y que se extingue con la muerte. Los budistas, posteriormente, transformaron el concepto shen en shishen, o espíritu cognoscitivo, aunque siguieron negando la supervivencia de la personalidad (el «Yo») tras la muerte. Malki Sedeq jamás habló de la reencarnación, y el budismo rechazó todas sus enseñanzas, depositadas en el taoísmo. También la confusión y el error terminaron cayendo sobre la doctrina que los melquisedec introdujeron en Egipto. El akh, la «chispa» del Padre, fue demolido por los dioses, y los intereses humanos. Y lo mismo sucedió con el alma, que fue degradándose hasta convertirse en las más diversas creencias: el ave con cabeza humana (ba), o el ka, como un «doble» celestial del difunto, capaz de vivir en el más allá. La remota noticia de la «chispa», o fragmento divino, que habita al hombre desde que toma su primera decisión moral, se difundió también entre los africanos, y los pueblos de la actual Europa. Los balubas y los lulúas, por ejemplo, conservan en sus tradiciones el concepto m’vidi, en el que reposa la intuición, y del que nace la inteligencia (alma). Entre los hombres del desierto, en especial en los pueblos badu, continúa viva la doble idea de Espíritu y alma, enseñada también por los melquisedec. El Espíritu, o «chispa», es llamado rruh, muy similar al ruah de los judíos. El alma, de carácter vegetativo, recibe el nombre de nefs, prácticamente idéntico al nefeš (alma inferior) de los judíos. Conviene no olvidar que los hebreos, inicialmente, eran beduinos. Para los badu, el Espíritu llega al cuerpo humano en forma de pájaro, y procedente de los cielos… Entre los habitantes de lo que hoy conocemos como Europa, la inmortalidad del alma fue siempre una realidad indiscutible. Así lo defendieron los druidas. Y mantenían que, al morir, el alma «despierta» en otro mundo, muy similar al nuestro. Allí, durante un tiempo, desarrolla una actividad parecida a la que ha tenido en esta vida. Las enseñanzas sólo podían proceder del misterioso Malki Sedeq…

El Maestro, en su vida de predicación, se ocupó de refrescar estos conceptos, aunque sus palabras, una vez más, resultaron manipuladas, o pésimamente interpretadas. Uno de los ejemplos más elocuentes es Pablo de Tarso. Aunque se aproximó al sentido original de los conceptos expresados por Jesús de Nazaret, la interpretación final deja mucho que desear. El Galileo habló de una sola alma, e inmortal, a la que Pablo llama psykhe. Y se refirió también a la «chispa», o Espíritu, llamado pneuma por el de Tarso. Al leer la primera carta a los tesalonicenses (5, 23), y la primera a los corintios (15, 44), la deducción es que la única criatura, capaz de aspirar a la inmortalidad, es el pneuma o Espíritu. Sólo él se beneficia de la salvación. Grave error. Jesús no dijo eso. Jesús habló de una «chispa», o Espíritu, que forma parte del Padre (inmortal por naturaleza), y de una alma, inmortal por decisión del Padre. ¿A qué salvación se refirió el Maestro? Todos los seres humanos —repitió hasta el agotamiento— son inmortales por naturaleza. Él no vino a salvar a nadie, sino a recordar que existe la esperanza, pase lo que pase… (N. del m.) <<

[200] Más información sobre «MAT» en Hermón. Caballo de Troya 6 y en Al fin libre. (N. del a.) <<

[201] Aunque se sabe que las funciones del parpadeo son otras, algunos neurofisiólogos creen ver en estos movimientos palpebrales un sistema, orientativo, del volumen de imágenes visuales que puede recibir un ser humano durante el estado de vigilia. Según esta hipótesis, cada parpadeo fisiológico inconsciente, o cada tren de parpadeos, podría representar un «cambio» de imagen y, en consecuencia, una nueva «unidad» que vendría a sumarse a la memoria. Desde principios del siglo XX, con los estudios de Schirmer, se sabe que la frecuencia de parpadeo es de ocho a nueve por minuto. En otras palabras: alrededor de nueve mil parpadeos, en dieciséis horas de vigilia. O lo que es lo mismo: nueve mil nuevas posibles imágenes visuales por día. Aun reduciendo drásticamente ese «cargamento» de recuerdos —por ejemplo, a un veinte por ciento—, un hombre, o una mujer, que viviera sesenta años reuniría del orden de más de cuarenta y tres millones de vivencias en su memoria «declarativa». (N. del m.) <<

