EPÍSTOLA

Señor Boscán, quien tanto gusto tiene

de daros cuenta de los pensamientos

hasta en las cosas que no tienen nombre,

no le podrá, con vos faltar materia,

ni será menester buscar estilo

presto, distinto, de ornamento puro

tal cual a culta epístola conviene

Entre muy grandes bienes que consigo

el amistad perfecta nos concede,

es aqueste descuido suelto y puro,

lejos de la curiosa pesadumbre;

y así, de aquesta libertad gozando,

digo que vine, cuanto a lo primero,

tan sano como aquel que en doce días

lo que sólo veréis ha caminado

cuando el fin de la carta os la mostrare.

Alargo y suelto a su placer la rienda,

mucho más que al caballo, al pensamiento,

y llévame a las veces por camino

tan dulce y agradable, que me hace

olvidar el trabajo del pasado.

Otras me lleva por tan duros pasos,

que con la fuerza del afán presente,

también de los pasados se me olvida.

A veces sigo un agradable medio

honesto y reposado en que el discurso

del gusto y del ingenio se ejercita.

Iba pensando y discurriendo un día

a cuántos bienes alargó la mano

el que de la amistad mostró el camino;

y luego vos, de la amistad ejemplo,

os me ofrecéis en estos pensamientos.

Y con vos a lo menos me acontece

una gran cosa, al parecer estraña;

y porque la sepáis en pocos versos,

es que, considerando los provechos,

las honras y los gustos que me vienen

desta vuestra amistad, que en tanto tengo,

ninguna cosa en mayor precio estimo,

ni me hace gustar del dulce estado,

tanto como el amor de parte mía.

Este conmigo tiene tanta fuerza,

que sabiendo muy bien las otras partes

de la amistad de la estrecheza nuestra,

con sólo aqueste el alma se enternece;

y sé que otramente me aprovecha,

que el deleite, que suele ser pospuesto

a las útiles cosas y a las graves.

Llévame a escudriñar la causa desto

ver contino tan recio el mí el efeto,

y hallo que el provecho, el ornamento,

el gusto y el placer que se me sigue

del vínculo de amor que nuestro genio

enredó sobre nuestros corazones,

son cosas que de mí no salen fuera,

y en mí el provecho sólo se convierte.

Mas el amor, de donde por ventura

nacen todas las cosas, si hay algunas

que a vuestra utilidad y gusto miren,

es razón grande que en mayor estima

tenido sea de mí, que todo el resto,

cuánto más generosa y alta parte

es el hacer el bien que el recebillo;

así que amando me deleito, y hallo

que no es locura este deleite mío.

¡Oh cuán corrido estoy y arrepentido

de haberos alabado el tratamiento

del camino de Francia y las posadas!

Corrido de que ya por mentiroso

con razón me tendréis; arrepentido

de haber perdido tiempo en alabaros

cosa tan dina ya de vituperio;

donde no hallaréis sino mentiras,

vinos acedos, camareras feas,

varietés codiciosos, malas postas,

gran paga, poco argén, largo camino

llegar al fin a Nápoles no habiendo

dejado allá enterrado algún tesoro,

salvo si no decís que es enterrado

lo que nunca se halla ni se tiene.

A mi señor Dural estrechamente

abrazad de mi parte, si pudierdes.

Doce del mes de otubre, de la tierra

do nació el claro fuego del Petrarca,

y donde están del fuego las cenizas.