La necesidad del adiestramiento
Si bien son ricos en instintos venatorios, los perros de caza tienen siempre la necesidad de adiestramiento. Entre los seis meses y el año de edad es el período en que se aprende con más facilidad las enseñanzas, pero incluso a los tres meses se pueden llevar los cachorros a cazar en compañía de la madre, tendrán así un gran interés de jugar, pero al mismo tiempo aprenderán a comportarse como sus padres.
Los adiestradores de perros de caza aconsejan dar al perro siempre las mismas órdenes y de usar los mismos gestos para cada mismo ejercicio, en lecciones breves, pero repetidas a menudo, siempre en un clima de diversión, pero nunca de castigo.
El adiestramiento en el deporte venatorio ha desarrollado notablemente a los perros de diferentes razas la capacidad latente de sus antepasados transmitida genéticamente. Pero los cazadores «domingueros» no tienen en cuenta que para una caza especializada hacen falta perros especialistas, de buena genealogía e idóneos para la región en que deben actuar. Los cruces realizados entre perros de amigos para conseguir cachorros gratis son condenables, porque nacen siempre ejemplares vulgares, útiles para todo y para nada, carentes de personalidad. Cuando termina la temporada de caza, el perro cazador ha de ser por algunos meses un perro de compañía, estar protegido de la humedad y nutrido sin que se engorde, llevándolo con frecuencia a entrenar, con objeto de que se encuentre en forma para la próxima temporada.
Evolución del perro pastor
Desde la Antigüedad el perro ha sabido hacer algo más que cazar; entre sus apreciables aficiones se hallaba latente también la de guardián. Si la cría del ganado había representado siempre una reserva del alimento y de pieles de fácil transporte a las poblaciones nómadas, el rebaño estaba amenazado constantemente del ataque de ladrones. Los bosques del Líbano, los desiertos de Nubia, los bosques de la Europa meridional, encerraban en sí la acechanza de las bestias feroces; como había asumido un lugar en las maniobras de la caza, de aquel modo el perro aprendió a ser el centinela de los rebaños, rechazando a los agresores, tanto se tratara de hombres como de animales feroces. Los primeros perros de pastor fueron por tanto de aspecto sólido, valerosos, mordaces, diligentes para saltar a la garganta del lobo, del oso y de cualquier otro intruso.
Los perros de pastor, se supone, aparecieron por vez primera hace miles de años, al servicio de los pastores errantes de Asia. Los comerciantes fenicios fueron los primeros en importarlos a Europa, donde se cruzaron con perros locales y donde, posteriormente, se formaron las razas más famosas. El hombre prefirió que sus perros de pastoreo tuvieran un manto de color blanco, así podían distinguirlos del color marrón del oso y del lobo, interviniendo de aquel modo en la lucha a golpes de bastón sin herir al fiel compañero; es por esta razón que aún hoy existen perros de pastor de manto claro, como el Kuvasz, el Maremmano-Abrucés, el de Tatra, el Montaña de Pirineos, el Bergamasco, etcétera.
Los romanos difundieron en toda Europa aquellos excelentes perros, de modo que en cada país formaron razas particulares, adecuadas al terreno, el clima y la clase de trabajo a realizar. Por siglos estos perros fueron destinados a la pura y simple defensa del ganado, con diferentes especialidades, según el rebaño estuviera formado de ovinos o bovinos; sólo en el último siglo, con el alejamiento de la amenaza del oso y el lobo, a los perros de pastor les ha sido encomendada especialmente la misión de localizar animales perdidos y de llevarlos al redil.
Los concursos para los perros de pastor
El adiestramiento de un perro pastor se realiza casi siempre con el sistema de «imitación» se usa pues el sistema de acercar al viejo perro de pastor un cachorro que demuestre interés para su futuro trabajo, en pocos meses también él llegará a ser un hábil profesional. Además del ganado en rebaños, también sabrá mantener a raya, sin malas tentaciones, las ocas, patos, gallinas y conejos de la hacienda.