[202] Por más que buceé en todo tipo de fuentes, la búsqueda del tal Ids fue prácticamente estéril. Cabe la posibilidad, incluso, de que Beit Ids, o Idis, fuera una corrupción de Beit Adon («casa del Señor»), Beit Adis («casa del Indiferente»), Beit Edir («casa del Poderoso») o Beit Idish («casa de Idish»). Los términos hebreos shid o sid («cal») también podrían estar relacionados: Beit Sid o casa de la Cal. Personalmente, y por razones obvias, me inclino por casa del Señor, aunque no exista una raíz semántica lo suficientemente clara que lo ratifique. (N. del m.) <<

[203] Tomando como centro Beit Ids, las referidas colinas, siguiendo la dirección de las agujas del reloj, serían las siguientes, de acuerdo con su altitud: 575 (ubicación del poblado y de la gruta), 551, 661, 800, 754, 640 y 481. La colina de la «oscuridad», o «778», se halla fuera de dicho círculo, algo más al nordeste. (N. del m.) <<

[204] Como ya referí, la mujer, entre los beduinos, era poco menos que nada. Un proverbio popular decía: «Mujer de noche y burra de día». Además de ocuparse de los trabajos de la casa, de la educación de los hijos, en especial de los varones, y del permanente bienestar del «señor», o marido, la badawi estaba obligada a transportar el agua, buscar madera, remendar y recoger las tiendas, cuando las utilizaban, vigilar los rebaños y preparar la comida de los huéspedes, entre otros menesteres. Era un trabajo agotador, del que no sacaban ningún provecho, excepción hecha de la comida, y el lugar en el que se cobijaban. Sólo la esposa principal disfrutaba de ciertos privilegios, como lucir joyas, o ciertos maquillajes, y dependiendo siempre del humor del marido. Por lo general, la esposa principal era consecuencia de un acuerdo entre tribus; pura política. Al igual que entre los judíos, las mujeres badu no tenían derechos. No heredaban. No debían hablar, a no ser que fueran interrogadas. Eran siempre sospechosas, no importaba de qué. Podían ser apaleadas por su «señor» por el menor motivo, o repudiadas ante la sospecha de engaño. Ellas eran las únicas responsables de la esterilidad. Cuando nacía una niña, los hombres se lamentaban y preferían no hacer comentarios sobre la madre. Si al segundo y tercer alumbramientos el recién nacido seguía siendo hembra, la beduina era obligada a visitar a la faqireh, o hechicera. Que pudiera continuar, o no, como esposa dependía, en buena medida, del «regalo» recibido por la bruja. A los doce años, en el momento de la pubertad, se producía la ceremonia del taher («purificación»), o sirr («cosa oculta y misteriosa»), que consistía en la circuncisión, o eliminación del clítoris. Era el paso previo al casamiento. La niña no tenía posibilidad de escoger o pronunciarse. Eran los hombres quienes establecían y negociaban el matrimonio, que quedaba reducido a un simple trueque comercial. El padre de la novia recibía el mohar, o dote, y el compromiso quedaba cerrado con una comida. No era preciso firmar ningún documento. La palabra del árabe era sagrada. (N. del m.) <<

[205] Para diferenciar a las familias que vivían en el ahel de Yafé se utilizaba el término ial. Cada hijo casado tenía su ial. Cuando optaba por independizarse, el hijo proporcionaba su nombre al nuevo ahel. Se daba también otra fórmula para crear familias. Lo llamaban «familia artificial», y consistía en la unión de dos varones, solteros o casados, que se juraban fidelidad ante testigos. Lo compartían todo: trabajo, casa, pérdidas, ganancias, etc. Era uno de los procedimientos para aliviar la difícil situación de los árabes homosexuales en aquella época. (N. del m.) <<

