EPILOGO
LA policía, efectivamente, detuvo aquella misma noche a Evelyn Fosley, pocos minutos después de haber sido informados de todo por Mitch Brocco y Sheila Evans.
La atractiva cuarentona lloró de rabia y de desesperación, pero nadie la consoló, porque no se lo merecía. Era una arpía y su puesto estaba entre rejas.
Mitch y Sheila regresaron a casa e informaron a Harold Evans de lo sucedido. En principio, el asombro de Harold no tuvo límites, porque no podía ni imaginar que Evelyn Fosley lo hubiera planeado todo para heredar su fortuna.
—Su cuñada es una serpiente venenosa, señor Evans —dijo Mitch.
—¡Jamás lo hubiera sospechado! —exclamó Harold.
—Ni yo —dijo Sheila.
—¡Me alegro de que esté en la cárcel! ¡Y ojalá no salga nunca!
—Se hará vieja entre rejas, se lo puedo asegurar —sonrió el detective—. Y lo mismo le sucederá a Ken Harper.
—¡Otra serpiente!
—Los dos tendrán lo que se merecen, señor Evans.
—Gracias a usted, Mitch, que es un eficaz protector y un gran detective.
—Y que lo digas, papá —sonrió Sheila.
—Siempre hago todo lo que puedo por solucionar los casos que me confían —aseguró el detective—. Es la única manera de ganar fama y dinero.
—Mañana me pasaré por su despacho y le abonaré la suma acordada, señor Brocco.
—No hay prisa, señor Evans.
Conversaron unos minutos más y luego Mitch se despidió, siendo acompañado hasta la puerta por Sheila.
—Siento quedarme sin protector —dijo la muchacha.
—Ya no necesita protección, Sheila.
—Pero le necesito a usted, Mitch.
—¿Qué quiere decir?
—Si no lo adivina, es que es tonto.
Brocco la cogió por la cintura.
—¿Estás segura, Sheila?
—Sí, Mitch.
—¿Cuánto tiempo me vas a necesitar?
—Toda la vida.
—Siendo así, no tengo inconveniente en pedirte que te cases conmigo, porque yo siento lo mismo por ti —confesó Mitch y la besó ardorosamente.
Jenny, la doncella, que los estaba observando desde el fondo del vestíbulo, oculta tras una cortina, exclamó:
—¡El Burt Reynolds éste besa mejor aún que el auténtico en sus películas! ¡Ay, qué suerte tiene la señorita Sheila! ¡Lo que daría yo por estar en su lugar!