46

Más tarde, Nathalie estuvo reflexionando: ¿por qué ese beso? Porque sí, y nada más. No somos dueños de nuestro reloj biológico interno. En este caso, el del duelo. Nathalie había querido morirse, había intentado respirar, había conseguido respirar, y comer, hasta había sido capaz de reincorporarse al trabajo, de sonreír, de ser fuerte, de ser sociable y femenina, y el tiempo había pasado con esa energía tambaleante de la reconstrucción, hasta el día en que había ido a ese bar; pero había salido huyendo, pues no soportaba el circo de la seducción, convencida como estaba de que nunca más podría interesarle ningún hombre, y, sin embargo, al día siguiente se había puesto a andar sobre la moqueta, así de pronto, un impulso robado a la incertidumbre, había sentido su cuerpo como un objeto de deseo, sus curvas y sus caderas, y hasta había lamentado no poder oír el sonido de sus tacones de aguja. Todo ello había sido repentino, el nacimiento, sin anuncio previo, de una sensación, de una fuerza luminosa.

Y entonces, en ese momento, Markus había entrado en su despacho.

No había nada más que decir. Nuestro reloj biológico no es racional. Es exactamente como la pena de amores: no sabes cuándo se te pasará. En el momento más crudo del dolor, piensas que la herida siempre estará abierta. Y, de pronto, una mañana te extrañas de no sentir ya ese peso terrible. Qué sorpresa darse cuenta de que el dolor ya no está. ¿Por qué ese día? ¿Por qué no más tarde, o antes? Es la decisión totalitaria de nuestro cuerpo. Para ese impulso del beso, Markus no debía buscar una explicación concreta. Había aparecido en el momento adecuado. La mayoría de las relaciones se resumen de hecho a esa simple cuestión del momento adecuado. Markus, que se había perdido tantas cosas en la vida, acababa de descubrir su capacidad de aparecer en el momento ideal en el campo visual de una mujer.

Nathalie había visto el desamparo reflejado en la mirada de Markus. La última vez, se había marchado despacio. Sin hacer ruido. Tan discreto como un punto y coma en una novela de ochocientas páginas. No podía dejarlo así. Se sentía muy incómoda por haber hecho lo que había hecho. Pensó, por otra parte, que era un colega adorable, que respetaba a todo el mundo, y ello hacía que se sintiera aún más culpable por haberle hecho daño. Nathalie lo volvió a llamar a su despacho. Markus se llevó el expediente 114, por si acaso quería verlo por un motivo profesional. Pero el expediente 114 le traía al pairo por completo. De camino al despacho de Nathalie, dio un rodeo por el cuarto de baño para mojarse un poco la cara. Abrió la puerta, curioso por oír lo que tenía que decirle.

—Gracias por venir.

—No hay de qué.

—Quería disculparme. No sabía qué contestarle. Y, para serle sincera, tampoco lo sé ahora…

—…

—No sé por qué actué así. Seguramente fue un impulso físico… pero trabajamos juntos, y debo decir que fue un gesto del todo inapropiado por mi parte.

—Habla como una americana. Eso nunca es buena señal.

Nathalie se echó a reír. Qué réplica más extraña. Era la primera vez que hablaban de otra cosa que no fuera un expediente. Nathalie estaba descubriendo un indicio de la verdadera personalidad de Markus. Tenía que recuperar la seriedad:

—Hablo como la responsable de un equipo de seis personas, del que usted forma parte. Llegó en un momento en que estaba enfrascada en mis pensamientos, y no fui consciente de la realidad del instante.

—Pero si ese instante fue el más real de mi vida —protestó Markus sin pensar. Le salió directo del corazón.

No iba a ser fácil, pensó Nathalie. Era mejor poner punto final a esa conversación. Lo cual hizo rápidamente. Y de manera algo seca. Markus no parecía comprender. Seguía como petrificado en su despacho, buscando en vano las fuerzas para marcharse. A decir verdad, cuando lo había llamado diez minutos antes, se había imaginado que quizá quisiera volver a besarlo. Había viajado en ese sueño, y acababa de comprender ahora, de manera definitiva, que entre ellos ya no habría nada. Había sido una locura pensar lo contrario. Nathalie lo había besado sin motivo. Era difícil de aceptar. Como si te ofrecen la felicidad, para arrebatártela un segundo después. Le habría encantado no conocer jamás el sabor de los labios de Nathalie. Le habría encantado no haber conocido jamás ese instante, pues se daba perfecta cuenta de que iba a necesitar meses para recuperarse de esos pocos segundos.

Avanzó hacia la puerta. A Nathalie le sorprendió percibir la formación de una lágrima en el ojo de Markus. Una lágrima que aún no había resbalado por su mejilla, pero que estaba a punto de hacerlo. Él quería contenerla. Sobre todo no debía llorar delante de Nathalie. Era absurdo, esa lágrima era imprevisible.

Era la tercera vez que lloraba delante de una mujer.

La delicadeza
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
Section0108.xhtml
Section0109.xhtml
Section0110.xhtml
Section0111.xhtml
Section0112.xhtml
Section0113.xhtml
Section0114.xhtml
Section0115.xhtml
Section0116.xhtml
Section0117.xhtml
Notas.xhtml