Atención
Hay un viejo dicho que dice “la genialidad es la habilidad de poner atención a los detalles”. Creo firmemente que cualquier persona puede aprender a tocar un instrumento tan bien como ellos quieran. Como te decía al principio del libro, tendemos a confundir la cantidad de horas y años de práctica con ser mejor o peor instrumentista. Nada más lejos de la realidad. No se trata del tiempo que pases practicando, se trata de la habilidad de desarrollar conciencia, la cual es esencial para una constante mejora. Para desarrollar la conciencia es imprescindible poner atención a lo que estamos practicando.
La conciencia y la atención ( a través del Mindfulness) son herramientas muy poderosas para lograr centrarnos en el momento presente dejando a un lado cualquier perturbación emocional o distracción. Esto nos permite mantener una relación más estrecha con la música. La conciencia nos permite observar y aceptar la realidad tal cual es. Toda la información que recibimos al centrar nuestra atención en un punto determinado, nos devuelve un feedback qué nos informa de lo que está ocurriendo (positivo o negativo). Esta valiosa información nos permite ajustar nuestro comportamiento físico y emocional de una manera natural.
El problema por el cual no avanzamos tanto como deberíamos se debe a que no estamos poniendo atención cuando practicamos. No estamos centrando toda nuestra atención en todas las sensaciones necesarias para controlar los dedos de manera que estos puedan realizar lo que queremos que hagan. No es lo que estás haciendo con tus brazos, manos y dedos, es lo que estás haciendo con tu mente, con tu atención.
No importa cuánto tiempo pases practicando si no conoces la forma correcta de hacer las cosas. 30 minutos de práctica en un estado de absoluta concentración y atención en nuestros dedos y oídos es mucho más provechoso que 6 horas de práctica sin conciencia ni atención.
El aprendizaje natural sólo aparece cuando practicamos de manera consciente. Cuando nuestra voz interior aparece, nuestra atención desaparece. Es en ese momento cuando los músculos de nuestro cuerpo comienzan a tensarse. Esto provoca que la próxima vez lo intentemos esforzándonos mucho más, lo cual nos lleva a un mayor incremento de esa tensión. Cada vez que nos enfrentamos a una tarea compleja y no somos capaces de realizarla, los siguientes intentos van acumulando más tensión muscular y mental, lo cual reduce enormemente las posibilidades de éxito en los sucesivos intentos. Es decir cuanto más lo intentas, más difícil se hace. Piensa en aquel día que tenías una cita y llegabas tarde. Al tratar de vestirte a toda prisa tropezabas, no eras capaz de abrocharte los botones, no encontrabas los zapatos, la cremallera se atascaba.
Lo mismo ocurre al practicar un pasaje musical complejo. Si no eres capaz de centrar toda tu atención en cada uno de los músculos y cada una de las notas involucradas, comenzarás a acumular tensión muscular y mental. Cuanto más duro intentes tocar ese pasaje correctamente, más difícil se vuelve. Esta es la prueba de que más tiempo de práctica no es el camino hacia el éxito.
Ansiedad y frustración. Eso es lo único que vamos a obtener practicando de esta manera irracional. Si somos capaces de eliminar las dudas sobre nuestra habilidad de tocar ese pasaje correctamente, no necesitaremos “intentarlo”, simplemente nos sentaremos y lo haremos. No te enfrentes a una pieza musical difícil con la idea mental de “intentarlo”. No tienes que intentarlo, tienes que hacerlo. Cada vez que “lo intentas” y no lo consigues, tu cuerpo responde con tensión y tu mente con la idea de intentarlo con más fuerza. El resultado ya sabes cuál es. El fracaso absoluto. “Intentarlo” es una palabra que tenemos que tratar de eliminar cada vez que ponemos las manos en un instrumento musical. La palabra “intentarlo” implica la posibilidad de éxito o fallo, por lo tanto nos provoca tensión y duda. Tienes que confiar en tu talento natural para tocar la pieza. No tengas miedo al fallo. Mantén ocupada a tu voz interior para evitar que te asalten las dudas.
Coge ahora mismo tu instrumento musical. Toca una pieza musical o un fragmento que hayas estado practicando últimamente y te haya estado dando algún tipo de problema. Esta vez, en vez de intentar tocar la pieza correctamente, relájate y no tengas miedo a equivocarte. Toca sin preocuparte por cualquier error que puedas cometer. Lo que quiero es que seas capaz de identificar en qué punto de tu cuerpo estás sintiendo algún tipo de tensión. Si has localizado ese punto, permite que se corrija por sí solo. No lo fuerces, simplemente identifícalo y centra tu atención en él. Intenta que ese músculo consiga relajarse por si mismo.
