Ratas en la ópera
JULIAN
Tras analizar todos estos escenarios pesimistas, me gustaría que pensáramos en un posible escenario utópico. Por un lado tenemos la radicalización de la juventud de internet, y ahora internet está a punto de alcanzar la mayoría de edad. Por otro lado, tenemos varios intentos desesperados de anonimato y libertad de publicación, de libertad frente a la censura —tenemos un amplio surtido de interacciones estatales y del sector privado que están luchando contra eso—, pero imaginemos que tomamos el mejor de los caminos. ¿Cómo sería?
JACOB
Creo que consistiría en el derecho a leer y el derecho a expresarse libremente sin excepción, sin exceptuar a un solo ser humano, sin excepciones de ningún tipo, parafraseando a Bill Hicks.[1] Él hablaba de esto en relación con la educación, el vestido y la comida, pero eso también significa, en definitiva, que toda persona tiene el derecho a leer y el derecho a expresarse libremente. Y de ahí se deriva el derecho a la expresión anónima, el derecho que te permite pagar a la gente sin interferencias de terceros, la capacidad de viajar libremente, la capacidad de corregir la información que sobre ti aparece en los sistemas. Contar con sistemas transparentes a los que podamos pedir cuentas cuando observemos algún tipo de intromisión.
ANDY
Yo añadiría la idea de que con el incremento de sistemas de tratamiento de datos y su papel en la red, y con la disponibilidad de herramientas como Tor, la criptografía y demás, la cantidad de información que puede suprimirse es bastante limitada, y los gobiernos lo saben. Saben que actuar subrepticiamente en estos tiempos significa hacerlo en el transcurso de un plazo limitado, porque tarde o temprano sus acciones acabarán siendo de dominio público, y esto es una buena cosa. Esto cambia su manera de actuar. Esto significa que saben que deberán rendir cuentas. Y también implica que se vean forzados a crear procesos internos de denuncia, como la Ley Sarbanes-Oxley (también conocida como el Acta de Reforma de la Contabilidad Pública de Empresas y de Protección al Inversionista), que impone a las empresas que cotizan en la bolsa norteamericana el requisito de contar con una infraestructura de denuncia que ofrezca, a aquellos que deseen informar de un delito o de un comportamiento indebido por parte sus superiores, un procedimiento para denunciar sin sufrir represalias por parte de los acusados.[2]
JÉRÉMIE
Con respecto a lo que acaba de decir Jake, creo que debemos dejar claro que una internet libre, abierta y universal, es probablemente la herramienta más importante que tenemos para resolver los problemas globales que están en juego, que protegerla es probablemente una de las tareas claves que nuestra generación tiene entre manos, y que cuando alguien en alguna parte —ya sea un gobierno o una compañía— restringe la capacidad de la gente para acceder a la internet universal, el principal afectado es la propia internet. Es toda la humanidad la que sufre esta restricción. Y así como nosotros estamos siendo testigos de que colectivamente podemos incrementar el coste político de este tipo de decisiones, todos los ciudadanos con acceso a una internet libre pueden impedir tales comportamientos. Estamos empezando a entender que, como ciudadanos de la red, tenemos poder sobre las decisiones políticas y que podemos conseguir que nuestros representantes y nuestros gobiernos asuman mayores responsabilidades por lo que hacen cuando adoptan malas decisiones que afectan a nuestras libertades fundamentales y a una internet libre, global y universal.
Así que creo que deberíamos ponerlo en práctica. Deberíamos intercambiar conocimientos sobre cómo hacerlo. Deberíamos continuar mejorando nuestras vías de acción, la manera en que intercambiamos tácticas sobre cómo acudir al parlamento, sobre cómo presentar lo que los políticos están haciendo, sobre cómo exponer la influencia de los lobbies de la industria en el proceso de adopción de políticas. Deberíamos seguir construyendo herramientas destinadas a capacitar a los ciudadanos en la construcción de sus propias infraestructuras encriptadas y descentralizadas, para que puedan ser dueños de sus propias infraestructuras de comunicación. Deberíamos difundir estas ideas a toda la sociedad a fin de construir un mundo mejor, y, de hecho, ya estamos en ello. Sólo debemos continuar.
