10

 

Con la misma brusquedad con la que había insertado la espada, Flagpaom la retiró de su cuerpo.

—¿No te lo comenté? Tienes que morir antes de entregarme tu energía—le dijo él, con una mueca de fingida pena.

Zarah se tambaleó y cayó de rodillas en el piso, llevándose ambas manos al sitio de la herida, por donde comenzaba a brotar tanta sangre que rápidamente comenzó a formarse un charco a sus pies.

—¡Zyanya, no…!—Rugió Alberto, intentando llegar hasta ella, pero varios Raya lo detuvieron a base de golpes y sacudidas violentas contra el suelo.

—Antes de morir, me gustaría enseñarte esto…—le dijo Flagpaom, aproximando un báculo que uno de los Raya le había alcanzado. Era una larga lanza de metal terminada en punta, y en el centro de la punta, brillaba una diminuta esfera negra.

—La piedra del sol negro—le explicó Flagpaom, acariciando con suma adoración la diminuta esfera—. Tan poderosa como ninguna otra… —se levantó y se dirigió al sitio donde se encontraba recostado Aidan, todavía inconsciente—. Para los Kinam no tiene poder alguno que afecte nuestras habilidades, pero para ustedes, brujitos, es su propia cadena de oro…—sonrió aproximando la piedra al joven, que comenzaba  despertar en ese momento.

Zarah vio con horror que su hermano empezó a cambiar de color, adoptando uno dorado. Aidan se retorció, su rostro era la imagen misma del dolor, mientras su cuerpo se iba transformando en una estatua de oro sólido.

—¡Detente!—Chilló Zarah—. ¡Tú prometiste que los dejarías ir!

Flagpaom se alejó de él, mirando con fascinación la piedra en la lanza. Zarah sólo tenía ojos para Aidan, quien, aturdido todavía, jadeó con dificultad, comenzando a recuperar lentamente su estado habitual.

—¿Interesante, no te parece?—Continuó hablando Flagpaom, como si no acabara de hacer nada importante—. Esta pequeña piedra tiene la capacidad de potencializar todos los talentos de los Capadocia, hasta aniquilarlos con su propio poder.

—¡Déjalo en paz!—Rugió Zarah, intentando mantenerse fuerte a pesar del dolor y que comenzaba a sentir que las fuerzas le fallaban—. ¡Tú prometiste que los dejarías ir después de curar a Tanek! ¡Cumple tu palabra, Flagpaom, o…!

—¿O qué?—Preguntó él, con desdén.

La mujer Alma Amarilla se aproximó a él, dedicándole una sonrisa felina. En sus ojos, sólo había adoración. Era obvio que eran amantes, y de ser así, Flérida, esa maldita mujer tan tonta, había confiado en él y arruinado su vida en vano… Pobre tonta mujer.

Igual que ella.

Porque era obvio que Flagpaom no iba a cumplir su parte del trato.

Y eso la hizo temblar de rabia, provocando que la llama azul que la rodeaba volviera a arder.

—Calma, pequeña princesa, todavía no saques tu poder—le dijo Flagpaom, obviamente satisfecho con lo que veía—. Kitty va a extraer todo tu poder y depositarlo en esta roca. Pero antes, necesito que hagas una última cosa por mí…

—¿Crees que voy a concederte algo más, después de lo que has hecho? –Siseó Zarah, furiosa—. Es claro que me has mentido y no tienes la  menor intención de cumplir con tu palabra.

Flagpaom sonrió mordazmente, sin negar los hechos.

—¡Cura a Tanek, maldito!

—¿Crees, de verdad, que voy a curar a Tanek, el grandioso guerrero protagonista de tantas leyendas y mitos alrededor del mundo que hablan de su poder? No soy idiota.

—¡Sólo hazlo!

Flagpaom rió por lo bajo.

—Me siento sorprendido, princesa. Había asumido que eras una completa cobarde, pero ahora veo que tienes el mismo coraje de tu madre… Es una lástima que terminara muerta en el fondo de una cañada olvidada por el mundo.

Esas palabras hirieron el corazón de Zarah. Su flama se hizo más grande, al igual que la sonrisa de Flagpaom.

—Excelente, mientras más demuestres tu poder, más rápido será quitártelo.

—No te daré nada…—musitó Zarah, a pesar de que no tenía idea de cómo iba a conseguir evitar lo que él tuviera planeado hacerle.

Flagpaom borró la sonrisa de su rostro, dedicándole una mirada inescrutable. A paso lento, se aproximó al sitio donde se encontraba Tanek, todavía inconsciente, y sin más, le propinó un puntapié en las costillas.

—¡Déjalo en paz!—Rugió Zarah, y la llama, a su pesar, aumentó.

—Tanek, el gran y poderoso guerrero…—comenzó a hablar Flagpaom, con un monólogo que parecía ir dirigido a él mismo—. Admito que no era mi intención matarlo, como debo admitir que le tengo cierto aprecio a la fama y el nombre que él carga sobre los hombros. Después de todo, ha dejado a nuestra raza en alta estima… Al menos, para nosotros—miró a Zarah—. Pero ya que lo tengo aquí, no lo dejaré vivir. No si eso implica que él pueda evitar que te mate a ti y consiga lo que he venido a buscar. Lo que Kudrow desea de ti.

