7 CÓMO ABORDAR EL DÍA A DÍA VIVIENDO EL PRESENTE
LA mayoría de nosotros nos pasamos el 95% de nuestras vidas tratando de descubrir por qué, pero en última instancia, lo que cuenta no es el porqué, sino cómo vamos a estar con todo lo que sucede. Cuando se está totalmente en medio de la experiencia, las respuestas aparecen por sí mismas.
Sabiduría Zen para ¡a vida cotidiana BRENDA SHOSHANNA¹
Me encantan las palabras de la psicóloga Brenda Shoshanna. Me recuerdan que la vida es «estar totalmente en medio de la experiencia», es decir, estar en el presente, aquí y ahora. Hay muchas cosas que nos preocupan, como nuestro trabajo, nuestra salud, nuestros estudios o nuestra relación con los demás o con nosotros mismos. Y ¿cuándo surgen esas preocupaciones? Cuando no vivimos el presente. A menudo nos olvidamos de cultivar la semilla del presente. A veces nos olvidamos de este momento tan precioso que tenemos entre nuestras manos y nuestro pensamiento solo lo ocupan ideas acerca de nuestro futuro, sobre lo que tendremos o lo que haremos. En otras ocasiones no hacemos más que recrearnos en el pasado, en los malos o en los buenos momentos que antaño vivimos. Pero yo te digo (y me recuerdo a mí misma): ¡vive el presente, dale el valor que se merece! Porque..., así como vives tu presente, será tu futuro. Solo existe este preciso momento, nada más.
Creo que el presente debe cultivarse, pero ¿cuándo? Que seas una persona alegre o triste depende en gran medida de cómo te levantes y cómo te acuestes por la noche en la cama. ¿Qué sientes durante los primeros segundos por la mañana, recién abiertos los ojos? Puede que ni siquiera se te haya ocurrido pensar conscientemente qué sientes, porque... con las prisas, el despertador y el llegar tarde a los sitios, no te permites unos segundos de reflexión. No te preocupes si no lo has hecho hasta ahora. Te propongo que a partir de este momento, como algo nuevo, lo hagas. Es más, no solo es interesante que te detengas unos segundos para tomar conciencia de tu propio estado emocional, sino que lo interesante está en que redirijas tu estado hacia uno de bienestar y alegría, en el caso de que te despiertes con un sentimiento negativo.
Cada mañana, desde hace bastante tiempo, al despertarme analizo mi estado emocional. A veces me siento triste o preocupada. Pero cambio rápidamente mi actitud. ¿Sabes cómo? Dándole las gracias a la vida por todo lo que me rodea. Lo primero que verbalizo al despertarme es: «Gracias, gracias, gracias, te doy gracias por todo, vida». Te recomiendo que veas una película muy interesante y estimulante, titulada The Shifi (El cambio) y protagonizada por Wayne W Dyer.² Al levantarse todas las mañanas, el doctor Dyer da las gracias por todo a la vida. La película te animará a levantarte con un «gracias». A mí me inspiró.
Tras darle las gracias a la vida, en mi rutina diaria, realizo unas cuantas respiraciones profundas. Tomo conciencia de cómo inspiro y cómo espiro. ¡Qué sensación de dicha experimento! Hazlo. Pruébalo. Puede que pienses que dar las gracias y hacer unas cuantas respiraciones es una tontería, que no vale la pena invertir unos minutos de tu vida en ello, pues los puedes aprovechar mejor en apurar los últimos segundos de sueño. No desprecies mi consejo. Date la oportunidad de probar con algo nuevo. Proponte al menos dar las gracias todas las mañanas durante una semana, y luego dime qué ha ocurrido esa semana. Creo que experimentarás una sensación de mayor bienestar. Para empezar a sentir esa misma sensación, no esperes a despertarte mañana por la mañana. Da las gracias ahora mismo. Agradécele a la vida todo lo que te rodea, lo que eres y lo que sientes. Recuerda que eres perfecto tal y como eres. Di varias veces «gracias». ¿Te sientes mejor? Seguro que ha cambiado algo en tu interior. ¿Puedes sentir un poco más de alegría? Recuerda que así te predispones a vivir una vida más plena.
Ahora ya sabes cómo despertarte por la mañana, al menos un poco más consciente y relajado. No te excuses con un: «¡No tengo tiempo!». No te sabotees así. Si es necesario, adelanta el despertador unos minutos. Valdrá la pena. Tras dar las gracias y hacer unas cuantas respiraciones conscientes, y ya como colofón, para que ese día sea maravilloso, esboza una sonrisa. De verdad, sonríe. Ahora te sientes agradecido, relajado y, además, puedes sentir que todo es menos serio de lo que parece.
¿Y QUÉ HACER CUANDO EL DÍA SE LE COMPLICA A UNO?
