Otra vez Enoc
¿Quién fue Enoc? Los antiguos relatos judíos dicen que fue «un rey de los hombres» que reinó durante «doscientos cuarenta y tres años». Estaba lleno de sabiduría y la comunicó a todos.
Fue el constructor de las grandes pirámides de Egipto, según el geógrafo e historiador Taki al-Makrizi (1364-1442). Éste cuenta en su obra Hitat que Enoc fue conocido con cuatro nombres diferentes: Saurid, Hermes, Idris y Enoc. El pasaje siguiente está tomado del capítulo 33 del Hitat.
El primero, Hermes, llamado triple por sus atributos de profeta, rey y sabio (…) leyó en las estrellas que había de llegar el diluvio.
Entonces mandó que se construyeran las pirámides, y ocultó en ellas tesoros, textos y escrituras y todo lo demás que podría perderse de otro modo, para que se conservase[35].
La palabra árabe idris significa «progenitor» o «primer padre de sabiduría»; y tanto para la teología judía como para la cristiana, Enoc es el séptimo de los diez primeros patriarcas anteriores al diluvio. Enoc fue padre de Matusalén, del que se afirma que alcanzó la edad bíblica de 969 años.
En el Antiguo Testamento, Enoc sólo aparece en cinco versículos (Génesis 5, 21-24). Y al final se dice: «Y Enoc caminó con Dios y no fue visto más, pues Dios se lo llevó». ¡Y desapareció como por arte de magia! En hebreo, la palabra enoch significa «el iniciado» o «el vidente». Gracias a Dios, este iniciado se preocupó de que sus conocimientos no desaparecieran sin dejar rastro (para fastidio de los ortodoxos, que preferirían que se hubieran disipado como el humo), pues escribía mucho. Y así empezaron los problemas.
Existen dos libros que no están incluidos en el Antiguo Testamento pero que se cuentan entre los textos apócrifos. Los Padres de la Iglesia que recopilaron la Biblia no supieron qué hacer con los textos de Enoc. Los excluyeron porque no los comprendían. Pero la Iglesia de Etiopía no hizo caso de las órdenes de los eclesiásticos que ostentaban el poder, con lo que el libro de Enoc acabó en el canon abisínico. También salió a la luz una variante eslava del mismo libro. La comparación de los dos textos realizada por los especialistas demostró de manera concluyente que ambos procedían de una misma fuente original escrita por un mismo autor, el propio Enoc. ¿Quién era éste, pues?
Nunca deja de asombrarle la miopía de los diversos exégetas. Si un texto se ajusta a sus creencias, lo consideran genuino. En caso contrario, tiene que ser falso. El libro de Enoc no sólo está escrito en primera persona, sino que el autor recuerda constantemente su propia autoría, como si temiera que las mentalidades futuras serían demasiado estrechas para aceptarla. Quiero citar dos ejemplos del texto que contienen afirmaciones claras de la autoría de Enoc.