1 Pensar, desear, sentir
SOLO podemos ver aquello que somos. Todo lo que poseía Adán, todo lo que poseía César, tú lo posees y lo puedes hacer. Adán consideró que su casa era el cielo y la Tierra;
César consideró que la suya era Roma; Tal vez tú consideres que la tuya es una choza, un terreno de labranza o una buhardilla de estudiante. Pero línea por línea, punto por punto, tu dominio es tan grande como el de ellos, aunque no ostentes nombres solemnes.
Construye, pues, tu mundo.
Pensamientos para el futuro
Ralph Waldo Emerson
Todo en esta vida nace de la intención. Del propósito que alguien tuvo al idear un proyecto concreto. Como seres humanos, tenemos la maravillosa capacidad de pensar. En el ámbito de la geografía, mi disciplina madre, hubo un gran geógrafo, Pau Vila, que siempre solía decir que la forma de conocer el territorio era pensándolo.
Si quieres conocer algo, piensa en ello. En definitiva, el conocimiento de lo que nos rodea parte de nuestro pensamiento. Si prestas atención, te acabas dando cuenta de que todo tiene su origen en tu mente, y que a través de ella puedes crear tu realidad. Esos pensamientos que nos sirven para crear nuestro mundo, en la mayoría de las ocasiones, son creencias profundamente arraigadas desde nuestra niñez o incluso, tal vez, desde tiempos más antiguos, previos a nuestra existencia.
Todo pensamiento va unido a una sensación. Cuando piensas en algo, inmediatamente sientes. Si tratas de pensar racionalmente, aunque te mantengas dentro de una supuesta objetividad, siempre habrá una intención, la cual, aun sin querer, te condiciona. La intención se genera en el corazón, en la emoción. De ahí la idea de este primer capítulo: pensar, desear, sentir. Son tres vocablos que precisan de una visión conjunta. Iodo parte de un deseo. Todos deseamos algo en la vida. Nos movemos hacia delante gracias a los deseos y por el ansia de llevarlos a cabo. Todo deseo se encuentra en tu ser gracias a dos elementos: tu pensamiento y tus sentimientos. Para lograr cualquier cosa en la vida, creo que es imprescindible comprender que tus pensamientos y tus sentimientos trabajan conjuntamente. Piensas y sientes a la vez. De eso trata lo que sigue a continuación. De reflexionar sobre el sentido del deseo, de ahondar en tu mente en busca de respuestas para que tus deseos se cumplan y, lo más importante, de cómo lograr que tus sentimientos puedan finalmente hacer que vivas en aquella realidad en la que deseas vivir.
TODO LO QUE SOMOS ES RESULTADO DE NUESTROS PENSAMIENTOS
Cada pensamiento que tienes ayuda a crear tu realidad. No te estoy diciendo que la realidad no exista. La verdad, no estoy del todo segura de si existe o no. Pero lo que sé es la percepción que tenemos de nuestra realidad condiciona plenamente lo que experimentamos en ella. Hay personas a las que les parece totalmente incorrecto afirmar que nosotros creamos nuestra realidad. Porque si somos nosotros quienes la creamos, eso significa que los únicos responsables de lo que nos ocurre somos nosotros mismos. En ese caso no podríamos quejarnos y decir que los demás, ya sean personas de nuestro entorno, los políticos o la economía, nos han llevado hasta nuestra desdicha actual. Algunas personas se sienten culpables cuando empiezan a entender que está en ellas habitar en un mundo bello o feo. Porque a veces, pese a intentar esforzarnos para que todo sea hermoso, seguimos percibiendo fealdad y dolor. Si eso ocurre, es que todavía miramos con cierto miedo a nuestro alrededor. Aún no estamos totalmente convencidos de que el mundo pueda ser realmente maravilloso.
Hace unos días, cuando me disponía a salir de casa para ir a la universidad, me detuve ante el espejo del lavabo y me dije que sería un día formidable, que estaba dispuesta a vivirlo felizmente. Es algo que hago a menudo, me preparo para tener un día bello. Pero al entrar en el tren, me senté «por casualidad» al lado de dos mujeres que mantenían una acalorada conversación acerca de lo complicada que está la situación económica en nuestro país. Afirmaban que es difícil el momento en el que nos encontramos. Tras oír de lo que hablaban, comencé a sentir otra vez ese miedo que normalmente me invade cuando estoy insegura. Me empecé a preguntar: «¿Las cosas pueden salir mal? ¿Podré realmente tener una vida exitosa?».
