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El piloto se había quedado sentado a solas. También le habría gustado estirar las piernas, pero una oscura sensación de inseguridad le impulsó a permanecer dentro del dinafoil. Estaba decidido a despegar en el acto, si ese robot se descontrolaba. Pero ¿cómo sabría si se había descontrolado?
Había visto muchos robots. Eso era inevitable teniendo en cuenta que era el piloto particular del señor Robertson. Pero éstos habían estado siempre en laboratorios y almacenes, tal como les correspondía, con muchos especialistas en las proximidades.
Cierto que el doctor Harriman era un especialista. No lo había mejor, decían. Por el robot estaba en un lugar donde no debería estar ningún robot; sobre la Tierra; al aire libre; con libertad de movimientos… No tenía intención de correr el riesgo de perder su buen empleo contándole eso a nadie, pero no estaba bien hecho.