Segundo relato: «REQUIESCAT IN PACEM»
1
LUGAR: Restaurante Delicatessen, Hlanith.
El hombre más joven parecía un tanto nervioso. Se notaba por el constante bamboleo corporal, apoyándose ora en un pie, ora en el otro. Su mentor, el experimentado antropólogo Randolph Thunberg, sonrió condescendiente. Le pasó el brazo por el hombro y trató de tranquilizarlo.
—Tómatelo con calma, Borja. El concurso oposición está chupado.
—Lo sé, pero… ¿Por qué se habrá tenido que presentar ese individuo?
—Pues por probar suerte pero, créeme, él sabe que no tiene nada que hacer aquí. De los cinco miembros del tribunal, he logrado colocar a tres afines a mis tesis. Son pesos pesados dentro del gremio, y los dos elegidos por sorteo no plantearán problemas. Además, tuvimos la precaución de proponer como suplentes a los doctores de la competencia: ese viejo fósil de Anatoli Didrikson, su lacayo Pyotr Bilbo y la loca de Basílikis Aspíriz. Con eso nos aseguramos de que no cayeran en el tribunal titular.
—Ya, pero no puedo evitar ponerme nervioso…
—Relájate; un espléndido porvenir se abre ante ti.
—Gracias, Randolph. Ya sabes que podrás contar conmigo para lo que sea.
—De eso se trata —el doctor Thunberg se frotó las manos y consultó el anacrónico reloj de oro de pulsera—. En fin, preparemos el terreno. He invitado a los tres miembros amistosos del tribunal para que los vayas conociendo y sepas de antemano qué preguntas te formularán. Aquí sirven el mejor asado de pejesapo saltarín aldebariano del Ekumen. Hay que empezar a ganarse a la gente por el estómago, querido Borja.
—¿No queda un tanto raro lo de convidar al tribunal antes del concurso oposición? —el joven seguía sin tenerlas todas consigo.
—Descuida; nadie se va a enterar. Son buenos colegas y me deben muchos favores. Trata de pensar en ti mismo como el nuevo catedrático de Antropología de la Universidad de Hlanith. Ah, mira, ahí viene Abundio Servadac. Te lo presentaré.