La cuarta estampa desvela, positivamente, uno de los más grandes arcanos de la obra física.
El influjo cósmico, en abanico inmenso de franjas rectas, alternativamente rayadas y salpicadas, cae, desde el centro del cielo, de un punto que se sitúa entre el sol y la luna.
No hay autor que haya indicado tan sinceramente el agente principal del movimiento y de las transformaciones, tanto en la superficie como en el centro de la tierra. Es precisamente la intervención de este agente cósmico, quien diferencia a la alquimia de la química, orgullosamente empírica y paralela. El secreto se muestra hasta el punto importante, que Magophon hizo sin duda un esfuerzo muy grande contra sí mismo para disimularlo cuando acabó de escribir estas pocas líneas, sin embargo muy significativas:
Sin en concurso del cielo, el trabajo del hombre es inútil. No se injertan los árboles ni se siembra el grano en todas las estaciones. Cada cosa en su tiempo. La Obra filosofal es llamada la Agricultura Celeste, y no sin razón; uno de los más grandes autores ha firmado sus escritos con el nombre de Agrícola, y otros dos excelentes adeptos son conocidos bajo los nombres de Gran Campesino y Pequeño Campesino.