Pese a haber afirmado ante el espejo que quería experimentar un día bello, parecía que había atraído justo lo contrario. Y es más, tras bajar del tren, de camino a la universidad, me encontré con un hombre que aseguraba que le habían robado la cartera. Con buena intención, le dije que avisara a la policía, pero a él no se le ocurrió otra cosa que empezar a insultarme. Me marché rápidamente. Ya no pude aguantar más. Me empecé a sentir culpable por lo que había ocurrido. No había sido capaz de crear una situación ventajosa para mí. Una mente incrédula me diría que pobre de mí, que no podía haber hecho nada, que sencillamente tuve mala suerte o que con los tiempos que corren, es normal encontrarse ante esta clase de situaciones. Pues no, no es así. Primero, debemos dejar de sentirnos culpables por lo que sucede a nuestro alrededor y no, no son casualidades. ¿Sabes cómo veo lo que ocurrió? Iras reflexionar un rato, me di cuenta de que el problema surgió cuando empecé a juzgar las cosas como malas. Quería ver belleza y no hacía más que ver fealdad. La virtud está en ver belleza donde hay fealdad. Me acordé de una historia que leí hace un tiempo en la que un hombre bondadoso, al encontrarse un día con un mendigo, pese a sentir rechazo al principio, se esforzó por ver algo bello en él. Al observarlo con mayor detenimiento, descubrió que los cordones de los zapatos del mendigo estaban perfectamente bien atados. Fijó su mente en esa imagen y pudo acabar viendo la verdadera belleza que se escondía bajo esa apariencia de fealdad. La moraleja de la historia es que el mendigo, tras sentirse aceptado y amado por ese hombre, decidió emprender un nuevo rumbo en su vida. Sintió que podía hacer grandes cosas. Alguien lo valoró como algo importante.
No juzgues lo que ves con tu mente dualista. No rechaces a los demás.
Intenta ver siempre bien atados los cordones de los zapatos del prójimo.
Podemos aprender mucho de todo ello. Creo firmemente que con nuestros pensamientos creamos nuestra realidad. A veces esa realidad no se ajusta a nuestras expectativas, y no porque no nos esforcemos por imaginar con todo detalle lo que queremos crear, sino porque no lo hacemos de la forma adecuada, al dejarnos influenciar por nuestros miedos. Aún queda mucho camino por recorrer para poder llegar a comprender verdaderamente qué tipo de relación existe entre nuestra mente consciente y nuestra mente subconsciente.
¿QUÉ ES LO QUE DESEAS?
Desear. ¿Qué es desear? ¿Qué entendemos por «deseo»? Cuando le preguntas a alguien qué es lo que desea, en cualquier ámbito de la vida, su respuesta suele insinuar cierta frustración. Algunas personas identifican los deseos con algo inalcanzable, de ahí su angustia y frustración. Sin embargo, no tiene por qué ser así. Un deseo no significa algo inalcanzable. El deseo debería ser aquello que te impulsa a ir hacia delante, que te estimula a expandirte.
Además de esta asociación equivocada que se hace entre deseo y frustración, mucha gente suele sentirse abrumada porque no sabe qué desea. Plantéate qué deseas. ¿Qué quieres en esta vida? Puede que no se te ocurra nada en concreto. ¿Por qué sucede esto? En algunos momentos de mi vida he sentido que no sabía qué desear. Mejor dicho, tema tantas cosas en la mente que lo único que hacía era divagar de un pensamiento a otro, de una idea a otra. En la mayoría de las ocasiones, cuando no sabemos qué deseamos, nos sentimos angustiados, y eso nos acaba bloqueando. Tu ser interior sabe exactamente lo que quieres ahora, pero tu mente, con los frenos que le has puesto a lo largo de tu vida, te asegura que no sabes qué quieres. Sin embargo, tu corazón nunca te engaña.