Es muy importante que siempre tengas en mente perder el miedo al fallo. Perder el miedo a equivocarte hace que te enfrentes a una pieza musical mucho más relajado ya que tu mente tiene en cuenta que tendrá una segunda oportunidad. Acepta el problema y no luches contra él, simplemente toma conciencia del mismo. Cuando te das a ti mismo permiso para fallar estas dejando de “intentarlo”. Cuando tienes permiso para fallar, eres capaz de centrar toda tu atención en hacer música. Estas eliminando la ansiedad que te produce el miedo al fallo.
Lo que estoy tratando de conseguir es que seas consciente de que la clave del éxito cuando te pones delante de un instrumento musical, está en eliminar cualquier tipo de tensión, ansiedad, duda y miedo, ya que eso solamente conduce al fracaso. Si eres capaz de eliminar todas esas tensiones y miedos artificiales creados por nuestra voz interior (y a menudo por condicionantes externos), serás capaz de centrar toda tu atención en la música que estás interpretando y serás consciente de todos los músculos involucrados en la ejecución. Cuando eres consciente de lo que está ocurriendo con tus músculos, tu cuerpo es capaz de ir corrigiendo errores en tiempo real gracias a esa información.
Dale todo el poder a tu habilidad innata. Hazlo a través de la atención y la conciencia. El Mindfulness es la herramienta óptima para desarrollar tu atención y conciencia hasta el punto que puede convertirse en el elemento diferenciador que te va a transformar en mejor músico. El Mindfulness nos enseña a utilizar la atención como un foco de luz el cual estamos apuntando hacia una tarea o un problema puntual que tengamos. Al centrar toda nuestra atención en un punto, no sólo estamos centrando nuestros sentidos en él. Estamos logramos alcanzar conciencia plena de lo que está ocurriendo y por tanto somos capaces de corregirlo de manera natural. El entrenamiento en Mindfulness nos a permitir desarrollar esta poderosa habilidad.
Es difícil eliminar las distracciones, siempre van a estar en nuestra mente. Pero tenemos que aprender a aceptarlas, saber que están ahí. Hay que aprender a apartarlas a un lado y poner toda nuestra atención en lo que realmente está ocurriendo, en aquello que nos importa que no es otra cosa que hacer la mejor música posible.
Los músicos necesitamos centrar nuestra atención al 100% en el movimiento de los brazos, manos y los dedos, el oído y en las sensaciones físicas que nos trasmiten las cuerdas de un violín, una guitarra, las teclas de un piano o las vibraciones de un timbal. Ser consciente de los errores que estamos cometiendo al tocar es algo imprescindible para poder corregirlos y lograr avanzar. Voy a repetirlo una vez más.
Ser consciente de los errores que estamos cometiendo al tocar es algo imprescindible para poder corregirlos y lograr avanzar.
Esta es la idea fundamental que me llevó a escribir este libro y es la clave esencial para desarrollar todo nuestro potencial. Basta de charla, vamos con el primer ejercicio.
Ejercicio Mindfulness 1: Atención al movimiento de los dedos
Nuestros músculos tienen memoria. Por tanto, si cada vez que practicas lo estás haciendo de manera errónea, con movimientos imprecisos, exceso de tensión, mala posición de las manos y los dedos, etc, lo único que estás practicando es eso mismo. Malos hábitos.
En este primer ejercicio vamos a centrar toda nuestra atención en el movimiento de los dedos mientras estamos interpretando cualquier pieza o pasaje musical. Ser consciente del estado de tensión o relajación en los músculos es una de las cosas más difíciles de lograr. Uno de los errores que cometemos el 90% de los músicos es que siempre estamos aplicando una tensión extra a los músculos requeridos para tocar nuestro instrumento. Siempre apretamos nuestros dedos contra el diapasón de un violín o guitarra con mucha más fuerza de la necesaria para lograr el sonido requerido. Esa tensión extra es la que dificulta mucho más lo que estemos tocando. Lo peor de todo es que no somos conscientes de que estamos aplicando esa tensión extra.
Hacer música con un instrumento es el resultado de la unión de una parte que implica movimiento físico y otra parte que aporta el aspecto emocional (el sentido musical). Tus músculos son los encargados de la parte física. Tus dedos pueden ser tu mejor o peor enemigo. Recuerda que los músculos tienen memoria, por tanto si practicas habitualmente aplicando tensión extra, eso es lo que vas a hacer de por vida. Tenemos que conseguir relajar al máximo nuestros músculos al menos hasta el punto necesario para lograr extraer sonido del instrumento musical. Ni más ni menos. Esto se consigue practicando de manera extremadamente lenta, centrando toda tu atención en cada uno de los movimientos que estamos realizando. Poniendo el foco en cada uno de nuestros músculos y localizando cualquier tensión que aparezca.
Vamos con el ejercicio.