JULIAN
Jake, si te fijas en personas como Evgeny Morozov y en su descripción de los problemas de internet, verás que estos asuntos ya fueron pronosticados hace años por los criptopunks.[3] No era una visión que abogara por la mera queja sobre la creciente vigilancia estatal y ese tipo de cosas, sino porque podemos y, de hecho, debemos construir las herramientas de una nueva democracia. Y podemos construirlas con nuestras mentes, difundirlas a otra gente e involucrarnos en la defensa colectiva. La tecnología y la ciencia no son algo neutral. Hay formas concretas de tecnología que nos pueden suministrar estos derechos y libertades fundamentales tan anhelados por muchos desde hace tanto tiempo.
JACOB
Totalmente de acuerdo. Creo que lo más importante que la gente debe tener presente —especialmente los adolescentes de dieciséis a dieciocho años que deseen hacer del mundo un lugar mejor— es que ninguno de los que estamos aquí sentados, ni ninguna persona de este mundo ha nacido con los logros que se llevará a la tumba. Todos nosotros construimos alternativas. Todo el mundo aquí ha construido alternativas, y todo el mundo, especialmente con internet, está capacitado para hacerlo en el contexto en el que se mueve. Y no es que tengan obligación de hacerlo, sino que si quieren, pueden. Y si lo hacen, tendrán impacto en mucha gente, especialmente en el ámbito de internet. Construir esas alternativas tiene una amplificación, una magnificación.
JULIAN
Entonces, y me refiero a ti, si construyes algo puedes dárselo a cien mil millones de personas para que lo usen.
JACOB
O si participas en la construcción de una red anónima —como la red Tor por ejemplo— ayudas a construir la alternativa de una comunicación anónima allí donde antes no existía.
JÉRÉMIE
Se trata de compartir conocimiento libremente y facilitar canales de comunicación para que el conocimiento circule sin cortapisas, eso es lo que vosotros estáis haciendo. Tor es un software libre, que está tan ampliamente extendido en nuestros días porque hemos integrado nuestra idea de la libertad en el modo en que construimos alternativas, tecnología y modelos.
JACOB
Necesitamos un software libre para un mundo libre, y necesitamos hardware libre y abierto.
JULIAN
Pero ¿por libre quieres decir ilimitado, que la gente pueda programar sus componentes, que pueda ver cómo funciona?
JACOB
Totalmente. Necesitamos un software que sea tan libre como las leyes en una democracia, un software que todo el mundo pueda estudiar y modificar, para poder entenderlo de verdad y asegurarse de que realmente hace aquello que el usuario desea que haga. Software libre, hardware libre y abierto.[4]
JULIAN
La famosa idea de los criptopunks de «el código es la ley».
JÉRÉMIE
Es de Larry Lessig.
JULIAN
En internet lo que puedes hacer viene definido por los programas que existen, por lo que los programas activan, y por tanto el código es la ley.
JACOB
Exacto, y eso significa que puedes construir alternativas, especialmente en el ámbito de la programación, pero también en el campo de la impresión 3D o incluso en el ámbito social como los «espacios hacker», que ya existen.[5] Puedes ayudar a construir alternativas y lo esencial es que puedas llevártelas a casa e integrarlas en un proceso de normalización, un proceso en el que la sociedad se habitúe a construir sus propios objetos tridimensionales, a modificar su propio software y donde todos tomen conciencia de que si alguien les impide hacerlo, entonces, quien quiera que sea el que se lo impida, no está ofreciendo acceso a internet, está ofreciendo acceso a una red de filtros o a una red de censura, y, eso en realidad significa que están incumpliendo su deber de protección.
Eso es lo que todos nosotros hemos hecho con nuestras vidas y la gente debería saber que tienen la capacidad de hacerlo para las futuras generaciones y para esta generación. Por eso estoy aquí —porque si no apoyo a Julian en este momento, en lo que está pasando ¿qué tipo de mundo estoy construyendo? ¿Qué tipo de mensaje envío cuando dejo que una panda de cerdos me presione? Ni hablar, de ninguna manera. Tenemos que construir y tenemos que cambiar eso. Como dijo Gandhi: «Tú tienes que ser el cambio que quieres ver en el mundo». Pero también tienes que ser el problema que quieres ver en el mundo.[6] Es una cita de Softer World, no es la misma que la de Gandhi, pero creo que es importante llevarla a cabo, y también que la gente necesita saber que no basta con sentarse a esperar ociosamente, deben lanzarse a la acción y, con suerte, lo harán.[7]
ANDY
Creo que estamos viendo una buena oportunidad de que la gente pueda llegar aún más lejos que nosotros, y las alternativas provienen de personas que están insatisfechas con la situación que encuentran o con las opciones que tienen.
