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Reino erigido al sur de las Tierras Altas, no tiene grandes territorios que cultivar. Su riqueza se basó durante mucho tiempo en los asaltos a los viajeros que cruzaban el Paso de Teschen, y expolios a otros reinos  situados al norte de la escarpada cordillera. Porque la Fortaleza Roja, una vez invadida por un clan de reyes crueles y despiadados siglos atrás, solo ha albergado soberanos sedientos de sangre y poder.

Rey Balkar de Adamón: Al contrario de toda lógica, este soberano jamás tuvo sus expectativas puestas en dejar un heredero que continuase con su legado. Muerto él, ¿qué le importaba lo que dejara atrás? Jamás consintió que las mujeres de las que gozaba engendrasen un hijo suyo. Sus miras estaban fijas en disfrutar de riquezas y placeres mientras viviera.

Hrodgar, mano derecha del rey: Su espíritu sanguinario y déspota estuvo siempre muy en consonancia con los deseos de su rey, y que él siempre cumplía gustosamente. Sin embargo, la fijación de Balkar por invadir el Reino de Asbath llevará al soberano a la muerte y casi lo arrastra con él.

Moira, la Hechicera: El sexo ocasional era su único nexo de unión con Hrodgar, y a ambos les complacía el trato. Aunque su relación cambió cuando Moira utilizó todo su conocimiento y sus poderes para alejarlo del Inframundo. Hrodgar podría jurar y perjurar que solo la necesitaba para llevar a cabo su venganza, pero sus cuerpos siempre dirían lo contrario.