Actualmente, se organizan interesantes pruebas exclusivas para perros de pastor, los cuales deben dar muestras de su inteligencia atávica, encontrando diez corderos colocados a ochocientos metros de distancia y conduciéndolos luego al recinto a través de uno o más pasos obligados. En España son famosos los concursos de Castellar de N’Hug y Ribas de Freser, en Cataluña, y el de Oñate, en el País Vasco. Los jueces emplean diversos sistemas de puntuación, entre los que destacan el tiempo, la obediencia, la concentración, perdiendo puntos cuando muerden los corderos, pudiendo llegar a la descalificación. Cada país, se ha dicho, posee y ha dado nombre a diversas razas de perros de pastor, pero no todas aquellas razas han continuado practicando su antiguo oficio, especializándose más bien en la guarda y en la defensa, como el Pastor alemán, el Pastor belga, el Norsk Buhund; o prefiriendo las ventajas del perro de compañía, como se ha hecho en parte con el Collie, el Bobtail y el Corgi.
Muchos propietarios de rebaños se sirven aún hoy de perros de pastor no de buena sangre, los denominados mestizos, como perros de guarda, que aún trabajando con diligencia no llegan a la perfección del ejemplar de raza pura. No sería difícil que los pastores y campesinos trataran de tener ejemplares de buena genealogía: las ventajas se multiplicarían.
El instinto de guarda y defensa
De la misma manera que el perro por instinto sabe proteger a los corderos, cuando se siente responsable sabe defender también la casa, los objetos, lo mismo que a su amo. En la antigua Grecia los perros, probablemente eran Molosos, estaban destinados a vigilar los lugares sagrados. El escritor griego Plutarco nos habla de un perro que siguió, y capturó después de 38 km, a un ladrón que había realizado un hurto en el templo de Afrodita. No existe un perro, aún hoy, que por instinto no vigile la casa y no reaccione cuando un extraño trata de tocar algún bien del amo; aun el más pequeño de los Terrier sabrá hacerse oír con gruñidos y ladrando.
El padre de los perros de guarda ha sido el Moloso, debido a su gran talla y al instinto agresivo. El perro de guarda moderno ha nacido en cambio de selecciones técnicas realizadas por expertos criadores. El perro de guarda y de defensa puede ser enseñado a superar duros obstáculos, como escaleras, escarpadas, arroyos, a vigilar objetos, a agredir personas sin herirlas, a permanecer indiferentes al disparo, a rechazar el alimento ofrecido de manos extrañas, a no ponerse nervioso ante animales que lo provocan, a realizar caminatas de hasta cuarenta kilómetros.
Los perros de guarda adiestrados según las mejores normas acostumbran ser los de la policía, que se sirven de Pastores alemanes, Pastores belgas, Dobermann, Airedale Terrier, Schnauzer gigante, Rottweiler, Bloodhound, Labrador. El adiestramiento empieza cuando el animal tiene aproximadamente un año de edad, una vez alistado, permanecerá en el cuartel con su instructor durante toda su vida activa: seis o siete años. Los perros de guarda para casas particulares también deben ser adiestrados en escuelas especializadas, donde, según la capacidad de aprendizaje más o menos desarrollada, el animal tendrá que permanecer por un período variable que va de los cuatro a los ocho meses.
Es condenable el sistema empleado en ciertos sitios de trabajo, como determinadas pequeñas industrias o en casas de campo, que tienen atado con una cadena un perro cualquiera con la convicción de que han hecho de él un guardián; se tiene solamente un perro que gruñe, que no sirve para nada y, además, desgraciado. De todos modos, no olvidemos que los pequeños perros de compañía, aquellos que ladran enfadadísimos al primer ruido son temidos por los ladrones, ya que en vez de saltar al cuello o hincar los dientes en las pantorrillas, dan resueltamente la señal de alarma y no existe modo de calmarlos, mientras el perro situado al exterior de la casa podría ser envenenado o dormido con una albóndiga. Por eso es necesario que los auténticos perros de guarda se hayan acostumbrado al alimento que reciben únicamente de manos del propietario o del criado.