No he dicho que ese estado se pueda mantener con unos minutos de reflexión matutina. Pero sí te ayudará a partir de un estado de bienestar. ¿Qué ocurre entonces? Tus momentos a solas te preparan para el día, te dan fuerzas, aunque después llega el gran reto de mantenerte relajado y feliz mientras interactúas con los demás. Cada uno vive infinidad de situaciones distintas. No puedo darte una solución para aplicar a cada una de tus vivencias. Pero sí puedo decirte algo que, te ocurra lo que te ocurra a lo largo del día, actuará como un bálsamo que calmará tu impaciencia. Presta mucha atención a la siguiente frase; para mí es una de las frases con más sentido que jamás he leído. Es como descubrir un gran secreto al que ahora tú puedes acceder. Atento: «Todo lo que somos es resultado de nuestros pensamientos, se construye en nuestros pensamientos y está formado por nuestros pensamientos..., La mente, como un artista, es capaz de crear los mundos más diversos» (epílogo de La esencia del Zen, de Thomas Cleary).³ Qué frase tan poderosa. ¿Qué quiere decir? Que ocurra lo que ocurra en tu entorno, está en ti juzgarlo como algo bueno o malo. Es más, la frase va más allá. Nos dice que todo lo que experimentamos lo hemos creado nosotros mismos con nuestros pensamientos, tanto de modo consciente como inconsciente. Detente un momento. ¿En qué realidad habitas? ¿Qué te rodea? Observa qué pensamientos tienes hacia tu entorno. Quizás vives de un modo alegre porque tienes unos pensamientos alegres. Si tu vida es triste, seguramente es que en ella predominan los pensamientos pesimistas. Aún no he visto a ningún pesimista feliz. ¿Y tú? Así como pienses, será tu realidad, porque recuerda, como hablábamos en el segundo capítulo, el Universo está en ti: lo que realmente afecta a tu vida no es lo que te ocurre, sino aquello que piensas sobre lo que te ocurre. Esto es lo que condiciona en mayor medida tu existencia. Imagina que te encuentras en una situación en la que apenas tienes dinero. En tu monedero solo tienes cinco céntimos. Puedes centrarte en la falta de dinero, pensar que eres pobre v en qué mala situación te hallas. O, por el contrario, y aquí está la actitud del inteligente, simplemente decir: «¡Tengo cinco céntimos en el monedero!». Así estás siendo más objetivo, no estás juzgando como mala o buena tu situación. Tras ello, al no perder tiempo en recrearte en lo malo, puedes invertir tu energía en buscar una solución, esto es, en cómo aumentar tu dinero. También puedo ponerte otro ejemplo, esta vez en el campo de las amistades. Imagina que tienes pocos amigos, o al menos así lo crees tú. ¿Piensas que valdrá la pena lamentarte por ello? No, ¿verdad? ¿Cuál es la actitud que debemos asumir en este caso? Seguro que sabes la respuesta. Pues sí: decirte simplemente, sin juzgar, que tienes un determinado número de amigos y, después, concentrarte en cómo lograr aumentarlo, si así lo deseas.
Ahora sabes cómo abordar cualquier situación, porque «todo lo que somos es resultado de nuestros pensamientos». Presta mucha atención a lo que piensas porque eso se convertirá en tu realidad. Que tu día sea más o menos grato depende de ti. Eso es, está todo en ti. Tienes mucho poder, no lo desprecies.
Volviendo al tema de cómo te despiertas por la mañana, con el agradecimiento, las respiraciones profundas y la media sonrisa, te predispones a vivir una jornada magnífica. A partir
del momento en que pongas un pie en el suelo y empieces a andar, di afirmativamente: «Vivo en un mundo maravilloso. Me merezco todo lo bueno». Sal de casa repitiéndote para tus adentros esta frase. Siéntela. Con este pensamiento tan positivo, haces que cualquier otro pensamiento perturbador que quiera entrar en tu mente se disuelva. Ya tienes, pues, muchas herramientas para disfrutar de tu día a día. Recuerda que la vida es maravillosa. Estoy convencida de ello. Ahora solo hace falta que tú también lo creas.
LA HORA DE ACOSTARSE: OTRO MOMENTO DE REFLEXIÓN Y AGRADECIMIENTO
Así como tu «ratito» de reflexión matutino te prepara para empezar óptimamente el día, por la noche es muy positivo que te vayas a dormir sintiéndote bien contigo mismo. Al acostarme, antes de cerrar los ojos, me digo; «Gracias, vida, por las maravillosas experiencias que he tenido hoy». A continuación me aseguro a mí misma que voy a tener un sueño profundo y reparador. Tras ello, me duermo plácidamente. Si te vas a la cama y te sientes preocupado, ansioso o sobrexcitado, o incluso expectante por un acontecimiento futuro, muy probablemente te cueste conciliar el sueño. Antes de dormir, debes aquietar tu mente. Da las gracias por el día vivido, como haces al despertar por el día que vendrá, y recurre a las respiraciones profundas para relajarte.
