Costillas gordo feliz
A tomar por saco el régimen. Se acabaron las miserias.
Para celebrarlo vamos a entregarnos al gozoso
deleite de unas ricas costillas de cerdo, de las de mancharse los
dedos y rechupetear los huesos. Hala, al desparrame. Horneadas con
Coca-cola y con una base de cebolla caramelizada que queda
riquísima, no pueden ser más fáciles de hacer. Este largo régimen
post-navideño al que insensatamente me estaba sometiendo, han sido
las 48 horas más largas de mi vida.
Ingredientes: 1 bandeja de costillas de cerdo de las del súper (1/2 kilo, aproximadamente), 1 sobre de sopa de cebolla, 1 coca-cola, 1 cebolla grandecita, aceite de oliva virgen extra, un poco de salsa picante (yo le he puesto Sambal Oelek que es mi favorita, pero puede valer un poco de Tabasco), ketchup y sal.
Preparación: en un bol ponemos el contenido del sobre de sopa de cebolla y le añadimos un poco de nuestra salsa picante favorita (o unas gotas de tabasco) y un chorreoncillo de Ketchup. Agregamos Coca-cola removiendo bien con un tenedor hasta que tengamos una especie de salsa bien ligada y no muy líquida. Cortamos la cebolla en tiras finas y hacemos con ella una base en una fuente de cristal tipo Pyrex que resista el calor. Le ponemos por encima un hilo de aceite y un poco de sal y colocamos hábilmente las costillas sobre la cama de cebolla. Un poquito (poco) más de sal sobre las costillas (mejor gruesa) y cubrimos todo el Invento con la salsa de sopa de cebolla y Coca-cola que teníamos preparada, procurando que los grumillos queden sobre las costillas, que luego tostados van a quedar muy ricos. Lo metemos en el horno precalentado a 210 grados y en unos 20/25 minutos aproximadamente (cuando las veáis de aspecto apetitoso para vuestro gusto) os encontraréis con unas costillas que ni en Hollywood.