El perro de salvamento
Cazador, pastor, guardián, defensor: es sólo una breve relación de los usos más importantes a los que el perro puede ser sometido por el hombre. Los primeros perros de salvamento (de tipo molosoide) fueron empleados hace varios siglos para encontrar los senderos sepultados por las grandes nevadas, especialmente los rastros que de Suiza dejaban los viajeros italianos. Durante trescientos años, los perros criados por los frailes cenobitas en el asilo suizo del Gran San Bernardo se han empleado incluso para socorrer a las personas perdidas. Aquellos perros, frutos de acertados cruces entre Dogos alemanes y Terranova, se denominan precisamente San Bernardo; generalmente se les representa llevando al cuello un barrilito que contiene algún tonificante para ofrecer a los caminantes o a los alpinistas ateridos por el frío.
Naturalmente que el mismo propietario del perro puede realizar un adiestramiento casero, si bien estará limitado a las cosas más elementales, tales como no ladrar, permanecer en posición de «sentado», «echado», a no perseguir a otros animales, no saltar encima de visitantes ni tan siquiera de modo amigable, acudir rápidamente cuando se le llama, comer solamente en el propio recipiente.
Cada lección se debe impartir con paciencia y energía, nunca con violencia, gritos o a golpes de bastón. El perro ha de experimentar alegría en ejecutar todo aquello que se le ordena; más aún, en cada lección o perfecta ejecución de la orden, se lo podrá recompensar con unas palabras de afecto. Será mejor evitar el premiarlo con una galleta, pues podría el día de mañana aceptarla también de cualquier mano extraña.
Los salvamentos realizados por los perros de San Bernardo se cuentan a miles; pertenece a la leyenda un San Bernardo de nombre Barry, que él solo salvó en las nieves a cuarenta y nueve personas y fue muerto por la última cuando en la noche lo confundió con un oso. Ironía del azar: el nombre Barry proviene de bari, que en dialecto alemán significa «pequeño oso». En París fue erigido un monumento en recuerdo de Barry y durante muchos años se llamó a los San Bernardo, Barryshund.
En la actualidad, como perro de avalanchas y de terremotos, se prefiere sobre todas las razas al Pastor alemán, mientras para los salvamentos en agua se emplea el Terranova, capaz de intervenir con éxito incluso durante grandes tempestades marinas.
Utilización en la guerra
Desde las más antiguas guerras el perro ha sido empleado como centinela portaórdenes, para inspeccionar el terreno, para posteriormente ser portador de municiones, de medicamentos y de equipos telefónicos, así como localizar minas y rescatar heridos. En la guerra 1915-1918, los perros fueron dotados también de máscara antigás.
Los ejércitos modernos siempre han dado preferencia a las propias razas nacionales; así han sido usados indistintamente en combate los Pastores alemanes, los Collie, los Dobermann, los Rottweiler; se excluye toda clase de razas con manto blanco, por ser fácilmente localizables por el enemigo. En el conflicto de 1940 Alemania poseía un ejército de doscientos mil perros adiestrados, siendo empleados desgraciadamente también en la vigilancia de los campos de concentración nazis. Los Estados Unidos usaron los perros de guerra, especialmente en la conquista de las islas del Pacífico en manos de los japoneses. Los soviéticos los adiestraron para buscar el alimento bajo los tanques, de modo que una carga de tritol colocada en el dorso del pobre animal famélico lanzado hacia el enemigo, lo hacía explotar mientras avanzaba.