No te diré a qué hora debes acostarte o si es bueno o no ver la televisión antes de ir a dormir, así como tampoco mencioné a qué hora es aconsejable despertarse. Eso es una decisión tuya. Solo te pido que hagas aquello que te proporcione mayor bienestar. ¿Cuándo te sientes mejor, cuando te
vas a dormir a las diez o cuando te vas a dormir a las doce o a la una de la madrugada tras ver un programa de televisión? ¿Cuándo te levantas mejor, cuando madrugas o cuando te pones en pie horas después de haber amanecido? Puedo decirte que cuando me levanto a las seis de la mañana y me acuesto entre las diez y las once de la noche, me siento fantásticamente bien. Pero mentiría si te dijera que no hay días en los que me apetece quedarme hasta tarde viendo mi serie de televisión favorita. El secreto, ¿sabes dónde está? En no imponerte normas estrictas. Ha habido momentos en mi vida en los que he sido muy estricta y me he impuesto normas demasiado severas. Al final, debido a ello, he dejado de cumplir con lo que pretendía.
Por ejemplo, referente a la televisión, hubo una época, hará unos seis años, en que me aficioné a ver una serie, que tal vez conozcas. Se trataba de una serie juvenil, The O.C. Disfrutaba viéndola. Creo que fue entonces cuando empezó mi interés por el mundo del surf y por querer vivir en California. Recuerdo haberme quedado hasta tarde viéndola, incluso aunque al día siguiente tuviera exámenes. Pero, también, dejé de prestarles atención a mis asuntos, a la realidad. Me hallaba en un estado de ensueño, creyendo vivir lo que vivían los personajes de la serie. Cuando terminaron de emitirla, al final de la temporada, me dije que no podía seguir así. ¡Estaba realmente obsesionada! ¿Qué hice? Dejé de ver la televisión. Además, en casa insistía en que tiráramos el televisor. Lo veía como un diablo, como algo terrible. Me pasé al otro extremo. Me prohibí ver la televisión. Tras pasar por los dos extremos, ahora me encuentro en un punto intermedio. De vez en cuando veo un programa, cuando realmente me apetece. Pero hay momentos en los que creo más oportuno leer o escribir que ver la televisión. Cuando dejas de ponerte restricciones y permites que tu cuerpo y tu mente te digan qué es lo que mejor les sienta, vives mejor. Olvídate de las normas. Levántate y acuéstate cuando creas oportuno; simplemente sé consecuente con ello. Yo, personalmente ahora, disfruto cada vez más levantándome temprano y yéndome a dormir pronto. Pero no es algo que me haya impuesto. Tan solo lo hago porque disfruto de ello.
PERDER EL TIEMPO
En relación con lo anterior, podemos perder el tiempo o invertirlo bien. En nuestro día a día aprovechamos más o menos nuestro tiempo. En este capítulo sobre cómo afrontar el día te he pedido que, en definitiva, te concentraras en cómo empezar y terminar la jornada, que sintieras que había valido la pena vivirla, como si se tratara de una dieta saludable para tu cuerpo y tu alma. Pero no solo es importante tu actitud; también lo es tu modo de proceder, esto es, cómo actúas, qué haces a lo largo del día. Hay personas que realizan un montón de actividades en un solo día. Se ocupan en un sinfín de cosas. ¿Crees que aprovechan bien su tiempo? Puede que sí, aunque yo creo que lo único que intentan es evitar estar a solas consigo mismas. Hay otras personas que parece que han nacido cansadas, que se definen como vagas por naturaleza. Yo no me lo creo. Sencillamente, se han acostumbrado a ello. Ahora estamos en plena era Facebook, en la que mucha gente pasa horas ante el ordenador creyendo, imagino yo, que invierte su tiempo en establecer una sólida red de amigos. No lo sé, pero ¿no es mejor la amistad cara a cara? Aunque esto no es lo más importante, tal vez lo peor es que esas personas, a veces, se lamentan de no tener una vida satisfactoria. El hecho es que no invierten su tiempo en algo realmente productivo. Ahora mismo me encuentro en el salón de mi casa, escribiendo. Hoy ha sido un día bastante relajado. He escrito un poco y me he dedicado a limpiar el jardín. Antes de ponerme a escribir de nuevo, he estado a punto de encender el televisor, sin más. Pero he pensado que no era una buena idea. En su lugar he tomado un libro titulado La universidad del éxito, de Og Mandino, y he leído uno de sus capítulos. Me ha inspirado tanto que, rápidamente, me he puesto a escribir. Ahora mismo estoy aprovechando el tiempo para escribir. ¿Cómo podía haber desaprovechado este momento de calma llenándolo con el ruido de la televisión? Está oscureciendo y a mi alrededor apenas se oye el murmurar de unos vecinos que están en su jardín. Estoy aquí sola, en el salón. ¡Qué magnífica oportunidad para escribir! ¡Y me la iba a perder!