[206] Entre los árabes, la razzia era una forma de ganarse la vida, de demostrar el valor y la «blancura de cara». Consistía en incursiones armadas en territorio de otras tribus, siempre alejadas, o en asaltos a caravanas. Cuanto más botín, y menos sangre derramada, más prestigio para el aqid o guerrero que dirigía el asalto. No estaba bien visto que la razzia fuera dirigida contra una tribu amiga, o contra un miembro del propio clan. Hacer razzia no significaba declarar la guerra. Si se registraba un accidente, y alguien resultaba herido, o muerto, el asesino podía ser perseguido, pero la «ley de la sangre» (venganza) no caía sobre el resto de la tribu a la que pertenecía dicho asesino. (N. del m.) <<

[207] Entre los «impuestos» que llamaron mi atención se encontraba el ahawah, que podríamos traducir como «de la fraternidad». Era el más importante. El sheikh lo establecía con cualquier tribu que fuera inferior. Era uno de los caminos para evitar la guerra, o las razzias. El pago, en especie, equivalía a «hermandad». Cuanto más ahawah, más hermano… El segundo «impuesto» en importancia económica era el qosra, que se cobraba a los clanes extranjeros que habían sufrido una sequía, una epidemia o cualquier otra desgracia, y que se veían forzados a emigrar. Si se instalaban en los dominios de otra tribu, ésta solicitaba de inmediato el qosra. Si no pagaba, podía ser aniquilada. El qosra tenía una duración limitada, siempre negociable. Pero el «impuesto» más desconcertante, al menos para este extranjero, era el que denominaban be ir en-nom, o el «camello del sueño». Para entenderlo era preciso saber que la ley de la sangre, o la venganza, era una realidad cotidiana en aquel tiempo. Si las tribus no se habían sometido previamente al pacto llamado ben ameh, al cometerse un asesinato, toda la tribu era responsable. La sangre —decían— llamaba a la sangre y, durante tres días, el clan al que pertenecía el asesino era masacrado. Sólo las mujeres, y los niños, eran respetados. El resto, hombres y animales, eran degollados sin piedad. Si el asesino lograba escapar, los familiares del asesinado debían buscar la venganza entre los descendientes, incluida la cuarta generación. No importaba que la ley encarcelara al asesino. La familia del muerto tenía que satisfacer la ta’r, o sangre vertida, dando muerte al responsable. Era entonces cuando entraba en juego el impuesto del «camello del sueño». Si los familiares y descendientes del asesino deseaban dormir en paz, sólo tenían un camino: pagar. (N. del m.) <<

[208] El sheikh enumeró los nombres de algunas de las tribus, o clanes, que, según sus antepasados, formaron el grueso de los beduinos que siguieron a Moisés: Tiaha, Beser, Hagaia, Izaideh, Atawneh, Sehour, Abou Ganam, Azu Zullam, Terabin, Eben Rasid, Zeben y los citados Adwan, a la que pertenecía Yafé. Y los repitió, en el mismo orden. Éste —defendió— fue el verdadero «pueblo elegido», el pueblo árabe o beduino. Tal y como lo contó, así lo transmito. Quizá alguien, algún día, debería investigarlo… (N. del m.) <<

[209] El insomnio, en los tiempos de Jesús de Nazaret, era un problema tan común como en nuestro «ahora», provocado, fundamentalmente, por problemas neurológicos, y por la insatisfacción y la angustia. (N. del m.) <<

[210] Según los estudios modernos, aunque cada persona marca sus propias necesidades, lo habitual, para alcanzar un descanso reparador, es dormir alrededor de siete horas diarias. Según la American Cancer Society, aquellos que duermen por debajo de las cuatro horas incrementan la mortalidad 2,8 veces más que los que descansan siete horas. Y lo mismo sucede con los que duermen por encima de las diez horas. Su mortalidad se incrementa en un 1,8. Hasta el día de hoy, nadie ha podido aclarar por qué. (N. del a.) <<