Los perros-guía para ciegos
La coronación de las actividades caninas está representada por el perro-guía para ciegos (perro lazarillo). El primer centro para tan humanitario y piadoso adiestramiento, nació casi contemporáneamente en Alemania y en Francia en 1915, precisamente para ofrecer una ayuda a los soldados que regresaban del frente con defectos de la vista; otros centros se fueron instalando luego por todo el mundo.
Para el adiestramiento de los perros lazarillo se elige especialmente el Pastor alemán, que por inteligencia, obediencia, fidelidad, precisión, perfección dinámica, ha conseguido llegar a ser casi una luz en los ojos apagados de su compañero humano. Buenos resultados también ha dado el Pastor belga, el Labrador, el Boxer, el Collie (especialmente para los niños invidentes). Se prefieren las hembras debido a que son más dóciles y obedientes; los machos podrían incluso encontrar una perra en celo y «distraerse».
La conducción de los ciegos a través del tráfico de las congestionadas ciudades actuales es un trabajo muy comprometido, alcanzando el perro la perfección después de varios meses de paciente adiestramiento, durante el que debe superar unos exámenes difíciles en que el ejemplar debe sortear una serie de obstáculos, así como evitar que los semáforos cambien mientras cruza con el invidente. Los perros son admitidos al adiestramiento especial cuando han cumplido un año de edad, aceptándose con un máximo de dos años y medio a tres; después de este período el perro ya no es adiestrable. También para llegar a ser instructor de perros lazarillo es necesario realizar un curso de cuatro años de duración.
La importancia del perro de arrastre
Desde el año 1500, el perro ha sido adiestrado también para el transporte de material pesado en carretas. Sometidos a duros esfuerzos, los perros de arrastre tuvieron a su favor leyes que prohibían fueran explotados excesivamente. Aún hoy, en Suiza, ya sea por tradición y un poco de folklore, ciertos perros boyeros de constitución fuerte son empleados para el transporte de leche y quesos en carritos adecuados.
Insubstituible en el arrastre, en cambio, es el perro de trineo. En terrenos helados o recubiertos de falsas nieves, aún disponiendo de medios mecánicos adecuados, en aquellas circunstancias debe forzosamente emplearse el perro de trineo para poder ganar grandes distancias heladas. Jaurías de Alaskan Malamute han participado en gloriosas expediciones polares, desde las de Amudsen hasta la del duque de los Abruzzos; solamente con el trineo por ellos arrastrado ha sido posible abastecer y establecer contacto entre el banco de hielo y las aldeas habitadas. En los países árticos, los perros de arrastre como el Esquimal, son enganchados a los trineos ya sea en formación de abanico, o en parejas uno al lado de otro. Aunque para acoplarlos tanto esquimales como siberianos emplean sistemas diversos. En Alaska son muy populares las carreras de perros con trineo. En Anchorage, con los famosos Alaskan Malamute, se celebran periódicamente competiciones con recorridos de hasta ochocientos kilómetros a realizar en menos de ochenta horas, naturalmente con cambio de jauría en cada lugar preestablecido.
Un deporte cruel: el combate
Para continuar en el campo del uso más o menos deportivo del perro, recordamos los famosos combates en los anfiteatros de la antigua Roma entre perros y tigres, perros y leones, e incluso perros y perros. Eran empleados especialmente los Molosos de Epiro, animales de ochenta kilos que con frecuencia lograban aventajar bestias más feroces, entre el entusiasmo del vulgo y la nobleza, unido al placer de ver sangre.
No solamente en Roma se gozaba con aquellos deportes crueles, en que eran sacrificados incluso los hombres. En Gran Bretaña se criaban perros de combate muy poderosos, denominados pugnaces Britanniae, que se vendían hasta en el extranjero. El Bulldog, por ejemplo, es una raza inglesa creada precisamente para el combate contra los toros. Su nariz era respingada precisamente para que el animal pudiera cómodamente respirar aún cuando hubiera hincado los colmillos en el cuello del toro. Los combates de perros entre sí y entre perros y fieras se realizaban prácticamente en todas partes del mundo, incluyendo Japón y China. La primera nación que promulgó una ley prohibiendo luchas entre animales fue Holanda, en 1689. Francia e Inglaterra han hecho lo mismo, solamente que ciento cincuenta años más tarde. De todos modos, durante mucho tiempo tuvieron lugar combates organizados clandestinamente.