A eso me refiero cuando hablo de perder el tiempo. No juzgo que en un momento dado encuentres más interesante ver la televisión (aunque sea para vaguear un poco) que hacer otra cosa. Pero asume la responsabilidad de tus acciones. Al menos en un 90% de nuestras tareas diarias deberíamos hacer algo que nos acercara a nuestros objetivos o a nuestros sueños, algo con lo que podamos desarrollar más nuestro potencial. Te aconsejo que cuando te acuestes por la noche, te preguntes si has dado lo mejor de ti en ese día. Si no es así, no te sientas culpable. Pero al día siguiente comprométete a dar lo mejor de ti. Es muy importante que valores tu tiempo y que no lo pierdas en banalidades. Valora tu presente. Dale importancia a lo que estés haciendo en este preciso momento. En mi caso, podría haberme sentado en el sofá y ver, sin más, la televisión. No está mal esta propuesta, ¿verdad? Sin embargo, he escogido escribir. Es una actividad que me acerca más a mi sueño, el de ser escritora. Decide, pues, tú qué quieres hacer. No seas excesivamente rígido contigo mismo. Siguiendo con el ejemplo de la televisión, en este caso, ver ciertos programas puede inspirarte. O, por ejemplo, ¿crees que aprovechan su tiempo aquellos maestros espirituales que se dedican a meditar y a la contemplación? Yo pienso que invierten muy bien su tiempo. Cada uno debe hacer lo que siente que es mejor para él. Tengo un compañero en la universidad que se entretiene entre dos y tres horas diarias jugando a los videojuegos. Muchos de nosotros pensaríamos que, sin lugar a dudas, pierde el tiempo. Pues resulta que acaba de escribir un artículo sobre geografía y videojuegos. Es tal su pasión por ellos que les ha encontrado una utilidad, convirtiéndola en algo muy productivo. ¡Quién lo iba a decir! Por tanto, quédate con la idea de que lo único que debes hacer es pensar si lo que llevas a cabo a lo largo del día te parece productivo o no. A ti, y solamente a ti.
ALGUNAS IDEAS MÁS PARA EL QUEHACER DIARIO
Hemos hablado de despertar, de acostarse y también de cómo afrontar las supuestas adversidades diarias. Pero aún me gustaría exponerte algunas ideas más que te pueden servir para que tus días sean exquisitos. Cuando tengo la oportunidad de ir a pasear por la montaña, ¿sabes qué me gusta hacer? Abrazar árboles. Sí, sí, abrazar a estos grandes seres vivos tan llenos de energía y vitalidad. Es un ejercicio que me enseñó mi madre hará ya varios años. AJ principio, cuando me decía que iba a abrazar árboles a la montaña, yo sencillamente la acompañaba. Me quedaba mirándola. Pensaba que era un poco raro eso de abrazar árboles. Pero resulta que ahora se ha convertido en una actividad que me encanta. Pruébalo. ¿Por qué te recomiendo que abraces árboles? Porque cualquier cosa que hagas en contacto con la naturaleza te ayudará a conectarte con tu interior. Abraza a un árbol e intenta sentir su energía. Apoya la frente en su tronco. Hazlo y dime qué sientes. Es maravilloso, ¿verdad?
Otras de las muchas cosas que puedes hacer a lo largo del día, que apaciguará tu mente y además despertará tu agudeza sensorial, es cerrar los ojos unos segundos cuando estés en la calle, caminando por un parque, en la playa o en la montaña. En esos segundos en los que permaneces con los ojos cerrados, deja que tus otros sentidos tomen el mando. Te darás cuenta de que la vista, muchas veces, hace que juzgues demasiado rápido lo que te rodea. Deja que el oído, el olfato, el tacto e incluso el gusto te descubran tu entorno. Es maravilloso descubrir que hay algo más, aparte de lo que sueles ver normalmente. Cuando paseo a mi perro por la playa, por las mañanas, a veces camino unos cuantos pasos con los ojos cerrados. La primera vez que lo hice me di cuenta de la calidez del sol. Suelo hacer este ejercicio cuando camino de cara al sol. Al cerrar los ojos, noté cómo me calentaba dulcemente el rostro. Es curioso, tantas veces que sentimos el sol en nuestra cara, pero pocas como la sensación que te cuento. Pruébalo.
Ya tienes muchas herramientas para vivir tu día a día y tu vida. Puedes empezar a gozar realmente de esta maravillosa v estimulante existencia. El mundo es bello.