JULIAN
¿Nos puedes hablar un poco del papel del Club del Caos Informático [CCC, en sus siglas en inglés] en este contexto?
ANDY
Y dale con el CCC... fnord.[8]
JULIAN
Lo cierto es que es único en el mundo.
ANDY
El CCC es una organización galáctica de piratas informáticos que promueve la libertad de información, la transparencia de la tecnología, y que se preocupa de la relación entre el hombre y el desarrollo tecnológico, es decir, de que la sociedad y el desarrollo interactúen entre sí.
JULIAN
Ha adquirido un sesgo político.
ANDY
El CCC se ha convertido en una especie de foro dentro del escenario hacker con unos cuantos miles de miembros y con cierta base en Alemania. Nosotros no nos sentimos habitantes de Alemania sino de internet, lo cual ayuda en gran parte a entender nuestra filosofía, y también atrae. Estamos muy bien relacionados a través de la red con otros grupos de hackers creados en Francia, en América y otros lugares.
JULIAN
¿Y por qué crees que éste empezó en Alemania? El corazón está en Alemania, pese a haberse expandido al resto del mundo.
ANDY
Los alemanes siempre tratan de estructurarlo todo.
JÉRÉMIE
La ingeniería alemana es mejor.
JULIAN
Pero creo que no es sólo eso. Es que esto es Berlín y representa la caída del Este.
ANDY
Tiene que ver con múltiples factores. Alemania ha cometido el peor acto que un país puede cometer contra el ser humano, de modo que tal vez sea un poco más inmune a emprender este tipo de acciones de nuevo, acciones como iniciar una guerra con otros países. Nosotros lo hemos hecho todo, hemos pasado por ello, hemos sido duramente castigados y teníamos que aprender de la experiencia, y, de hecho, este pensamiento descentralizado y este comportamiento antifascista —como tratar de evitar un Estado totalitario—, se sigue enseñando en los colegios alemanes, porque lo hemos experimentado hasta el peor de los niveles. Así que pienso que eso constituye una parte importante para entender al CCC, diría que en parte es una suerte de fenómeno alemán. Wau Holland, el creador y fundador del club, también estaba profundamente convencido de esto. Yo vi a su padre frente a su tumba (su hijo murió antes que él), y sus palabras no fueron precisamente agradables. Dijo: «...y que no vuelvan a producirse nunca acciones totalitarias y bélicas en suelo alemán». Tal fue el comentario del padre de Wau cuando enterró a su hijo, y en mi opinión, eso explica en gran medida la determinación de Wau de influir y ayudar a los demás, de actuar en paz con el prójimo, de difundir ideas y no limitarlas, y de actuar sin hostilidad y con espíritu de cooperación.
Y también la idea de crear cosas conjuntamente, como el movimiento del software libre y demás. Ha calado hondo y se ha integrado en el ideario de los criptopunks americanos y en el del WikiLeaks de Julian Assange, etcétera. Se ha convertido sin duda en algo global que integra actitudes culturales muy diversas y tremendamente descentralizadas de hackers suizos, alemanes, italianos... Y eso es bueno. Los hackers italianos se comportan de una manera completamente distinta a la de los hackers alemanes, estén donde estén, tienen que hacer una buena comida; los hackers alemanes necesitan tener todo muy bien estructurado. No digo que unos sean mejores que los otros, sólo estoy diciendo que cada una de estas culturas descentralizadas tiene su parte única y preciosa. En la conferencia de hackers italiana puedes ir a la cocina y encontrarás un lugar maravilloso; en el campamento hacker alemán verás un maravilloso internet, pero es mejor no acercarse a la cocina. Con todo, lo esencial es que estamos creando. Y creo que todos nos encontramos inmersos en una especie de conciencia común totalmente alejada de nuestra identidad nacional —de sentirnos alemanes o italianos o americanos o de cualquier otro lugar—, sólo vemos que queremos resolver problemas, queremos trabajar juntos. Vemos la censura de internet, esta lucha de los gobiernos en contra de las nuevas tecnologías, como una especie de situación evolutiva que tenemos que superar.
