Actualidad.
—¿Abuelo? —preguntó Edel, incrédula, sin saber si aquello era un sueño o una realidad algo distorsionada. Se llevó las manos a la cara y se restregó los ojos para asegurarse que lo que veía era real. Frente a ella, en la penumbra, vio a su abuelo sonriéndole.
—Hemos venido a conocer a la pequeña —dijo otra voz detrás de él. Cuando vio los rostros de sus padres salir de detrás de las espaldas del viejo guardés, no pudo evitar gemir y ponerse a llorar.
Julien se removió en la cama y al darse cuenta que estaba solo, se incorporó y vio a Edel dándole la espalda mirando por el ventanal. Se acercó a ella y la abrazó por detrás apoyando la cabeza en su hombro. Notó que respiraba pesadamente y que tenía la piel erizada. Le dio la vuelta girándose él también para poder verle la cara con la poca luz nocturna que se colaba a través del cristal.
—¿Estás bien? —Ella no contestó, solo levantó los ojos hacia él, que se puso nervioso al ver que estaba llorando— ¿Una pesadilla?
—No, más bien un sueño bonito —murmuró Edel acercándose para que volviera a abrazarla—. Han venido a conocer a Lys —dijo dando un dulce beso en la coronilla de su hija que sostenía en brazos. La pequeña tenía tres semanas de vida y estaba despierta observando a sus padres.