Solomillo al roquefort (en ausencia de solomillo)

ImagenAhora sólo faltaba que no tener solomillos en casa, nos fuera a impedir hacernos un solomillo al Roquefort. Hasta ahí podíamos llegar. Así que dejemos a la vaca rumiando en paz y, lata en ristre, dispongámonos a preparar este solomillo impostor que respetará la integridad de nuestros bolsillos, nos alegrará el paladar y la vista, si comemos en solitario, y llenará de pasmo y admiración a nuestros no por queridos menos gorrones invitados, si tenemos visitas. Rico y vegetariano, porque como todo el mundo sabe, el cerdo, en Su intrínseca belleza, es casi como una florecilla del bosque. Eso sí, en las primeras citas amorosas, no es recomendable agasajar a la amada con un ramo de cerdos. Mejor las flores.

Ingredientes: 1 lata de magro de cerdo (de esas de aspecto más o menos triangular, en este caso Apis, 1,65 €), 1 cuña de queso roquefort, 1 pimiento del piquillo, salsa Perrins, leche evaporada Ideal, aceite de oliva virgen extra.

Preparación: para perpetrar esta receta lo primero es conseguir que el jamón de lata adquiera forma de solomillo. En mi caso, he cogido un vaso de un tamaño aproximado a la pieza de fiambre, lo he puesto en el centro y he presionado. Luego con ayuda de un cuchillo he sacado la pieza, que tenía ya un adecuado y solomilloso aspecto. Hecho esto, cortamos la carne por el centro, dividiéndolo en dos discos iguales. Y puestos ya al lío, cogemos el pimiento del piquillo y lo calentamos en la sartén, con un poco de su aceite. Se reserva en un plato, se añade un poco de aceite de oliva a la sartén y se doran un poco los discos de jamón. Unas gotas de salsa Perrins cuando veamos que está cogiendo color, ayudará a que nos queden más dorados. Pura coquetería, en realidad. Sobre una de las piezas de carne colocamos el pimiento (cortadito en tiras, si queremos) y lo cubrimos con la otra parte. Puesto en un plato, calentamos un poco de queso roquefort en un cacillo con un poco de leche evaporada Ideal (procurando que el queso quede bastante entero, que luego le da más prestancia al invento) y lo echamos sobre la carne. Un poco engorroso de contar, pero sencillísimo de hacer.