Estamos en el camino de identificar soluciones y no sólo problemas, y esto es bueno. Probablemente tendremos que seguir plantando cara a un montón de mierda en los años venideros, pero por fin hay una generación emergente de políticos que no ve a internet como un enemigo, y que entiende que internet es parte de la solución, y no parte del problema. Todavía tenemos un mundo edificado sobre las armas, sobre los secretos del poder, sobre una base puramente económica... Pero eso está cambiando y creo que nosotros desempeñamos un papel muy importante en el diseño de las políticas actuales. Podemos debatir los asuntos de manera polémica, y esto es algo que el CCC lleva haciendo desde hace tiempo. No somos un grupo homogéneo, tenemos opiniones diferentes. Yo valoro que podamos sentarnos juntos a dialogar y que las respuestas no salgan a la primera de cambio, nos limitamos a plantear preguntas, ponemos nuestras múltiples ideas sobre la mesa y sacamos conclusiones. Ése es el proceso que debemos plantear y para el que necesitamos internet.
JULIAN
Antes planteé la pregunta de cómo sería el mejor de los futuros posibles. Autoconocimiento, diversidad y redes de autodeterminación. Una población global altamente cualificada —y con esto no me refiero a estudios oficiales, sino a personas bien formadas en la comprensión del funcionamiento de la civilización humana a nivel político, industrial, científico y psicosocial—, gracias al libre intercambio de información, que estimule la creación de culturas dinámicas y la máxima diversificación del pensamiento individual, una mayor autodeterminación tanto regional como de grupos de interés capaces de interconectarse con rapidez e intercambiar valor por encima de las fronteras geográficas. Y tal vez todo ello se haya manifestado en la primavera árabe y en el activismo panárabe potenciado a través de internet. En nuestro trabajo con Nawaat.org, organismo que creó Tunileaks, —que burlando la censura filtró los cables del Departamento de Estado que impulsaron el Túnez prerrevolucionario— vimos de primera mano el extraordinario poder de la red para mover la información allí donde se necesita, y fue tremendamente gratificante haber estado en una posición que, gracias a nuestros esfuerzos, nos permitiera participar en lo que allí empezaba a gestarse.[9] Yo no percibo esa lucha por la autodeterminación como una lucha distinta a la nuestra.
Esta trayectoria positiva comportaría el autoconocimiento de la civilización humana, pues el pasado no puede destruirse. Comportaría la erradicación de los Estados neototalitarios, gracias a la libre circulación de la información y a la capacidad de las personas de comunicarse unas con otras privadamente y de conspirar en contra de ese tipo de tendencias, así como la capacidad de transferir sin cortapisas capitales pequeños desde aquellos lugares considerados inhóspitos para los seres humanos.
Partiendo de esos cimientos podemos construir una gran variedad de sistemas políticos. La utopía sería para mí una distopía si hubiera sólo uno de estos factores. Creo que los ideales utópicos deben integrar una diversidad de sistemas y modelos de interacción. Si os fijáis en el caótico desarrollo de nuevos productos culturales e incluso en los derroteros que ha tomado el lenguaje, y en las subculturas que conforman sus propios mecanismos de interacción potenciados por internet, entonces sí, puedo ver que, en efecto, eso sí abre un posible camino de esperanza.
Pero también creo en todas las tendencias de la probabilidad encaminadas hacia la homogeneización, a la universalidad, a que la civilización humana al completo derive en un solo mercado, lo cual significa que tendrás factores de mercado ordinarios como un líder de mercado, un segundo, un tercer jugador de nicho y luego rezagados que resultan irrelevantes, para cada servicio y producto. Creo que tal vez implique homogeneización masiva del lenguaje, masiva homogenización cultural, estandarización masiva dirigida a que estos rápidos intercambios sean más eficaces. De modo que pienso que un escenario pesimista también puede ser bastante probable, y que el Estado de vigilancia transnacional y las interminables guerras teledirigidas se ciernen sobre nosotros.
