El “Serial Rapist Professor” de Nanterre

S oy una estudiante de Literatura en una Universidad parisiense, me sentía allí muy feliz con mis estudios, pero me ha pasado algo que me ha obligado a irme.

El Dr. B. me había invitado para ir a cenar con él, durante el fin de semana, pues según él, tenía algo importante que decirme, y aunque en principio acepté, me pareció extraño, reflexioné mucho sobre esto y finalmente le pregunté a un compañero mayor que yo, si me aconsejaba ir o no ir. El me aconsejó no acudir a la cita, cualquier cosa que el profesor deseara tratar lo podía hacer dentro del ámbito de la Facultad, quiere otra cosa, me dijo. Por lo que decidí quedarme en mi casa el fin de semana, por muy importante que fuera lo que el profesor tuviera que decirme.

Cuando volví a la Facultad el lunes, El Dr. B. me llamó a su oficina, me hizo sentar y comenzó a pasearse frente a mi, serio, me ha preguntado por qué no fui a la cita, le respondí tímidamente que no pude ir porque tenía varias cosas urgentes que hacer. El me continuó diciendo que habría sido conveniente que hubiera cenado con él. Como yo estaba muy seria, él se ha acercado a mi, sonriendo un poco y me ha comenzado a acariciar la cabeza dulcemente, mi pelo caía hacia delante, hacia mi pecho, entonces él ha acariciado el pelo y luego ha tocado mis senos. Tuve miedo y me eché hacia atrás, entonces él se detuvo y me ha repetido, “no olvides que te conviene venir a cenar conmigo”, luego me dejó ir.

El día siguiente, él me ha llamado de nuevo a su oficina. Cuando entré, me ha sonreído amablemente y me ha indicado que tomara asiento. Me he sentado sobre su canapé de cuero negro y él se sentó a mi lado. Como mis ojos miraban un poco hacia otro lado, ya que tenía miedo, ha tomado mi mano izquierda con una mano y con la otra mi barbilla para hacerme virar la cara hacia él, “Qué es lo que te pasa, vas a venir a cenar conmigo? El me miraba atentamente, mis ojos lo miraban timidamente también. Mientras él continuaba con una de mis manos cogida, con la otra comenzó a acariciar mi rodilla derecha, lo hizo varias veces, luego ha acariciado mi pierna, mi muslo y continuó hacia dentro, hasta tocar mis bragas, yo estaba sin poder moverme, tenía miedo y vergüenza.

Luego, ha deslizado sus dedos dentro de mis bragas y comenzó a tocar mi clitoris. Me empezó a frotar rápido, probablemente para calentarme, me miraba de cerca, su respiración entrecortada y sus ojos brillaban, no se le quitaba una sonrisa de su cara. Entonces me ha dicho: “Serás mía, aunque tú no quieras, sé cómo hacerlo, me gustas mucho y me masturbo a cada rato pensando en ti”, no sabía que hacer, no me podía mover, estaba llorando y le dije en un hilo de voz: “déjeme, por favor”, pero él seguía tocándome, me humedecí, así siguió como por 15 minutos, sus dedos se metían dentro de mi vagina y los sacaba, como él vio que estaba llorando ya mucho, se ha detenido de pronto y me ha dicho: “Bueno, paremos, pero tú serás mía, te lo aseguro”.

Me he ido rápido de su oficina, llorando y temblando, fui hasta los baños donde me encontré con mi amiga Ginette, a quien le conté entre sollozos lo que me había pasado.

Al día siguiente, Ginette me llamó para preguntarme como estaba, me contó entonces que ella también había tenido una amarga experiencia con ese profesor violador, pero que nunca la ha querido contar. Me dijo que había faltado a clases varias veces para irse con un novio que tenía, por lo que el profesor la llamó a su oficina y le dijo que no podía continuar en la universidad después de tantas ausencias.

Ella le rogó que por favor la dejara continuar, que no iba a faltar más, entonces él le dijo que eso no era posible y que la tendría que reportar a sus padres. Ella le volvió a rogar de nuevo, asegurándole que no pasaría más. Entonces el profesor le dijo que era posible olvidarlo, pero que tenía que pagar un poco por eso. Empezó a tocarles sus senos, le levantó la falda y le quitó las bragas, luego la colocó en el canapé de cuero y la folló dos veces por delante y dos veces en el trasero. Ginette me dice que ella lloraba y rogaba avergonzada que la dejara ir, pero él siguió follándola, mientras sonreía todo el tiempo. Ginette me contó esto llorando, nunca lo podrá olvidar, me dijo y me hizo prometer que no se lo diría a sus padres.

Ginette también me contó de Sylvia, otra alumna que ese profesor había violado hace dos años, no tenía miedo, ella había amenazado con ir a la policía, cuando la administración de la facultad no le hizo caso a su denuncia. Pero Sylvia desapareció misteriosamente, nadie más ha sabido de ella en casi dos años, ni siquiera sus padres.

Les conté a mis padres lo que me había pasado y al día siguiente fueron a la facultad a levantar una queja, hablaron con el Administrador, que los llevó a ver al Dr. B., pero este con su hablar suave y educado les explicó que las jovencitas a veces inventan cosas, sobretodo cuando tienen algún problema con sus estudios. Ellos, aunque son abogados, no concibieron parece que un individuo tan educado fuera un violador, un pervertido abusador de menores, no levantaron ninguna denuncia, regresaron a la casa y me dijeron que estaban dudosos sobre si creerme lo que les había dicho. Al final, al profesor no le pasó nada por lo que me hizo, ¿cuántas más hasta que algún día lo atrapen? Todos prefieren ignorar...