El lector serio y atento no se sorprenderá si le decimos que esta novena plancha no está más en su lugar que la ⇒ cuarta, que habría de precederla inmediatamente. Es fácil comprender que esta parte segunda de la preparación previa a la obra, se sitúa junto a la de la recogida inicial a la que hemos asistido sobre la estampa que lleva la cifra 4. El precioso líquido es sometido ahora a la acción del fluido universal, en grandes platos circulares donde parece cubrir un lodo espeso y negro.
Estas dos fracciones de la fase preliminar de la Gran Obra, deben ser efectuadas siempre en la estación que designan los dos animales de sus imágenes, pese a la afirmación de Magophon —a propósito de la cuarta plancha— pronunciada en el tono, un poco falaz, de una benévola franqueza.
Que el Carnero y el Toro corresponden a los dos principios, mercurio y azufre, es un hecho innegable, lo que nos conduce a los dos actores de la vía seca. Éstos, precisamente, serán sometidos más tarde a la acción del agente cósmico que se trata, de antemano, de acumular y de retener, y sin el cual la obra del sabio no sería más que una sucesión banal de operaciones relevantes sólo a la química.