Ahora tómate unos segundos para reflexionar sobre lo siguiente: ¿crees que sabes lo que deseas? Si es así, pregúntate por qué sigue siendo un deseo y no algo ya alcanzado. Quizás no sepas cómo lograr tu deseo. O puede que, por otro lado, no sepas qué deseas. ¿Te sientes perdido y dubitativo?
Aquí están expresadas las dos situaciones de las que solemos partir hacia nuestros deseos: o sabemos perfectamente lo que queremos pero no cómo alcanzarlo, o bien estamos totalmente confundidos. Entre estas dos situaciones existe una infinita gama de posibilidades intermedias. Partas de donde partas, el problema suele ser siempre el mismo: el miedo.
¿CÓMO ENCONTRAR Y CONSEGUIR NUESTROS DESEOS?
Si te fijas, acaba de aparecer una palabra «mágica»: miedo. ¿Por qué nos aterra soñar o desear? Porque tenemos miedo y estamos seguros de que ese sueño, probablemente, nunca se llegará a cumplir. Si lo que pensamos se contradice con lo que sentimos, y eso ocurre cuando aparecen emociones negativas tales como miedo, vergüenza, angustia, rechazo..., es lógico que nuestros deseos no lleguen a materializarse jamás.
Hace un tiempo pensaba que visualizando en tu mente aquello que quieres, se cumplen tus deseos. El problema es que la energía cósmica que nos rodea a todos nosotros no trabaja acorde con lo que pensamos, sino con lo que sentimos. Si yo visualizo algo mentalmente y no lo acompaño con un sentimiento amoroso, pese a poder detallarlo con el pensamiento en mi mente, el deseo no se cumplirá. Es decir, sí que se cumplirá, pero de acuerdo con lo que sentí v no con lo que pensé. Probablemente lleguemos a materializar nuestro deseo a medias, para luego ver cómo se nos escapa de las manos porque sentimos miedo.
Todos hemos tenido miedo ante algo que soñábamos. La solución no radica en intentar superar ese miedo. No existe ningún camino que nos guíe hacia delante. Al contrario, lo que nos toca es retroceder. Si al pensar en algo aparece el miedo, eso quiere decir que no estamos eligiendo en sintonía con nuestro espíritu. Los sueños y los deseos no dan miedo. Han de ser puros elementos de motivación y no de frustración. Un sueño es una idea que te debe servir de inspiración.
El primer escrito que hice, antes de publicar este libro, me generaba alguna que otra sensación de angustia. Paseaba por las librerías y veía montones de libros de autoayuda, psicología y filosofía. «¿Qué tendrá de especial lo que yo hago? Hay muchos que ya se dedican a ello», me decía. Me encontraba con gente que me aconsejaba cómo tenía que escribir, o me decía que debía incluir ejercicios prácticos en el libro, o frases positivas, pues es lo que supuestamente vende. De ese modo, mi deseo de escribir un libro se estaba distorsionando. Cuando pensaba en ello, rae angustiaba. Estaba empezando a perder la ilusión y en su lugar comenzaba a aparecer
la obsesión. Por suerte me di la oportunidad de calmar mi mente. Reflexioné dialogando conmigo misma y pude ver que me estaba alejando del amor. Cada obra que creamos es un milagro bello y hermoso. Ya sea un libro, una obra de arte, la construcción de una casa o la reparación de un mueble. Todo debe guiarse por el amor. Ahí es donde reside el sentido del deseo. Todo deseo o sueño debe proceder de la unión de tu pensamiento con un sentimiento de amor, y solo después debes actuar acorde con ello. El Universo escucha todos tus pensamientos, que no son mensajes en vano, pero únicamente procede cuando los acompañas de un sentimiento. ¿Qué clase de sentimiento? ¿Qué percibe de ti el Universo? Solo amor. Cuando le envías miedo en sus distintas formas, como ira, vergüenza o angustia, pacientemente espera a que cambies y sintonices de nuevo con la energía del amor. Recuerda:
Todo deseo debe basarse en la unión de un pensamiento
con un sentimiento, y este sentimiento, para que se cumpla tu deseo, solo puede ser el amor.
Cuando me preguntan a veces cómo encontrar nuestros deseos, cómo saber que son los verdaderos, siempre respondo: «Tú ya lo sabes». Tu. corazón te dice con claridad si eso es lo que realmente quieres, si eso es lo que debes hacer. No hay técnicas que valgan, o al menos ninguna vale si no revistes a tus sueños de emoción.