De hecho, me viene a la memoria el día en que me colé en el teatro de la Ópera de Sydney para ver Fausto. La Ópera de Sydney es un lugar precioso por la noche, sus grandiosos interiores y las luces refulgiendo sobre el agua y en el cielo de la noche. Al cabo de un rato salí a tomar el aire y escuché la charla de tres mujeres que estaban apoyadas en la barandilla contemplando la bahía. La mujer de más edad hablaba de los problemas que tenía en su trabajo, resultó que trabajaba para la CIA como agente de los servicios de inteligencia, y, por lo visto, había presentado una queja al comité de selección del senado en materia de inteligencia y otras historias... Y ella contaba todo esto en un tono apenas audible a su sobrina y a la otra mujer. Yo pensé: «Entonces es cierto. Los agentes de la CIA realmente salen a divertirse a la Ópera de Sydney». Y luego volví la vista hacia el interior del edificio, a través de los robustos paneles de cristal del frente, y allí, en medio de aquel solitario refinamiento palaciego, vi una rata de agua que había logrado colarse en el interior del teatro de la ópera y que correteaba sin tregua ni dirección encaramándose a las mesas cubiertas con delicados manteles de lino y comiéndose el menú del teatro de la ópera, y luego la vi saltando al mostrador de los tickets y pasárselo realmente en grande. Y lo cierto es que creo que tal vez sea ése el escenario más probable para el futuro: una estructura totalitaria extremadamente cerrada, homogeneizada, posmoderna y transnacional dotada de una complejidad increíble, ridícula y degradada, y dentro de esa increíble complejidad un espacio donde sólo las ratas más listas pueden entrar.
Es un punto de vista esperanzador en la trayectoria negativa, siendo la trayectoria negativa un Estado de vigilancia transnacional, infestado de drones, el neofeudalismo interconectado de la élite transnacional —no en el sentido clásico, sino en el de una compleja interacción pluripartidista surgida a raíz del levantamiento conjunto de las distintas élites nacionales frente a sus respectivos pueblos, y de la ulterior fusión de todas ellas. Todas las comunicaciones serán vigiladas, permanentemente grabadas, permanentemente rastreadas, cada individuo en todas y cada una de sus interacciones será permanentemente identificado como tal individuo por este nuevo Establishment, desde su nacimiento hasta su muerte. Se trata de un cambio fundamental que viene gestándose en el transcurso de estos diez últimos años y que puede haberse consolidado ya. Creo que eso sólo puede generar una atmósfera tremendamente controladora. Si toda la información recopilada sobre el mundo fuera pública, tal vez eso podría reequilibrar la dinámica del poder y permitirnos, como civilización global, moldear nuestro destino. Pero sin un cambio drástico esto no sucederá. La vigilancia masiva se aplica desproporcionadamente sobre la mayoría de nosotros, transfiriendo poder a aquellos inmersos en un plan que, pese a todo, creo, tampoco les permitirá disfrutar gran cosa de este nuevo mundo feliz. Este sistema además coexistirá con una nueva raza de armas teledirigidas que eliminarán las fronteras claramente definidas que hoy conocemos, pues tales fronteras son producto de la impugnación de límites físicos, impugnación que se convierte en un estado de guerra perpetua cuando las redes de influencia de los vencedores empiezan a zarandear al mundo en busca de concesiones. Y, paralelamente, esta gente acabará enterrada bajo la matemática imposible de la burocracia.
¿Cómo puede una persona normal ser libre en un sistema como ése? Simplemente no puede. Es imposible. No digo que exista un sistema en el que se pueda ser completamente libre, pero las libertades que biológicamente hemos adquirido, y las libertades que hemos conquistado socialmente, serán eliminadas prácticamente en su totalidad. De modo que creo que las únicas personas capaces de conservar la libertad que teníamos, digamos, hace veinte años —pues el Estado de vigilancia ya ha eliminado unas cuantas, aunque todavía no nos hayamos enterado—, son aquellas que posean una gran formación en los entresijos de este sistema. Sólo una élite rebelde y altamente tecnificada podrá ser libre, estas ratas listas que corretean por el teatro de la ópera.