Un deporte civilizado: la carrera
Un deporte ciertamente noble y civilizado es el de las carreras. Acostumbrados de siempre al galope, los lebreles Greyhound, Whippet, Galgo Español y otros, son empleados en los canódromos, realizándose apuestas sobre la victoria de un ejemplar u otro, de la misma manera que se hace con los caballos.
Las carreras de perros se organizaban ya en la Galia prerromana, pero solamente en la Inglaterra isabelina se establecieron los primeros reglamentos, fundándose las primeras sociedades organizadoras, construyéndose estadios adecuados para las carreras (canódromos) y criándose ejemplares de mucho temperamento batallador. En el pasado, las carreras de los perros se llevaban a cabo con una liebre auténtica, detrás de la que se soltaban de la trailla los veloces galgos; el primero que alcanzaba la presa era el vencedor. Los zoófilos protestaron, de modo que en 1876 se construyó la primera liebre mecánica; pero no funcionaba bien, se estropeaba en el mejor momento de la carrera y entonces el público organizaba un gran tumulto. La puesta a punto definitiva de la primera liebre mecánica no se llevó a término hasta principios de siglo, gracias al ingeniero estadounidense Owen Smith; desde entonces en Inglaterra y en los Estados Unidos empezaron a surgir los primeros canódromos, aumentando el número de los aficionados y por consiguiente el de las apuestas.
La carrera se recorre sobre pistas arenosas de distancias variables, de 400, 600 y hasta 1000 metros. El adiestramiento del perro tiene inicio alrededor de los nueve meses de vida, de modo que cuando cumple el año y medio ya está a punto para las carreras. No ha de pesar más de 30 kilos y debe cubrir los 400 metros en 22 segundos. Un galgo puede llegar a la velocidad de 70 kilómetros por hora.
Un buen criador debe ocuparse del campeón como de un caballo de pura sangre, controlando su alimentación y dedicándose personalmente a su entrenamiento. Cuando se lanza la liebre mecánica, al salir el perro tras ella, puede sufrir desgarros musculares, por eso antes de la carrera, a los muslos de los galgos se les da un masaje de alcohol alcanforado.
En ciertos países anglosajones y de Iberoamérica se mantiene todavía el practicar el deporte cruel de perseguir a la liebre viva, no solamente en el bosque, donde la presa tiene al menos unas mínimas posibilidades de escapar de la muerte, sino también en áreas cerradas, sin posibilidad de salvación; como de costumbre, estas maneras de actuar son censurables en el hombre, no en lo que respecta al perro.
El olfato de los perros truferos
Muchos han sido los usos que ha tenido y continúa teniendo el perro a través de su larga existencia; la búsqueda de trufas, por ejemplo, en limitadas zonas de España, Francia e Italia. Se trata de una especie particular de hongo, muy raro, exquisito y costoso, que crece en simbiosis con las raíces de las encinas y que puede ser localizado sólo con el olfato adiestrado de los perros. La búsqueda de trufas se realiza generalmente con perros mestizos o con Terriers que no se dejen distraer por la caza suelta por el bosque y que vayan directos a su objetivo.
Luis XV se divertía buscando trufas por la mañana bajo los árboles del parque de la Muette con los perros que le había regalado su abuelo, el rey de Cerdeña.
Los perros, especialmente los Terriers, los Dachshunds, los pequeños Schnauzer, también se han usado para la caza de ratas en los grandes mercados hortofrutícolas o en los almacenes de productos alimenticios, pero la difusión de los raticidas, así como el miedo de que los perros se contagiaran con la leptospirosis hemorrágica (de la que es portadora precisamente la rata), ha desaconsejado posteriormente el empleo habitual de los perros.