[211] Como ya referí en su momento, es la región del hipotálamo la que controla el sueño, el sistema nervioso autónomo, y los impulsos, entre otras funciones. Pensé en utilizar los «nemos» para intentar averiguar la fuente del problema. Quizá así hubiera detectado alguna alteración en las secreciones de gonadotropinas y prolactinas, bajo el control del referido hipotálamo, pero, lamentablemente, no fue posible. Las prioridades eran otras. Algún tiempo después, al saber por Eliseo lo que sucedió, me arrepentí de no haber sido fiel a la intuición… (N. del m.) <<

[212] La cualidad afrodisíaca del neroli se debe a la capacidad para calmar el sistema nervioso, siempre alterado ante un posible encuentro sexual. De ahí nace la tradición de incluir el azahar en las coronas y ramos de flores de las novias. (N. del m.) <<

[213] Para más información sobre el incidente, véase Hermón. Caballo de Troya 6. (N. del a.) <<

[214] Entre las quinientas especies de esta planta herbácea, los beduinos seleccionaban la que hoy conocemos como Indigofera tinctorial, rica en indigotina, de cuyas hojas extraían el colorante natural. Tras la maceración en agua, las hojas perdían el indicán y resultaban atacadas por los enzimas vegetales. Así aparecía el indoxilo que, finalmente, se transformaba en índigo, como consecuencia de la oxidación al contacto con el aire. La fabricación del zraq era otra fuente de riqueza en Beit Ids. (N. del m.) <<

[215] El tal Karineh, que recibía el poder del dios Iblis, podía ser invocado por los padres o por el faqir de turno. Para conjurar su poder sacrificaban un gallo y lo enterraban bajo el suelo del hogar, o de la tienda. (N. del m.) <<

[216] Amplia información en Jerusalén. Caballo de Troya 1. (N. del a.) <<

[217] Cada escuela y secta rabínica, como ya referí, tenía sus propias ideas sobre el Mesías que estaba por llegar. La mayoría consideraba que dicho reino mesiánico tendría una duración de cuatrocientos años, como la esclavitud en Egipto. Y lo defendían porque así estaba escrito en el Génesis (15, 13).

Otros doctores de la Ley, seguidores de los textos de Esdras y del llamado Apocalipsis de Baruc, sostenían que ese «reino» se prolongaría «hasta que el Mesías terminara con la corrupción». En lo que todos coincidían era en el hecho de que la llegada del Salvador significaría el ingreso en un «tiempo feliz», en el que desaparecerían las enfermedades, los campos proporcionarían «mil por uno», las uvas serían del tamaño de bueyes (capaces de dar un barril de vino por grano), los hombres (no las mujeres) serían capaces de hacer el amor cuarenta veces al día, como los leones, y las mujeres parirían sin dolor. Con el Mesías, además, llegaría la inmortalidad. Los justos, los que se unieran a su campaña contra los impíos, no morirían jamás. El resto, los que habían fallecido con anterioridad, y podían demostrar su pureza de origen, y su fidelidad a la grandeza de Israel, sería resucitado por dicho Mesías. La locura de los ortodoxos llegaba al extremo de discutir si un «resucitado» podía ser devuelto al infierno, en el caso de que se arrepintiera y renunciara al «reino de Dios». Otros aseguraban que los rebeldes, y renegados, serían despedazados por el poder de la palabra del Mesías, tal y como aseguraba Henoc (62, 6). (N. del m.) <<

[218] Los olivares de Beit Ids eran destinados a la producción de aceituna de almazara. Sólo algunos corros de zayit producían «verdeo», o aceituna de mesa. Entre las primeras, dedicadas a la extracción de aceite, recuerdo las siguientes variedades: badu, de madurez tardía, muy resistentes al frío (de ahí el nombre), ṛaṣ (por su forma de pico, de hasta cinco gramos por unidad), ṣafi (daba un aceite claro, muy cotizado), bla-daxal (que podríamos traducir por «sin interior», con un hueso ínfimo, y muy duro, que aprovechaban para fortalecer el mortero destinado a la construcción), y nagza (una aceituna enorme, «deseada ardientemente» por los productores de aceite). (N. del m.) <<