- Elige el ejercicio o pieza musical que quieras trabajar. Coge tu instrumento y siéntate delante de él. Coloca las manos sobre el diapasón o las teclas. Lo primero que vamos a hacer es un escaneo corporal para localizar cualquier tensión en nuestro cuerpo. Respira profundamente por la nariz y expulsa el aire por la boca cuatro veces. Haz una quinta respiración y cierra los ojos. Comenzando desde la cabeza, ve bajando centrando toda tu atención en cada una de las partes del cuerpo. Baja por el cuello, los hombros, los codos las manos, los dedos. Siente el contacto del instrumento con tus manos y dedos. Continúa por el tórax. Sigue centrando tu atención en las piernas, las rodillas, los pies. Siente el contacto de la planta de tus pies con el suelo.
- Lo que estamos haciendo con este escaneo corporal es algo absolutamente fundamental. Unir mente y cuerpo aquí y ahora. A lo largo del día tu cuerpo y tu cabeza siguen caminos diferentes. Para hacer algo tan importante como tocar un instrumento musical es necesario que ambos estén en el mismo lugar y momento. Este escaneo corporal no debe llevarte más de dos minutos.
- A continuación toca la pieza o ejercicio que has elegido. Quiero que mantengas en un segundo lugar aspectos como el ritmo o la melodía. No es el objetivo de este primer ejercicio. Centra toda tu atención en cada uno de los movimientos de los dedos. Toca el ejercicio durante el tiempo que quieras, repítelo tantas veces como desees. Tócalo todo lo despacio que puedas, ya que al hacerlo de esta manera serás mucho más consciente de cada uno de los movimientos. Lo importante es que centres toda tu atención en el movimiento de los dedos. Fíjate en como se mueven en conjunto, por separado y cada uno de ellos en relación a los demás. Toda tu atención debe estar focalizada al 100 % en esos movimientos.
- Identifica cualquier tensión adicional que estés aplicando o cualquier movimiento innecesario que estés realizando. Quizás estás levantando demasiado el dedo del diapasón o de las teclas del piano. Puede que estés aplicando demasiada presión sobre el diapasón. Tu cuerpo es una máquina que continuamente está generando feedback. Por tanto, toda la información que estás obteniendo gracias a tener tu mente totalmente fijada en el movimiento de los dedos, te va a servir para corregir esos fallos. Al hacerlo de esta manera, lo vas a conseguir realizar desde la concentración y la relajación.
- Cuando lleves unos minutos tocando te darás cuenta de que tu mente te ha llevado a otro lugar, haciendo que dejes de apuntar tu atención al movimiento de los dedos. Es algo absolutamente normal. Nuestra mente esta programada para ello. Distrae continuamente nuestra atención del momento presente. Lo único que tienes que hacer es volver a traer tu atención al movimiento de los dedos. Lentamente, sin enjuiciarte a ti mismo ni enfadarte por haber perdido la atención. Vuelve a traer la atención al movimiento de los dedos cada vez que tu mente se distraiga.
Este es un ejercicio básico de Mindfulness. Volver a continuamente una y otra vez nuestra atención y conciencia al momento presente. Incorpora este primer ejercicio en tu práctica diaria. Te aseguro que es oro puro.
Ejercicio Mindfulness 2: Atención a los brazos
A largo de los años he hablado con cientos de músicos de diferentes instrumentos. Un denominador común en todos ellos siempre ha sido los problemas con los brazos. Son muchos los músculos involucrados en la ejecución musical. Uno de los más importantes y a menudo subestimados son los brazos y los hombros. Son el foco preferido de acumulación de tensión. El exceso de tensión en nuestros brazos y hombros hacen de nuestra interpretación algo artificial, mecánico y errático. Y el resultado final es que empobrece enormemente nuestra ejecución.
Ten en cuenta que son la primera parte de la cadena física involucrada en la ejecución musical. Su fluidez de movimiento y su tensión condicionan enormemente el movimiento y ejecución de las manos y los dedos. Si no logras anular la tensión en hombros y brazos, difícilmente tus manos y dedos podrán responder de manera adecuada. Un brazo demasiado tenso no deja mover la mano con libertad y una mano que no se mueve con libertad no deja hacer lo mismo a sus dedos.
Este segundo ejercicio es muy parecido al anterior. Consiste en centrar toda nuestra atención a nuestros brazos y hombros mientras tocamos. Es recomendable comenzar con un rápido escaneo corporal.
- Comienza a tocar centrando toda tu atención en la posición y el movimiento de ambos brazos. Identifica y localiza en que punto de los hombros o los brazos estás aplicando tensión extra. El primer paso para eliminar la tensión no deseada es identificarla y ser consciente de ella.