Útil para mil trabajos distintos
Infinidad de grandes y pequeñas obligaciones le han sido encomendadas al perro a través de los siglos; desde hacer girar las ruedas de los molinos en Escocia, las vasijas para hacer la mantequilla en Gales y las «ruedas sagradas» de los monjes en Extremo Oriente. En Holanda y Dinamarca se emplean los Pastores alemanes para detectar las más pequeñas fugas en las canalizaciones de gas, incluso a varios metros bajo tierra. El perro ha atraído los parásitos del amo en épocas que se levaba poco; ha servido para calentar la barriga de quien se quejaba de digestiones difíciles y los pies de los fieles en las iglesias demasiado frías; ha mantenido distantes las ovejas de los pasos a nivel no vigilados; ha entrado en los circos como animal sabio; ha sido útil en las investigaciones médicas, especialmente en los experimentos sobre el raquitismo y la diabetes. Ha volado antes que el hombre en el espacio.
Los méritos del perro de compañía
El perro ha jugado un papel muy importante ofreciendo su compañía desinteresadamente; incluso en el campo del ofrecimiento de su afecto el hombre debe mostrarle vivamente su reconocimiento; ¡cuántas personas solas han sido queridas por un perro pequeño!, ¡cuánto calor ha llevado a familias afligidas! Gracias a él, personas que ya no creían en el afecto han renunciado al suicidio; él ha devuelto el valor a ciertas pobres vidas, solamente aportando la devoción, su presencia de ser vivo, o con la cola que se mueve en señal de amor por la vida. Muchos perros de compañía actualmente de moda provienen de las razas de utilidad. Se trata de los «ex», como el Caniche, ex perro de muestra y de aguas; el Dálmata, ex cazador; el Fox Terrier, ex cazador en madrigueras. Pero cualquier perro, pertenezca a la raza que sea, grande o pequeño, puro o mestizo, además del instinto de cazador o de guarda, sabe siempre ofrecer su compañía, cordialidad y honestidad.
Casi todos los perros de compañía son de talla media, pequeña o enana. Ciertos criadores, para hacer más graciosos los llamados «toy» (perros juguete), han reducido sus dimensiones de modo excesivo, llegando a obtener perritos de un kilo de peso, delicados y neuróticos; es necesario desconfiar de estas alteraciones.
Desde el 1600 hasta hoy los perros de compañía han sido merecedores de crecientes éxitos. A su difusión han contribuido, especialmente en Gran Bretaña, el rey y la reina. Era suficiente que un soberano adquiriera un cachorro, apareciera con él en público y los periódicos hablaran, para que inmediatamente la raza se pusiera de moda y los criadores tenían trabajo para hacer frente a todas las demandas.
Los éxitos de los perros actores
Ya en épocas remotas los perros habían demostrado también poseer las curiosas cualidades de actor. Basta con pensar cuanto nos relata el escritor griego Plutarco de una especie de perro Caniche, llamado Zoppico, que hace dos mil años se exhibía incluso ante el emperador Vespasiano; aquel perro-actor mordía un trozo de carne, lo mascaba, pero en seguida, abría mucho los ojos, le sobrevenía una crisis nerviosa y respiraba fatigosamente, hasta quedar tieso por el suelo, como muerto por el veneno; solamente los aplausos lo volvían a despertar, y movía ágilmente su cola festiva.