LA UTILIDAD DE LAS VISUALIZACIONES Y LAS AFIRMACIONES POSITIVAS
Visualizar y afirmar positivamente lo que deseas emprender en la vida puede ser muy útil, pero recuerda lo que acabo de decir hace un momento: todo tiene que acompañarse de amor. Para saber qué deseas en realidad, sencillamente tienes que cerrar los ojos y pedirle al Universo que te muestre tu camino. Me he ido muchas veces a dormir pensando en algo, sin saber si actuar para su consecución o bien dejarlo estar. En esos momentos le he solicitado al Universo que me guiara en mi elección. En todas las ocasiones en las que he pedido ayuda, se me ha dado, quizás no al día siguiente, pero sí al cabo de un tiempo (en el momento oportuno).
Has de estar abierto a recibir respuestas del Universo. Si tu deseo parte de un momento de inspiración en el que sentiste una especie de «llamada», seguro que se te concederá todo lo que necesites para ejecutar tu plan divino.
Soñar que quieres un coche, una casa o una pareja perfecta es algo meramente banal. Puede que me digas que esos son tus sueños, que son tus grandes ilusiones. ¿Quién soy yo para juzgar tus sueños? Yo también deseo esa clase de cosas —todos lo hacemos, ¿verdad?—, pero creo que cuando soñamos y ansiamos algún objeto o situación, en el fondo lo que queremos no es eso, sino la sensación que podremos llegar a sentir con ello. En ese caso, ¿no sería mejor que nos generáramos el sentimiento en lugar de perseguir el objeto? ¿Puedes sentir ahora aquella sensación que anhelas experimentar en el futuro? Seguro que sí. ¿Cómo? Es entonces cuando aparecen las visualizaciones y su utilidad. La visualización no se debe utilizar para pensar, sino para sentir. A través de las imágenes que vamos creando en nuestra mente, podemos ir experimentando aquellas sensaciones que creemos que llegaremos a sentir cuando tengamos aquello que deseamos. La visualización puede ayudarte a atraer hacia tu vida aquel coche, casa o pareja de los que hablábamos, pero creo que se debe aprovechar mucho más su verdadero potencial. Utiliza la visualización para crear tu realidad y no solo los objetos que quieres tener en ella. Me gusta mucho asociar la visualización con la idea de sentir. Siente, a través de ella, que vives en un mundo de amor, rodeando primero a tu ser con un halo rosado-blanquecino y luego haciendo que esa energía se expanda más allá de tu cuerpo, hacia los demás y después hacia el mundo entero, hacia el Todo. En tu visualización rodéate de cosas hermosas, y no porque lo sean, sino porque con tus ojos de luz puedes ver belleza en todo lo que te rodea. Ya no juzgas, solo sientes dicha.
Utiliza la visualización para experimentar aquello que quieres vivir.
Al visualizar dichosamente tu realidad, le estás mandando un poderoso mensaje al Universo. Le estás diciendo que eres capaz de sentir lo que estás visualizando. Estás yendo más allá del pensamiento. Consecuentemente, el Universo solo podrá crear en tu mundo aquello que estás sintiendo.
Cuando las visualizaciones se complementan con afirmaciones positivas, el círculo se cierra. Sin embargo, de nuevo, recuerda que por mucho que repitas unas palabras, si únicamente las piensas, pero no las sientes (o, mejor dicho, sientes lo contrario a lo que expresas, por miedo o dudas),
no estarás aplicando el verdadero poder de la palabra v la oración. Pronuncia toda afirmación en presente y siempre en modo positivo, sin utilizar negaciones. Di lo que quieres atraer a ti y no lo que no quieres. Es muy útil escribir en un papel tus afirmaciones y llevarlas contigo o ponerlas en un lugar visible. Si tienes curiosidad y deseas saber mis sobre el poder de las afirmaciones positivas, te recomiendo que leas El poder está dentro de ti, de Louise L. Hay.²
Concluyo recordándote que tanto visualizar como afirmar lo que deseas debe ir siempre acompañado de un pensamiento y de un sentimiento de amor, dicha, humildad v gratitud.