- Vuelve a
tocar el ejercicio que estés practicando. Esta vez, dirige toda tu
atención a ese punto que habías localizado previamente en el cual
se acumulaba la mayoría de la tensión. Nota como una vez que has
identificado el punto de tensión, al volverlo a tocar esa tensión
ha disminuido. Esto es porque has sido consciente de ello. Porque
tu atención a estado pendiente de todos los músculos involucrados.
Porque tu cabeza ha estado donde tienes que estar, atendiendo a tu
cuerpo y las sensaciones e información que te envía. Se establece
una comunicación íntima entre cuerpo y mente. Fruto de esta
comunicación, aparece un recurso maravilloso y absolutamente
imprescindible para la interpretación musical, el feedback.
- Nuestra mente busca qué parte de nuestro cuerpo está acumulando tensión extra.
- Nuestros músculos envían información al cerebro informando de cuáles son esos puntos.
- El cerebro responde modificando y ajustando la tensión ejercida sobre esos músculos.
- Todo en tiempo real.
- Al igual que antes, tras unos minutos de ejercicio, tu mente marchará a otro lugar lejos de tu instrumento y de la habitación donde te encuentres. Cuando tu mente deje de prestar atención a tus brazos y hombros, vuelve a traer tu conciencia a ellos. Continuamente, una y otra vez. Nuestro objetivo es mantener alejado cualquier tipo de distracción para poder centrarnos en los errores que estamos cometiendo y poder corregirlos.
La mayoría de los músicos no somos conscientes de los problemas que nos genera la tensión extra en nuestros brazos, manos y dedos. Si fuéramos capaces de alcanzar esa conciencia, podríamos no solamente ver el problema, sino también la solución. Es tan sencillo como pararte y darte cuenta de lo que está ocurriendo en tu cuerpo. Cuando seas capaz de hacerlo, dejarás de forzar las cosas y comenzarás a ver una mejora notable en tu ejecución.
Los dos ejercicios que hemos visto hasta ahora están diseñados para conseguirlo.
Ejercicio Mindfulness 3: Atención al sonido
Este ejercicio es uno de los que más me ha ayudado y uno de los que más me gusta realizar. Es algo que en los más de 25 años que llevo tocando la guitarra nunca había hecho. Un error que he pagado con creces.
Hasta ahora hemos visto que la práctica tradicional de Mindfulness se basa en la concentración y atención en la respiración. Después he adaptado un ejercicio para practicar la atención y conciencia a los movimientos implicados en la ejecución musical con el propósito de silenciar nuestra incómoda voz interior. Pero existe otra manera de traer al momento presente nuestra atención y dejar a un lado todas las distracciones. Consiste en centrar toda nuestra atención en el sonido. Cuando centramos toda nuestra atención en el sonido que emite nuestro instrumento musical, no sólo estamos logrando silenciar cualquier tipo de voz incomoda. Llegamos a sentir de manera plena la música, nuestra música. Además nos aísla de cualquier perturbación acústica externa. Nos ayuda a rebajar nuestro estado de estrés y relajar nuestros músculos. Pero lo más importante de todo es que realizando este ejercicio recibes un continuo feedback sobre cómo estás tocando, cómo estás haciendo que suene tu instrumento, cómo es tu tono, afinación, dinámica…
- Comienza realizando un escaneo corporal de dos minutos. Esto nos ayudará a preparar nuestro cuerpo y nuestra mente para el ejercicio. Cuando realizo este ejercicio lo hago con los ojos cerrados. De esta manera me resulta más fácil concentrarme en el sonido de mi guitarra. Hazlo como te sea más efectivo.
- Toca el ejercicio o pieza musical que vayas a practicar. Esta vez, si debes poner énfasis en el ritmo y la melodía. Lo que ahora estamos trabajando es la atención al sonido, y el sonido que emite nuestro instrumento es música. Por lo tanto tócalo lo mejor que puedas.
- Centra toda tu atención en el sonido que estás generando con tu instrumento. Su volumen ¿es alto o bajo?, su intensidad, su tono, ¿están sonando afinadas las notas?. Escucha como se superponen cada una de las notas en los acordes, cómo se combinan los sonidos agudos y los graves.
- Enfoca tu atención a cómo tu cuerpo responde a la música que estás escuchando. Permítete identificar los componentes emocionales y físicos que la melodía te está produciendo. Dirige tu atención a las partes de tu cuerpo que donde más se sienten las notas agudas, en qué parte percibes mejor las notas graves…
- Percibe el mensaje que la música que estás escuchando te sugiere. ¿Expresa tristeza, alegría, ansiedad, paz…?
Mientras estás sintiendo todas estas sensaciones, estás completamente concentrado en la música. Casi sin pretenderlo, te estás manteniendo alejado de cualquier tipo de distracción o ansiedad. Al mismo tiempo estás corrigiendo cualquier fallo en la intensidad, afinación o tono de manera casi inconsciente.
Practicar este ejercicio es un auténtico descubrimiento interior.