ADVERTENCIA
A principios de 1954 apareció Yrigoyen, cuya tirada —entre las reimpresiones posteriores y la edición especial para la obra Pueblo y gobierno— alcanzó casi diez mil ejemplares, hoy totalmente agotados. Era un libro de juventud, escrito sin la indispensable tranquilidad ni el necesario reposo, pero de todos modos fue útil, incluso esclarecedor para muchos compatriotas.
Ahora, años después, a instancias de amigos cuya opinión respeto, he resuelto entregarlo de nuevo a la imprenta. Lo hago porque la figura de su protagonista sigue teniendo vigencia argentina y porque es importante continuar difundiendo su ideario para demostrar que la causa nacional a la que consagró su vida tiene una trascendencia que se proyecta por encima de rótulos partidarios y enfrentamientos circunstanciales.
He creído aconsejable aligerar el primitivo texto de muchas páginas. Parte de ese material va ahora como nota; parte ha sido drásticamente eliminado. En todo caso, he tratado de respetar la versión original del libro en la medida en que no obstara a presentarlo en una nueva forma más manuable y de más fácil lectura.
No hay libro de juventud que su autor no relea con un poco de rubor. Confieso que al trabajar de nuevo estas páginas, creadas en una irrecuperable etapa de mi vida, he vuelto a recorrer territorios espirituales que creía abandonados para siempre. Admito que me ha sorprendido la rotundidad de ciertos juicios que hoy no suscribiría con la tranquilidad de corazón con que antes lo hice; algunas de estas apreciaciones han sido eliminadas de la presente edición; otras quedan, como testimonio de una etapa política e ideológica de la que no me avergüenzo ni reniego. Pues este trabajo también me ha brindado una satisfacción: comprobar que no he abdicado ninguno de los ideales de fondo que estas páginas trataron de expresar, y que estos años corridos, en su exigencia y dureza, han reafirmado mi fidelidad a lo que Yrigoyen representó en el país.
Vaya, entonces, a correr su nuevo destino editorial esta biografía del gran caudillo radical, escrita por un muchacho que creyó indispensable explicar su significación nacional y corregido ahora por un hombre a quien los años han ayudado a completar una concepción del país que es idéntica, en esencia, a la que expresó con su vida y su lucha este argentino perenne, Hipólito Yrigoyen.
Noviembre de 1963