Una vez finalizado el tiempo de meditación no debes levantarte inmediatamente y continuar con tus tareas y ocupaciones diarias. Terminar una sesión de meditación también tiene su protocolo. Al igual que hicimos al empezar, no podemos pasar de una actividad a otra manera brusca. La sesión y entrenamiento que hemos realizado perdería toda su efectividad si lo hiciéramos. Hemos tenido a nuestro cerebro alejado de pensamientos y concentrado en un determinado punto. No podemos soltar las riendas inmediatamente y dejarlo como si fuera caballo desbocado para que vuelva a su pradera de pensamientos.
Cuando haya sonado la señal avisándote que el tiempo ha terminado, mantén los ojos cerrados. Deja de atender a la respiración y comienza a dejar progresivamente que tu cabeza vuelva a sentir el resto de sensaciones que has tenido alejadas. Lo primero que debes hacer es volver la atención a las sensaciones físicas de tu cuerpo con la silla y el suelo. Siente la dureza del suelo contra la planta de tus pies, la sensación de tus manos en tus piernas, la de tu espalda contra el respaldo de la silla.
Seguidamente vuelve hacer un escaneo rápido del cuerpo para chequear todas y cada una de las partes de mismo. Presta atención a los sonidos que te llegan. Como puedes ver estamos volviendo a la realidad paso a paso, de manera progresiva. Deja que tu mente se vaya perdiendo poco a poco antes de abrir los ojos y levantarte.
Abre los ojos despacio e incorpórate lentamente. Toda la atención y conciencia que has mantenido durante la sesión debes trasladarla ahora al resto de tareas diarias. No reduzcas la experiencia de la conciencia plena a esos 10 minutos diarios. Incorpora la conciencia y la atención al resto de tu vida. Ahí es donde encontrarás el verdadero tesoro que supone vivir de manera focalizada, consciente y anclado en el presente. Esta es la verdadera razón de ser del Mindfulness.