Capítulo 12

El día antes del último programa, Renata volvió del centro de ocio para la juventud sintiendo el ya familiar nudo en el estómago.

No le gustaba volver a una casa vacía y Hawk había acabado con su tranquila felicidad de estar sola en casa. Sin él para llenar todo el vacío con su inagotable energía, la casa parecía tener eco.

Sería debido a la típica depresión que todo el mundo sufría después de un fracaso, pero cuando Hawk se marchara se le pasaría.

Se marcharía de Phoenix después del último programa; se había ido a Los Ángeles y por supuesto, le habían dado el trabajo, como comentarista deportivo en una cadena de televisión importante.

Cuando le habló del trabajo, Hawk dejaba largas pausas en la conversación, como si esperase a que ella cambiara de opinión, pero la emoción que había en su voz cuando hablaba de Los Ángeles hizo que Renata se callase todo lo que tenía en su corazón. Hawk estaba alcanzando su meta y se alegraba por él.

De vez en cuando pensaba en la posibilidad de decirle que se marchaba con él, pero sabía que aquella solo era la fase en la que se estaba dispuesto a hacer concesiones para acabar con el dolor. Lo superaría. Se olvidaría de Hawk.

Se verían una vez más, durante el programa, y Renata estaba aterrorizada, pero se prometió a sí misma que sería fuerte.

Al día siguiente por la tarde, Renata estaba sentada en su trono, esperando a Hawk. Tenía el corazón en la boca.

La noche anterior había intentado hablar con él por teléfono, pero no estaba en casa, y tampoco lo localizó por la mañana.

Renata consultó su reloj, en unos minutos empezaría el programa y Hawk aún no había llegado. Quizás no apareciese, quizás se hubiese quedado en Los Ángeles, pensó Renata y sintió que el corazón le latía con rapidez.

De repente, Hawk apareció corriendo por el estudio, directo hacia ella, y Renata sintió lo que llevaba tanto tiempo sintiendo. ¡Lo amaba!

—Mi avión salió con retraso —susurró Hawk y la miró a los ojos. Parecía tan contento de verla, como si nada hubiese ocurrido.

Renata dudó de nuevo. ¿Sería capaz de dejar todo lo que era tan familiar para ella y mudarse a otro sitio solo para estar con el hombre al que amaba?

—Te he echado de menos —dijo él con amor.

Sí. Sí podría hacerlo, pensó ella.

—Y tú también me has echado de menos a mí —continuó él.

—Tenemos que hablar —dijeron los dos al unísono—. Después —pronunciaron de nuevo juntos.

Pero a mitad del programa, Hawk no pudo contenerse y le dijo a Renata que había rechazado la oferta de Los Ángeles.

—Los Ángeles puede esperar, Renata. Tú no. Conseguiré un trabajo, aunque no sea en la televisión, me da igual. Solo quiero estar contigo.

—Sí te importa. Y yo quiero ir a otra ciudad, Hawk, de verdad. Empiezo a sentirme demasiado enclaustrada aquí.

—Pero tu vida está aquí. Estás estudiando la licenciatura, y te gusta tu trabajo en el centro de ocio para la juventud. Yo soy el que debe hacer el sacrificio.

—No, Hawk. Yo lo haré.

—Lo haré yo.

—¡Por Dios! —exclamo Gloria, una de las invitadas al programa que, junto a Luis, su pareja, al igual que el público, estaba escuchando con mucha atención—. No sigáis discutiendo y acabad de una vez.

—¿Cómo? —preguntaron los dos simultáneamente.

—Pídele que se case contigo, hombre —dijo Gloria—. Nos estáis enseñando cómo se hace, ¿no?

—Claro —dijo Hawk y se bajó del trono para arrodillarse delante de Renata—. Renata, ¿quieres casarte conmigo?

Sus palabras vibraron a través de Renata como notas de música, haciendo eco en su interior.

—Sí —aceptó ella—. Me casaré contigo. Me da igual dónde estemos, en Los Ángeles o en el Amazonas, mientras esté contigo seré feliz.

Después Hawk la tomó en brazos y la besó, y sus corazones latieron con fuerza al tiempo que el público aplaudía entusiasmado.

Hawk se apartó de ella y se dirigió a Gloria y a Luis que estaban tomados de la mano y sonriendo el uno al otro.

—Y así, amigos, es como se llega al matrimonio.

Todos los presentes se rieron. El público aplaudió de nuevo y el programa terminó.

Rápidamente, Denny corrió hacia ellos.

—¡Maravilloso! ¡Buen teatro! —dijo Denny haciendo una reverencia—. Me habéis emocionado.

—Por fin hemos hecho un programa que te guste —se burló Renata.

—Estoy seguro de que habrá más —replicó Denny—. Dentro de un año, más o menos, supongo que estaréis listos para el que tengo en mente Cómo llegar a la paternidad.

Renata y Hawk se miraron y estallaron en carcajadas. Después, la boca de Hawk se acopló sobre la de Renata y la besó de nuevo. La mayoría de las personas oían campanas, pero con total claridad, Renata sabía que lo que estaba oyendo era la música de un tiovivo.

La obertura de su propia felicidad eterna.

 

Fin