La mitología de los antiguos nórdicos habla de un lugar helado, neblinoso, oscuro: el Hel. Lo sitúa en las profundidades de la tierra, bajo los mundos de los dioses y de los humanos, y se halla orientado hacia el norte. Es el territorio de los muertos. Está regido por la diosa Hel, del mismo nombre, hija del dios Loki y de la pitonisa Angrbotha, ambos seres malvados. Hel está mitad viva, mitad muerta. Su torso vivo, sus piernas violáceas carcomidas por la muerte.

El Hel es el lugar final para los muertos no aceptados en el Valhala. Al Hel están destinados los malvados y los perversos, los asesinos y quienes quebrantaron un juramento.

Para llegar al Hel es necesario recorrer varios pasajes.

1. Se entra por una caverna tenebrosa, Gnipahellir, que se encuentra en medio de escarpados y peligrosos precipicios.

2. Se recorre un largo tiro en cuyo fondo se halla encadenado Garmr, un feroz perro con el pecho ensangrentado (hay quien dice que es un lobo). Garmr es el primer guardián del Hel.

3. Se vadea la fuerte corriente del río Gjoll bajo una lluvia de cuchillos.

4. Se cruza el puente Gjoll, de cuyo techo gotea oro ardiente.

5. Después del puente y resguardado por la pálida doncella Mothguthr, un sendero desciende hacia el norte.

6. Continúa la reja del Hel, la cual se cierra tras de quien la traspasa.

7. Sobre la reja se halla un gallo color óxido cuyo canto despierta a los habitantes del Hel para anunciarles el día de la destrucción final.

8. En lo más profundo del Hel se halla la morada de la diosa Hel: el Sleetcold, o ranura helada. Ahí Hel gobierna a solas, rodeada de espectros.

El Hel nórdico se convirtió en el Hell de los antiguos anglosajones: el infierno donde los pecadores iban a purgar sus condenas.

Garmr es un perro temido. Feroz, vigila la entrada al Hel. En algunos relatos nórdicos, como el Voluspá, se habla de otro portero: el lobo Fenris, quien custodia uno de los últimos pasajes.

Fenris es el hijo mayor del dios Loki y Angrbotha. Encarnado en lobo, se creía que él y su familia destruirían el mundo. Por esa razón los dioses lo encadenaron. Fenris era tan fuerte y poderoso que rompió los hierros. Preocupados, los dioses encomendaron a los duendes una atadura lo suficientemente sólida para contenerlo. Los duendes crearon un listón de apariencia suave pero resistente llamado Gleipnir. Lo fabricaron con seis elementos míticos: el aliento de los peces, la barba de una mujer, las raíces de una montaña, el tendón de un oso, las pisadas de un gato y la baba de un pájaro. Fenris fue amarrado a una roca llamada Gioll, en las profundidades de la tierra.

Nadie se acercaba a Fenris. Incluso la mayoría de los dioses le temían. Solamente Fryr, el dios de la guerra, lo cuidaba y le daba de comer. Iracundo al darse cuenta de que era casi imposible romper el listón Gleipnir, Fenris mordió la mano de Fryr.

Se decía que el gran lobo lograría soltarse en Ragnorök, el día del gran evento en el cual los gigantes pelearían contra los dioses. Fenris, aliado a los gigantes, atacaría, mataría y devoraría al dios Odín, para luego ser cazado en venganza por Viddar, hijo de Odín.

Garmr y Fenris, perro y lobo encadenados. Perro y lobo guardianes de los mundos subterráneos. Perro y lobo furiosos destructores. Garmr, su pecho lleno de sangre. Fenris, devorador de dioses. Fenris y Garmr, lobo y perros encadenados.

Fenris.

Garmr.

El Salvaje
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