Han existido perros felices y pobres con los saltimbanquis callejeros y perros importantes pagados como divos. Baste el nombre de dos de los más célebres perros del cine: Rin Tin Tin y Lassie. El primero de los Rin Tin Tin fue a la guerra de 1918 como portaórdenes y se trataba de un inteligentísimo Pastor alemán; fue encontrado herido por un sargento estadounidense llamado Lee Duncan. Cuando la guerra terminó, se lo llevó a California. Desde las primeras lecciones comprendió que aquel prisionero de guerra tenía excepcionales dotes de aprendizaje y, en el transcurso de un año, el perro llegó a Hollywood. Tuvo catorce años de carrera brillante interpretando veintidós películas popularísimas. A los productores de Hollywood les gustaba que fuera él mismo quien firmara los contratos de cada film, imprimiendo en el papel las huellas de su pata derecha. Cuando en 1932 murió el primer Rin Tin Tin, la agencia de noticias United Press difundió por los teletipos éste mensaje: «El perro más célebre del mundo nos ha dejado para ir a la reserva de caza de los Campos Elíseos». El viejo Rin Tin Tin fue sustituido por otras seis generaciones de Pastores alemanes (y la serie continúa), interpretando en la pantalla nuevas aventuras.
Lassie fue comprada por cinco dólares
En 1941 aparece otro perro actor, una hembra de Pastor escocés. Su nombre era Pal y el amo no la quería tener porque era un animal demasiado vivo para estar en su casa. Él que la compró por cinco dólares, acudió a la llamada de un anuncio para una prueba cinematográfica del film Cadena invisible. La perra de cinco dólares fue elegida de entre trescientos participantes al concurso: llegó a ser Lassie. El film tuvo un gran éxito y le siguieron otros. Lassie hizo una vida de gran diva, tenía apartamento, nota de honorarios de oro, contratos de siete horas de trabajo al día, semana corta y asignaciones familiares (era ya madre). Además, en las secuencias demasiado peligrosas era sustituida por un doble. A la muerte de Lassie, para no disgustar a los niños que la querían tanto, no se hizo pública la noticia, y se la substituyó por la hija, que era igual a la madre. Al igual que en el caso Rin Tin Tin, el filón comercial ha continuado con otros Pastores escoceses que se parecían más o menos a la primera afortunada Lassie. Perros divos, ayer y hoy, han sido creados incluso en dibujos animados; nos limitamos a recordar los nombres de Pluto, Lilly, Pipo, Snoopy y los fabulosos Dálmatas de Los 101 dálmatas.
Breve esbozo de su psicología
De entre todos los animales domésticos, el perro ha sido pues el que más fácilmente se ha adaptado a la vida del hombre, se ha acostumbrado a su presencia y ha aprendido a obedecerle. Luego se ha creado una relación recíproca en el afecto, precisamente porque la domesticación no fue lograda por constricción, sino con el pacto en el trabajo, compartiendo los alimentos y la casa, con el resultado de una cooperación afectuosa e inteligente que ha integrado al perro en la sociedad humana. El perro no podría vivir sin el hombre, pero sin el perro la existencia del hombre sería más pobre.
¿Qué clase de memoria tiene el perro? La capacidad de «recordar» del perro, así se expresan los psicólogos, es de breve duración, quizá de algunas horas; pero su memoria asociativa resulta sorprendente. El perro seguramente nunca se preguntará dónde se encuentra en un momento determinado su amo, pero bastará el ruido del motor de su automóvil —de aquel automóvil— para que en su mente se desencadene el recuerdo de su amo. En fin, el perro ha elegido como su «jauría» a la sociedad humana y como «jefe de jauría» a su amo. Con el instinto de animal social superior, el perro siente la jerarquía hacia el hombre-amo-jefe perfecto. La casa es su territorio. Cuando el perro pierde el jefe y la casa, desaparece su equilibrio. Sufre el perro abandonado, sufre el que ha sido jubilado. No tener amo lo trastorna y si ha perdido definitivamente al amo necesita de otro para recuperar su equilibrio.
A pesar de que posee una gran fortaleza física y riqueza sensorial, el perro es siempre enteramente un ser infantil. Es tal vez ésta la razón del tácito acuerdo existente entre perros y niños y la desarmante confianza que, especialmente los de más corta edad, demuestran a los perros de mayor tamaño y aspecto feroz.
