Seis meses después

 

Leslie se miró en el espejo, alisando los pliegues de la falda escocesa con los colores del clan McKinley y comprobando que la corona de flores que llevaba en la cabeza estaba correctamente colocada.

—Venga, que nos están esperando —dijo Karen, asomándose por la puerta—. Madre mía, cómo te gusta mirarte al espejo.

Leslie le sacó la lengua a través del reflejo, pero cogió un ramo de flores frescas, con cardos secos entre ellas, y salió tras Karen. La primera vez que los había visto en un ramo había puesto un gesto de incredulidad, pensando que era una broma, hasta que le explicaron que eran parte de la tradición escocesa. Al verlas aparecer por el pasillo, las gaitas comenzaron a sonar, inundando el salón de reuniones del recién inaugurado castillo con su música, preparado en aquel momento para el esperado acontecimiento. Leslie avanzó sin poder apartar la vista de Evan, que estaba al fondo vestido con sus mejores galas y que la miraba con esa sonrisa que le cortaba la respiración. Le sonrió a su vez, y cuando llegó a su altura, Evan, le cogió una mano y le dio un beso en la mejilla, antes de que ella se colocara a un lado, con Karen junto a ella. Evan volvió la vista al pasillo, donde por fin la novia hizo su aparición.

Su madre avanzaba sosteniendo un ramo con manos temblorosas y una sonrisa feliz que Evan no recordaba haberle visto nunca. Junto a él, oyó a Finn coger aire y le miró: el hombre también estaba emocionado y parecía a punto de llorar. No eran los únicos, todo el pueblo estaba allí reunido y ya se oían algunos sollozos ahogados. Su propia boda con Leslie había sido un gran acontecimiento que había reunido a todos los clanes cercanos, pero aquella era mucho más emotiva, estaba claro. La miró de reojo, comprobando que también tenía sus ojos húmedos, y no pudo evitar sonreír al pensar en la primera vez que la había visto y cómo habían cambiado las cosas desde entonces. Ya incluso parecía que hubiera nacido y pasado su vida entre ellos, e incluso conocía las tierras casi mejor que él, sobre todo desde que su negocio con Shane fuera viento en popa y tuvieran trabajo de sobra.

Leslie levantó una ceja al ver que la miraba, y enrojeció un poco. Bueno, aquello solo podía significar una cosa… pero se obligó a mirar al frente, ya la llevaría a algún pajar después: ahora tenía que oficiar una boda.

 

 

                                                                 Fin