—Yo no te daré nada…

—El hecho, princesa, es que no depende de ti…—sonrió mordazmente, al tiempo que se inclinaba sobre Tanek—. O mejor dicho, no depende de algo que tú puedas controlar. No cuando todo a tu alrededor se derrumba y tu único deseo es…—extrajo un puñal de su cinturón—: vengarte.

Y sin más, le encajó el puñal a Tanek en el centro de la misma herida y lo retorció.

Tanek lanzó un doloroso alarido que a Zarah le atravesó el corazón.

—¡Nooo!—Gritó, furiosa—. ¡Ya basta!

—No… Zarah…—Tanek habló con mucha dificultad—. No le des lo que él busca… No…

—¡Cállate!—Flagpaom le dio un brutal golpe en la mandíbula, silenciándolo.

—¡Te juro que cuando termine contigo…!—Zarah se calló. Eso era lo que él buscaba, hacerla enfurecer.

Y no le iba a dar en su gusto.

Flagpaom frunció el ceño, evidentemente molesto.

—¿Crees que puedes vencerme, niña tonta?—Rugió él, caminando directamente hacia el sitio donde se encontraba Aidan.

Zarah apretó los dientes, forzándose en no hablar. No iba a permitir que él la hiciera enojar.

—¿Crees que puedes jugar conmigo?—Espetó Flagpaom—.  ¿Y qué vas a hacer cuando mate a tu hermano y a todos tus amigos?

—No…—Zarah musitó sin poder evitarlo, y se concentró en permanecer impasible. Él la quería hacer enojar, cada vez que lo conseguía, la llama crecía un poco más. Dentro de nada le habría arrebatado su poder y él habría ganado.

Y entonces todos estarían muertos sin ninguna duda…

Flagpaom volvió a colocar la piedra sobre la cabeza de Aidan, y el efecto fue el mismo. Zarah se mordió los labios, buscando pensar en cualquier cosa que le impidiera emitir más de su flama azul, pero resultaba sumamente complicado.

—Creo que no estás comprendiendo adecuadamente el concepto, princesa—le dijo Flagpaom, dejando caer al piso a su hermano.

Aidan, le dirigió a Zarah una mirada confusa antes de que Flagpaom se dirigiera directamente a Zarah y colocarla la piedra sobre su cabeza.

El aura azul emergió instantáneamente de su cuerpo, envolviéndola como un inmenso y poderoso fuego azul.

—Con esta piedra puedo hacerte emitir todo tu poder si así lo deseo. En las Almas Azules el efecto es superior, como su mismo poder…

Zarah sintió que su poder se descontrolaba y comenzaba a emerger de cada poro de su cuerpo. Quizá, de haber tenido más entrenamiento, habría podido controlarlo para atacar a Flagpaom, pero ahora sólo se sentía extraña, débil y fuerte a la vez.

Y entendió el motivo de la fatal herida que él le había infringido. Estaba muriendo, de esa manera no podría atacarlo, su poder se escapada de ella como el agua por el orificio de una botella rota, dejándola vacía.

Dentro de nada él tendría todo su poder.

No obstante, él sonrió y alejó la piedra de ella.

Zarah no pudo evitar mirarlo confundida, y él debió interpretar su mirada, porque contestó a su pregunta silenciosa.

—Te dije que antes de quitarte tu poder, necesitaba una última cosa de ti.  Verás, no quiero el poder de un Alma Azul. No te ofendas, es grandioso sin ninguna duda, pero si puedo obtener más, ¿por qué conformarme con sólo eso?

—¿A qué te refieres?—Preguntó Zarah, usando todas sus fuerzas para no desmayarse.

Flagpaom sonrió, quitándose de enfrente de Zarah para no estorbarle en la visión de lo que sucedía delante de ella.

—Me refiero a que tienes que morir. Pero antes de pasar al más allá, necesito que te encuentres furiosa…

Uno de los Raya había sujetado a Aidan y arrastrado hasta colocarlo prácticamente delante de ella, y sin más, atravesó su vientre con la espada.

Fue tan rápido que Zarah no pudo reaccionar a lo que acababa de suceder, como si esa realidad no pudiera ser posible.

Los ojos desorbitados de Aidan se volvieron blancos antes de que su hermano cayera inerte delante de ella.

—¡Noooo….!—Rugió Zarah, y la llama azul creció, iluminando todo a su alrededor con su luz.

Aunque ya no era tan azul…

Comenzaba a tornarse negra.

—Finalmente llegamos al punto que buscábamos—sonrió Flagpaom, complacido—. Te decía que esta piedra tiene una cualidad especial en las Almas Azules—sonrió, aproximando más el báculo al rostro de Zarah, provocando que la llama negra creciera y se intensificara—. ¿Por qué atrapar el poder de un Alma Azul, cuando puedes robar el poder de un Alma Negra?