PALABRAS DE CLAUDIO MAGRIS
Hay una palabra que Ernesto Sabato utiliza a menudo para indicar el sentido de vivir y quizás cualquier cosa que se parezca a la felicidad; un adjetivo: compartido, silencio compartido con un ser querido, un momento compartido con un amigo, con la persona amada, una existencia compartida. Es una palabra que también yo amo mucho, porque creo, como escribe Sabato en El escritor y sus fantasmas, que vivir es convivir, y para mí es realmente una verdadera gracia, un regalo que el Círculo de Bellas Artes me ha hecho, poder compartir esta velada con Sabato y con ustedes. Tal vez simple mérito, no porque yo sea un especialista; yo he leído mucho de Sabato, mucho en italiano, un poco en español, he leído las novelas y los ensayos. Otros sabrán hablar de él mucho mejor que yo; sólo he escrito un artículo sobre Ernesto Sabato. Pero el escritor que amamos no es aquel sobre quien escribimos. Yo no he escrito sobre Hornero, o sobre Tolstoi, pero Hornero, o Tolstoi para mí, no son objetos de interpretaciones sino maestros y compañeros de vida. Así Sabato. Hace muchos años, hace ya treinta y cuatro o treinta y cinco años la compañera de mi existencia compartida, Marisa, mi Matilde, me hizo leer Sobre héroes y tumbas. Desde ese momento, Sabato ha entrado en mi vida, y sus libros han entrado en mi vida con violencia, con ternura, como con un hacha, como decía Kafka, pero también como una ola, como un mar. A veces me parece que miro y vivo el mundo con este libro. Y como sucede con los grandes libros que leemos, parece que lo hemos escrito nosotros. Y esto sucede sólo con los grandes libros.
Sabato es un universo, un laberinto, yo no puedo ciertamente darles en pocos minutos un cuadro completo. Me detendré sólo en lo fundamental: para empezar es un gran escritor, que en una larga vida ha escrito tres novelas, por eso ha estado siempre libre de la ansiedad de publicar; que ha escrito sólo cuando ha sentido que era necesario escribir; un hombre que ha demostrado también esta libertad del deber de estar siempre presente, del deber de ser siempre un artista; es esto lo que permite a la escritura ser grande.
Sabato une dos verdades. Dos verdades necesarias que expresa el escritor, que se mezclan, nutriéndose una de la otra, haciendo de una la coartada de la otra. Son la verdad diurna y la nocturna. El lado diurno, y el mostruoso mundo de sus tinieblas, como dice en sus páginas.
En el gran libro Antes del fin, Sabato dice al principio que en este libro no se encontrarán sus verdades más atroces, que las verdades más atroces se encuentran en sus ficciones, enmascaradas, porque de lo contrario no podría confesarlo a cara descubierta.
Es un problema, creo, fundamental; no hay un escritor en el mundo que haya sabido expresar con tanta fuerza, y con tanta lucidez y honestidad, esta verdad.
Antes del fin habla de una verdad esencial, la fraternidad con todos los débiles, la lucha contra la tiranía; sabemos lo que ha hecho Ernesto Sabato en defensa concreta de la libertad de las personas. Es un gran libro de amor, de amistad, de afectos familiares, un libro del amor paterno; el libro de un hombre que de forma extraordinaria confiesa haber tenido alguna vez la tentación del suicidio, pero no haberlo hecho porque sabe que no se puede causar dolor a nadie, ni siquiera a un perro. Y yo encuentro que esto es una verdad extraordinaria. Él es un hombre que verdaderamente hace pensar en la expresión del Evangelio, la sal de la tierra. Y este libro habla de la visión del mundo que son las opiniones humanas, morales, los sentimientos de Ernesto Sabato.
Ernesto Sabato es también un extraordinario ensayista. Pienso en sus ensayos, que son de los más claros, de los más lúcidos. Es un escritor que, cuando se ocupa del lado diurno, lo hace como un credo; yo no conozco otro escritor que haya sabido hacerlo con tanta responsabilidad. Ésta es una virtud de la que muchos escritores, también grandes, a menudo carecen casi por completo.
Luego hay también las otras verdades. Son las verdades que vienen de la escritura nocturna. Es grandioso que un hombre sepa ser grande en las dos dimensiones. Normalmente tenemos a escritores que son grandes en una, o en la otra. Pero cuando Sabato habla con su escritura nocturna, sus visiones nos hablan de excesos, hablan de cosas indignas, que van más allá de aquello que la conciencia puede consentir —son sus palabras las que yo recito.
En esta obra nocturna Sabato escucha y hace hablar a otra voz. Una voz que es suya pero que en buena parte desconoce, y que va más allá de aquello de lo que es consciente. Él mismo ha escrito una vez que no sabría explicar qué ha querido decir en sus novelas. Sobre héroes y tumbas este subsuelo de tiniebla, esta historia terrible; su libro más grande me acompaña en la vida. También El Túnel, también Abaddón el exterminador, pero sobre todo éste, que yo creo El libro por el que Sabato estará para siempre en la historia.
Ahora, en esta escritura nocturna naturalmente no se puede decir la verdad positiva, decir directamente el amor, la solidaridad, la fraternidad. Se puede testimoniar el fantasma que viene de fuera, de las tinieblas. Es una escritura en la cual el autor da voz no sólo a los sentimientos, a las ideas que él conoce, sino a cualquier cosa que viene de fuera, y que habla por todos, y que va más allá de su control.
Tolstoi dijo una vez: «he perdido el control sobre Ana Karenina; hace aquello que ella quiere». El escritor que hace hablar de esto otro es un escritor cuya creatividad extrañante se encuentra con su doble. El escritor que oye esta voz alguna vez preferiría decir otra cosa, pero si es un gran escritor la deja hablar.
Esto hace grande a Ernesto Sabato, deja hablar a ese otro escritor, a ese doble, corriendo el mismo riesgo que corre también el escritor, hablando de verdades arrebatadoras. El escritor, en su lado diurno, quiere que el sol no resplandezca igual sobre los justos y sobre los injustos, y la grandeza de Ernesto Sabato, y no de muchos más, es que él se ha enfrentado con la escritura nocturna, con el escándalo de la vida, pero sin ser profeta de las tinieblas, sin corretear con ellas. Él baja a las tinieblas, ve la medusa, ve la cabeza enredada con las serpientes, y la cabeza enredada con las serpientes no se puede embellecer, por lo tanto él no sufre la fascinación del horror, la fascinación de la medusa. Sabato por lo tanto repite siempre que las verdades del escritor se encuentran en sus ficciones, en este lado nocturno. Nosotros podemos luchar contra las tinieblas, contra nuestros diablos, pero a la vez tenemos miedo de ser sólo tiniebla, de ser sólo el lado nocturno. Ésta es la grandeza de Sabato, este coraje, este valor, esta lucha. Sus obras son luz y tiniebla; todo lo que tiene la vida. Saber unir la aventura de la vida con el juicio, el compromiso, la moral. Para seguir con la buena lucha, como decía San Pablo.
La vida es más de todas formas, que cualquier escritura. Y la humildad de Ernesto Sabato, que se convierte en coraje, su pasión, su ironía, lo hacen grande. El gran arte sabe que tiene que servir a la existencia, como decía Esquilo, que hizo que en su tumba se pusiera simplemente que había luchado con valor en Maratón. Frente a un gran escritor, como Ernesto Sabato, hay que decirle simplemente gracias por existir, por ayudarnos a vivir con mayor valor y con humildad. Leer a Sabato, compartir la vida con él, nos ayuda a vivir mejor.