[219] La lluvia era una de las grandes preocupaciones de los olivareros de Beit Ids. Las primeras llegaban en octubre. «Despertaban a la naturaleza —decían—, pero no espantaban al sol». Las llamaban arif o pelleh (poco más que una mojadura). Las importantes se presentaban en noviembre. Recibían el nombre de el-matar et-terayawi («lluvias en cascada», a las que ya me he referido, y que me tocó vivir en el meandro Omega). Finalmente, las colinas recibían la sosegada y benéfica es-sa ra. «Si los dioses miran al suelo —aseguraban los badu—, esta lluvia, mansa como una mujer, se prolonga hasta la primavera». (N. del m.) <<

[220] Con el fin de proteger el suelo de la erosión provocada por el agua, los hábiles felah plantaban los olivos siguiendo unas supuestas curvas de nivel. Cuando la pendiente era pronunciada, los campesinos levantaban barreras o disponían bancales, siempre a diez o doce metros. (N. del m.) <<

[221] El Deuteronomio contempla la rebusca como un deber hacia los menesterosos. El capítulo 24, versículos 19 al 22, dice: «Cuando siegues la mies de tu campo, si dejas en él olvidada una gavilla, no volverás a buscarla. Será para el forastero, el huérfano y la viuda, a fin de que Yavé tu Dios te bendiga en todas tus obras.

»Cuando varees tus olivos, no harás rebusco. Lo que quede será para el forastero, el huérfano y la viuda.

»Cuando vendimies tu viña, no harás rebusco. Lo que quede será para el forastero, el huérfano y la viuda…».

A decir verdad, sólo los judíos ortodoxos cumplían con esta normativa. (N. del m.) <<

[222] La cifoescoliosis es una combinación de una curvatura anormal de la columna vertebral, en sentido antero-posterior, y de otra deformación lateral. (N. del m.) <<

[223] No es que la mirada fuera azul, exactamente. Lo que sucedía es que las membranas exteriores del ojo, generalmente blancas, duras y fibrosas (escleróticas), se presentaban anormalmente delgadas y transparentes. Esta deficiencia de tejido conectivo permitía ver los vasos subyacentes, y proporcionaba la referida tonalidad gris-azulada. La característica de la traslucidez «azul», por tanto, obedecía a un problema genético, originado, quizá, por un colágeno deficiente. (N. del m.) <<

[224] Según la medicina moderna, la osteogénesis imperfecta («IO») está provocada por un defecto en uno de los dos loci genéticos que codifican el colágeno tipo I. El colágeno, como es sabido, constituye el principal elemento orgánico del tejido conjuntivo y de la sustancia orgánica de los huesos y cartílagos. El trastorno puede ser expresado por una síntesis anormal, o por una estructura deficiente (calidad) del protocolágeno I. (N. del m.) <<

[225] Según especialistas como Sillence, en la osteogénesis imperfecta se distinguen cuatro tipos de patología. El tipo I es el más frecuente, con una fragilidad ósea que desciende tras la pubertad. La transmisión es por carácter autosómico dominante. La segunda variedad (tipo II) es la más letal. La fragilidad ósea severa termina en enanismo. Es autosómico recesivo. Por lo general, el bebé fallece en el útero, en el parto, o poco después. Si el afectado consigue sobrevivir, como sucede con el tipo III, presentará enanismo, curvatura y fragilidad, especialmente en las extremidades inferiores. Se sabe de otros dos tipos de «IO», con escleróticas azules, sobre todo en el período de lactancia, y la aparición de callos hipertróficos en las zonas de fractura. Ajašdarpan, muy posiblemente, sufría una singular combinación de los tipos I, II y III. En la época de Jesús, la incidencia de la osteogénesis imperfecta en la población era muy baja (aproximadamente, 0,008 por ciento). (N. del m.) <<

[226] Se trataba del Androctonus australis, una de las trece especies existentes en la Palestina de Jesús, en aquella época. En invierno era difícil de ver. Alcanzaba 105 milímetros de longitud, y variaba del amarillo al marrón, con una cola gruesa y un aguijón afilado como una aguja. Cazaba al atardecer, y en grupo. Su ataque era muy peligroso. Un hombre adulto podía fallecer en horas. (N. del m.) <<