Quien o qué me impide ser mejor músico
Siempre me ha llamado la atención la facilidad con la que los niños pequeños aprenden su idioma nativo o como aprenden a realizar tareas tan complejas como caminar. Si has intentado aprender un nuevo idioma en edad adulta te habrás dado cuenta lo complicado que puede llegar a ser. Si lo has conseguido habrá sido después de muchos años de esfuerzo y práctica, algo que un niño de un año puede hacer con cierta soltura en unos pocos meses.
Pero, ¿que es exactamente lo que diferencia a una persona adulta de un bebé de un año? ¿Por qué a un adulto con todos los conocimientos y la madurez alcanzada por lo años le cuesta mucho más trabajo aprender un idioma que a un niño que ni siquiera sabe articular palabra?.
Lo cierto es que cuando somos niños nuestra mente está totalmente abierta al mundo que nos rodea. En nuestra infancia estamos deseosos de experiencia y conocimiento. Todos nuestros logros los alcanzamos gracias al potencial natural innato con el que todos nacemos.
A esto hay que sumarle un factor sumamente crucial, y es que nadie nos está continuamente diciendo cosas como “no aprenderás a hablar porque es muy difícil”, “no camines porque es peligroso”, “no aprenderás a tocar un instrumento musical porque es algo reservado solo a unos pocos elegidos y tu no tienes talento”.