El caballo, el gato, el pájaro y tantos otros animales tienen un temperamento más o menos tolerante y sumiso, pero permanecen pasivos, carentes de iniciativa; al perro, en cambio, le entusiasma el juego: se anima, simula y participa. Existen perros extraordinariamente confiados que se lo dejan hacer todo por el niño, desde el dedo en el ojo hasta tirarle de la cola. Cuando el niño crece y trata de hacer valer su supremacía hacia el perro, la relación cambia misteriosamente. Por otra parte, ¿no rechaza la perra sus propios pequeños cuando crecen? Una explicación más nos la puede proporcionar el hecho de que niños y cachorros tienen el organismo más rico en potasio y magnesio que los adultos, un «olor» particularmente simpático, lo cual explicaría la atracción e indulgencia de los perros.
Pero uno de los sentimientos más evidentes en la mente del perro es el de los celos. Puede ocurrir que en casa nazca un niño cuando el perro vivía de mucho tiempo, mimado. Si el animal demuestra que tiene celos, deberán ser controladas sus reacciones y relaciones con el recién llegado, cuidando de no dejarles solos en la misma habitación, pero demostrando el mismo afecto y sin alejar con malos modales al animal apenas se aproxima al recién nacido. Cuando el niño haya crecido y empiece a caminar, normalmente se establecerán entre ellos dos buenas relaciones.
De todos modos, los niños deben saber que el perro no es un juguete de trapo, sino un ser sensible. Por eso no se le debe molestar cuando come y cuando duerme, estrecharlo excesivamente en señal de afecto, repartir con él la comida, hacerse lamer la cara. El perro, de todas maneras, sabe demostrar una gran paciencia. En cambio, el perro viejo, ahora ya dentro de sus costumbres, es probable que no desee nuevas amistades alegres; será entonces necesario un control un poco más atento.
Cómo «hablan» los perros entre sí
Entre ellos los perros juegan, luchan, a veces se ignoran completamente. Cuando se encuentran tiene lugar todo un rito en dirigir las orejas, movimientos de cola, de olfatear y de ladrar. Pues bien, los perros que poseen una proporción elevada de sangre de lobo, pelean más raramente entre ellos, pero siempre están dispuestos a enfrentarse contra los demás y preferentemente contra aquellos que se hallan más próximos al chacal. No cometamos un error al querer juzgar el comportamiento del perro comparándolo al del hombre, así como no comparamos el comportamiento del perro con el de un pájaro. Cada cual tiene la inteligencia y los instintos ligados a su propia especie. Entre la inteligencia humana y la de un animal hay un abismo insuperable por la imposibilidad del animal de llegar al pensamiento conceptual y lógico, aún menos al lenguaje verbal del hombre.
Pero también los perros «hablan», se expresan en un código hecho de un conjunto de signos, de percepciones, de olores, que le permiten comprenderse entre ellos. Así, las orejas bajas denotan preocupación y miedo; las orejas derechas, atención; llevadas hacia delante, alarma; cola elevada y movida, alegría y seguridad; cola parada, inquietud; cola baja, inseguridad; cola entre las patas, miedo; labios elevados mostrando dientes con gruñido, amenaza.
El perro que da la pata es un inmaduro o inseguro, o bien, obedece simplemente al adiestramiento. El perro que se tumba sobre el lomo es un pasivo que se rinde ante una autoridad mayor, o un sagaz que pide alianza. El perro como el lobo, se ha dicho, ha vivido en manadas y reconoce el orden jerárquico, por lo cual se somete al amo como a un jefe. Si, en cambio, debido a alguna violencia ocurrida injustamente, ya no lo quiere, deja de reconocerle la superioridad.
El gato no obedece al hombre y no acepta el ser educado, porque desde un principio nunca ha vivido en manada; su existencia ha sido la de un solitario; luego no promueve a nadie, ni gato ni hombre, a su jefe; su mentalidad es totalmente opuesta a la del perro.