LA CONSECUCIÓN DE TUS DESEOS: LA SINCRONICIDAD
Cuando te abres al Universo y permites que se exprese a través de ti, la consecución de tus deseos viene de forma inmediata. En ese momento, empiezan a manifestarse en tu vida las sincronicidades, es decir, coincidencias sorprendentes que aparentemente no tienen una explicación. Muchas veces pensamos que simplemente ha sido obra de la suerte, una coincidencia sin explicación aparente. Pero coincidencia no es sinónimo de casualidad. En matemáticas, cuando dos líneas se unen en un punto se dice que estas coinciden. Por lo tanto, la coincidencia es algo que no tiene nada que ver con la idea de casualidad.
Si tú estás en armonía con el Universo, te ocurrirán cosas que te recordarán que vas por el buen camino. Aparecerán ante ti las personas adecuadas u oirás conversaciones que te inspirarán a tomar un camino determinado cuando no sepas muy bien por dónde seguir. ¿Cuántas veces las sin— cronicidades se han mostrado ante ti? Creo que las cosas siempre ocurren de tal modo que al final todo queda perfectamente bien coordinado. Desde los detalles más sencillos, que pueden pasar inadvertidos ante ti, hasta las grandes coincidencias que te emocionan y ante las que no puedes hacer más que maravillarte.
El otro día estaba conversando con una amiga, Isabelle. A las dos nos encantan los caballos. Nos propusimos que en un futuro próximo tendríamos uno cada una para poder ir por la montaña al galope y sentir la naturaleza a nuestro alrededor. Al cabo de veinte minutos de haber pronunciado tal intención, pasó ante nosotras un carruaje con caballos. Y, es más, al cabo de otros cinco minutos, pasaron de nuevo varios caballos. Así fue como aquel día se manifestó la sin— cronicidad.
TRAZAR EL CAMINO: MOVERSE ENTRE DESEOS
Cuando te sientes inspirado y crees que debes lanzarte para lograr tu sueño, no olvides que la base de un sueño es siempre dinámica y cambiante. Puedes tener un gran proyecto de vida o pequeños sueños que, unidos, formen un bello conjunto. Pero la gracia está en permitir que esos sueños vayan cambiando o, lo que es lo mismo, que sigan su propio proceso.
Una cálida noche de verano, me levanté de la cama a las cuatro de la madrugada. No podía dormir, estaba nerviosa. Rápidamente me senté ante mi escritorio. Otras veces ya me había ocurrido algo parecido, y sabía que lo mejor que podía hacer era sujetar un bolígrafo en la mano y colocar en el
escritorio una libreta. De repente empecé a escribir. A medida que plasmaba las palabras en el papel, iba comprendiendo el porqué de mi nerviosismo. Estaba desvelando a través de mi inconsciente parte de mi proyecto de vida. Anoté una serie de apuntes a modo de ideas generales. Lo que escribí decía algo así como que creara un centro para jóvenes donde dar conferencias, en el cual ellos pudieran ser partícipes del gran milagro de la vida. Trataría de infundirles amor v confianza. Parecía muy claro. Sabía qué debía hacer.
En mi cabeza sigue dando vueltas esta maravillosa idea. Sin embargo, en lugar de acotarla, de cerrarla en mi mente y archivarla, le he ido dando forma. Se me van ocurriendo nuevas ideas, otras actividades que podría organizar en el centro. De momento tengo un propósito, un sentido de vida. Pero se irá definiendo. La vida me irá guiando hacia dónde debo dirigirme. Recuerda que ese sueño que albergo en mí no es más que una emoción o un sentimiento que me llena de amor y, consecuentemente, hace que viva inspirada mi momento presente. Porque, al final, lo único que tenemos es el ahora, este preciso y maravilloso momento. En realidad, nuestros sueños ya se han cumplido. Si los sientes experimentando dicha y gozo, ya los has creado en tu realidad. Así de sencillo es todo. Nuestra tarea no consiste en intentar trazar complicados planes para avanzar hacia el futuro. Al contrario, lo único que debemos hacer es permitir que todo ocurra a través de nosotros. Recuerda que cuando sientes, vives.
La vida se compone de pensamientos, sentimientos y acciones.
¿Lo más importante? Que sientas gozosamente esa vida que te toca vivir.